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Categoría: Maduras

La gordita del gimnasio (2)

Habíamos quedado con Estela en encontrarnos al día siguiente de nuestro primer encuentro, para seguir practicando "nuestro ejercicio favorito".



La cita era a las ocho de la noche. Ambos quedamos de acuerdo en salir un poco antes de nuestros respectivos trabajos para tener un poco más de tiempo que el habitual, para ir al gimnasio.



Estuve toda la tarde ansioso como un adolescente antes de su primera cita. Recuerdo que casi no pude concentrarme en lo que estaba haciendo. En base a eso alegué que no me sentía del todo bien y eso me sirvió como excusa para salir más temprano aún.



Sobre la media tarde recibí un llamado de Estela.



Hola ¿Cómo estás? – Resonó su simpática voz al otro lado de teléfono.



Con muchas ganas de verte.-



Yo también. No veo la hora de poder irme.- Dijo con voz de niña mimada.



¿Hacemos como dijimos ayer? – Pregunté.



Si.



Entonces un beso y hasta pronto.



Muchos besos.



 



En el poco tiempo que tuvimos para despedirnos la noche anterior habíamos resuelto que para evitar cualquier tipo de complicaciones, ambos íbamos a ir al estacionamiento de un centro comercial cercano, y que una vez allí Estela dejaría su auto y saldríamos en el mío.



La idea era más que nada porque Estela tenía miedo de que la viera alguna de sus amigas o de los amigos de su esposo en su auto con otro hombre.



Además al ser muy concurrido el centro comercial, si alguien reconocía el auto de Estela y no la veía dentro no sospecharía nada ya que la cantidad de gente que asiste en esas horas es mucha y encontrar a alguien se hace muy dificultoso.



Yo salí bastante antes de mi trabajo, así que resolví pasar primero por mi casa a cambiarme y darme una ducha.



El baño tibio me sirvió para relajarme un poco. Aunque en todo momento pasaban por mi cabeza los momentos vividos la noche anterior, la imagen de Estela y todas las ideas acerca de lo que pasaría en nuestro encuentro, lo que volvía a ponerme a mil.



Un rato antes de lo pactado llegué al estacionamiento y me quedé a la espera de Estela. Los no más de cinco o diez minutos de espera me parecieron interminables.



Ella llegó en su auto, lo estacionó a pocos metros del mío y casi corriendo se subió al mío.



No recibimos con un tibio beso en los labios, como si fuésemos una pareja de mucho tiempo. Casi enseguida me pidió que arrancara.



¿Estás muy nerviosa? – Pregunté, tratando de tranquilizarla y por qué no de tranquilizarme a mi también.



Bastante.- Contestó intentando ensayar una sonrisa que me tranquilizara. – Es que es la primera vez que hago algo así. Pero no te preocupes que ya se me va a pasar.



 



Iniciamos así el viaje hasta el motel más cercano. Al llegar pedí una habitación de las mejores que tuvieran. Estela se merecía eso y mucho más.



Al entrar a la habitación pude observar detenidamente a Estela. Llevaba un conjunto de chaqueta y pollera (apenas por arriba de las rodillas), una blusa de seda que apenas dejaba transparentar algo de la ropa interior. Zapatos de taco fino y medias opacas completaban su elegante estilo. La veía así y me gustaba aún más que la noche anterior.



No perdimos el tiempo. Sabíamos muy bien a que veníamos y lo que queríamos. Así que enseguida de llegar nos abrazamos y comenzamos a besarnos.



Rápidamente le quité su chaqueta, para comenzar a acariciar sus pechos por encima de la blusa.



Sin parar de besarnos, nos dejamos caer en uno de los sillones que allí había. A estas alturas la intensidad de los besos era mucha. Nuestras lenguas volvían a recorrer todos los rincones de nuestras bocas y a entrelazarse indefinidamente al igual que la noche anterior.



Estela me abrió la camisa y comenzó a acariciar mi pecho. Poco a poco comenzó a bajar su mano hasta llegar a mi entrepierna. Al llegar a mi paquete lo agarró con fuerza y comenzó a sobarlo con la misma intensidad que el día anterior. Mientras tanto yo ya jugaba con uno de sus pezones, apretándolo entre mis dedos.



Por un momento dejé de besarla para posar mi boca en sus pechos. Los besé, chupé y mordisqueé a gusto, acompañado por los suaves gemidos de Estela que me pedía más y más. Al mismo tiempo empecé a acariciar sus piernas y muslos hasta posarme sobre su ardiente vagina. Noté su humedad y calor, señal inequívoca de que estaba pronta para más.



Así fue que rápidamente la desnudé, dejándola sólo con la pequeña tanga blanca que traía puesta y que se perdía debajo de sus sexys rollitos. Ella hizo lo propio conmigo. Al bajar mis pantalones y mis boxers mi verga salió como disparada mostrando toda su dureza y esplendor.



