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Categoría: Confesiones

LA EX DE MI AMIGO: EVA

"La casualidad nos llevo a encontrarnos con la antigua novia de un buen amigo. Y las casualidades no pararon de llegar...."

 

Mi mujer y yo, llevamos más de veinte años juntos, estamos los dos recién entrados en la cuarentena. 

Sexualmente somos una pareja bastante abierta, aunque vivímos en un pueblo del interior de Catalunya, durante las vacaciones o en alguna ocasión hemos acudido a un club de intercambio en Salou, y alguna otra canita al aire más. 

A Natália le gusta el sexo con mujeres, y a mi, también. Hasta hace poco, esa era la situación. 

Si que es verdad, que en alguna salida de tono nuestra, le gusta penetrarme con el dedo o un pequeño vibrador, y a mi que lo haga, pero nunca nos habíamos planteado ir más allá. 

Estas navidades, como cada año, nos escapámos un par de dias para hacer compras en Barcelona. 

Nos instalamos en un hotel en el mismo Paseo de Grácia, para estar cerca de todos nuestros puntos de interés. 

La primera noche, el martes, salimos a cenar, a un restaurante cercano. 

Nada más sentarnos, me dí cuenta que justo en la mesa de al lado, estaba Eva, la ex de un amigo del pueblo.

Natália se dio cuenta y se acercó también a saludarla. Eva se sorprendió, se levantó, y nos dimos dos besos. 

Nos presentó a su compañero, Alberto, un tio muy simpático. 

Estuvímos charlando unos minutos allí de pie, hasta que Alberto se le ocurrió que cenáramos los cuatro juntos. 

Al princpio dudé, pues estaba claro que no hacía mucho que se conocían (hacía justo un par de meses que lo dejo con nuestro amigo). Al final, insistieron tanto que accedimos. 

Avisamos al camarero que muy amablemente accedió. 

El tal Alberto, era un tio muy simpático y extrovertido, todo lo contrario que mi amigo. No tardé mucho en darme cuenta que Eva, a parte de nuevo novio, también tenia nuevas tetas. Es una chica muy alta, casi como yo, morena, de media melena, muy dulce y cariñosa. Pero tiene un punto picaron, de mala (hablo de sexo claro está) que no puede con ello, y no se priva de sacarlo a relucir cada vez que tiene ocasión. 

La cena fue de lo más divertido, la verdad es que los cuatro teníamos feeling. 

Cuando acabamos los cafés, Alberto nos dijo de ir a tomar una copa allí al lado. Como no tenía que conducir, no pusimos ningún pero. 

Entramos en un bar de copas a dos minutos del restaurante, y nos sentamos en un pequeño reservado, en tres sofás, junto a una pequeña mesa redonda. El sitio era muy muy bonito. Nos trajeron nuestras copas, y como punto de partida, Eva empezó un nuevo tema de conversación. 

-seguís haciendo intercambios de parejas?-soltó así de golpe ni ningún tipo de filtro. Mi mujer y yo nos queríamos morir- tu querido Enric me tenía al dia de todo. 

Tardamos tanto en reaccionar, que continuó ella misma, y Alberto tenía los ojos abiertos como platos. 

-espero que no os moleste que os lo pregunte. Es que lo encuentro genial, Enric no quería ni hablar del tema, pero yo lo encuentro muy morboso. 

-mira la verdad Eva-interrumpió Natália-es un tema muy personal, que ni siquiera Enric tendría que saber. Intentamos hacerlo con mucha discreción, y fuera del pueblo, que ya sabes como és. 

-tranquila Natália, que de mi boca no va a salir nada-continuo Eva-simplemente es un tema que a Alberto y a mi nos atrae, y creo que vuestra experiéncia nos podría venir bien. 

-pues si -dije yo- lo hacemos de vez en cuando, o un simple intercambio, o alguna chica que le guste jugar con Natália. 

-y tu miras?-preguntó Alberto-.

-hay dias de todo, normalmente, también juego con ellas. 

-y has jugado con algun chico-dijo Alberto muy interesado en el tema.

-no nunca-le contesto Natália- y es muy injusto, ya se lo he dicho muchas veces. 

La conversación continuó un buen rato sobre la bisexualidad de las mujeres, y mi hetereosexualidad. 

Al rato, ALberto nos invitó a ir a su casa, a lo que accedimos con agrado, pues la cosa se había puesto caliente, y los cuatro lo sabíamos. 

Llegamos en Taxi a su piso en la Bonanova, nada más sentarnos, Eva y Natália se sentaron juntas, y empezaron a besarse. Parecía que llevában tiempo deseándolo. 

Natália le levantó el jersey a Eva, y esta se desabrochó el sujetador. 

Mi mujer le hizo una señal de agrado, pues sabía que esas tetas eran nuevas. 

Jugó con sus pezones, pasándoles la lengua. Eva se estremecía de gusto. 

Justo en ese momento llegó ALberto con unas copas. Se sentó al pié del sofá, justo detrás de mi mujer, que no se dió ni cuenta. 

Mirándome a los ojos, Alberto empezó a levantarle la blusa a Natália que se dejaba hacer. 

Lejos de quedarme mirando, me levanté y me desnudé del todo, antes de sentarme detrás de Eva. 

Natália al notar las manos de Alberto desnudándola, dejó los pechos de Eva, y se morreo con Alberto. Se levantó, y se acabo de desnudar delante del tio, que no perdía detalle. 

Natália se arrodilló, y bajándole toda la ropa de cintura hasta las rodillas, se llevó la polla del tio a la boca, y mirándome a los ojos, empezo a chupársela. 

Eva empezó a susurrarme al oido guarradas sobre lo bonita que era la polla de Alberto y lo bien que sabía. Yo entretenido con sus tetas, no la tomaba en serio. 

