MI CLIENTA CINCUENTONA
Rozando los labios de su dulce vagina, dejó caer todo su cuerpo sintiendo los dos una penetración brutal que nos hizo gemir a los dos de placer.
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Esta historia ocurrió hace ahora exactamente cuatro meses, y fue para mi tan genial, que he querido compartirla con todos vosotros.
Vivo en un pueblo limítrofe de Madrid, y poseo una pequeña empresa, por lo que en determinadas ocasiones puedo disponer de mi tiempo sin ajustarme a un horario fijo. En ese tiempo pasaba mis ratos navegando por Internet, y siempre las páginas que más me gustaban eran las de mujeres maduras, que dicho sea de paso me encantan sobre manera.
Un día durante una consulta con una de mis clientas, una mujer de unos 53 años, y unas curvas de ensueño, sin querer nuestra conversación derivó por términos un poco escabrosos, empezamos a hablar de sexo, de cómo nos gusta, de lo poco que lo practicamos, etc. Yo me encontraba un poco coartado ya que es una clienta mía y la conozco desde hace muchos años.
Nuestra conversación siguió en esos términos unos cuantos minutos, hasta que los dos nos confesamos que nos gustaba muchísimo el sexo y que tristemente lo practicábamos muy poco. En esto creo que nos pusimos los dos muy colorados, y yo sentí un sobresalto cuando Ana (la llamaré así), dijo casi como no dando importancia al tema: "tendríamos que intentar consolarnos los dos solos"
Yo creo que una gran sonrisa se me encendió en la cara, y con impaciencia la dije: "Para mi seria un sueño, nunca me hubiera atrevido a proponértelo."
Ana sonrió y dijo: Lo se, ¿Que te parece mañana?"
Por supuesto a mi me pareció inmejorable, por lo que la propuse que yo cogería una habitación doble en un hotel y allí nos veríamos a la mañana siguiente.
Yo estaba excitadísimo aquel día, imaginaros... Una mujer madura... Una habitación de Hotel...y sobre todo nosotros dos solos para intentar disfrutar de nuestros cuerpos. A las ocho de la mañana alquilé la habitación en un hotel una hora después, la llamé a su móvil para darle el nombre del hotel y el número de habitación.
Mientras esperaba y para hacer un poco de tiempo, fui dándome una ducha caliente para intentar relajarme un poco de todo el nerviosismo que me invadía. Precisamente mientras me duchaba oí que llamaban a la puerta. Medio secándome y cubierto por una toalla, entreabrí la puerta de la habitación y observé que era Ana. La invité a entrar y me disculpé por recibirla así, pero me estaba dando una ducha.
Ana: No te preocupes, si me parece genial. Yo también tengo muchas ganas de darme otra.
Yo: Pues yo ya he terminado... es toda tuya.
Entonces Ana me dio un cariñoso beso y desabrochando la toalla que me cubría me dijo al oído: "Pero no quiero ducharme sola."
Como yo tenia mi polla totalmente erecta, Ana la cogió con una de sus manos y fue guiándome hasta el cuarto de baño.
Una vez allí se desnudó, tenia unas tetas increíbles y cual fue mi sorpresa al ver que llevaba el coño totalmente depilado, que es como más me gustan, así que se metió en la ducha, se enjabonó mientras yo la miraba y sonriendo me dijo:
"Entra cariño."
Nada más entrar la abracé por la espalda clavando mi polla en la raja de su culo mientras mis manos se apoderaron de sus tetas acariciando suavemente sus preciosos pezones.
Ana lanzó un pequeño gemido y empezó a mover rítmicamente su culo para hacerme una paja con el. Una de mis manos fue bajando por su cuerpo hasta apoderarse de su precioso coño depilado. Pude notar y masajear su clítoris mientras iba introduciendo mis dedos en su vagina para hacer que gimiera más profundamente. Aun estando los dos mojados observé como su vagina se ponía cada vez más húmeda. Ana se giró para mirarme y en ese momento la besé largamente mientras fui bajando para apoderarme de su preciosa vagina.
Ana abrió las piernas para enseñarme en todo su esplendor aquel magnifico coño. Mi lengua se apoderó de su clítoris, mientras Ana gemía ya de una manera casi frenética, cuando estaba más caliente, hice presión con mi boca para sacar un poco más su clítoris y poder apoderarme de él con los dientes; en ese momento Ana soltó una alarido y las contracciones de su coño me indicaron que acababa de tener un brutal orgasmo.
Nos miramos y nos dispusimos a secarnos. De la misma manera que antes, es decir, agarrando mi polla Ana me dirigió hacia la cama de la habitación.
Ana: No te tumbes en la cama. Quiero ver tu polla tan bien como has visto tu mi coño.
En ese momento Ana se agachó y con la punta de la lengua se las apañó para bajarme del todo mi capullo y recorrer toda mi polla con su lengua. Yo me estaba volviendo loco de placer durante unos minutos estaba absolutamente en la gloria, cuando Ana vio que estaba a punto de correrme, abrió su boca y sujetando mi polla suavemente con los dientes, empezó a meter y sacar su boca de mi polla hasta que por fin me corrí, entre gemidos de placer, tal y como ella quería que hiciera.
Descansamos un poco para fumarnos un cigarro y charlar mientras nos contábamos lo que nos había gustado todo aquello, cuando Ana bajó la mirada y sonriendo me dijo: "Por lo que veo tú también quieres más como yo ¿verdad?".
Yo tenia otra erección y Ana al darse cuenta de ello se echó para atrás el cabello y me dijo: "Ahora vas a ver como cabalgan las cincuentonas."
Se sentó encima de mí y fue introduciendo mi polla muy lentamente en su ya lubricado coño. Una vez toda metida dentro, se fue levantando poco a poco, y cuando mi punta estaba ya casi fuera y rozando los labios de su dulce vagina, dejó caer todo su cuerpo sintiendo los dos una penetración brutal que nos hizo gemir a los dos de placer, ese movimiento lo estuvimos haciendo durante unos minutos, hasta que otra vez a punto de corrernos, nos giramos y me puse encima de ella.
Los dos nos movíamos con movimientos frenéticos y podía sentir como mis testículos chocaban con su culo ligeramente levantado. Por fin y con un espasmo mutuo de placer volvimos a corrernos, pero esta vez dentro de Ana, la cual recibió este nuevo placer con otra de sus dulces sonrisas.
Minutos después de una reparadora ducha, ayudado por el gel de baño, intenté penetrar su bonito culo, pero Ana sentía dolor por lo que desechamos la idea, que fue sustituida por un rico 69 en el suelo de la habitación.
Ana poco después se cambió de ciudad por lo que nuestras aventuras tan solo duraron unos meses, pero os aseguro que fueron los meses más excitantes y gratificantes de mí vida.
Autor: Friointen