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Categoría: Incestos

La insospechada carencia de mamá

Mi madre me descubrió masturbándome y desde entonces creo que se obsesionó con ello porque no dejó hacérmelo a solas nunca más… De ahí se inició una relación más íntima que nos llevó a unos derroteros que nunca sospeché se pudieran llegar con mi inquisitorial progenitora, descubriendo en la carencia de mamá a mi verdadera madre. Doña María ordenaba sin pedir por favor desde que tengo memoria, mi padre lo aceptaba como un carzonazos dejando sin armas a su hijo, al darle un ejemplo tan sumiso ante la matriarca. Llegado a mi adolescencia descubrí una salida a su dominio y mal humor… masturbándome. Cómo casi todos los días por la tarde noche, estaba pajeándome frente el lavabo del baño. Me gustaba esa hora porque no están mis padres en casa, justo antes de la llegada de sus respectivos trabajos. En mi teléfono miraba un vídeo de una tetona madura montando una gran verga. Me excitan de manera extrema los vídeos de maduras con grandes tetas naturales fornicando como poseídas por el demonio, porque se asemejaban a mi madre, y al menos en mis fantasías podría someterla a base de pollazos evadiendo su control…, esas hembras habían vendido su alma al diablo para obtener los mayores placeres terrenales. Las del vídeo eran exquisitas tetas grandes, blandas, algo caídas (las que más me calientan) y con grandes aureolas oscuras de pezón espigado como una falange de un dedo…, ésta en concreto se hallaba culeando con un fontanero en la cocina. Culona y tetona follaba la verga joven abigarrado como experta. Era uno de mis videos favoritos “Busty House wife Fucks The Plumber”, por si quieres verlo esta es la URL…



https://es.pornhub.com/view_video.php?viewkey=ph59a42312b2d86



Apoyándome en el borde del lavabo con la base de mi polla y dejando mis pelotas apretadas debajo y mi falo arriba, hacía que se estirase hacia atrás el prepucio y tensara más la piel de mi miembro. Y con mi mano me pajeaba enérgicamente, absorto en el vídeo. Repentinamente, y justo en el momento en que estaba punto de explotar, abren la puerta de sopetón. ¡Era mi madre! Llegó antes de tiempo a casa con ganas de orinar y yo confiado no había cerrado con seguro la puerta… Ahí nos quedamos, unos segundos, mirándonos a los ojos…, Yo, con mi verga erecta en mi mano y mis pantalones en los tobillos, y los exagerados gemidos del vídeo sonando de fondo. Ella, parada en el umbral de la puerta con cara de sorprendida, con sus manos en el cierre posterior de su falda, abriéndola. Debieron ser unos dos o tres segundos, que se sintieron eternos. Los que pasaron antes de que ella hiciera algo. Sin hablar, cerró la puerta por dentro tras ella, se bajó su falda y las bragas, se sentó en el váter sin dejar de mirarme a los ojos y a mi verga de manera alternada como si viese algo natural y previsto. De alguna forma ver su enorme y blanco culo desnudo antes de que se sentara me calentó y sin poder controlarme seguí con mi paja mirándola viendo a mi madre desnuda cintura para abajo oyendo la fuerte meada con un chorro que golpeaba contra la cerámica de manera ostentosa. Después de orinar con ese largo y pesado chorro que exasperaba, secó su coño con un par de servicios de papel higiénico. Yo no perdí detalle de su performance, masturbándome con la situación ajando de arriba abajo todo el tallo con mayor contundencia de cómo lo hacía antes de entrar ella… Y se fue sin decir nada cerrando la puerta tras ella. Los gemidos de la pérfida madura en el vídeo seguían sonando, eyaculando ostentosamente sobre el lavabo. Cerré el vídeo, limpié los chorretones de lefa y mi cipote y salí del baño. Mamá estaba tranquila en la cocina, me asomé no queriendo entrar a punto de marcharme cuando oí decirme…



– “Debiste haber cerrado con seguro”. Lo dijo mirándome fijamente a los ojos invitándome a entrar a la cocina a charlar un rato sobre la situación. Ella sabe de la cortedad de los adolescentes en estas cuestiones sobre sexo.



– “Si lo sé, fue un descuido, ¡Qué vergüenza mamá yo…!”



– “No te avergüences, es algo normal. Además debes estar estresado por tus estudios así que no hay problema que te hagas una paja para aliviar tu tensión”.



– “Si ha estado pesado el trimestre”, dije tratando de justificar el tema.



