Apareció la abuela en el peor momento, cuando mis manos bajando llegaban a la cintura, no me dio tiempo de palpar su hermosos glúteos abultados que sobresalían haciendo un combo de su delgada cintura; en un acto reflejo nos separamos, tome asiento en el sillón y élla abrió la puerta.
Explicó a la abuela que yo había ido a pagar la deuda de la camisa y que ya me iba, al momento de salir, en la puerta, me dijo que volviera al día siguiente pero a las 8 a.m. porque a esa hora salían los abuelos y regresaban a las 11 a.m.
Esa tarde hubiese querido que el profesor en clases nos hablara de anatomía y no de leyes, me imaginaba lo que podíamos hacer solos en la casa de los abuelos. La tarde pasó rápida lo mismo que la noche, a la mañana siguiente, me arreglé como el día anterior, la misma colonia de mi tío y puntualmente como un lord estuve en la casa de Mari.
Me abrió la puerta, ingresé, y trás cerrarla, nos saludamos con un prolongado beso, abrazados a la pasión que destilada nuestras hormonas y deseos; tenía un olor a jazmín, sus labios un dulce natural como de fruta sazonada, cuando toque su espalda y la acerqué a mi pecho noté que no llevaba puesto el brazier, acaricié su espalda y lentamente bajé mis manos hasta su nalgas y las apreté hacía mí, se estremeció al palpar con su pubis mi pene que estaba duro como un palo y me pidió que entráramos a su habitación.
Allí todo estaba ordenado y muy limpio, su cama era pequeña como para una sola persona, nos abrazamos nuevamente, tome su pelo ondulado y lo puse hacia atrás para poder besar su cuello, tenía ese aroma de mujer sedienta de sexo, abrí su blusa y aparecieron ante mí sus tetas blancas medianas con unas aureolas un poco morenas y unos pezones erguidos que empecé a tocar con mi lengua,cerró sus ojos y me jaló junto a su cama, succioné sus pezones un rato sobre élla pero aún sin desvestirme, me hacía masajes en la nuca al momento que se estremecía, al fin se fue quedando quieta, entendí que se había vaciado. La quité la falda y noté que el calzón estaba mojado, lo retiré y miré que su abultado pubis no tenía casi bellos, la palpé y deslicé mis dedos hacia su concha húmeda y caliente, busque su clítoris y lo masajié con la yema de mi dedo, empezó a estremecerse nuevamente y me dijo:
-Métemela hasta el fondo amorcito, quiero sentir tu pinga muy dentro de mí.
Yo, aún no me había desvestido y élla se dio cuenta, me quitó la camisa, los pantalones y la trusa, empezó besàndome el cuello, me succionó las tetillas, me beso todo el pecho y la barriga, sus tetas estaban sobre mis muslos, se inclinó hasta mis rodillas y fue besando mis muslos lentamente, hasta llegar a mi pinga, la cogió y de una sola chupada se la introdujo toda hasta la garganta,lo sacaba para respirar y chupaba un poco hasta la mitad y de nuevo se lo introducía toda hasta topar sus labios con mi bello, cuando me miró tenía los ojos como llorosos; sentí placer como nunca antes, estaba ante una mujer especial que brindaba todo lo que sabía, lo que aprendió o se lo enseñaron; sabía dar placer; se acostó y abrió las piernas para montarla, introduje mi pinga suavemente en su concha húmeda y caliente, me abrazó por la nuca y empezó a moverse con mucha fuerza, tenía unas ganas enormes y ponía mucho empeño, después de unos cortos minutos sentí que me venía, saqué mi pene y apunte hacía su vientre, un chorro de semen salió con tanta fuerza que llegó hasta su cara, me dejé caer sobre ella y nos abrazamos sudorosos con la humedad que produce el enlace de dos cuerpos ávidos de pasión y ternura, que no repara diferencias de edad, color,idioma, estatura,clase social u otra diferencia.
Con esa mujer fuimos amantes muchos años y aprendí cosas muy interesantes del amor y del sexo, pues tenía una basta experiencia en estos menesteres.
Les contaré en otro capitulo lo que siguió pasando entre nosotros.