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Otra mañana llegó al campus universitario bajo un sol que quemaba y un calor asfixiante. La campana repicando anunciaba el inicio de la primera hora de clase quedando los pasillos vacíos y en calma. A excepción de Heather Malone, profesora en la facultad de Historia del Arte y hoy haciendo labores de tutoría. Antes de ir a la sala del profesorado, pensó en pasarse por los baños; ya en la entrada le llegaron los primeros gemidos, llantos y gemidos. La profesora Malone, reconociendo esos sonidos, se adentró con sigilo y pillando una violación casi consumada. Ella estaba de pie, aplastada contra la pared alicatada y con la ropa arrancada, y él dando empujones pélvicos desde detrás con violencia e ímpetu. La chica sollozaba y suplicaba que parase, pero eso le excitaba más y el chaval arremetía con más fuerza de delante atrás.
-Bravo, bravo y más que bravo –se hizo ver la profesora Malone aplaudiendo.
-Joder… -el chaval se llevó un buen susto, tanto que se le aflojó y se abrochó los vaqueros.
-Tú, polladura, quédate ahí y no muevas tu culo peludo ni un centímetro.
-Sí, profesora Malone… claro… no me muevo de…
-¡Que te calles, joder! –le increpó la profesora Malone con autoridad. Luego se aproximó a la chica para ayudarla y comprobar su estado físico-. Hey, cariño, ¿cómo estás?
-Me estaba violando, profesora Malone. Entré aquí y él vino detrás y me empujó.
-¡Mentira! ¡Ella me provocó! ¡Puta mentirosa! –gritó el chaval.
-Tú eres Mark Coleman, ¿verdad? –Lo reconoció la profesora Malone-. Quaterback del equipo de futbol universitario. ¿A cuántas has violado este mes?
-¿Cómo? Yo no…
-Tres amigos tuyos del equipo están acusados por 34 chicas víctimas de violación.
-Eso es falso. No hay denuncias. No está demostrado.
-Claro que no hay denuncias porque el rectorado defiende y apoya a esos dos mierdas. 34 denuncias y todas ignoradas y archivadas. Es lo que tiene tener polla. Que si hay una en peligro 20 la protegen.
-Me tengo que ir…
-Como te muevas de aquí te parto la cara en dos, tú elijes… buen chico… ahora quédate callado porque tu voz me da putas migrañas. ¿Vale?
-Vale.
-¿Estás mejor, amor? –acarició la profesora Malone el cabello rojizo de la chica.
-Sí, gracias por ayudarme. Ese cabrón estaba a punto de correrme.
-Vístete, estás desnuda.
-Es que me arrancó las bragas y la ropa –rompió la chica a llorar otra vez-. No tengo nada que ponerme. Está todo roto.
-Hey, tranquila, eso tiene sencilla solución. –Y la profesora Malone se fue despojando de su ropa hasta quedar igual de desnuda que la estudiante.
-¿Qué hace, profesora Malone? –no pudo evitar la estudiante una sonrisa.
-¿Estoy buenorra?
-Bufff… ya lo creo…
-¿Te lo montarías conmigo?
-Vamos, ahora mismo. –La chica ya reía-. Veo que tiene hecha la brasileña. Y menuda tripa abdominal.
-Primero me encargo de este gilipollas y luego nos encerramos en una de las habitaciones.
-¿En serio? Wowww…
-Tú, sácate la polla –ordenó la profesora Malone.
-¿Cómo?
-Si quieres te la saco yo con los dientes. ¡Vamos, coño!
Y el chaval obedeció intimidado.
-¡Hey, profesora Malone! ¡Se le puso dura! Veo que le gustas –se descojonó la estudiante de risa.
-Llámame Heather, ¿vale, cariño?
-Vale. Yo soy…
-Lo sé. Belinda Hamilton. Sigo tu Instagram.
-¡Wowwww! ¡Genial! ¡Choca esos cinco!
-¡Yeahhh! Ahora vamos a destrozar a este puto violador.
-Hey, esperad, esperad… -se asustó Mark viendo como cada una se acercaba por cada flanco-. La ley me ampara. Si me hacéis algo acudiré al director general.