– “Está bien que busques relajarte”, dijo sonriendo. “Ahora anda a comprar pan para la cena, que en un rato llega Padre”.



Tras el incidente no hablamos del tema, y en realidad, no hubo mayores cambios en lo cotidiano, salvo algunos momentos donde notaba actitudes nada habituales en mamá. Ciertas miradas a mi entrepierna, o palmadas en disimuladamente en mi culo con roces acompañados de apretones en mi paquete cuando estábamos demasiado cerca y lejos de miradas reprobatorias, a ratos se arrimaba hacia mí y me apoyaba sus tetas en el hombro sin motivo alguno. Siempre ha sido un poco distante e impetuosa y no tan cariñosa, por eso todo era extrañamente distinto… Mi madre es una mujer normal, no una MILF de porno, pero si tenía sus atractivos con algunas cualidades a destacar como su piel morena por exposición al sol de verano llenas de pecas, y no la típica de las mujeres pelirrojas blanca casi roja, sobre todo en las zonas más expuestas al sol… mejillas, frente, nariz, pecho, hombros y brazos. Sus ojos son verdes, su pelo oscuro y ondulado. Mide como 1,65 m. No tiene casi nada de barriga, solo un poco no tan grande que lo le afea, más bien es una barriguita apetecible de acariciar donde perderse. Sus tetas son una talla 105 con copa “D” muy bien puestos lo que da una idea que son grandes y con unos pezones como rosetones de catedral. Y su culo es enorme, redondo y blanco. Era una mujer guapetona muy bien dotada en sus curvas…curvilínea diría yo de las que apetece montar por parte del macho porque son las mejores candidatas a ser buenas hembras y mejores madres.



Pasaron los días sin mayores novedades, salvo algunos episodios de estos “acosos” de mamá. A mí no me molestaban los manoseos a mi paquete o agarrarme del culo a diario… Sus sobos a mis brazos cuando me hablaba eran extraños pero agradables… me tocaba siempre y este hecho me calentaba porque todo hay que decirlo, mi madre es una hembra madura con mucho morbo y en más de una ocasión he fantaseado follándomela…sus biquinis en la playa y los cambios de ropa desinhibida cuando estamos de vacaciones, en donde parece que todo vale, me ha puesto unas cuantas veces cachondo. Una tarde, estaba caliente, muy caliente. Con casi 17 años estaba con mis hormonas disparadas más salido que el rabo de un cazo. Tomé mi teléfono y me fui al baño. Quería pajearme. Busqué en internet alguno de mis vídeos recurrentes de maduras tetonas natural, quería una cabalgando, moviendo sus tetas y gimiendo como loca. No cerré la puerta, y la verdad, allí mismo quería que apareciera mamá con mi lanza en ristre. Una sensación de nervios también me invadía subiéndome la adrenalina aumentando aún más mi excitación…



Desenvainé mi lanza sentado sobre la tapa del váter, posicionándome de la forma que más me gusta. Y comencé a meneármela concentrado en la imágenes de la hermosa madura de ojos verdes claro y senos generosos que fornicaba en el vídeo. Era una paja lenta, como haciendo hora…esperando. Sentí la puerta del piso cerrarse, era mamá, siempre llega un par de horas antes que su marido. Subí el volumen del teléfono al máximo, quería que ella supiera que me está masturbando visionando un video porno. Pasaron unos segundos y se abrió lentamente la puerta. Nos miramos a los ojos, sin detener mi paja me levanté posicionándome sobre el lavabo que quedaba al lado de ella, quería verla reflejada en el espejo. Ella se acercó por detrás de mí, pasó su brazo derecho por debajo del mío, y con su mano me tomó el relevo haciéndome la soberana paja del día. A través del espejo me miraba a los ojos fijamente, con su cabeza apegada a mi brazo derecho, con su mano izquierda acariciaba mi abdomen bajo mi ropa. La paja se sentía exquisita, con la presión perfecta recogía mi prepucio con la experiencia que solo dan los años de dar placer a los machos. Imagino que mi madre no ha sido mujer de un solo hombre, y por su coño y sobretodo sus manos habrán pasado unas cuantas pollas, porque la sensación de su cálida mano jalando el forro de mi verga una y otra vez, me estaba llevando al cielo. Mi falo como un fierro absorbía estoico los tirones que esa hermosa dama ejecutaba sin recato y contundentemente, aumentado la fuerza con delicadeza. Yo cerré los ojos y eché mi cabeza hacia atrás, entregándome a sus caricias machaconas. Ella aumentó la frecuencia y la presión en mi tronco, de manera maestra sabía lo que necesitaba y cuando. No fueron más de tres minutos lo que su maestría se volcó en mí placer, pero fueron los justos para colmarme en el orgasmo más fuerte de mi vida.



