Carlos es un hombre de treinta y tantos, tiene varios años de casado con una mujer guapa, menor que el 5 años de nombre Paola, con la cual a sido feliz. Tienen un hogar cómodo, sin embargo, ella es un tanto recatada, o más bien conservadora para el sexo, por lo que por más que quiere Carlos hacerle el amor a su manera o de formas diferentes o audaces, pocas veces a accedido, teniendo básicamente sexo en la forma tradicional.
En nuestra intimidad me gusta manosearle todo el cuerpo y cuando le meto el Pené en su cosita, aprovecho para con mi mano acariciarle sus nalgas y de paso meterle mi dedo en su ano, cosa que me excita de verdad, desgraciadamente no logro más que introducirle poco, ya que alega dolor, siendo esto muy frustrante, a pesar de que intento de diversas maneras hacerlo para que no le duela, aprovechando la lubricación de su vagina a la hora de estar cogiendo, o poniéndole aceites para masaje, no accede a mi insinuación de cojermela por atrás, siendo realmente tentador tal hecho cuando la tengo en posición de perrito y con mis manos le paso el Pene por su culito, tratando de hacerlo y ella respingando, por lo que me he resignado a hacerle el amor en la forma tradicional.
Cierto día mi esposa recibió una llamada de una vieja amiga de la preparatoria de nombre Martha, con la cual no había tenido contacto por un largo tiempo. En la charla desarrollada la amiga le contó que se había separado de su esposo y que por tal hecho estaba muy triste, por lo que mi esposa Paola consoló a Martha diciéndole que seria prudente verse para platicar por tal hecho, por lo que quedaron en verse en un café.
Al día siguiente me contó Paola lo sucedido con su amiga y me pidió que le diera “raid” al lugar convenido por las amigas, por lo que gustoso accedí dándome así la oportunidad de irme con mis cuates a jugar domino y echarnos unas cervezas.
Las amigas se vieron alrededor de las nueve de la noche en aquel café del centro histórico de la ciudad, escogieron un lugar discreto y se pusieron a platicar largo y tendido sobre sus vidas, donde ambas recordaron viejos tiempos e incluso lloraron abrazadas la una de la otra. Martha se sintió consolada y sollozaba abrazando a su amiga a la cual acariciaba con un entusiasmo fuera de lo normal, pero que por lo sucedido a Paola no le pareció extraño y siguió abrazando a su amiga mientras ésta posada en uno de sus hombros le pasaba las manos por el cábelo y la espalda con un calor especial que hizo sentir un placer extraño a mi esposa pero ella callo sin saber ya por que. La noche transcurrió y las amigas pasaron del café a las copas, dejando atrás la tristeza y con alegría brindaban hasta que llego la hora de cerrar el lugar.
Martha llevo a Paola hasta la casa en su vehículo, invitando mi esposa a su amiga a pasar y tomar alguna bebida refrescante para ver sí se le pasara la borrachera un poco y no batallase para manejar. En el hogar no había nadie ya que no había yo regresado de mi juerga, por lo que las amigas pasaron a la recamara y sentadas en la cama charlaron y rieron por cosas sin importancia. Paola se quejo de tener un malestar en la espalda le aquejaba tiempo atrás y que esa noche se le acentuó quizá por el cansancio. Martha lo noto y pregunto que le pasaba y ella le informo de su mal, contándole que su esposo la confortaba dándole un masaje en la espalda con un liquido especial que usaban para ello, por lo que Martha se ofreció a hacer aquel masaje y diciéndole que se recostara para empezar. La miga se lleno las manos con ese liquido de olor muy agradable y paso a frotarle la espalda a Paola, la cual se había recorrido su blusa hacia arriba para dejar ver su espalda. Paola solto un quejido leve cuando sintió lo frió de las manos de su amiga, pero duro poco el malestar ya que conforme el masaje proseguía ella se sintió confortada. Martha tenia unas manos expertas que agradaron a Paola, la que volvió a sentir aquel placer extraño por sentir las manos de su amiga y que ahora en especial aumentaba, por tenerlas posadas directamente en su piel. Martha le sujerio que se quitara la blusa para no ensuciarse y echo lo anterior el masaje prosiguió en los hombros y el los brazos. Paola para entonces gemía para sus adentros del placer que sentía por el masaje que le estaba haciendo su amiga, quien para en aquel tiempo estaba arriba de Paola, con las piernas a los lados de ella de tal manera que su vagina estaba posada en las nalgas de mi esposa, con un movimiento de cadera que hizo sentir cachonda a Paola, lo cual me hizo recordar que yo también me ponía de esa manera, pero desnudos de tal manera que los masajes siempre terminaban en cogida, cuando le metía mi pene desde atrás y seguía con los masajes.
