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Categoría: Maduras

La esposa de mi maestro

Estudiaba en la Universidad cuando tenía 22 años y en un curso me tocó llevar una materia con un maestro muy conocido y de mucho prestigio profesional, ya grande. En una ocasión nos encargó un trabajo escrito que teníamos que entregar en determinada fecha para que nos acreditara una calificación de pase, pero debería de entregarse en el plazo que nos había fijado. Por diferentes cosas, el día que se debía entregar el trabajo me faltaba un poco para terminarlo y entonces, a la hora de la clase, acudí con el maestro a pedirle de favor que me permitiera entregarlo al día siguiente. Después de insistirle, pues no me quería permitir entregarlo con retardo, por fin accedió, pero me dijo que debería de llevárselo al día siguiente por la mañana a su casa y que no fuera a faltar porque no acreditaría la materia. Me dio su dirección.



 



Al día siguiente, como a las 10:00 de la mañana llegue a su casa, era una casa grande y bonita. Me extrañó no ver en la cochera su automóvil, aunque sí se encontraba otro auto. Toqué el timbre y después de un momento se abrió la puerta y apareció una mujer, madura también, como de 45 años, alta, de bonita cara y mejor cuerpo. Traía puesto un vestido negro ajustado que delineaba su bien torneado y abundante culo, notándose bien delimitadas sus nalgas paradas. De frente, el escote de su vestido dejaba entrever un par de tetas de buen tamaño y firmes a pesar de la edad de la dama. Traía zapatos negros de tacón alto. Al verme me dijo que si yo era el alumno que iba a entregarle un trabajo a su esposo; yo le respondí que sí, que yo era. Enseguida me invitó a pasar a un pequeño recibidor. No percibí que hubiera otra persona en la casa, por lo que le pregunté que si se encontraba el profesor. Me contestó que había tenido que salir, pero que le había encargado a ella que me atendiera y que revisara el trabajo a ver si constaba del número mínimo de hojas que había pedido. Así me lo dijo y me invitó a pasar a una pequeña biblioteca en la que había, al centro un pequeño escritorio, y a un lado un sofá en el que me pidió me sentara. Ella se sentó a un lado de mí y comenzó a contar las hojas del escrito. Después de que terminó me dijo que efectivamente era el número de hojas que le había dicho el profesor. Se levantó y dejó las hojas sobre el pequeño escritorio y cuando me daba la espalda recree mi vista en su bien formado culo. Al inclinarse sobre el escritorio se le subió ligeramente el vestido de la parte trasera dejando ver parte de sus bellas piernas desnudas, blancas, torneadas, tersas. Se dio la vuelta y volvió a ocupar en el sillón el mismo lugar. Enseguida, acariciándose entre los dedos de su mano su cabello lacio, castaño, que le daba a los hombros, me miró con una sonrisa y me dijo que todo estaba bien, que no me preocupara, y me preguntó si tenía mucha prisa de irme, a lo que le contesté que alguna: me respondió que qué lastima, que ella se sentía muy sola y que hubiera querido que me quedara un momento para hacerle compañía porque el profesor llegaría hasta la hora de la cena. Le contesté que la podía acompañar un poco porque tenía otras cosas que hacer. Me preguntó después que si tenía novia, yo le respondí que sí, en seguida me preguntó que si ya me había acostado con ella, a lo que le respondí que no. Me preguntó que si no me gustaban las mujeres, le contesté que claro, que sí me gustaban pero que no había habido oportunidad aun de acostarme con mi novia. Para ese momento me había puesto su mano sobre mi hombro y se había acercado un poco; con evidente intención se levantó ligeramente el vestido negro, dejando ver dos hermosas rodillas y una parte del muslo, apretándolas entre sí. Al notar que había dirigido mi vista hacia sus piernas me preguntó: ¿te gustan? , Yo le respondí que sí, que tenía bonitas piernas. Me dijo que se cuidaba mucho todo su cuerpo mediante tratamientos para mantenerlo bien, porque con la edad la piel se iba deteriorando y que ella no quería que eso le ocurriera. Diciendo esto se acariciaba las rodillas y la parte del muslo mientras me veía. Yo fijé mis ojos en los de ella, pues ya me había excitado y la verga se me comenzaba a poner dura. Mientras me sonreía entreabrió los labios y me dijo que percibía en mi una aroma agradable, preguntándome que marca de loción usaba. Dicho esto se acercó a mi cara pera percibirla mejor según dijo. Rozó su nariz en mi mejilla izquierda, yo para ese momento ya tenía la verga bien parada y estaba bien caliente, no dude en voltear mi cara para encontrarme con sus labios en los que, sin pensarlo, me dio un beso. Quiso después retirar su cara pero yo la seguí con mi boca pues ya me había interesado, y enseguida se me prendió besándome apasionadamente, comenzando con su legua a lamerme la mía y a introducirla en mi paladar; pasó su lengua sobre mis labios con una pasión desbordada a la vez que oprimía mi cabeza contra su cara. Aunque no percibí ningún perfume, olía muy bien, a piel limpia, sí acaso un ligero olor a jabón perfumado; su aliento fresco y dulce como una flor, se veía y se sentía limpia y pulcra. Yo estaba a punto de venirme a chorros pero me contuve, aunque para ese momento ella mantenía ya su mano derecha acariciándome la verga por encima de mi pantalón y había puesto mi mano izquierda sobre sus rodillas sin que ella protestara.