Mis testículos se retrajeron formando una pelota para eyacular, y mi verga comenzó con las contracciones propias de una pronta eyaculación. Mi madre muy acertada, tiró todo lo que pudo la piel de mi cipote, con la fuerza precisa aumentando el ritmo con mayor presión en sus dedos sobre mi tallo endurecido. Para luego soltar un primer gran chorro de leche, tras de ese un segundo y tercer caño de lefa espesa que acabó en el grifo, azulejos y espejo, los siguientes en eyacular ya eran más bien borbotones de semen que caían a plomo en el lavabo, o sea, tres disparos fuertes que impactaron en el cristal y el resto de lefa con chorros de menor intensidad que se fueron atenuando junto con mi orgasmo se acumulaban en el lavabo. Fue tan intenso que mis piernas flaqueaban. Abrí los ojos justo cuando ella soltó mi verga, observando cómo se llevó a su boca la mano impregnada con chorretones de semen tibia, y con las mismas comenzó a lamer sus dedos recogiendo todo los derramado sobre ella… mirándome a los ojos dijo…



– “Espero que te hayas podido relajar mucho mejor hoy mi amor”. Me dijo chupeteando sus dedos impregnados de mi esperma.  Tras decir eso, salió del baño sin decir más. Sin poder articular palabras, me quedé en silencio. La encontré en la cocina al salir del aseo, necesitaba hablar con ella por lo ocurrido algo confundido…



– “Oye mamá, encuentro que tenemos…”



– “…No te preocupes”, me interrumpió. “Dejemos que las cosas como están… suceden así y ya. No hablemos de lo que ocurrió”. Dijo sin mirarme, enfocada en unos platos que lavaba.



– “¿Pero…Estás segura?”



– “Si”, giró su cara para mirarme con sus ojos vidriosos. Hijo mío, que seamos familia no es razón para que no nos mostremos como somos…Personas con sexo donde tú tienes tus necesidades y tu madre…”



- “Pero tú eres mi madre y se supone que un hijo con su mad…” Me cortó bruscamente…



- “…Nene todos estos supuestos impuestos por la sociedad nunca tienen en cuenta las carestías de las personas… y yo antes de ser madre soy mujer y antes te puedo asegurar que soy hembra con necesidades como todas, y no siempre me es fácil controlar las hormonas”. No podía creer lo que estaba escuchando de una mujer con el carácter tan fuerte, una mujer que siempre me había tratado como un problema, y ahora me daba la sensación de ser una solución, o eran imaginaciones mías de adolescente pajillero salido.



 - “Yo nunca habría pensado que tuvieras carestías de ese tipo, te veo tan bien con papá que creía…”



- “¡¿Por qué no?! Acaso piensas que las madres somos de cartón-piedra… Mira cariño, desde que te vi masturbándote con ese desparpajo sin recato alguno ante mí, supe que veías a tu madre más como mujer que como tu progenitora, y aunque por un momento pensé que eras un cabrón pervertido, pronto vi solo a un adolescente normal que tiene las hormonas exaltadas. Recordé cuando tenía tu edad y como los chicos me acosaban cumpliendo mis deseos… por eso no he dejado de pensar en mi enorme falta de… bueno en lo insatisfecha que estoy desde hace tiempo con tu padre y cómo tú te pareces tanto a esos chicos que andaban detrás de mí esperando que los complaciera…”.



– “Pero mamá no tienes por qué contarme nada…” Sus ojos vidriosos me llamaron la atención… “¿Estás bien?” Preocupado, tomé su hombro.



– “¡No quiero hablar de esto, entiendes! Solo déjalo pasar, te has ganado una paja de mamá, con una enorme corrida por cierto…, y nada más. Espero que te haya servido para relajarte mucho mejor que contigo a solas” Lo último lo dijo con una sonrisa, disimulando el conflicto interno que tenía. “Ahora anda a comprar al supermercado antes de que lo cierren”.



