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Categoría: Lésbicos

La entrevista mas sensual

Hacía calor. Aún no habían arreglado el aire acondicionado y, a las cuatro de la tarde, la humedad del ambiente era tan insoportable que hacía que el aire fuese irrespirable y su vestido negro de gasa le pegaba como una segunda piel.



El master en administración de empresas que se sacó, solo le sirvió para el acceso a su actual puesto de trabajo, entrevistadora laboral en una empresa de trabajo temporal y, a veces, incluso precario.



Le quedaban aún dos entrevistas más que realizar, lo que iba a ocasionarle un retraso considerable para llegar a casa.



Gina, era una mujer de las que yo considero, dulces. Con una sonrisa embaucadora dibujada por unos labios que pedían a gritos ser comidos a besos y unos enormes ojos grisáceos que según como enverdecían. Había decidido dejar su pelo castaño un poco más largo, aburrida ya de siempre llevarlo corto, algo más desenfadado (decía). Era coqueta, era muy coqueta y le encantaba hacerse selfies mostrando unos ojazos enooormes. También, era demasiado dura consigo misma, se tildaba de gordita pero era solo su yo maligno, pues no estaba tan llena como ella creía.



Total, 1 metro y 62 centimetros de juventud, sensualidad y también erotismo por todos los poros de su piel. A sus 34 años había estado ya en los dos bandos. Y de ambos disfrutaba. ¡¡¡SIN DUDA LE GUSTABA EL SEXO!!! Sabía rápidamente cuando se encontraba delante de alguien con sus mismos deseos. Dominante con ellas, sumisa con ellos, así le gustaba definirse (aunque lo hacía para sí).



Gina en realidad estaba en tierra de nadie y así le gustaba estar. Era independiente y decidida. Amante de todos los animales y en especial de los gatunáceos. Su gato, un ejemplar raro, de esos sin pelo y arrugado al que ella llamaba simplemente… el arrugáo.



La penúltima entrevista entró y salió con la misma rapidez, no dio el perfil. Se necesitaba alguien para trabajar en el sector de la seguridad. Una empresa necesitaba una vigilante de seguridad con experiencia, buscaban alguien joven pero con carácter. Era para un servicio donde se necesitaba bastante sangre fría y mucho carácter.



Gina repasaba unas notas intentando no agobiarse en la espera. De repente se abrió la puerta.



– ¡Buenas tardes!



Gina levantó la cabeza y sus ojazos grises se abrieron como platos. Ante ella, una mujer con un aspecto más de motorista que de animadora, se apoyaba en el marco de la puerta observándola con una mezcla de desafío y desconfianza.



Su media melena negra recogida por unas gafas de sol oscuras y cromadas, nada deslucía haciendo juego con sus ojos negros y profundos y, a la vez, tan claros, pues mostraban el sufrimiento que los había hecho así.



Su edad no debía de pasar de los 30, pero muy bien camuflados por un pantalón tejano ceñidísimo, contorneando sus fuertes piernas y una camisa blanca muy poco discreta que permitía adivinar de una sola mirada el recorrido de sus senos y sus vértices.



A Gina se le encendió el corazón. De repente, el calor se hizo insoportable. Su corazón latía sin parar. Notaba como se incendiaba su sexo.



Ella se acercó a la mesa.



– Buenas tardes, (solo acertó a decir)… Siéntate por favor.



La entrevista sucedió sin problemas. Era la candidata perfecta. Su voz profunda, su carácter temperamental respondiendo sus preguntas con otras. Gina no podía dejar de perderse en sus ojos negros, se hundía en su oscuridad y se dejaba poseer por sus sentimientos.



De seguida conectaron, aunque no se lo dijeron se deseaban. Así que a los 35 minutos Julia estaba ya contratada. Cogió el casco de su moto y se marchó dejando un aroma a madera y limón en la oficina. Gina, también hizo lo propio. Cogió su bolso y cerró la oficina para ir al parking.



Su C4 le esperaba para llevarla a casa.



En casa, se preparó un té frio, algo que le ayudara a bajar la temperatura que aún su cuerpo conservaba. Dio de comer al arrugáo y se puso cómoda, es decir, ducha y bata.



¡¡DING DONG!! (el timbre sonó)



Gina con el vaso de té en la mano, abrió sin pensar.



– ¿Si?



Allí estaba ella, mirándola otra vez. Respirando aceleradamente. La miró, se miraron fijamente.



Gina estaba paralizada por la excitación y el deseo irrefrenable. Julia se acercó a ella, la miró de nuevo y cogiéndola con fuerza la besó.



Fue un beso húmedo, apasionado, fuerte. Sus lenguas se buscaban y encontraban, se escondían y volvían a buscar. Julia acariciaba el cabello de Gina apretando su cabeza contra la de ella y así notar más aun el sabor de su boca.



A Gina se le cayó el vaso y aprovechó para arrastrar a Julia hasta dentro de casa y cerrar la puerta. Todo esto sin dejar de besarse. Seguían unidas en un beso eterno que les llevaba a la antesala de su habitación y a la lujuria.



Seguían de pie, pero no lo sabían, estaban envueltas en un clima tan sensual que flotaban.



Julia, dejó su boca por un momento para deslizarse hacia el cuello de Gina. Lo besaba y mordía a la vez. Besaba el lóbulo de sus orejas y los mordía. Gina a su vez, desabrochaba uno a uno los botones de la camisa de Julia y esta no hacía nada más que facilitarle el acceso a ellos. Una vez acabó con los botones, la blusa fue al suelo.



