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Me llamo laura y soy una mujer todavía joven,
aunque cuento con marido e incluso desde hace ya unos años, dos
hijos varones. Pese a todo, mantengo el interés por todo lo relativo
al sexo y de hecho siempre me he considerado una mujer muy ardiente.
Debido a ello, siempre he estado bien rodeada de hombres y creo que
me he acostado con un número bastante superior a la media de
las mujeres de mi generación. No me arrepiento de ello, ni me
hace sentir mal o descarada.
De cualquier forma, este relato me sirve para narrarles mi experiencia
más extraña, ocurrida durante un día del mes de
Mayo de hace ya bastantes años. Por ese entonces yo contaba con
veinte años y ya no era virgen. Siempre he sido una mujer que
ha llamado la atención tanto por mi forma de actuar como por
mi físico. De hecho la gente siempre me ha visto como una rebelde
encerrada en el cuerpo de una muñequita, debido sobre todo a
mi cara de niña (incluso ahora), los ojos claros, mediana estatura
y cuerpo muy femenino, con unos pechos de forma y tamaño suaves.El
caso es que me encontraba sola en casa de mis padres donde todavía
residía, una tarde de entre semana sin mucho que hacer, porque
el día anterior había realizado un examen de Universidad
y no me presentaba al siguiente hasta pasadas casi dos semanas. Había
quedado más tarde con José, por entonces mi novio, y un
amigo suyo, que yo no conocía, para ir a tomar algo a algún
bar de marcha. Levaba casi un año saliendo con José, y
aunque no nos iba mal, ya había comprendido que tampoco iba a
ser el hombre de mi vida. De hecho, antes de salir con el, estuve durante
unos meses manteniendo una relación que todavía no me
había quitado de la cabeza. Se trataba de un chico de raza gitana.
Todas mis amistades estaban escandalizadas, porque pensaban que era
un tipo conflictivo que me la iba a liar a las primeras de cambio, como
al final resultó. Ahora bien, había que reconocerle algo,
era una maravilla en la cama y cada vez que nos acostábamos me
hacía ver las estrellas, algo que José no lograba conseguir,
ni de cerca.La tarde era muy calurosa, parecía que el verano
se adelantaba. Las ventanas de la casa permanecían abiertas,
en busca en vano de aire refrescante. Fuera el edificio estaba en obras
de rehabilitación. Efectivamente estábamos todas las plantas
rodeados de andamios, desde donde un puñado de obreros se afanaban
en pintarnos la fachada. Se que me tenían fichada, porque cada
vez que entraba o salía del edificio me agasajaban con silbidos
y en ocasiones piropos salidos de tono.Me encontraba prácticamente
tirada en el sofá de la sala, en una postura muy poco elegante
debido al calor, perdiendo el tiempo viendo la tele. Llevaba un vestido
corto que usaba para estar en casa cuando apretaba el calor y la verdad
me encontraba casi rendida al sueño.
En cierto momento, volví un poco la cabeza y pude ver por el
rabillo del ojo que fuera, a mi espalda, en la ventana, sobre el andamio
a la altura de mi piso, se encontraba un obrero que de forma indiscreta
estaba mirando hacía el interior de la sala. La verdad es que
enseguida descubrí porque. Debido a la postura en la que estaba
tumbada, el vestido se había deslizado sobre mis muslos y dejaba
al descubierto mi sexo y mi trasero, cubierto solamente por la ropa
interior. Sentí un pinchazo de vergüenza y pensé
en taparme y bajar la persiana, pero la verdad es que la situación
me gustaba un poco. Decidí quedarme quieta y hacerme la dormida.
Entornado un poco los ojos, utilizaba la vitrina del mueble bar de la
sala para ver parcialmente y de cintura para arriba el reflejo del obrero,
que no quitaba ojo de mi. De repente descubrí que pese a su quietud,
su mano derecha si se movía. Al principio pensé que estaría
pintando, aunque fuera por disimular, pero luego me di cuenta que los
movimientos eran demasiado rítmicos. Aquello no podía
significar otra cosa sino que se estaba masturbando a mi salud. Reconozco
que la situación me produjo un éxtasis sin par, pero me
dio cierto apuro y miedo y me levanté para escapar de la situación,
saliendo de la sala.