Era parte de la rutina que me mandara a comprar a esa hora. A la vuelta, ya estaba papá en casa y todo era normal. La conversación con mi madre me había dejado con un sentimiento de culpa. Por lo que solo me limité a hacer como que nada había pasado y me encerré en mi dormitorio temprano preocupado por mamá y su mala situación sexual, quizás tan mala como la mía. Al día siguiente llegó mi madre de su trabajo, una hora antes, como todos los viernes. Yo estaba en la sala de estar viendo la tele. Mamá llegó algo alterada, a juzgar por su respiración, y sus mejillas coloradas. Llegó con su cabello suelto y su blusa algo desabotonada, dejando ver el canal entre sus tetas.



– “Hola”, me dijo, dejando su cartera y chaqueta en una silla del comedor.



– “Hola”, le respondí indiferente, la verdad es que no sabía cómo reaccionar. Se sentó a mi derecha, con su escote apuntándole y abrazándome con su brazo izquierdo.



– “¿cómo te ha ido tu día cariño…?”



– “Bien, bien, sin mucho que contar”.



– “¡Pareces un poco estresado! O solo me lo parece a mí”, posó y cargo su mano sobre mi entrepierna.



– “¡¿Ehmm…Tú me encuentras así?!” Le pregunté inocente un tanto desconcertado por su atención hacia mí.



– “Uy siii… Se te nota en tu mirada amor mío”. Su mano se deslizó a mi paquete sibilinamente sin querer… Mi rabo comenzó a reaccionar inmediatamente bajo su mano. Ella respondió a mi dureza cargando su mano con mayor fortaleza, restregando aún más fuerte mi tranca cada vez más dura.



– “Si mamá, necesito liberar tensiones por lo que parece ¡Tienes razón!” Entendí el juego y me dejé llevar.



- “¿Quieres que mami te ayude? Ahora sabe muy bien cómo hacerlo para que su pequeño se relaje…”



– “¡¡Lo necesito con urgencia!! No lo sabía hasta que has llegado…”



Sin decir más me desabrochó el pantalón, apartó los calzoncillos y liberó mi verga para comenzar a meneármela. Mamá jugaba como experta con mi polla cada vez más dura, poniendo su escote cerca de mi cara. Yo metí mi rostro entre sus tetazas con ganas de besar la poca piel que mostraba, me la machacaba con ritmo y destreza bajando y subiendo mi prepucio… de vez en cuando posaba su dedo pulgar sobre el glande y lo acariciaba haciendo círculos sobre él deslizándolo con su yema ayudado por el lubricante natural de mi capullo endurecido…



– “Así me gusta mi niño, bien duro para su mami ¡Qué alegría me das! ¡Bendita juventud!”. Yo no decía nada, solo me dejaba masturbar por mamá repantigado en el sillón con las piernas abiertas para que ella tuviese espacio y pudiera sobarme bien los huevos, y lo hacía de maravilla poniéndome el corazón a mil. “Para no haber cumplido los 17 tienes una polla enorme… más larga y gorda que la de tu padre ¿Cuánto te mide…?”



– “No sé qué decirte… no sé cómo se debe medir, si por arriba o desde los huevos” Liberé un gemido. ¡Ahhhh…!” Ella mirando detenidamente mi cipote abriendo bien los ojos me suelta…



“Por lo que creo, debe cubrir los 18 cm y unos 5 de gruesa… ¡Anda vamos al baño, que con lo que eyaculas, aquí vas a dejar todo manchado de chorretones de leche…! Mi polla se mostraba espléndida habiéndose despertado del letargo, estaba a medias cuando comenzaron los primeros movimientos de su mano y me bajó del todo la piel del prepucio que cubría el capullo, entonces acabó de coger su verdadera dimensión…



-“¡Joder nene ¡Qué barbaridad! Tienes una polla bien grande, dura y con un capullo mucho más ancho que el grosor del tronco de la verga! ¡Estás muy bien dotado hijo… vas a ser un buen semental! Superas con creces la media de los hombres… bueno de muchos machos”. Me quedé con las ganas de preguntar a cuantos había conocido a lo largo de su vida. Por lo que insinuó de su juventud, debían haberla follado unos cuantos…solo pensar que por su coño han pasado diferentes pollas duras que han logrado correrse dentro dejándoles su lefa, me puso algo molesto e incluso celoso por no haber tenido dicho oportunidad.



