Esther es una mujer de 35 años, divorciada y según su ex-marido, la cosa no funcionó entre ellos, porque ella era muy santulona, no dejaba que la viera desnuda, siempre que cogían lo hacían a oscuras, y una o lo máximo dos veces por mes, esto acabó en divorcio. Ella era blanca, ojos castaños, por cierto a pesar de su forma de vestir se notaba un hermoso cuerpo, de senos medianos perfectos, y un trasero de película, cuando le decían piropos en la calle, le sacaba la madre a quién se atreviera. En una oportunidad casualmente nos encontramos en una tienda de mascotas, habían dos cachorros Pastor Alemán, ella compró la hembra y yo el macho. Con ella nos veíamos a diario porque teníamos la misma ruta al salir del vecindario. Pasó el tiempo y Un día sábado, al dar el alto un semáforo, quedé a la par de su vehículo, y me pidió el teléfono de mi casa, para un asunto que quería consultar conmigo. A las dos de la tarde me llama y me cuenta que su perra está en brama y quería ver si yo no le prestaba el perro, para ponerlos a jugar, Esa tarde como a las cinco llevé a mi perro, y los soltamos en un patio trasero, mientro nosotros tomábamos un café. La perra se corrió hasta el corredor donde nosotros estábamos, y el perro venía detrás de ella, le empezó a lamer la chocha, y la perra empezó a aceptar el cortejo, nosotros estábamos de pié, cuando el perro se encaramó con su verga ya lista, y empezó a empujarse para clavar a la perra, y lo consiguió rápido y empezó a darle, y al rato estaban culo con culo, esperando que se deshiciera la bola de la pija del perro. Cuando ví a Esther estaba roja, sudaba, y sus manos temblaban y mordiondose los labios me volvió a ver, en su rostro se notaba la excitación que estaba pasando, bajó la vista porque no podía esconder su morbo. me acerqué a ella levanté su rostro y le dí un beso chupando suavemente sus labios, ella abrió su boca y mi lengua entró en ella, me abrazó fuerte, y sentí su corazón latiendo apresuradamente, saqué su blusa, y su sostén y lamí con deleite esos hermosos pechos, blancos duros, y sus pezones color rosa se endurecieron, quité su falda, la senté sobre una mesa, saqué sus bragas, y me pidió que la lamiera como el perro se lo había hecho a su perra, abrió sus piernas, dejando a mi merced, su vagina abierta, completamente empapada por su excitación, rapidamente se vino en gemidos arqueando su cuerpo, era la primera vez que se corría en la boca de un macho, pero también quería correrse con la verga adentro, por que que se puso en el piso a gatas sobre una mullida alfombra, y me dijo que también se la metiera como el perro. cuando vió mi verga gruesa y larga,(8 pulgadas), se amilanó un poco, pero era tanta su excitación que sólo pensaba en satisfacer su deseo, lentamente mi pene fué abriendose paso en su estrecha y lubricada vagina, se le fué toda y suavente la tomé de su cintura para bombiarla suavemente, sacando la verga y metiendola al fondo, veía sus hermosas nalgas moverse a mi compás, al cabo de unos minutos empezó a pedirme más rápido, la puse boca arriba, y besando su boca y sus pechos, nos corrimos los dos, sentí su gozo al sentir mis chorros de semen que explotanan en su matríz. Tus tumbamos sobre la alfombra, ella estaba agotada pero su semblante lucía radiante, tenía una mirada de satisfacción, pegó su rostro a mi pecho y con su mano acariciaba mi pene. Los perros ya se habían separado, la polla del perro aún estaba de fuera, roja y húmeda, y la perrita con su lengua se la lamía, como agradeciendole su primera cogida, o más bién era la primera de ambos. Esther imitando a la perra se bajo, para empezar a lamer mi verga, de repente la tenía en su boca chupandomela, empezó a mamarla torpemente, pero sentía delicioso, al ratito estábamos en un 69, la excitació subió, y de nuevo la volví a penetrar, a sabiendas que por lo santulona tenía virgen su ano, con mis dedos exploraba y dilataba su orificio, ella me preguntó que estaba haciendo, yo le dije que era algo que le iba a gustar, no quería hacerlo, pero empezé a lamer sus pezones a penetrarla por la vagina, dandole en su concha ya mis dos dedos entraban con facilidad en su ano, ella me dijo que esperara y trajo un frasco de aceite, nos aplicamos y entró la cabeza, ella gritó fuerte, que hasta asustó a los dos animalitos, pero se empujó a mí, se fué la mitad y allí la bombiaba lentamente, mis dedos tomaron su clítoris, ella sentía delcioso, su anito se fué acostumbrando a mi pija, y entró casi toda, ella se sobresaltó, no cabía duda que le estaba doliendo, pero mis dedos ya la tenían al límite del orgasmo, que no duró mucho tiempo, y estaba de nuevo gimiendo de placer, sentí cuando apretó mi verga con su culo, y más humedad en mis dedos cusndo acabó, se la metí al tope y descargué nuevamente mi semen en su culito.
Tumbados nuevamente sobre la alfombra, me dijo, que yo era el primer hombre que la había visto desnuda, y el primero en hacerla gozar, pero que sentía que le había destrozado el culito y que la próxima vez, ya no lo haríamos por allí, pero que si le había gustado mucho el tener relaciones, comentándome luego que su ex-marido era un brusco, que la penetraba en seco, por lo que ella sólo lo hizo con el, tres veces, y no se dejaba ni tocar por él, en el año que duró el matrimonio, además sus padres la forzaron a casarse con él, al nomás salir del colegio de monjas, por lo que nunca lo quiso. Luego del comentario, le dije que estaba bién, que no lo volveríamos a experimentar analmente, pero que de plano la próxima vez sería cuando su perrita, estuviera nuevamente en brama, y sonriendo me dice, cuando tú quieras estaré para tí, nos fundimos en un largo beso y empezó una serie de cogidas inolvidables por mucho tiempo.