Como ya era casi la hora de marchar, empecé a prepararme y me
di una ducha. No lo pude remediar, estaba tan caliente por el episodio
anterior que comencé a tocarme y acariciarme pensando en el obrero,
pero no llegue a correrme, de modo que al salir de la ducha, el calentón
era todavía más grande. Me coloqué una toalla alrededor
de la cabeza y otra alrededor del cuerpo, cogí leche hidratante
y salí del baño. En la habitación tenía
preparada la ropa, pero algo me llamaba a acudir al salón. Cubrir
el tramo de pasillo que me separaba de allí fue larguísimo
y mi corazón latía a ritmo desenfrenado, las dudas y el
miedo me atenazaban, era como cruzar una frontera que de antemano se
sabe prohibida. Armándome de valor, penetré en el salón,
me senté en el sofá y comencé a extenderme despreocupadamente
hidratante por las piernas. De nuevo, al mirar hacía la vitrina
comprobé que el obrero continuaba allí y que desde luego
había reanudado su paja, esta vez con más ahínco.
Aquello me estaba consumiendo. Estaba absolutamente mojada y no era
debido a la ducha. Fruto del calentón, me retiré la toalla
del cuerpo, mostrándome desnuda, a la vez que me extendía
leche por el abdomen, la cadera y los pechos. A través de la
vitrina podía ver la cara del obrero, extasiado, con una expresión
de lujuria que me arrebataba, Su mano se movía con rapidez y
brusquedad y entonces, casi sin pensarlo, como si se tratase de una
necesidad imperiosa, comencé a masturbarme. Lo hacía con
la mano izquierda, el brazo derecho flexionado por encima de mi cabeza,
la cabeza echada hacía atrás, la boca abierta intentando
aspirar aire fresco que me despejara. Apretaba los muslos contra mi
mano, necesitaba un pene y me sorprendía a mi misma pensando
que el obrero lo tenía, de modo que resuelta me incorporé,
miré a la vitrina. . ¡pero el obrero ya no estaba!Me coloqué
de nuevo la toalla y acercándome a la ventana miré hacía
el suelo. Efectivamente eran más de las siete y los obreros estaban
abandonando el andamio y acabando su jornada. Aquello fue desesperanzador,
pero también cobre lucidez meditando acerca de lo que me estaba
ocurriendo. Como pude intenté tranquilizarme, me refresqué
y decidí vestirme rápido, con un vestido corto y unas
sandalias, para acudir a la cita con mi novio y su amigo. Al salir a
la calle noté que, a pesar de la hora, todavía apretaba
el calor. En cualquier caso me dirigí hacía el lugar de
encuentro, que al no estar muy lejano, era sencillo llegar caminando.
Al doblar la esquina, por poco me muero del susto. Apoyado en una farola
y con cara de cazador al acecho, estaba el obrero al que había
estado calentando. Estaba claro que era el, a pesar de que se había
lavado y cambiado la ropa, pero su cara le delataba. Por puro instinto,
crucé apresuradamente la calle y apreté el paso para evitarle
a toda costa. Sin mirar de forma directa, pude comprobar que me seguía
y he de reconocer que me estaba volviendo un poco paranoica.
Seguí andando, casi corriendo durante varias calles, evitando
las zonas poco concurridas y por fin al final de la calle pude ver a
José y su amigo, esperándome en el punto convenido.
Hola ¿qué tal? – dije con voz temblorosa por la
situación pasada
Hola nena – me dijo José dándome un beso ¿qué
te pasa? ¿estás bien?
Si. solamente un poco alterada por el calor y el paseo
Bueno. déjame que te presente. Este es Luis, mi amigo de
la infancia del que tanto te he hablado.Nos dimos dos besos de cortesía
y no pude evitar pensar que el tal Luis estaba francamente muy bueno.
Alto, guapo y de aspecto absolutamente moderno.
Hemos pensado que igual vamos al cine – dijo José ¿qué
te parece?
Por mi bien – contesté – pero deberíamos
haber ido antes a recoger las entradas
No importa, iré yo y podéis esperarme en el café
de enfrente – dijo Luis
No, iré yo –comento José, mi novio – que
tengo coche y no tardaré tanto. Esperadme en el café que
en menos de media hora regreso.Y diciendo esto marchó. La verdad
es que esta falta de tacto era típica de José. Me tenía
que dejar sola con un tipo al que me acababa de presentar, era ridículo.