 



 



Al acariciar lo que se podía de sus piernas, me di cuenta de la suavidad de su piel y su tersura, suficientemente firmes sus carnes, sin embargo lo ajustado de su vestido negro le impedía abrirlas para poder llegar con mi mano mas al fondo. Al notar que yo intentaba introducir mi mano mas adentro hizo una pauta en su desenfrenado besuqueo y me pidió que me sacara la verga mientras que ella se ponía de pié y se levantaba el vestido, lo que me permitió ver en todo su esplendor la belleza de sus piernas largas y torneadas, lisas y suaves como un terciopelo, así como su bikini, también negro y ajustado, metido ligeramente por detrás en la raja de su culo, delimitando la redondez de sus abultadas nalgas. Al frente el vello púbico le salía como un centímetro por la parte de arriba del bikini y más abajo se notaba un abultado follaje de vellos que también le salían del bikini por las ingles. Se sentó nuevamente y buscó mi boca otra vez volviendo su mano a mi verga que ya tenía de fuera la cual agarró y apretó con respiración agitada. Abrió en forma desparpajada sus piernas, lo que me permitió deslizar mi mano por entre sus muslos fuertes que acaricié con emoción hasta llegar a su panochita. La acaricié por encima de su bikini dejándome sentir un abundante vello que formaba un ligero almoadín, pero no lo suficiente para impedir que se sintiera su pequeña raja en medio de los labios externos de su vulva, lo que me permitió acariciar su clítoris con mis dedos lo que la hizo jadear con mayor frecuencia, emitiendo pequeños quejidos y prendiéndose con mayor pasión a mi boca y apretando con su mano mi verga la que jalaba con movimientos hacia arriba y abajo, es decir, masturbándome. Pegada su boca a mis labios, como para no dejar de besarme, me dijo, con cierto susurro, ¡te quiero mamar la verga¡, hice como que no había oído y le pregunte ¿que me dijiste mi amor? , y repitió ¡te quiero mamar la verga, dámela por favor¡, le respondí que la quería seguir acariciando el clítoris y que se quitara el bikini porque lo ajustado de ellos no me permitía meter mis dedos para acariciarla libremente. Me dijo que esperara un momento, que había tiempo para más y que por favor le diera la verga para que me la mamara ¡ estoy muy caliente mi rey¡ me dijo. Yo también estaba muy caliente y no sin gran pesar retiré la mano de entre sus piernas. Ella se retiró de mis labios y se agacho para comenzar a pasar su lengua por la cabeza de mi verga, lamiéndola por todos lados y acariciándose con ella las mejillas, su barbilla, su nariz y volviendo otra vez a la lamida; poco a poco se le comenzó a meter en la boca, succionado suavemente a la vez que se la metía más y más. Comenzó después a mover su cabeza hacía arriba y abajo apretando con lengua y labios todo lo largo de mi verga, la que notaba yo que se ponía mas hinchada y le tocaba la campanilla de su garganta. Mi corazón se comenzó a acelerar y comencé yo también a hacer movimientos de mi verga hacía arriba mientras le acariciaba su cabello con ambas manos como para que no dejara de chupar. Mi verga comenzó a palpitar y al sentir eso, ella retrocedió un poquito para mantenerla sus labios mas o menos a la mitad de mi verga, de la cual recibió fuertes chorros de semen que empecé a expulsar sin control alguno. Al sentir mi venida, ella comenzó a gemir nuevamente gritando ¡oh¡, ¡oh¡, ¡oh¡. Se desprendió de mi verga con el semen escurriéndole por la comisura de los labios y se dirigió a besarme. Yo estaba tan aturdido por la tremenda venida que me había dado que no reparé en entregarle también mi boca y batimos nuestras leguas en mi semen hasta que fuimos recobrando el aliento.