Eva se levantó y se desnudó mirándonos. La verdad es que con las nuevas tetas está buenísima. Bendito spining pensaba yo. 

Una vez desnuda, se sentó al lado de su novio, y abrió sus piernas de par en par. Natália que seguía chupándole la polla a Alberto, la dejó estar al darse cuenta que su amiga la esperaba bastante mojada. 

Undió su cabeza y su melena rubia entre sus piernas, mientras los dos chicos nos quedábamos mirando. 

Albert se levantó y me acercó un botecito de cristal. Era Popper, conocía sus propiedades, pero nunca antes lo había provado. 

Después de ver como lo tomaba él y Eva, hice lo propio, pasándole el botecito a Natália. 

En una fracción de segundo, el mundo empezo a moverse en sentido contrario, y yo a notar una ingravidez bestial. 

Se me paso el efecto a los pocos segundos, pero me quedó una sensación de bienestar y de excitacion sexual muy fuerte. 

Justo en ese momento, Alberto se me acercó de pié, acercándome su polla con su mano, la puso a dos dedos de mi boca. Me dió un toque en la cabez, y me dijo:

-voy a follarte la boca. 

Sin tiempo para reaccionar, separé un poco los labios, y el resto lo hizo el. Al principio fue una sensación rara, la textura del capullo, la sensación de la piel subiendo y bajando, el tremendo olor y sabor a sexo...pero el notar como se iba poniéndo dura como un palo, era una pasada. 

Las chicas se quedaron atónitas, mirando. 

Natália se me acercó y me susurro un “muy bien mi vida”, al tiempo que le pegaba lametones a Alberto en las pelotas. 

Me incorporé dejando la polla, para que Alberto se sentara. Me arrodillé en el suelo, y continué comiendo aquella deliciosa polla más dura que un palo.

Al momento noté que alguien me manoseaba el culo. Me di la vuelta brevemente, y vi que era Eva, y mi mujer a su lado. Me estaban poniendo algo frio, como un gel. Acto seguido, noté como Natália me metia un dedo por el culo. Me volví a girar, y me dije que no importaba. 

Al momento me di cuenta de que la cosa no quedaría en un dedo, y noté como algo más gordo y grande empezaba a introducirse dentro de mi. Era Eva, con un arnés negro con una polla de plástico. 

Al principio noté como quemaba por dentro. Pero después de sacarlo y volver a meterlo con más gel, la verdad es que la sensación era de lo más agradable. 

Mi mujer me ayudaba a comerle la polla a ALberto, los dos pasábamos nuestras lenguas por aquel miembro largo y duro. A mi me costaba coordinarme por las envestidas que me metía Eva. 

-hacemos cambio guapos?-dijo Eva en voz alta. 

Mi mujer y yo nos quedamos quietos, y la mirámos. Alberto se levantó, y invitó a Natália a ponerse a cuatro patas en el sofá. Eva hizo lo propio conmigo. 

Alberto sacó de nuevo el frasquito, que inhalamos los cuatro otra vez. 

Justo cuando empezó a girar todo, noté como me volvian a follar el culo. 

Grité de gusto como un animal. Lo estuve haciendo durante los treinta segundos que me duro el marero. El gustazo era brutal. 

Mi mujer gemia tan fuerte como yo, ella estaba con la cabeza medio girada para atrás mirándome como me follaban, y con los ojos como platos, me susurraba guarradas. 

En un pequeño momento de lucidez, gire la cabeza un poco, y tengo que confesar que no me sorprendió ver a Eva follándose a Natália, ya que eso significaba que era Alberto el que me estaba perforando el culo. 

Tuve tres segundos tontos de prejuicios y arrepentimiento. Pero como la sensación de gusto que recorría mi cuerpo era mayor a la que había sentido nunca, cerre los ojos, y Alberto, que pareció notarlo, aumento sus envestidas, follándome a lo béstia. 

Me agarraba por las nalgas y por las caderas, y empujaba con fuerza. 

En un momento paró y me pidió que me diese la vuelta. Se arrodilló en el suelo, y levantando mis piernas, me volvió a clavar su polla. Natália cambio ligeramente su postura para ver desde muy cerca como aquella polla se perdía en mi interior, y aumentó sus gemidos al verlo. 

Eva le estaba dando de lo lindo. 

Al poco rato, Alberto, sacó su polla de repente, y se quitó el condón. Mi mujer que tenía la cabeza muy cerquita le ofreció su boca, sacando un poco su lengua. 

Alberto se la metió en la boca, y vació en ella. 

Natália se me acercó, y me dio a probar el semen de mi enculador. 

La verdad es que sabía riquísimo. 

Nos dejamos caer los cuatro en el sofá, con una sonrisa dibujada en la cara, sobretodo yo. 

Pasados unos minutos, Eva se arrodilló frente mio, y pidiéndome permiso, empezó a chuparme la polla. Que boca tiene la muy cachonda. 

ALberto, hizo lo propio con mi mujer.

Había llegado el momento del intercambio de roles. 

Cuando la tuve bien dura, le pedí a Eva que fuese ella la que se pusiera a cuatro patas en el sofá, y fui yo el que le folló el culo. Con lubricante y un poco de paciéncia, Eva soltaba unos gemidos increibles, mientras Natália, se había colocado el arnes, y estaba envistiendo a Alberto que gemia otra vez como una bestia. 

No tardé mucho en correrme dentro de aquel culito prieto y blanquito que tenía enfrente. 

Caímos otra vez en el sofá los cuatro, ahora si, exhaustos y muertos de gusto. 

Aquel día, un 28 de diciembre, cambío para siempre mi visión del sexo, dando paso a una nueva persona.....ya nunca nada será igual. 

Datos del Relato
  • Categoría: Confesiones
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