-Uhhhh, qué miedo… -se envalentonó Belinda.
-Mark, somos dos buenorras desnudas y disponibles para ti. ¿Te vas a quedar con la polla ahí parada? –se burlaba Heather.
-Se le vuelve a aflojar –rio Belinda.
-Eso tiene fácil solución. Ven aquí, cariño. –Y profesora y estudiante se besaron con lengua durante un largo minuto. La polla de Mark se puso como el percal de duro.
-Debe estar desesperado –rio Belinda-. Antes no pudo consumar y ha erectado dos o tres veces sin eyacular. La tiene venosa y morada.
-Mark, ¿te la chupo?
-Por favor, profesora Malone. Hágalo. Lo necesito.
-Tengo una idea mejor. –Y Heather abofeteó la polla con una violenta palmada.
-¡Jodeeer! –se retorció Mark de dolor.
-¡En pie, coño! ¡Sé un hombre! –ordenó con rudeza Heather.
Y recibió otro tortazo en la polla con la mano abierta.
-¡Coñoooo! –Mark cayó al suelo de dolor.
-Fotito –inmortalizó Belinda el momento con la cámara de su móvil.
Mark aullaba de dolor.
En ese momento tres chicas entraron en el baño, viendo el panorama.
-¿Qué es esto? –dijo una perpleja.
-Hola, Amy –las conocía Belinda-. Este cabrón intentó violarme pero Heather y yo le hemos partido la polla en dos.
-Cabrón de mierda…
-Violador asqueroso…
-Este hijoputa violó a 4 amigas mías… -dijeron las tres chicas una a una.
-Yo tengo un método infalible para esta calaña –sacó Amy de su mochila un arnés con una polla de plástico-. Lo uso con mis amiguitas.
Hubo risas y vítores por la buenísima idea.
-Yo lo hago –se fue desnudando Karen para ajustarse el arnés a la cadera-. Preparadme a ese mamonazo.
-Arriba, basura –levantaron a Mark y lo colocaron de cara a una pared-. Saca el culo, hijoputa, y dilata… vamos, dilata el ano… -palmeó sus nalgas blancas.
-Video video –Belinda y Amy empezaron a grabar el instante.
-Quitad que voy –se colocó Karen tras el culo de Mark.
-No, por favor… parad… perdonadme… no lo haré más…
Pero esto provocó más risas burlonas entre las chicas.
-Esto es lo que hacemos con todos los putos violadores del campus. Como la ley os defiende, nosotras tenemos nuestra propia ley… -Y Karen la metió con tanta fuerza que provocó un desgarro anal y una fisura interior en el culo de Mark.
-¡Jooooder!
-Agarradlo, coño, que no se mueva.
Heather y Caroline, la tercera estudiante, lo inmovilizaron con dureza.
Y Karen empezó con el vaivén pélvico usando una fuerza extrema.
-¡Para, joder! ¡Auuuuu! ¡Por favor paraaaa!
-Este hijoputa grita demasiado –se preocupó Amy.
Heather encontró la solución metiéndole sus bragas hasta la tráquea.
-¡Yeahh, bien hecho! –se dieron Heather y Amy una chocada de colegas.
Karen terminó de romperle el culo en tan solo dos minutos. Al sacar el consolador de plástico, un reguero de sangre se derramó desde ano hasta el suelo.
-¡Uuuuh, buen trabajo, Karen! –fue una a una felicitándola.
-Me has puesto cachonda, cacho perra –la besó Belinda con efusividad.
-Nenitas, la campana suena en cinco minutos. A ponerse las bragas y nos vamos –organizó Heather-. Amy, tú tienes el mismo coño que Belinda. Déjale tus bragas. Y tu Karen, dale tu blusa. Debajo llevas un top y no darás el cante.
-Hecho.
-Vale.
Con un compañerismo y una alianza entre ellas digna de admiración, abandonaron los baños tras unas cuantas fotos de rigor del culo roto de Mark. Todo grabado, fotografiado y directo a canales privados feministas de Internet.
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