Casi sin mediar palabra nos dirigimos al café y nos sentamos
en una mesa al lado del escaparate. Ordenamos las bebidas y comenzamos
a charlar sobre asuntos sin importancia, cuando a través del
escaparate, de nuevo vi al obrero mirando hacía mi. Los pelos
se me pusieron como escarpias.
¿qué te ocurre? –pregunto Luis – pareces
nerviosa
es que realmente lo estoy
¿y eso?
Es que creo que es difícil de explicarlo
Inténtalo
Creo que hay un hombre que me está siguiendo
¿qué dices? –pregunto Luis alarmado
lo que oyes
¿y quien es ese tipo?
Aquel que está al otro lado de la carretera
Pues no te preocupes, enseguida le pregunto a ver que opina de la
vida
NO – contesté casi gritando
¿Pero porque no?
Creo que es mi culpa – dije temblorosa
¿por qué dices eso?
Me temo que no puedo contártelo
NO puede ser tan grave
Si te lo cuento, prometes guardarme el secreto?
claro
es un obrero que está trabajando en la rehabilitación
de la fachada de donde vivo. Resulta que esta tarde le he pillado espiándome
a través de la ventana y en vez de haberle recriminado su actitud,
no se me ha ocurrido otras cosa que echar más leña al
fuego
¿qué has hecho pues? – preguntó Luis visiblemente
interesado
esto. . me he desnudado – dije un poco excitada
EN SERIOLa cara de Luis era un poema, me miraba con los dos ojos abiertos
como platos, a todas luces imaginándose la situación.
Aquello, aunque parezca mentira, me volvió a desatar, no podía
entender que me estaba ocurriendo esa tarde. El caso es que sostenía
la mirada de Luis y los dos nos contemplábamos sin mediar palabra,
claramente excitados por la situación
Y además. . –dije con voz temblorosa rompiendo el
silencio
¿Y además qué?
He acabado tumbándome en el sofá, mostrándome
abierta y masturbándome para elLuis ya no podía disimular
de ninguna manera su excitación, me follaba con la mirada, la
respiración entrecortada. Sin mediar descanso, producto del arrebato
sexual que estaba sufriendo ese día, me retiré una de
las sandalias y por debajo de la mesa, coloqué el pie desnudo
en la entrepierna de Luis, que dio un respingo en su asiento. Estaba
totalmente erecto y era una delicia masajear su pene con mi pie y observar
la cara de placer de ese hombre, hasta hace cinco minutos desconocido.
A la vez pude comprobar que el obrero continuaba allí y dije:
necesito un hombre, pero ya¡
Ostias Laura, eres la novia de José. y puede estar a punto
de llegarMi pie seguía masturbando a Luis, e incluso a través
del fino pantalón de verano, podía notar el calor que
desprendía su pene, su forma, su tacto. .. necesitaba dar un
paso más o me iba a volver loca. .
He dicho que necesito un hombre. . no tienes que ser necesariamente
tu. . si andas con remilgos, seguro que el obrero me da lo que quieroYo
misma me sorprendía de mi actitud, parecía una perra en
celo. Retiré con cierto pesar mi pie de su pene, me calcé
y poniéndome de pie hice una seña al obrero para que se
aproximara. Este, como si estuviera haciendo guardia a la espera de
mi orden, cruzó rápidamente la acera y se plantó
en la puerta de la cafetería, mirando alternativamente hacía
mi y hacía Luis.
Sin más preámbulos, loca de lujuria, le hice una seña
y me dirigí dándole la espalda hacía los baños
de señora, que estaban situados escaleras abajo, en un extremo
de la poco concurrida cafetería. Cuando llegué, me apoyé
en el lavabo, mirando a la puerta, que al momento se abrió, apareciendo
mi obrero.
