Laura y yo llevábamos ya unos 2 años de novios. Ambos teníamos 18 años recién cumplidos, con muchas experiencias que nos habían abierto la mente de manera sexual. Con Lau yo podía sugerir de todo, que sería considerado, desde mamadas hasta anal. Un día ella me llamó y me preguntó que si quería ir a su casa ya que sus padres no estarían y esto casi siempre era sexo seguro. Sin embargo, su hermana Fernanda estaría en casa y por esto tendríamos que ser cautelosos, ya que ella tenía el cuarto justo a la par del de Laura.

Fer es una chica bajita de pelo corto y rubio, con un cuerpo demencial gracias a que practica Yoga, además es alguien que siempre acapara las miradas, en especial cuando está en la piscina de su casa o cuando anda en sus leggins negros y sus nalgas se destacan increíblemente. Esto, sumado a una personalidad muy extrovertida y una gran inocencia, hacen que sea el centro de muchas miradas y que todos quieran coger con ella.

Me dirigía a la casa de Lau pensando que ojalá estuviera Fer haciendo yoga con sus leggins y estirándose. “A su edad está muy bien desarrollada”, me decía a mí mismo. Toqué la puerta y me abrió mi novia. Llevaba un vestido de baño de una sola pieza. La besé y pasé mis manos por sus nalgas, separándolas un poco y apretándolas, me encantaba como se veía con esos trajes y ella lo sabía perfectamente: no era coincidencia que me recibiera así; ya sabía a lo que íbamos.

―Tengo una propuesta ―me dijo Laura quitándome la camisa en la sala. Se dirigió a su cuarto y yo la seguí, viendo como sus nalgas desnudas iban con un ritmo perfecto...

Laura abrió la puerta de su recamara y, para mi sorpresa, en ella estaba Fer con unos leggins grises y un top, sentada en la cama con los pies descalzos, con una mirada sonrojada, junto a un consolador no muy grande y rosado.

―La encontré masturbándose con esto... Enseñándome el consolador que se veía mojado.

Fer desviaba la mirada.

―Bueno, ya está en edad de hacer esas cosas; no es nada malo ―le dije sonriendo.

―Exacto, pero todavía es virgen y no sabe nada, quiero enseñarle como se pone un condón, pero necesito una polla de verdad… ¿nos ayudas?

-ufff ¿está bien?... Pregunté sin creerme lo que había escuchado.

―Nunca he visto una así, de verdad...dijo Fer entre risas y muy nerviosa.

Con un dedo tocó mi verga y se reía; Laura solo nos miraba y me bajé el pantalón frente a ella, quedando en bóxer. A Fer le daba vergüenza y con sus pies desnudos sobaba mi pene, no se atrevía a quitarme la ropa interior, pero se notaba que estaba teniendo un buen momento. Primero tocó mis bolas con sus pies, y luego se animó a hacerlo con las manos, recorriendo cada rincón y apretando mi trasero tal y como lo hacía yo con mi novia. Incluso se atrevió a darme un beso ahí, riendo a carcajadas mientras Laura se desnudaba hasta quedar completamente desnuda.

―¡wow! ¿Te gusta cómo mi hermanita te toca la verga?... ―preguntó Lau, quitándose el resto de su traje de baño.

―Lindas tetas hermana ―le decía Fer riéndose―; ya había tomado confianza.

Laura llegó y le robó un beso a Fernanda, en la boca, y le sacaba las tetas fuera del top. Fer estaba avergonzada, pero apenas vio que yo estaba teniendo una erección importante, se tranquilizó un poco.

Me bajé el pantalón y dejé que me vieran el pene desnudo, era increíble como lo tocaban y analizaban.

Laura me hizo una mamada, pegando su lengua a mis bolas y moviéndola como si estuviera lamiendo una paleta. Fer la siguió, se notaba en sus leggins grises que estaba mojándose mientras Fer movía su boca húmeda en mi pene. Parecía un tanto inexperta. Laura fue a por el condón.

―Enséñanos tu vagina, Fer ―le pidió Lau.

-¿¿Qué?? Jajaja… ¡¡¡no, no, eso no!!!

Yo, que estaba ya bastante excitado, la tomé de las caderas y de un solo golpe le bajé los leggins, exponiendo su vagina rasurada. Fer recuperó la timidez, tapándose avergonzada.

―Ay, excelente mi amor, hoy voy a dejar que te la folles.

Entre Laura y yo compartíamos miradas pícaras; era como si los dos quisiéramos follarnos a su hermanita. Proseguimos en esa extraña situación y Laura empezó a explicarle como se utilizaba un condón, exigiéndola que me lo pusiera.

Abrió el paquete y lo desenvolvió en mi polla. Ahora venía lo bueno. Puse en pie a Fernanda y le di un beso, sobando mi verga contra su vagina. “Hoy vas a ser mía”, le susurre al oído.

Le metí mi pene dentro de su empanada y ella gritaba, con las nalgas dando brincos. Yo suspiraba y sudaba un poco: resultaba imposible que no me hubiera corrido aún. Pero yo seguía y seguía. A mi derecha estaba Laura masturbándose con el consolador de Fer. Cuando me iba a venir Laura intervino.

―Hermanita, hoy vas a probar la leche de mi novio.

Total, que terminé corriéndome en su boca mientras ella tragaba como una campeona.

El resto del día lo pasamos masturbando y practicando sexo oral a Fer. Ese día llegó a correrse unas 3 veces, y, cuando me iba a ir, ella a escondidas de su hermana me pidió una foto de mi pene, para poderse masturbar. Me bajé de nuevo la ropa interior. Mi pene estaba nuevamente erecto, cosa que quizás no tuve que haber permitido. Desde ese día si pasaba por el colegio a recoger a Fer, con su hermana notaba que las compañeras de ella me miraban con ojos pervertidos, pues Fernanda les había enseñado la foto.

Además, después de haber cogido de esa manera, cuando iba a casa de mi novia contaba con que podría besar a Fer en la boca y cogérmela sin problemas. Hasta la misma Laura lo hacía después de aquel día. Con mucha suerte me mandaba vídeos de cómo las dos hermanitas chocaban vaginas.