 



Ella se reincorporó y tomó del pequeño escritorio unos pañuelitos desechables y se limpió su boca, después hizo lo mismo con la mía. Me dijo que ahí, afuerita de la biblioteca, había un baño y me tomó de la mano para dirigirnos a el. Nos lavamos los dos con enjuague bucal. Me abrazó por la espalda y puso su barbilla en mi hombro derecho y me dijo que hacía mucho que no gozaba la verga como lo acabábamos de hacer; que era extremadamente caliente y fogosa y que su esposo tenía años de que no podía tener una erección y que sus encuentros sexuales se limitaban a que él le chupara todo su cuerpo y a introducirle un dedo en la panocha, lo que no era igual que la verga; que tampoco se le paraba como para que ella se la pudiera mamar. Yo le pregunté que si no había probado con viagra para que se le parara y me contestó que no podía tomar esa clase de pastillas porque estaba enfermo del corazón. Diciendo esto me tomó de la mano nuevamente y nos encaminamos al sofá.



 



Nos sentamos lado a lado y me dijo que me agradecía bastante que le hubiera dado la verga para que me la mamara, que le había gustado mucho, que no iba a olvidar esa chupada porque ya tenía ganas de una verga natural. Después comenzó a titubear un poco, como apenada, y continuó diciéndome que el profesor, aparte de chuparla, le estimulaba su panocha y su clítoris con un vibrador y que ella también lo disfrutaba tanto cuando él se lo hacía como cuando estaba sola y se ponía caliente. Para ese momento ya me había calentado nuevamente por el contenido de la plática y le pregunté que si me podía enseñar el vibrador. Se paró salió de la biblioteca y de rato regresó con el juguetito que tenía la forma de una verga suave de regular tamaño, me lo mostró, me dijo que funcionaba a través de un pequeño switch que al ponerlo en "on" comenzaba a emitir un zumbido y vibraba en tres velocidades diferentes. Me mostró también otro aditamento un poco más delgado para introducirlo en el culo y así gozar por las dos partes. Le pregunté que si le gustaba gozar por el culo y acercándose nuevamente a mi, me rodeó el cuello con sus brazos y me dijo que bastante y me volvió a besar suavemente en la boca.. Yo le dije que no había disfrutado su cuerpo, que me parecía muy bello y que me había excitado viéndola aun vestida y que quería que se desnudara para contemplarla. Le dije que cuando veía desnuda a una mujer me gustaba masturbarme porque me excitaba mucho. Me respondió que iba a acceder a mi deseo, pero que para ello tendríamos que ir a su recámara que estaba en el segundo piso porque en la biblioteca sería incómodo. Tomándome de la mano me encaminó hasta ella. Era una recamara alfombrada, una cama amplia y una decoración sobria y de buen gusto. Tenía al frente un tocador con un espejo que te permitía verte de cuerpo entero. Nos posamos a la orilla de la cama, frente al espejo, y abrazándome me comenzó a besar de nuevo en la boca, apretando su cuerpo con el mío, menando su pelvis al rededor del bulto de mi verga, incluso arceándose hacia a mi para sentirse mas acoplada a la vez que veía el espejo. Yo la tomé por las nalgas duras y la apretaba hacia mi con fuerza como tratando de traspasar su ropa con mi verga y metérsela en su panocha. Después de un momento así me pidió que le desatara unos botones de la parte posterior de su vestido y que a la vez yo me desvistiera. Con suma soltura se sacó el vestido por arriba de su cabeza y como no traía sostén se liberaron su par de tetas que, sin ser exageradas eran firmes, atractivas y acorde al resto de su cuerpo. Después se quitó su bikini dejándolo en la alfombra junto con su vestido y quedó solo con los zapatos negros de tacón alto que llevaba puestos. Para ese momento yo también me había desvestido y al ver aquel cuerpo tan bello y bien formado ahora fui yo quien se le echó encima y la apreté contra mi cuerpo mientras le lamía sus labios y le introducía mi lengua en su boca, chocando con la de ella, besándola