Se quedó de pie, quieto, extrañamente calmado. Sin dudarlo,
manteniendo la cabeza alta y una postura altiva, deslicé mi falda
hacía arriba por los muslos sujetándola en la cadera y
rápidamente me despojé de las bragas. Sin perder tiempo,
saqué del bolso un preservativo que siempre llevaba encima y
desenfundándolo dije:
¿a que esperas?, ¿no es esto lo que querías?No
Medió palabra, como si fuera mudo; se fue lentamente bajando
la cremallera, liberando un pollón sobrenatural, totalmente erecto,
desafiante como un obelisco, casi irreal. Se acercó a mí
y sin dificultad me aupó a la encimera del lavabo, quedando sentada
y con la piernas abiertas. Cogió el preservativo de mi mano ¡y
lo tiró al suelo!
NOO, ¿qué haces?, sin el no quiero
Cállate y disfruta de un buen rabo al naturalY dicho esto y
de un solo empujón de su pelvis, sin ayudarse con la mano, me
ensartó su enorme pene. Lancé un grito desesperante, mitad
placer, mitad dolor.
Ese hombre era una bestia, entre lo enorme de su miembro y sus embestidas,
parecía que estaba follando con un caballo. Notaba todo su tallo
como me taladraba, llegaba hasta mi final empujando como una bestia,
momento en el cual el pene se ensanchaba, aun más, dilatando
mis paredes, que a duras penas contenían el arrebato. No podía
apartar la mirada de nuestras entrepiernas; a pesar de que me la estaba
metiendo hasta la boca del estómago, todavía buena parte
del tallo permanecía fuera, y a lo largo de el hacía sus
testículos, resbalaban como en una cascada a cámara lenta
los jugos de mi vagina. Producto de la excitación, mi lubrificación
era exagerada, de modo que cada acometida era recibida con un sonido
como de agua encharcada desde mi vagina.
Estaba mareada, confusa, mi respiración era grave, solamente
podía inspirar cuando me sacaba el pene, porque al introducirlo
de manera brutal, todo el aire se escapaba de mis pulmones, junto con
un grito agudo que era mío, pero que ni siquiera reconocía.
No suelo tener orgasmos con facilidad, pero transcurridos solamente
unos minutos estaba claro, estaba rendida, me iba a correr e iba a ser
escandaloso, lo presentía. . Cuando, de repente, se abre la
puerta. . ¡ y aparece Luis! , que se queda petrificado por
la escena. El obrero giró la cabeza, pero no se molestó
en absoluto en parar. de hecho si lo hubiera hecho creo que me hubiera
muerto.
¿qué chaval?, ¿qué te gusta más,
como me follo a tu novia o ver lo bien que se lo pasa? – habló
por fin el obrero
Mírala, a punto de correrse – seguía diciendo
sin dejar de empujar y consciente de que me estaba derritiendo
¡si me corro! –dije fuera de mi
¿no te da vergüenza correrte delante del pringado de tu
noviete?
NOOOOOO
pues hazlo mirándole a el, que si no es pecado – dijo
irónicamente el obrero
no es mi novio, es un amigo de mi novio– pude decir justo antes
de que un orgasmo brutal comenzara a recorrerme todo el cuerpo y clavara
mi mirada en la de Luis, que estaba masturbándose contemplando
la escena
A si???? – dijo el obrero – pues más interesante.
Siéntate en la tapa del vater chavalLuis obedeció, mientras
no paraba de masturbarse. La escena me parecía irreal, producto
del enorme orgasmo que estaba sintiendo todo iba como a cámara
lenta. Al momento, todavía ensartada por el obrero, me levantó
en volandas y para no caerme pasé instintivamente las piernas
alrededor de su cintura y caminamos de esa guisa, acercándonos
hacía Luis, yo de espaldas, todavía el placer desatado.
Al Llegar a su altura, el obrero sacó de manera hábil
su pene y cuando yo creía que me iba a depositar de pie en el
suelo, me fue bajando lentamente hasta que al momento la entrada de
mi vagina tropezó con algo y descubrí la maniobra. .