Julia, más fácil, solo había tenido que abrir la bata para descubrir el cuerpo desnudo de



Gina y sus pezones erectos y duros, con una gran aureola rosada pedían fervientemente que los besase. Julia, se inclinó para besar los pechos de Gina y ella agarró su cabeza con fuerza apretándola contra sus tetas.



El placer que sentía era indescriptible. Un suave suspiro delataba a Gina cada vez que Julia besaba y mordía sus pezones haciendo que se le erizase la piel. Gina la hizo incorporar de nuevo para admirar su belleza salvaje mientras respiraba sobresaltada.



De un suave empujón Gina la hizo caer sobre la cama, Julia se dejó caer. Gina se inclinó sobre ella para abrir el botón de su pantalón ceñido, bajar su cremallera y Julia levanto las piernas para facilitarle el trabajo. Gina se fijó que llevaba un pequeño tatuaje precioso de un trébol de cuatro hojas en su tobillo derecho y eso la excitó aún más. Olía tan bien, Julia llevaba un radiante tanga blanco de encaje que se ajustaba perfectamente a su cadera.



Gina se puso sobre Julia que estaba estirada en la cama con los ojos cerrados y una respiración nerviosa y profunda. Deseaba que comenzase ya. Gina agarró las muñecas de ella y se inclinó para comenzar a besar su cuello sin dejar que ella se pudiera mover, ni siquiera un musculo. Deseaba disfrutar de su cuerpo. Recorría con la lengua su cuello y bajaba hasta sus senos.



La obligo a juntar los brazos hacía arriba, y a cogerse sus propias manos. Julia se dejaba hacer, estaba totalmente bloqueada por ella. Se estremecía por cada beso y deseaba esos mordisquitos. Gina deslizó su mano buscando el acceso al interior de su tanga y notó su sexo totalmente depilado. Depilado y húmedo. Cuando Gina soltó los brazos de su presa, ésta colocó sus manos sobre los pequeños pechos de Gina. Ella cerró los ojos y disfrutó de sus caricias. Julia apretaba sus tetas sin contemplaciones, pellizcaba sus pezones, y la volvía loca.



Gina hizo incorporar a su amante y acercó su boca a sus pechos. Julia abrió la boca y chupó de ellos.



– ¡¡Cómeme el coño!! (Le pidió a Julia y ella se estiró)



Julia, se incorporó y se puso de rodillas entre las piernas flexionadas de Gina. Los labios rosados de la vagina de Gina estaban hinchados y calientes, vibraban con la excitación de su dueña, que deseaba que empezase a comer ese fruto erótico.



Julia pasó su lengua jugando con el clítoris de ella.



– ¡¡OOOgh!! (Comenzó a gemir Gina)



– ¡¡OOOgh!!… ¡¡UUUgh!!… ¡¡Siiiii!!…



Julia apretaba su boca contra su sexo, en ocasiones metía y sacaba la lengua dentro de él y apretaba con una mano su pecho izquierdo.



– ¡¡OOOgh!!… ¡¡ME VOY A CORREEER!!… ¡¡OOOgh!!… ¡¡SIGUEEE!!… ¡¡NOO PAREEES!!…



Julia seguía.



Gina la cogió del cabello con cierta fuerza y la obligó a ser ella la que ahora estuviese de nuevo estirada. Fue a buscar un pequeño juguete que tenía. Era uno de esos falos de jelly. Un consolador con ambos extremos en forma de pene.



Se agachó y separó las piernas de ella. Comenzó besando el interior de sus muslos, subió hasta llegar a sus ingles y fue moviendo la lengua recorriendo cada uno de sus labios vaginales. Mientras buscó y cogió el consolador. Se metió una punta en la boca para lubricarlo un poco y acto seguido lo apuntó con delicadeza y sensualidad introduciendo solamente la punta en el coño de Julia. Ella, emitió un fuerte gemido.



– ¡¡UUUgh!!… ¡¡OOOgh!!



Gina, introducía cada vez un poco más.



Se subió sobre la cadera de Julia (como quien monta en moto) no dejando de acariciarla y ella no dejando de mover la cadera.



Gina, buscó el otro extremo del consolador y se lo colocó, introduciéndolo en su estrecho y mojado coño. Cuando lo tenía dentro no sobraba prácticamente nada. Julia tenía una mitad y ella la otra. Gina comenzó a moverse. Rozando su coño contra el de Julia. Apretando sus clítoris fuertemente. Notando la dureza de sus puntos G.



Se practicaban una mutua penetración rítmicamente. Gina mordía el cuello de Julia y esta buscaba su boca para besarla de nuevo.



Se besaron y suspiraron a la vez.



– ¡¡AAAgh!!… ¡¡UUUgh!! – Comenzó a gemir Julia mientras aceleraba sus movimientos.



– ¡¡OOOgh!!… ¡¡UUUff!! – Comenzó también Gina correspondiendo la aceleración de su compañera con la suya.



Sus dos cuerpos unidos en uno solo. Un solo cuerpo que emanaba sudor sexual.



– ¡¡OOOgh!!… ¡¡OOOgh!!… ¡¡UUUfff!! Gina, notó como Julia introducía suavemente un dedo en su ano.



– ¡¡OOOgh!!… ¡¡UUUgh!! – comenzó a gemir al notarlo dentro.



Seguían moviéndose y facilitándose la penetración una a otra. Abrazándose, besándose, mordiéndose y amándose. Continuaron así un rato más hasta que Gina se quedó dormida sobre ella.



A la mañana siguiente Gina despertó sola. Había una rosa sobre la almohada y una nota.



Búscame.


Datos del Relato
  • Categoría: Lésbicos
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