apasionadamente como si me la quisiera comer de una sola tarascada. Ella me pidió que nos viéramos al espejo juntos, desnudos, de frente lo que hicimos notando que ella lo disfrutaba al ver la cara cachonda que ponía. Después le tomé las tetas que no cabían en mis manos y se las chupe también con algo de brusquedad sin que ella protestara. También, de pié, como estábamos, uno frente al otro, le acaricié las nalgas tersas y duras que apreté con lujuria; quise alcanzarle el culo con un dedo pero el tamaño de sus nalgas y la posición en que estábamos me lo impidió. Desistiendo de ello dirigí mi mano derecha a su pelvis y finalmente le acaricié su vello púbico que lo tenía abundante como lo sentí cuando se lo acaricié a través del bikini; con uno de mis dedos localicé su clítoris que acaricié con suavidad, estaba sumamente mojado, Ella suspiraba profundo sin dejar de mover su cadera como si estuviéramos bailando, y después de detenerse y retirarse un poco, pero sin despegar sus labios de mi boca me dijo como un susurro: ¿no quedamos en que te ibas a masturbar? Yo le dije que desde luego, pero que me había deslumbrado su bello cuerpo y que no podía haber dejado pasar la oportunidad de acariciarlo mientras ella estaba parada y desnuda. Solo le pedí que antes se volteara y que empujara sus nalgas contra mi verga lo que hizo de inmediato. Le puse la verga entre las nalgas y ella empujaba y se meneaba mientras que yo, con una mano le acariciaba su panocha y con la otra una de sus tetas, ella suspiraba y volteaba al espejo para vernos a la vez que me decía: "la tienes bien dura mi amor, la siento bien dura en mis nalgas". Ahora yo fui el que le pedí que ya se acostara. Ella se resistía pues quería que nos siguiéramos viendo desnudos frente al espejo en la forma en que estábamos



 



Finalmente se acostó en la cama boca arriba, se veía preciosa y sumamente cachonda con solo los zapatos negros de tacón alto puestos. Me pidió que permaneciera de pie a un lado de la cama, frente a ella, a la altura de su cara. Abrió sus piernas y se puso sus manos en su panochita y comenzó a acariciarse entrecerrando sus ojos. Con dos dedos de la mano izquierda se abría los labios externos de su panocha y con el dedo cordial de la mano derecha se acariciaba en pequeños círculos el clítoris. Al ver eso me excité mas de lo que estaba y comencé a masturbarme jalándome la verga con lentitud pues no quería venirme si gozar visualmente de aquel espectáculo. Ella en momentos abría más los ojos y me veía masturbarme; entreabría la boca y se mojaba los labios con la lengua como si quisiera paladear un manjar, pero no cesaba de masturbarse.; en momentos pasaba sus dedos por todo el borde de sus labios externos y luego se metía uno de ellos en su panochita, lo sacaba embarrado de sus líquidos y se lo llevaba a la boca chupándolo como si fuera una golosina. Se volvió a meter el dedo, lo sacó y con una seña me invitó a chuparlo. Ya estaba tan caliente que le chupe el dedo y saboree, como ella, sus líquidos que me parecieron de un sabor y olor fabulosos. Después respiró con profundidad y me dijo: ¡me gusta mucho mi amor¡, me gusta ver como te la jalas, a lo que yo le respondí que a mí también me gustaba verla desnuda en la cama y masturbándose. Ella me dijo: mira mi panocha como está de hinchada, mírame de los zapatos hacia arriba, esto me decía mientras abría más la piernas, "mírala" me insistió, ¿ te gusta? , me preguntó. Está preciosa la contesté. Es que soy muy puta mi amor, me dijo. En ese momento tomó el vibrador que había puesto en el buró de su cama cuando subimos, lo uso en "on" y se lo comenzó a pasar por toda su panochita, con lo que empezó a gemir un poco más, y viéndose más agitada me dijo: "esto es lo que hago cuando estoy sola mi rey...." "así me satisfago a falta de verga corazón"; después, con voz entrecortada me dijo, ahora lo estoy disfrutando más porque tu estas viendo lo puta que soy, y yo te estoy viendo como te masturbas.