Se levantó y comenzó a caminar moviendo su gran culo, la seguí raudo, en el pasillo ella se detuvo y se giró delante de mí dándome la espalda. Tomo mis manos y las cruzó delante de ella, para apegar su culo a mi falo. Acto seguido caminamos lentamente. Yo la besaba en su cuello, mientras ella levantaba su culo poniéndolo respingón buscando la dureza de mi polla. Subí una de mis manos para tomar una de sus tetas, lo evitó, reubicándola en su cadera. Agarrándola fuertemente de las caderas restregaba mi verga en su monumental y redondo culo mientras caminaba dándole empujones, a los cuales ella respondía levantando y cargando su trasero para atrás. Llegamos al baño y ella apoyó sus manos en el lavabo empinando su culazo. Entre punteadas y refregones, intenté subir su falda pero apartó mis manos como a un niño malo, con las ganas por las nubes de empalar a mi madre por su sabroso coño.



Repentinamente se enderezó me tomó la verga y me tironeo para acercarme a ella. Le pareció muy grande para un chico de casi 17 años… pensé que ella nunca había visto ni tocado una como mi polla en mi vida… en la realidad la mi padre no era tan grande en mi opinión. Lo que más le llamo la atención fue la bolsa de mis huevos, el escroto era enorme para ella, según me comentaba absorta en mis genitales, me colgaba ampliamente despegada del cuerpo como de costumbre y eso le encantaba, pues se marcaban claramente las dos bolas jalonadas de venas azuladas que subían y bajan a la par que su mano recorría a lo largo del tallo venoso, tenía una hinchazón morrocotuda y ella la aprovechaba para apretar sin miedo la dureza del estoque acariciando por momentos mi glande con el pulgar como tanto me gustaba. Soltó y ensalivó su palma de la mano para continuar pajeándome…, notaba la calidez de su mano y la rugosidad de mi cipote sobre su la suave dermis de su palma y dedos… No fueron necesarios más de cinco minutos ajando mi falo para que liberara borbotones de semen en el artefacto de aseo. Arriba y abajo chasqueando por la lubricidad natural de la verga y la incrementada por su saliva ¡Chas, chas! Era tremendo el gozo de sentir los resaltes de mis venas hinchadas en sus dedos, el calor de su cuerpo pegado al mío, su olor dulce a hembra me atiborraba los sentidos. Mi mente deambulaba por los mundos etéreos del placer notando cada pasada sobre mi tronco, mientras la otra mano me acariciaba mi vientre plano, mis mulos y finalmente mis pelotas atiborradas de leche, las apretaba y masajeaba con sus dedos jugando con las bolas que se movían dentro del escroto, cuando de pronto se me puso mucho más dura, jadeaba hiperventilando y ella arreció las pasadas con más contundencia hasta que de una saltó el primer gran chorro de leche a toda presión, seguido de otros más cada vez menos fortalecidos. Buena parte del semen se desvaneció sobre la mano de mamá, y ver su mano pringada de lefa era emocionante…, mucho más verla lamer cada dedo sin dejar sombra de los restos de lefa en ella. Besó mi mejilla dejándome solo. Lo ocurrido después fue lo mismo, como si nada hubiese pasado.



…No sé qué me pasaba por la cabeza, era su madre pero en cuanto me fui a la cama a pensar lo que sucedía, puede comprobar que me había mojado… no le di más importancia, de verdad. Empecé a pensar en su fastuoso falo, lo que me gustaba de él sin poder remediar compararlo con el que conocía mejor… el de mi marido. Era más grande y más ancho (pensé que si mi marido lo tuviera así lo notaria más, y que al metérmela por detrás me la “clavaría” bien llegando adentro de mi anhelante vagina, y que como los huevos eran también más grandes los notaria contra mis nalgas. Pensé en el capullo, tan ancho y con forma de “seta”, lo bien que sería si mi marido la tuviera así, para usar ese reborde como tope para mis labios al chupársela, apretarlos bien apretados alrededor de ese contorno, asegurar de esa manera que es solo el capullo lo que tengo en la boca, y jugar con mi lengua alrededor del glande hasta que se hinchara bien como le había pasado a mi hijo. También pensé la cantidad de semen que le había salido a mi hijo en comparación con el de mi marido, es verdad que antes a mi marido le salía mucho semen como de novios, eso al menos lo había heredado de su padre, pero cada vez va a menos, es normal, y como a mí me gusta su sabor, “el trago” que me echaría sería espectacular. Me considero una gran felatriz y no tengo el mínimo reparo en jugar con el esperma en mi boca antes de tragarlo a mi estómago. También pensé, aunque que nunca lo he hecho pero es algo que está en la cabeza, en esa anchura de glande metido en el agujero de mi culo, y con ese capullo tan excelso notando cuando sale del agujero de mi culo a contrapelo, y como me lo abriría al volver a entrar. Todos esos pensamientos me tenían consternada, excitada y extrañada. Mis polvos con mi marido no eran los mismos a cuando nos enamoramos, aquellos años de vino y rosas en donde podíamos estar días follando como locos, ahora no tiene edad ni tantas ganas, también la rutina y no ser una novedad para él, hace que follemos lo habitual en una pareja como nosotros con casi 20 años casados…