¡Me estaba colocando sobré el pene de Luis! Después
sin mediar aviso, como si fuera una muñeca de trapo, ¡ME
SOLTÖ. !LA sensación de vértigo fue brutal, pensé
que me iba a desnucar, pero estaba claro que muy lejos no iba a ir,
porque al momento me percaté que producto de la enorme lubricación
de mi vagina, el pene de Luis me había penetrado inmediatamente
durante la caída y a la vez sus manos me habían sujetado
a la altura de mis pechos, aun cubiertos con el vestido, de modo que
debido a todo ese baile, de forma súbita, avanzó hacía
mi una nueva sensación que al principio no reconocí, pero
que al segundo interpreté pasmada. . era un nuevo orgasmo,
más intenso, más profundo, más húmedo, más
duradero. . me mantenía aislada. .. no oía, no veía. .
solamente sentía y gritaba como una desesperada presa del pánico
Vaya máquina la novia de tu amigo ¿eh chaval? –
dijo el obrero
los demás también queremos –habló de nuevo
dirigiéndose a mi y aprovechando mi boca abierta para introducir
el enorme glande su pene ¿Cómo demonios había llegado
a esta situación? Parecía un sueño, pero la verdad
es que, como muchas mujeres, había fantaseado con acostarme con
dos hombres a la vez, y aunque las fantasías son para no cumplirlas,
decidí que una vez inmersa en la situación no debía
cortarme, sino abrir mi mente y aprovechar el momento.
Además me encontraba cómoda. El pene de Luis era más
normal, de modo que me encontraba en mi salsa, porque en esa postura,
sentada sobre el dándole la espalda, el poco podía hacer
salvo dejarse llevar. Así, una vez acabé de correrme,
comencé a darle duro a Luis, no con fuerza, porque era una señorita,
pero si alternando movimientos rotatorios y de penetración, lenta
, muy lenta, de modo que estaba claro que Luis, joven, inexperto y perplejo,
no nos iba a durar mucho.
Por otro lado me afanaba en mamar como podía el pene del obrero,
que producto de la follada anterior también estaba a punto de
caramelo.
Tuve una idea que me pareció genial: que se corriesen los dos
a la vez. .
NO pares que me corro – dijo Luis
Tchssss . . . no. .. tranquilo –le dije, mientras me quedaba
parada para no estimularle – aguanta un segundo. Y tu ¿cómo
vas grandullón? – le dije al obrero mientras paraba la
mamada y le masturbaba
Biennnnnn
Te vas a correr en mi boca. . –no fue una pregunta, lo dije
de forma autoritaria. Recuperaba las riendas de la situación
Siiiiii
Pero cuando yo te lo diga
Siiiiiiii, ya me corro
De eso nada –dije interrumpiendo la paja
Agggghhhhhh, no aguanto
Cállate y tu Luis ni te muevas que te me vacías–
dije gritando como una sargento y a la vez bajándome los tirantes
del vestido, de modo que al no llevar sujetador, mis pechos se liberaron
al momento
O sea que queréis correros no?
Siiiii – dijeron al unísono
Vaya, vaya. . sois una pareja de maricones. Ya veis que tampoco
sois tan duros– dije sorprendiéndome a mi misma, mientras
comenzaba a moverme muy suavemente, casi de manera imperceptible sobre
el pene de Luis y frotaba el pene del obrero, lubricado por una mezcla
de mi saliva y su líquido preseminal, contra los pezones de mis
pechos.
Me voy a ir ¡¡¡¡¡¡¡¡
era Luis que a todas luces no tenia experiencia suficiente para aguantar
la guerra de nervios
Esta bien, llorones, AHORAAAAAAAAAY dicho esto engullí, como
una leona engulle su presa, el pene del obrero hasta donde pude, incluso
lo mordí y a la vez comencé a botar como una desesperada
sobre el pene de Luis.Fue bestial¡¡¡¡¡¡Se
diría que hubiese abierto una presa y el torrente de líquido
me estuviese desbordando y ahogando, pero un humor caliente, espeso,
que sentía como me recorría las entrañas, desde
mi vagina y útero hacía arriba, desde mi boca hacía
abajo, confluyendo plácidamente en mi abdomen.Fue sensacional. . .
Se que mucha gente me menospreciará o despreciará tanto
por la experiencia vivida, como por la forma con la que la he contado.Respecto
a la forma de narrarlo, no hay otra, fue así de animal y salvaje
y faltar a este detalle sería faltar a la verdad, con lo cual
hubiera preferido no contar nada. Respecto a la experiencia, aquello
marcó un hito en mi vida y siempre lo recordaré como vital,
quizás ahora no sería feliz como soy si no hubiese ocurrido.
Hay una frase de Woody Allen que me parece absolutamente afortunada:
el sexo solamente es sucio si está bien hecho.
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