 



Ya no pude permanecer más de pié jalándome la verga, por lo que me acosté a su lado en la cama y la comencé a besar apasionadamente en la boca mientras ella seguía acariciándose con el vibrador y con las piernas bien abiertas.. En un momento dado, hablándome como ya lo había hecho sin separar sus labios de mi boca, me dijo: ¡bésame toda cabrón¡. ¿ Toda? Le pregunte, sí ¡toda¡ me repitió, no ves que soy una puta reprimida, bésame todo lo que quieras besarme y chuparme que tengo sensible al placer todo el cuerpo. Yo comencé a desplazarme con mis besos por su cuello y sus hombros; después llegue a sus preciosas tetas chupándole y lamiéndole los pezones rozados y erectos, ella no csaba de decirme, ¡ ya vez que soy una puta!, ¡sígule por favor cabrón!, ¡hazme lo que quieres! ¡soy tu puta! . Sus tetas staban apetitosas y, como ella hizo con mi verga, me acaricié con ellos toda la cara. Fui descendiendo besando y lamiendo cada espacio de su cuerpo que olía y sabía a gloria, ella no dejaba de jadear y decirme que era mi puta. Llegué con mi lengua al frondoso bosque de vello negro que adornaba su pubis. El contraste de lo negro de su vello con lo blanco de su piel la hacía verse más apetitosa para el sexo. Ella dejó a un lado el vibrador y así como estaba con las piernas abiertas me apresuró para que me posara en la rajita de su panocha que, para ese momento ya estaba abierta, con los labios exteriores desbordados, con el clítoris de color grisáceo, ya dilatado, casi al tamaño de una falange de un dedo; se dejaban ver también los labios inferiores de color rojo subido y el pequeño orificio de la entrada a la vagina: Comencé a lamer aquella raja que tenía un ligero olor a sexo, apetitoso, que me excitaba mas, de la que escurrían sus líquidos vaginales que presuroso recogí con mi lengua. Después chupé y succioné el clítoris, ella me pedía que la chupara más y mas adentro, ¡chingame cabron! me decía, ¡hazme sentir más puta de lo que soy!. Le apreté el clítoris con los labios y la lengua sin soltarlo. Ella me apretaba mi cabeza con sus muslos y empezaba a gemir y a jadear mientas realizaba un movimiento rítmico con toda su cadera hacía arriba y hacia abajo, ¡me estas matando cabrón¡ gritó, yo no podía responderle nada pues tenía la boca y la lengua muy ocupadas, ¡me vuelves loca!, ¡me haces sentir más puta!, gritaba. Después se tomó ambas piernas por la parte posterior de los muslos y los jaló hacia atrás, lo que hizo que su pelvis se levantara y dejara al descubierto su pequeño remolino, ligeramente oscuro, sin vello y en medio el pequeño ojuelo de su culito que estaba también mojado, pues hasta ahí habían llegado sus lechosos líquidos vaginales. Sin pensarlo lo comencé a lamer también sintiendo su calor en mi lengua. En mi calentura y desesperación le quería meter ahí la lengua, sin embargo estaba tan estrecho que no se podía: Ella seguía con sus gemidos y sus gritos sin parar, y había vuelto a acariciarse el clítoris mientras yo me encargaba de su culo y le acariciaba sus nalgas con ambas manos. Me desprendí un momento, le besé con desesperación la cara interna de sus muslos y me dirigí a besarla en la boca pues los dos estábamos sumamente calientes. Ella, nuevamente si despegar sus labios de mi boca me dijo: ¿te gusta tu puta cabrón? , yo le dije que no había conocido una puta más rica, a lo que me respondió con un grito: ¡cógeme cabrón¡ y repitió; ¡ cógeme, méteme la verga¡, en este momento me siento la mas puta, trátame como puta, méteme toda la verga porque quiero explotar con la verga adentro. Le apuntale la cabeza de la verga en su panochita y la comencé a meter, estaba sumamente apretada, y a pesar de que se encontraba bien lubricada con sus líquidos que no dejaban de fluir, batallé para metérsela toda, pues sentía que mi verga, que no es descomunal, digamos que es de un tamaño normal, tirándole a chica, de unos 3 centímetros de diámetro, iba abriendo pliegues internos que la hacían soltar algunas expresiones de dolor. Finalmente se la metí toda y comencé a bombear mientras ella me besaba con locura y pasión, ¡que rico cabron¡ me decía, ¡que rico¡ repetía, ¡te gusta tu puta? Me preguntaba, tenía muchas ganas de sentir una verga adentro mi amor y la tuya la siento maravillosa. Así como estábamos, y como ella lo hacía, sin desprender mis labios de los suyos, le dije que estaba muy apretada su panochita, que era la puta más estrecha que me había cogido, a lo que me respondió: -es que no me habían cogido desde que mi esposo lo hacía, y de eso ya son varios años, por eso creo –prosiguió- que se me pegó todo por dentro, pero siento mejor, y dolor me da mas placer y puedo apretarte la verga más fuerte.