Eran las tres de la madrugada, y unos ruidos extraños me despertaron. Provenían del dormitorio de mis padres. Era obvio, estaban follando, y a juzgar con la claridad con que se escuchaba, había dejado la puerta abierta, no era normal, por ello no lo iba a desaprovechar. Antes los había escuchado, pero no me había despertado la curiosidad. En cambio, con los últimos acontecimientos, quería ver a mi madre siendo follada por su esposo. ¡Ojalá pudiera ver sus tetas saltando mientras se la mete! Me levanté en silencio y caminé como un ninja por el pasillo oscuro. La luz tenue de la tele iluminaba la alcoba de mis padres y salía un poco de luz por la puerta a medio cerrar. Agazapado en el pasillo me asomé apenas para evitar ser detectado… ¡Y ahí la vi! Montada sobre mi padre, dándole la espalda, subiendo y bajando en la verga de mi progenitor. El lecho nupcial estaba orientado con sus pies hacia la puerta. Por lo que, la vista de mi madre era frontal. Ella con sus rodillas a ambos lados de la cadera de mi padre, con su culo respingón apuntando a la cara de papá y sus manos apoyadas en las rodillas de él. Sus enormes tetas se bamboleaban alborotadas con cada movimiento colgadas como dos campanas…me avivaron sofocándome tanto que elevó mi fiebre cinco grados. La luz del televisor era la precisa para distinguir sus delicados pezones erectos rodeados por unas anchas aureolas oscuras. ¡No había imaginado así las gordas tetas de mamá! Y la verdad, es que al verlas en plena faena coital apareándose como una yegua, se convirtieron en el mayor fetiche para mí a partir de ese momento. Ella gemía despavorida con cada estocada como una puta, con su cabeza hacia atrás que con cada uno de sus movimientos, ¡Era una fiera montando!



Tras unos minutos ella se giró volviéndose hacia él y brindándome una completa vista de sus carnosas nalgas, que se movían adaptándose al cuerpo de mi afortunado padre. El catre sonaba víctima de la dinámica amatoria chirriando en sus juntas y en los resortes del colchón. Yo estaba asomado solo mi cabeza, en un ángulo preciso para que mi padre no pudiera verme. Me pajeaba furiosamente ante el espectáculo curioso de mamá, como la más caliente actriz porno. Entre esas blancas masas, su raja, subía y bajaba engullendo esa verga erecta cual mástil de un velero. Yo lo seguían sin perder detalle. Coordine mi paja al ritmo de ella, así que cada vez que ella se tragaba la tranca de papá, yo tiraba mi prepucio lo más atrás. Al cabo de unos cuantos tirones, estaba sumido en un éxtasis exquisito y morboso. Ella comenzó a acelerar el ritmo, y yo con ella. Sus gemidos aumentaban y yo comenzaba a sentir mi corrida acercarse. Al instante ella cambio a penetraciones lentas, profundas y fuertes. Yo la seguí en mi paja. A la primera casi me corrí, resistí la segunda con un hormigueo en mis testículos, a la cuarta sentía que mis huevos estaban a punto de reventar. Y a la cuarta exploté al mismo momento en sus nalgas aterrizaban en mi padre percibiendo como la rellenaba su esposo, engullendo al máximo su badajo con ella gritando un largo gemido que se fue apagando lentamente. El nivel de calentura fue tan alto que los primeros dos disparos no vi donde quedaron, los siguientes los sentí caer en mi mano. Seguí meneándomela mientras miraba ese culo, objeto de deseo. Ella seguía moviéndose sobre la verga de papá, lenta y suavemente reclinada sobre él extrayéndole hasta la última gota de lefa de sus cojones…Antes de que detuvieran el coito o se levantarán, volví a mi habitación silencioso, me limpié con un bóxer usado y me dormí.