Al verla Estela no lo dudó y agachándose comenzó a besarla y a metérsela en la boca, para comenzar a darme una mamada como nunca antes había recibido. Mordisqueaba la cabeza de mi pija, la chupaba, lamía todo el tronco hasta los huevos y se la metía todo lo que podía en la boca. Un mar de sensaciones placenteras invadía mi cuerpo. Era increíble el placer que me estaba dando. Por momentos aceleraba el ritmo y yo creía que iba a acabar, pero con toda su experiencia sabía bajar el ritmo para que esto no pasara y pudiera disfrutar más aún.



Después me confesaría que le gustaba mucho chupar la pija y que en una época su marido se lo pedía casi a diario, de ahí su sapiencia a la hora de comerse una verga.



Yo estaba a punto de acabar pero no quería hacerlo aún, así que la tomé de los brazos y la llevé hasta otro de los sillones. Le quité la tanga que a esta altura estaba empapada de sus jugos, la senté en el sillón colocando una pierna en cada posa brazos de forma que quedaba totalmente abierta de piernas y con su concha a mi total disposición. Su conchita lucía prolijamente depilada. Apenas unos pocos pelos en el monte de Venus le daban un toque por demás sexy. El resto estaba completamente rasurado.



No tardé nada en hundir mi boca en esa hermosa concha, caliente y jugosa. Lamí de arriba abajo abriendo sus labios un par de veces. Luego me ayudé de mis dedos para abrir aún más y meter mi lengua lo más que podía. Pasé luego a dedicarme a comerle el clítoris. Lucía rosado y durito y ante cada contacto con mi lengua hacía que Estela se estremeciera. Lo besaba y chupaba aumentando el ritmo cada vez más. Acompañaba esto metiendo un par de dedos en su concha y moviéndolos hacia adentro y hacia fuera.



Estela gemía y pedía más. Me pedía que la cogiera ya que no la hiciera desear más. Pero yo no estaba dispuesto a hacerlo todavía. Quería hacerla gozar al máximo y entonces continuaba con mi comida de concha.



Ella me acariciaba la cabeza y me la apretaba contra su concha aumentando de esta forma el placer que le estaba dando. Incluso comenzó a mover sus caderas como si estuviese cogiéndola con mi lengua y mis dedos. Con otro de mis dedos comencé a jugar en su ano. La mezcla de mi saliva y de sus jugos sirvió de lubricante y pronto lo hundía profundamente. Podía sentir a los otros dedos que taladraban su concha. Estaba siendo doblemente penetrada por mis dedos y vaya si lo gozaba. Ella acompañaba todo esto sobándose las tetas.



De pronto bajó sus piernas de los posa brazos y las usó para rodear mi cuerpo. Me apretó fuertemente al tiempo que su cuerpo se tensaba y comenzaba un intenso y prolongado orgasmo. Una ola de jugos inundó su vagina. Yo absorbí todos los que pude sin retirar ninguno de mis dedos.



Se quedó unos segundos quieta. Luego dio un gran suspiro, se incorporó, me tomó la cabeza y me dio un gran beso. Entonces con los ojos inyectados en lujuria en me dijo:



Vamos a la cama. Quiero sentir ese vergón tan divino que tienes dentro mío.



 



Hacia allí fuimos. Ella me tendió en la cama se subió sobre mi y comenzó a besarme. Parecía que me quería comer en cada beso. Yo coloqué mi pija en la entrada de su vagina y comencé a recorrerla sin meterla. Esto parecía que la enloquecía porque sus besos se intensificaron más aún.



Dale. Metemela ya!!! No seas malo!!!- Pedía Estela con un tono desesperado.



 



Como no le hacía caso, ella misma agarró mi pija, la acomodó en la entrada de su vagina y en un rápido movimiento se la metió toda. Comenzó a moverse cabalgándome. Sentía como mis huevos rozaban contra su culo. A pesar de estar un tanto gordita tenía una agilidad admirable que le permitía inclinarse hacia delante para que le chupara las tetas.



Yo alternaba, por momentos le chupaba las tetas y por momentos la besaba. Ambos gemíamos y nos movíamos como queriendo darle al otro el mejor orgasmo de su vida.



También por momentos le ponía un par de dedos en su boca y ella me los chupaba con la misma maestría con que había chupado mi pija. Una vez que estaban bien ensalivados la traje hacia mi y mientras la besaba le metí los dos dedos en su culo. Ella se estremeció y en ese momento explotó en un nuevo orgasmo. Se recostó sobre mí y me volvió a besar. Esperé unos instantes, la di vuelta y la coloqué en cuatro patas. Su culo lucía espectacular y en su concha se podían observar los restos del reciente orgasmo.



Sin dudarlo un segundo la penetré por su concha. Comencé a bombearla con todas mis fuerzas, quería arrancarle otro orgasmo antes de que yo acabara. Ella lejos de estar satisfecha pedía más y más. Unos minutos después sentí como nuevamente su concha se llenaba de jugos al tiempo que Estela decía:



Me acabo mi amor!!! Me acabo otra vez!!! No pares!!!