Quizás por lo alcoholizada que estaba Paola y esa excitación que ya sentía que no opuso resistencia a lo que le hacia la miga, limitándose únicamente a cerrar los ojos y disfrutar, por lo que quizás no sintió cuando su amiga le subió un poco las caderas y metiendole las manos por debajo le desabrocho el pantalones, luego se quito de encima y se dirijo a los pies de mi esposa para quitarle los zapatos y frotarle las plantas, mientras, Paola lo disfrutaba y gemía ahora ya con notoriedad, propiciando con ello una sonrisa picaresca en Martha. Luego le jalo los pantalones dejando ver las lindas piernas de mi señora en tanto Martha desde los pies la empezó a masajear con aquel liquido esquisto, haciendo énfasis a los chamorros, pasando luego a las piernas, mientras Paola lo disfrutaba y seguía con aquel proceder de relajamiento que sin querer abrió un poco sus piernas para que Marta le masajeara los muslos internos, mientras ella con sus ojos encendidos de placer se acercaba poco a poco a la entrepierna, que estaba cubierta por los calzones de mi esposa, pero que dejaban ver las nalga y aquel peludo lugar donde quizás el clítoris de Paola estaría completamente jugoso, lo que excitaba a Martha al imaginárselo.
Le puso sus manos ente las piernas y donde comienzan las nalgas, mientras Paola se mueve con cierta desesperación que pareció que aquello terminaría ahí, pero no, su cara volvió a meterla entre las almohadas mientras gozaba de verdad aquello.
Martha cada vez más atrevida, le metió las manos a Paola por debajo de su pantaleta y empezó a frotar las nalgas de su amiga, disfrutándolo ambas aquel gran momento, mismo que se vio interrumpido cuando se escucho el carro del esposo de Paola, quien llegaba se su juerga con los amigos. Martha de un brinco se incorpora, ruborizada por lo sucedido, mientras Paola con destreza se alcanzo a poner una bata y ambas amigas salieron al encuentro, sin pronunciar palabras entre ellas por lo sucedido.
Al entrar Carlos, fue recibido con aquella cordialidad que era común de su esposa y luego saludo de beso en la mejilla a Martha, quien lo miraba con ojos sorprendidos. Carlos pregunto como se la habían pasado lo que provoco en su esposa una vergüenza escondida.
Después de breves momentos la pareja despidió a la amiga, pidiéndole Paola a su “viejo” que acompañara a la amiga al carro, para cerciorase de su integridad dado que ya era entrada la noche.
Ya en el vehículo, Marta se volvió a despedir de Carlos y prosiguió a encender el coche, pero cual seria su sorpresa de que esté no arranco, por haberse descargado la batería. Él se ofreció a pasarle corriente, pero ella se negó, pidiéndole que mejor la llevara porque no se sentía muy bien por las bebidas y tenia miedo a chocar. Paola, que estaba pendiente de lo que sucedía desde la puerta, asintió a que su esposo llevar a su amiga hasta su casa.
Ya era de madrugada, cuando aquella pareja transitaba por la ciudad. Carlos con amabilidad le sacaba platica a Martha, cuya charla se volvió interesante, e incluso, por magia del momento, se olvidaron que ambos se conocían por Paola, sintiéndose solos como verdaderos amigos, gustosos cada uno por su compañía.
Ya estando afuera de la casa de Martha ella en forma atrevida se le insinúa a Carlos ya que le extiende la mano para despedirse y toma la de él con cierta fuerza que hace que reaccione, sobre todo que dicho acto se realizó con el fin de motivarlo y lo logro, por lo que Carlos no opuso resistencia y accedió a aproximarse a ella poniendo su cachete para recibir el beso tradicional y hacer lo propio, sin embargo el beso que recibió fue tierno, lento, acariciante, muy cerca de sus labios, rozando ciertamente la comisura, despertando en él la inquietud viril al sentir su pene reaccionar, mientras ella extiende la mano y lo toma de la nuca, procediendo a míralo directamente a los ojos y decirle: “me gustas, me atraes”, dijo ella con una voz susurrante y él sin resistir, la beso con una pasión desbordante, mientras sus manos buscaban con
CONTINUARA....