Desperté como a eso de la nueve de la mañana, con algo de sed. Así que fui a la cocina a buscar algo para beber. Gran sorpresa fue la mía al ver a mi madre en el pasillo limpiando unas manchas en la pared del pasillo junto a la puerta de su cuarto. Solo llevaba un camisón de dormir algo traslúcida y muy corto, que apenas alcanzaba a tapar su frondoso culazo. Al verme se me acercó decidida, y muy seria. Me empujó hacia una pared del pasillo y mirándome a los ojos me dijo…



– “Supongo que disfrutaste mucho del show de anoche ¡¿Te gusta ver como se follan a tu madre…?!”. Cambiando su expresión seria a una de calentura con voz susurrante. “Te lo dediqué a ti corazón… me follaba tu padre pero tu verga era la sentía en mi coño entrar y salir… ¡¿Te hubiera gustado ser tú…?!”.



Yo estaba callado, entre asustado y caliente. Su poca ropa, la situación y sus pezones marcados me tenían desconcertado. Metió su mano bajo el pantalón de mi pijama y me agarró el falo en estado erecto. Comenzó a jugar con mi prepucio, deslizó su mano a mis testículos colganderos y los apretó mientras me decía al oído…



– “¿Que te parecieron las carnes de tu mami…? Al parecer te calientas mucho viendo el culo, el coño y las tetas de mamá ¡eh…! ¡Eres un Hijo deputa con unos huevos bien gordos y muchas ganas…, por lo que veo! …Seguro que no tendrías prejuicios de follártela y rellenarla de lefa con lo que eyaculas”.



Con su mano izquierda quitaba mi camiseta, y con la derecha no soltaba mi verga bajo el pijama. Yo seguía callado disfrutando sus caricias como un cabrón que aprovecha su posición desvalida para sacar partido de ello.



– “Así me gusta, entregado a los cariños de mamá ¡Eres un buen chico que sabe lo que le conviene! Un cabroncete salido con ganas de follarse a mamá. Conozco muy bien a los machos como tú…callados y dóciles, pero llegado el momento de la verdad son capaces de soltar toda su rabia por esa polla que tienen como si fuese un martillo pilón…”. Liberó mi verga para seguir pajeándola cuando escuchamos.



–“¿María…Dónde estás?” María, es su nombre. Desde el dormitorio, era papá que había despertado.



– “Aquí en el pasillo, voy enseguida”, contestó sin soltar su presa ni dejar de mirarme a los ojos entornados de fiera que se sabe ganadora de un juego que no ha hecho nada más que empezar.



– “¿Vas a traerme el desayuno?” Preguntó.



–“¡No se te ocurra meterla!” Me susurró al oído, dándose la vuelta, apoyando sus manos al otro lado del pasillo y levantando su prenda junto con su culo. – “¡¡VOY PARA LA COCINA AHORA!! No te impacientes…,” respondió a papá. “Tú padre es igual de rápido y exigente para todo… y las cosas tienen sus tempos” me dijo soplando literalmente en mi oreja, notaba cada aliento que exhalaba su boca amenazadora con comerme si delataba aquello… era su víctima y su premiado a la misma vez.



Ella cargó su culo desnudo sobre mi polla inhiesta, dejando el glande apuntando para arriba entre sus nalgas. Y comenzó a restregar su raja en mi rabo empujándose con sus manos desde la otra pared del estrecho pasillo. Aproveché de meter mis manos por debajo de su camisón de dormir para llegar a sus tetas. En el instante en que mis manos sintieron la suave y caliente piel de sus pesadas ubres sentí un subidón de adrenalina. Se restregaba con fortaleza mi ancho glande entre sus labios que los abría inmensos hasta llegar en su pepita, y tras un buen rato me desplazó y se puso frente a mí…se arrodilló justo cuando creí que todo estaba perdido y nada más iba a suceder…, finalmente tomó con su mano derecha mi polla en la raíz, y con una sonrisa me dio a entender que ya había comprendido mis intenciones. Sin decir absolutamente nada se acercó la cara hacia mi verga inhiesta, que ya estaba empezando a dolerme del bombeo de llenarse de sangre más y más…



-“¡¿Quieres que te la chupe?”! No dije nada, simplemente asentí con mi cabeza.



Introdujo su mano muy suavemente en mi entrepierna sopesando mis cojones con la mano izquierda y con la otra enfiló el cipote a su boca que ya se encontraba muy cerca de su máxima expresión para albergar un capullo de casi 7 cm de diámetro, descubrió mi glande con sus labios despejando el prepucio, y se la metió poco a poco hasta quedar íntegramente en la boca. Mi reacción fue inmediata, sentí un calor repentino que me atravesó todo el cuerpo, una sacudida que tan intensa que nunca había sentido antes. Inmediatamente comenzó a masajear mis huevos a la misma vez que me pajeaba la parte libre que no cubría su boca, al tiempo de succionar mi polla tal cual como lo había visto cientos de veces en los videos porno. No podía creer lo que me estaba pasando.