 



Mi verga permanecía firme y no sentía el deseo de eyacular pues ya lo había hecho antes cuando me la mamó. Le pregunte que si ya se había venido y me contestó: ummm..... papito, me vine cuando te mamé la verga; me vine cuando me mamaste la panochita y me vine otra vez hace un momento cuando me estabas abriendo por dentro con tu verga. Me vengo y me recupero muy pronto para volver a gozar me dijo, ¡soy muy puta cabron¡ porque me gusta mucho la vega Todo esto me lo dijo, como siempre, en susurros, sin despegar sus labios de los míos, como para que nadie nos oyera. Pero tu eres una mujer seria y refinada le dije, me contestó, eso no tiene nada que ver con que me guste la verga, si no busco es por la reputación de mi marido, por eso cuando supe que ibas a venir pensé en seducirte para darle salida a todo el deseo acumulado durante tanto tiempo y hacer y que me hicieran de todo, porque en el fondo, te repito, soy muy puta, mi fantasía es que me traten como punta, por eso me puse el vestido apretado, por eso los zapatos negros de tacón alto; es que estando caliente no me importa nada, y remató; tu me inspiras confianza y se que no vas a decirle a los alumnos de mi marido que su esposa es bien puta. No lo haré le dije, porque he gozado contigo lo que nunca.



 



Me abrazó con pasión nuevamente moviendo más rápido las caderas, para ese momento ya estaba un poquito menos apretada pero era porque seguían escurriendo sus líquidos, pues mientras hablábamos se había llevado su mano al clítoris y se lo estaba acariciando con fervor. Como ya estaba un poco cansado de mantener la verga dentro de su panocha, le dije que quería probar por el culito, porque al estárselo mamando lo había visto y sentido muy apetitoso, me contestó: coincidimos demasiado, fíjate que precisamente te lo iba a pedir, y continuó, ¿te dijo una cosa?, que, le respondí, y sin separar sus labios de mi boca, como diciéndome un secreto, me dijo, ¡soy virgen del culo¡ no me ha entrado una verga por ahí, pero se que me gusta porque mi marido y yo misma, cuando estoy sola, me he metido el vibrador delgadito y me vuelvo loca. Yo le respondí que mi verga no era como el vibrador, y me contestó, no, tu verga debe ser mejor porque quiero sentir algo más grueso y caliente.