 



Su cuerpo volvió a relajarse y yo continué bombeando un poco más. Luego me retiré de su vagina y coloqué mi verga en su ano. Comencé a penetrarla lentamente. Sentía como mi verga se introducía en su culo centímetro a centímetro hasta entrar por completo.



Luego empecé a bombear lentamente. Sintiendo como mi verga recorría todo su culo. Estela suspiraba profundamente y se quejaba. Le pregunté si quería que se la sacara y me dijo:



Si me la sacás te mato!!!.



 



Entonces aumenté mi ritmo, hasta llegar casi al mismo ritmo que tenía cuando lo hacía por la concha.



No aguanté mucho más y comencé a acabar llenándole el culo con mi leche que estaba más que caliente. Me descargué dentro de ella como nunca antes lo había hecho. Permanecí unos instantes más dentro de ella y luego me retiré.



Estuvimos recostados abrazados y besándonos como dos recién casados en su noche de bodas por un buen rato. Estela me acariciaba y me decía todo lo bien que lo había pasado. Yo le correspondía también con besos y caricias.



Poco a poco los tiernos besos se fueron transformando en besos cada vez más apasionados demostrándonos que ambos queríamos y estábamos prontos para más.



Comencé a masturbarla nuevamente como antesala de una nueva penetración. A medida de que aumentaba el ritmo ella iba aumentando su excitación. Cuando estaba a punto de acabarse nuevamente me coloqué sobre ella y la penetré.



Casi automáticamente Estela me envolvió con sus piernas y con firmeza me llevó más hacia ella. Con sus manos acariciaba mi espalda y mis nalgas. Yo me dedicaba a comer sus pechos y su boca. Habíamos adoptado una posición bastante más romántica aunque la intensidad y el deseo eran los mismos que al principio.



Mantuvimos esta posición por un rato. Luego la tomé de las piernas y me las coloqué en los hombros de forma de realizar una penetración aún más profunda. Aceleré mi ritmo al sentir como el cuerpo de Estela comenzaba a dar señales de estar cerca de un nuevo orgasmo. Pronto los dos estallamos nuevamente en un espectacular orgasmo compartido.



Dejé caer todo mi cuerpo sobre Estela que sonreía y acariciaba mi cabeza. Estuvimos así unos instantes hasta que Estela me invitó a ir al jacuzzi.



El agua tibia sirvió para relajar nuestros cuerpos. Ambos nos prodigábamos besos y caricias, alternándolos con palabras dulces.



Estela me dijo que quería hacerme un regalo y me pidió que me pusiera en el borde del jacuzzi. Ella se colocó entre mis piernas y comenzó a chuparme la pija nuevamente. Dudé que pudiera alcanzar una nueva erección tan pronto, pero la experta boca de Estela logró lo que yo creía imposible. Cuando logró su cometido, la colocó entre sus tetas y comenzó a masturbarme con sus tetas mientras me la chupaba. Además para hacer esto más placentero cada tanto pasaba una de sus manos por mis huevos.



No podía creer lo que estaba viviendo. Estaba gozando al máximo nuevamente y no quería que esto se terminara.



Estela iba aumentando paulatinamente el ritmo de su mamada. Se notaba que le gustaba lo que estaba haciendo. De pronto hizo algo que me sorprendió, empezó a jugar con uno de sus dedos en la entrada de mi ano. La dejé que siguiera ya que la sensación de su dedo allí era placentera. Poco a poco fue metiendo el dedo en mi culo. Yo me quise retirar pero ella dijo:



No te preocupes mi amor, te voy a dar la mejor acabada de tu vida.



 



Y diciendo esto continuó metiendo su dedo mayor en mi culo. Cuando lo tuvo todo dentro comenzó con un movimiento circular que al principio me molestó un poco pero que de a poco fue gustándome. Por supuesto que hacía esto sin dejar de mamarme la verga.



Unos minutos después empezó con un mete y saca de dedo en mi culo que junto con la mamada hicieron que mi verga comenzara a largar varios chorros de semen. Estela no desaprovechó ni una gota de mi acabada. Era increíble la expresión del rostro, nunca había visto tanta lujuria en una mujer. Repasó sus labios con su lengua empapada en semen. Luego me tomó de la cabeza y me besó compartiendo conmigo el fruto de tan hermosa chupada de pija.



Permanecimos un rato más en el jacuzzi y luego, aunque los dos lo lamentamos mucho, tuvimos que irnos.



Al despedirnos en el estacionamiento del centro comercial nos prometimos más noches como esta, pero al día siguiente iríamos al gimnasio.



Me fui para mi casa exhausto por tan intensa actividad pero con una alegría y unas ganas de volver a verla como hacía mucho tiempo no tenía.


Datos del Relato
  • Categoría: Maduras
  • Media: 10
  • Votos: 1
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  • Lecturas: 1728
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