~Dicen que todo pasa por algo, pero ¿porqué tenía que pasarnos?.
No supe apreciar tus esfuerzos, las peleas con tu socia, los desvelos y problemas de los que realmente nunca me enteré.
Tu hermetismo me daba paso solo a momentos de tu alma, que al compartir contigo en un inicio fueron fuente de vida y después fuente de angustias cuando el tiempo y los días, el trabajo y los amigos nos permitían o no saber de la otra, en el peor de los casos.
Muchísimos kilómetros de por medio, horas de diferencia.. como el sol y la luna, tantas promesas de futuros ciertos en un mar de fantasías aún imposibles nos decidieron a la posibilidad de vivir juntas algún día...algún día.
No nos conocimos más que por tiempos cortos... yo viajaba, tu me recibías, y en cada visita el amor crecía a retazos y a pérdidas en cada centímetro de retorno a esta casa tuya que nunca conociste... creció, floreció, maduró... pero a trozos, siempre con la ilusión de un mañana compartido.
Yo esperaba, tú hacías lo posible por encontrarnos, dos años y medio, casi diario, en que cada una puso lo mejor de su parte.. pero en algún momento quise ver más de la vida que me rodeaba y en ese instante algo se coló.
Ya no me fueron suficientes las esperas, ni las promesas que te hice, y
quizá ni tus palabras totalmente, a mi alrededor comenzaron a bailar posibilidades mágicas que quizá ahora ni siquiera lleguen; pero no fue ese el error, mi error fue seguir diciéndote que nada había cambiado en mí, eso, eso sí que fue traición, aunque hubiera sido yo quien más se engañara.
Porque creía que los tiempos cada vez más cortos por tu parte significaban más de lo que eran. Olvidé que lo que aquí es uno probablemente dos, ahí siguen siendo dos y no uno.
Este abril nos abrazamos para despedirnos de la peor forma, tu enamorada y yo enamorada incompleta, porque nunca quise creer que eso me podría pasar cuando ya pasaba, mi corazón ya no fue suficiente para llevarme hasta esa ciudad que tanto huele a ti y que es solo tuya, no hubo sucesos, no hubo personas que pudieran cambiar lo que ya desde antes había cambiado, el equilibrio y la posibilidad estaban rotos...
Y ahora que tengo todas mis cosas de vuelta en casa oliendo a ti, rodeándome, me digo imbécilmente que no era tan difícil haberme decidido... todo lo tenía ya contigo... ¡qué gracia me hace tanta estupidez de mi parte!.; una gracia, sin embargo, imperdonable.
Pero no pude cambiar mi mundo por el tuyo al otro lado del Atlántico, no quise sentirme emigrante indeseada sin necesitarlo, no pude vencer el miedo a lo incierto y en ese miedo me he perdido de conocerte, de amarte, de comprenderte en forma real, de compartir la vida contigo y lo siento tanto... ¡no sabes cómo lo siento!.
Ahora me quedo sola y sin nadie pero con tu consejo, conseguir una ilusión y vivir sin miedos, si supieras que mi ilusión justo días antes de mi vuelta se fue a otra parte...
Pero te lo debo y me lo debo, el "y si hubiera..." es, más que un tiempo conjugado de mala manera, una pérdida de tiempo completa.
Lo único que más lamento es habértelo hecho perder a ti, precisamente a ti que tanto amor me diste y me hiciste dar, nadie lo merece, pero entre tantos, mucho menos lo merecías tú.
Ahora me resta perdonar mis fallos y pedirte que me los perdones, desearte lo mejor y no intentar engañarte de nuevo diciendo que la forma en que te amo es más de la que nunca pude haber amado a nadie... pues aunque así lo haya sido, ahora de nada sirve para reparar el daño que te he hecho... me resta esperar que no te duela demasiado este adiós, este amor, esta mentira mía que yo misma no creía, esta historia que pudo haber sido y no fue.
Ni las latillas para el gato, ni un libro, ni una rosa en Sant Jordi arreglan lo que destruí en ti, pero créeme que el regresar aquí tampoco arregla todo lo que se destruyó en mí.
Si alguno, un solo reproche hubiera que hacerte y que no pude sería: ¿Por qué sabiéndome tan débil a mis miedos a los cambios, en alguno de tantos regresos no me detuviste en nombre de tanto amor?. ¿Por qué me dejaste ser yo quien decidiera dar el paso?. ¿Por qué nunca me abrazaste antes de tomar el avión y me dijiste "quédate conmigo, quédate"?...
Siempre me acompañaste con el mismo vacío que yo, te quedaste detrás de la puerta haciendo la seña que ahora necesito tanto, pero solo eso tuve. solo eso.
Sin embargo, las cosas son ya como son y no habría más qué recuperar, todo lo rompí, demasiado luchó por convencerte de quedarme contigo y de compartir tu libertad tan preciada, para al final derrotarme sola y no ir... la peor de las derrotas.
Así pues, me despido de esa casa tuya que algún día pudo haber sido nuestra, de ese olor que fue mío, de ese gato guapo blanco que ya me amaba y al que a pesar de todo yo adoraba, de las palabras que nacieron y crecieron al compás del teclado, de tu imagen en la pantalla y de los cientos de archivos que ambas memorias, real y cibernética conservan de tantos días vividos, caminados a tu lado, verdaderamente entrañables como tesoros, pero que sin embargo, igual que tú no puedo volver a ver sin un abismo en el alma y una lágrima en los ojos... ojalá así como con ellos, algún día logre despedirme también de la sensación culpable de haber dejado ir al amor de mi vida, así nada más, tan solo por pura cobardía.
A la cobardía de saberme sola y sin ti, aún de ese otro lado del océano...