Mi nombre es Jorge y quiero contarles una experiencia que tuve con una sobrina que es menor de edad. Resulta que mi prima y su esposo tienen un negocio que atienden ambos ya que no pueden pagar empleados. En cierta ocasión mi prima se accidentó y no pudo seguir ayudando a su esposo pues estaba inmovilizada de cadera y piernas y esta circunstancia duraría como seis meses.
Echaron mano de algunos ahorros y contrataron a una señora que atendía la casa y llevaba a mi sobrina al colegio. El esposo tuvo que atender el negocio él solo y lo hacía de lunes a domingo..
El problema que tenían es que los domingos no había nadie que los ayudara, por lo que yo me ofrecí con gusto dado que le tengo un enorme cariño a mi prima y coincidentemente mi esposa trabaja los domingos. Normalmente ese día yo me la pasaba solo en casa, así que me vino muy bien tener una actividad que me permitiera estar acompañado.
Mi prima se la pasaba siempre en su recámara y yo le llevaba de comer o lo que necesitara y el resto del tiempo me la pasaba en la sala viendo televisión junto con mi sobrina.
Debo decirles que mi sobrina tiene diez años pero parece un poco mayor y tiene un poco de sobrepeso sin llegar a ser gorda.

No me creí capaz de hacer lo que les contaré.
En una de tantas ocasiones, estábamos sentados en el sofá y el programa que veíamos era muy cómico, tanto que mi sobrina se doblaba de la risa y al hacerlo puso su cara sobre mi regazo. En ese momento sentí algo agradable pues mi sobrina al reír movía su cabeza sobre mi pene que empezó a crecer. Esto mismo lo repitió otras dos veces y la dejé hacerlo pues parecía algo inocente. Una vez que terminó el programa, al levantarse del sofá se apoyó con su mano izquierda sobre mi pene que ya estaba muy duro y me preguntó qué traía yo ahí, a lo que le respondí que era mi teléfono celular. No me dijo más nada, pero me pareció que su rostro estaba con algo de rubor y creí ver en su mirada un dejo de picardía.
Al domingo siguiente estuvo más platicadora que de costumbre y me dijo que en su escuela algunas niñas al jugar, en forma deliberada le mostraban los calzones a los niños; también me mostró (como quién no quiere la cosa) un libro infantil en donde se ilustraban sin mucho detalle los órganos reproductores de hombre y mujer.
A partir de ese momento ella no perdía ocasión de frotarse en mí; cuando yo llegaba ella me abrazaba y se quedaba apretada a mí, lo que hacía que mi verga se inflamara y era inevitable que ella no la sintiera, también cuando yo caminaba hacia algún lugar, ella procuraba ir en sentido contrario a mí y al cruzarnos me tocaba el pene con su brazo como en forma accidental.
Ella tiene la costumbre de ducharse por la tarde y en una ocasión al salir del baño y pasar frente a mí, se le cayó la toalla y pude apreciar que tiene unas nalgas bonitas, redondas y no tenía vello púbico, su pecho era casi plano y en sus pezones ya asomaban unas pequeñas protuberancias. Ella sólo se sonrió y se fue a su recámara para cambiarse, pero cuál no sería mi sorpresa cuando regresó, porque sólo se había puesto un pijama sin llevar ropa interior. El pijama le quedaba algo ajustado y pude ver cómo su monte de Venus resaltaba provocándome un gran placer visual. Se acercó a mí y sin darme oportunidad me quitó los lentes y corrió a su recámara, yo fui tras de ella para recuperarlos y me incitaba a que se los arrebatara. Puso sus manos detrás de ella y estando los dos de frente la abracé para quitárselos. En ese movimiento la atraje hacia mí y sentí su concha pegada a mi pene que de inmediato tuvo una erección. Se dejó caer de espaldas en la cama y yo aún sobre de ella abrazándola, empezó a bascular como resistiéndose; en ese momento no pensé más que en seguir frotarme contra ella y seguir con esa deliciosa sensación. Dejé de abrazarla y la tomé de las piernas separándoselas. Reinicié la frotación de mi verga contra su entrepierna y así estuve durante algunos minutos, durante los cuales mi sobrina me abrazaba y parecía disfrutar de ese fogoso encuentro. No hubo palabras entre nosotros, solamente ella cerraba sus ojos para que nuestras miradas no se encontraran. Cuando intenté besarla no me lo permitió pues volteó su cara hacia un lado. Metí mis manos dentro de la parte superior del pijama y empecé a tocar sus pezones, los cuales se sentían como guisantes bajo su piel pues aún no se habían desarrollado.
Me separé de ella y ahora yo me recosté de espaldas (aún con la ropa puesta), la levanté en vilo y la senté a horcajadas sobre de mí para seguir con nuestros escarceos, la tomé de la cintura y empecé a enseñarle cómo debía moverse de adelante hacia atrás y de un lado hacia el otro. Mientras yo le sobaba las nalgas, mi sobrina encontró el ritmo rápidamente y después de unos minutos me vine en forma abundante.
Después de haber eyaculado en mis ropas, me fui al baño para asearme y mi sobrina se quedó en su cuarto. Casi de inmediato sentí una especie de miedo pues no medí las consecuencias que esto podía traerme, por lo que decidí retirarme a la brevedad posible.

Lo que siguió a esto se los contaré en otra ocasión.