-“¿Te gusta cómo te la chupa mamá…? ¿Piensas que tu madre no puede ser tan puta como esas…?”



-“Sí, me encanta, pero no pienso que seas una Puta… ¿A ti te gusta la polla de tu hijo?”



-“Huele muy bien, es suave y gorda, no he podido esperar a que tú tomaras la iniciativa…”.



Mi pecho que latía con fuerza, aquella sensación de sentir los labios de mi madre sobre mi polla, sus manos haciéndose con todo lo que su boca no tragaba era superior a mis fuerzas. Me mantenía pensando en otra cosa que no fuese a mi madre arrodillada mamándome el rabo, lo cual no daba demasiado efecto. El sonido de su garganta por el efecto del cipote ahondando en su garganta, la suavidad su paladar y lengua apretando el duro tallo estaba siendo superior a cualquier otra sensación antes vivida. Por primera vez percibía lo que sentían esos actores porno que eran mamados por chicas tan exuberantes, pero no tan morbosas como mi propia madre. De pronto todo se desvanecía, mis muros se comenzaban a derrumbar cuando vi la mano de mamá apoyarse en mi corazón y el primer orgasmo llegó.



Mi verga insaciable comenzó a bombear semen en su boca por primera vez, mis sentidos agudizados captaban todo en un plano dimensional distinto, ralentizado, mi respiración acelerada, mis pulsaciones, los roces desesperados de la mano de mamá en mi pecho, mis caricias en sus tetas, las palpitaciones de mi polla inmersa en el calor abrasante de la garganta de la madre que me parió, mis testículos inflamados tomados con suavidad por su mano izquierda, los suaves sonidos de su voz, gimientes exclamando placer y dándomelo, la pausa corta para terminar de tragar el espesos esperma que llenaba su boca, el comentario que salió de sus labios sobre la cantidad de semen que le estaba dando y que le sorprendió nuevamente mientras volvía a adentrarse en su garganta ardiente abrazando mi pedazo de carne latiente, la vista de su rostro con sus cejas arqueadas en un gesto de pasión, la de su boca esforzándose al máximo para poder abarcar la exigente circunferencia de mi diámetro fálico, y la de sus ojos encontrándose con los míos en una nueva pausa respiratoria en la que aprovechaba para digerir la inmensa cantidad de leche eyaculada en más de cinco descargabas incansables con los orgasmos encadenados que provocaban las constantes eyaculaciones que ofrecía a su boca. Las sujeté con fuerza dejando sus duros pezones aprisionados contra mis palmas y mis dedos enterrándose en su blanda anatomía. Mi corrida abundante terminó, extrajo el falo de su boca y tragó el semen depositado sobre su lengua, se relamió y chupeteó mi glande acabando de limpiar el último borbotón de engrudo remanente…lo hizo mirándome a los ojos con esa expresión de fiera y tierna madre que cuida de su hijito.



Ya cuando relajé mi cuerpo solté sus tetas, ella se reincorporó y se fue a la cocina a preparar el desayuno, mirándome y haciendo una señal de silencio con uno de sus dedos en la boca. Cuando llegué a la cocina, era como si nada hubiese pasado. Entendí su juego así que solo tomé un vaso, lo llené de agua y volví a mi habitación. Luego todo volvió a la normalidad a casa. Mamá era la misma de siempre, su relación con papá era la acostumbrada. Al menos por ese día. Esa tarde, salí con un amigo y llegué de madrugada algo tomado. No escuché ruidos en la alcoba de mis padres, ni tampoco vi nada sospechoso. Por lo que solo me acosté. Y con lo bebido que estaba no demoré en dormirme. Con una jaqueca terrible desperté temprano. Con una sed extrema. Pensé en ir a la cocina, y junto con eso, comencé a recordar la escena de la mañana anterior. Mi erección no demoró en manifestarse. Por lo que cruce los dedos y me animé a salir… Quería encontrarme con la hembra caliente de la casa para jugar con ella



CONTINÚA...



Este es mi correo...  trovo_decimo@hotmail.com  por si deseas contactar conmigo, sugerirme o contarme alguna de tus fantasias que leeré encantado. ¡Muchas gracias!


Datos del Relato
  • Categoría: Incestos
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