 



Me baje de su cuerpo sacándole la verga y me acosté a su lado; ella se volteó sobre su costado izquierdo y con su mano derecha separó una nalga de la otra. Antes de ponerle la verga en la entrada del culito se lo acaricié con el dedo recogiendo todos los líquidos que hasta ahí le habían escurrido, se lo introduje para embarrarle por dentro como lubricante pues lo veía y sentía tan pequeño que dudé que le pudiera entrar la verga. Ella, a su vez, como para revisar lo que había hechos se tocó el culo con su dedo, se lo acarició y se lo introdujo diciéndome: "así quiero que me metas la verga cabron"; "así...., así,,," mientras seguía metiéndose y sacándose el dedo. Finalmente agarró mi verga y se la colocó en el mero ojuelo. Yo comencé a empujar hacía adelante, ella hacía atrás y efectivamente estaba sumamente cerrado, le dije que lo deberíamos de hacer con suavidad, pues en cado empujón conjunto ella se estremecía y soltaba un pequeño ¡hay¡ . Le dije que no quería lastimarla, que si desistíamos de aquello y me respondió que de ninguna manera, que yo siguiera empujando porque el dolor también la producía placer. Dicho lo anterior seguí empujando poco a poco y ahora el del dolor era yo, porque ante la estrechez del culo sentía que se me rozaba la verga. Sin embargo, como a ella, ese dolorcito me producía placer, lo que hacía, a su vez, que se me pusiera mas hinchada y que me doliera más. Como quiera, bien caliente como estaba y sin importarme el dolor, comencé a empujar mas fuere, y mas fuerte también fueron los gritos de ella y se empezó a mover con más fuerza contra mí, quedando sus nalgas bien pegadas a mi cuerpo y ayudando con su empuje a que la verga, apretada y todo, se le fuera hasta casi la mitad del recto comenzando a mover sus nalgas en un movimiento hacia adelante y hacia atrás en forma rítmica, combinado con su jadeo mas fuerte y diciendo, casi a grito, ¡estoy gozando como una puta cabrón¡ ¡sígueme cogiendo así¡ ¡métemela toda¡ ¡ya casi me voy a venir otra vez para que sepas y me aprietes fuerte¡. Para ese momento casi no oía lo que ella me decía a gritos porque también sentía un placer tan enorme al sentir mi verga como ligada por un anillo bien apretado, que estaba a punto de estallar y venirme nuevamente. En un momento ella gritó ¡hay corazón¡, ¡hay corazón¡ ¡yaaa¡, ¡yaa¡, ¡yaa¡ , y en ese momento también sintió que ya volvían a salir chorros de semen de mi verga dentro de su culo, viniéndome un ligero estremecimiento de mi cuerpo que ella sintió y me preguntó que si había acabado, a lo que le contesté preguntándole que si no había sentido, diciéndome sentí tu estremecimiento y lo caliente de tu semen muy adentro de mi culo. Se la saqué y apenas me acosté boca arriba junto a ella para tomar un respiro, cuando se lanzó de nuevo a prenderse de mi maltrecha verga, la que chupo y lamió con suavidad y ternura a pesar de que ya se encontraba flácida.



 



Después de que se reincorporó me comenzó a besar con dulzura y me dijo: " mi rey, me desvirginaste mi culo, pero no me arrepiento", "después de tanto gozo que me has dado esta mañana te lo merecías". No quería morirme sin que me hubieran desgarrado y gozado por ahí, y como soy tan puta a lo mejor lo voy querer gozar a cada rato, ¿conmigo? le pregunté, desde luego, me respondió, todo lo que te haya gustado de mi lo puedes disfrutar cuando quieras, yo no te voy a exigir nada, ya te diste cuenta que soy una puta bien caliente y que me puedes dar verga por todos lados cuando quieras. Vamos a necesitar que traigas trabajos de la escuela más seguido........Me dio una última disculpa: Perdóname las majaderías que digo, pero así me pasa cuando me pongo bien caliente.....



 



En la escuela, el día en que el maestro nos entregó las calificaciones me llamó y me dijo, tienes 100, sigue como hasta ahora, entregando tus trabajos como lo hiciste con este, y en lo futuro no vas a batallar....


Datos del Relato
  • Categoría: Maduras
  • Media: 7
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