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Categoría: Incestos

La dulce Isabel

Como saben, en mi familia se puede encontrar todo tipo de personas con muchas cualidades y atributos que ni en sueños, el caso es que el relato de hoy trata sobre mi tía Isabel.

Es una mujer que no encontraría palabras para describirla, es muy cariñosa conmigo puesto que desde pequeño me cuidaba (según mis padres), perdí contacto con ella cuando nos mudamos de casa, alrededor de unos 6 años; todo cambio cuando en una visita a la ciudad donde residíamos puesto que teníamos un negocio de abarrotes el cual seguía recaudando ingresos, yo me encargaba de mantenerlo al pie de la letra.

Cuando llegue me dispuse a hacer mis deberes y a recoger la cuota, después me tome un descanso y me puse a recordar viejos tiempos, u recordé los buenos tiempos con tíos y tías, y recordé a mi tía Isabel; después de atender el negocio, me pasee un rato por los alrededores y pase por la casa de mi tía Isabel, así que me dispuse a visitarla, cuando llegue y toque la puerta salió mi tía, que a como la recordaba se veía muy cambiada, es muy muy pero muy atractiva, es de tez morena clara, mide alrededor de 1.65, y tienes unas medidas de ensueño, 95-62-98, es una diosa, además de que según esto y lo que dicen mis padres siempre fue una mujer muy lujuriosa y bastante caliente; cuando me vio no me reconoció:

-si, dígame, en que le puedo ayudar.

-Hola tía, acaso no me reconoces.

-tia.... No espera, ¿de verdad eres tu?

-si tia soy yo, Fer, tu sobrino.

-Wow, pero mírate, que grande que estas, pero si estas hecho todo un hombre.

-gracias, gracias-respondí algo sonrojado.

-pero pasa, pasa, no te quedes ahí.

Después de recordar cosas y ponernos al tanto, me dispuse a marcharme, a lo que ella lo impidió:

-Bueno tía, fue un gusto volverte a ver, pero me tengo que ir, tengo un poco de efectivo y no me gustaría que me lo robaran.

-No no, quédate, además, hace mucho que no nos vemos y pues por el dinero no te apures que si lo tienes en el carro puedes meterlo al garaje.

Así como no queriendo la cosa, acepte quedarme, pero esa noche no pasó nada relevante. Pero esto se volvió una rutina, cuando iba a recoger el dinero, pasaba de visita y había ocasiones en las que me quedaba en casa de Isabel, pero un día en particular paso el propósito de este relato.

Llegue a casa de Isabel alrededor de las 7:00 pm, venia algo cansado asi que decidí quedarme en su casa, a lo cual ella se entusiasmo; mas en la noche me dirigí a la habitación donde me quedaría una ves mas y vi a mi tia;

...Mi  tía cogió una toalla.

- Me voy a dar una ducha, si prefieres puedes ir acostándote.

Ingresó al baño dejando la puerta recostada, después de algunos minutos, cuando el rumor de la regadera terminó por inundar el ambiente, me acerqué sigilosamente para dar una ojeada, gracias al espejo que se hallaba frente a la ducha vi como el agua bañaba su cuerpo,

- ¡Que mujer! - exclamé a mis adentros.

Inició a enjabonar su cuello, sus hombros, bajó lentamente a sus prominentes tetas a las que dedicó interminables minutos jugueteando con sus pezones que despuntaban entre la espuma, continuó a descender aquel envidiado jabón por su vientre, su frondoso monte de Venus, al insistir sobre este, concentró tal cantidad de espuma que provocó el desprendimiento de pompas de jabón que al colisionar con el agua explosionaron subliminalmente, no demoró en tocar su sexo, pasó y repasó sus enjabonados dedos por aquella quebrada oscura mientras cerraba los ojos, entreabría la boca y pasaba lujuriosamente su lengua por entre sus labios mojados... ¡¡que cuadro!!

Esta espectacular secuencia catapultó mi excitación al máximo, mi pantalón dio a parar al suelo, mi fiel compañero ostentando su mejor forma se presentó rígido, grueso, sus venas circundantes parecían gusanos de tierra a punto de reventar, de su palpitante cúpula carnosa no cesaba de borbotar el líquido pre-seminal. Entusiasmado inicié a masajearlo alcanzando el vértice del éxtasis en tiempo récord, continué en la brega, inspirado en aquella deliciosa escena hasta que el agua dejó de escurrir, descompuesto, con el pantalón entre los tobillos me alejé casi tropezando, tras una pausa silenciosa me pidió que le alcanzara su bata, cogí dicha prenda y me dispuse a ingresar, dos toques e irrumpí... ¡¡¡quedé petrificado!!!

De espaldas a la puerta, inclinada hacia adelante, secaba entretenidamente sus piernas con uno de los extremos de la tela felpuda que no alcanzaba a cubrir su medio cuerpo, sin saber, me estaba ofrendando la extraordinaria visual de su colosal trasero, así como de su abertura rosácea coronada por una abundante mata de vellos color azabache... ¡que panorama!!, indiferente a mi presencia, con esa paciencia que impacienta terminó con lo que venía haciendo, se ergio despreocupada, giró hacia mí y esbozando una sonrisa alargó los brazos para recibir su salida de baño,

- ¿Te vas a ocupar? me preguntó. - Sí, quiero orinar - respondí sin titubeos, la verdad no tenía ganas, solo quería permanecer para continuar observando, - Hazlo, no tengas vergüenza, ¿soy tu tía no?, imagínate, te conozco desde niño, ¿recuerdas cuando nos bañábamos juntos? - Si, si - respondí desinteresándome de este intrascendente.

Desabroché la bragueta del pantalón, tiré fuera a mi herramienta que había recuperado su máxima expresión y en el simulado intento de miccionar advertí que no me quitaba la mirada de encima, es más, no contenta con la panorámica al cambiar de posición dirigió descaradamente su mirada verso mi parte sobresaliente, no me incomodé, al contrario me esforcé en brindarle la facilidad del caso, al rato…

- Me voy, te dejo en privacidad.

Anudó la cinta de su bata y salió desentendiéndose de sus prendas tiradas por el piso, apenas juntó la puerta, me apoderé de la tanga con el ávido deseo de fisgonear la parte central, el siguiente paso, no alcance a evitar, una esnifada profunda acarreó a lo más recóndito de mis pulmones profusos olores a orina y a otros desconocidos agentes, ansioso, como perro enfurecido, mordisqueé y lamí aquel pedazo de tela tratando de adivinar el sabor de sus residuos, pasado cualquier minuto, desistí por temor a ser sorprendido en esta reprobable situación... ¡ se me ocurrió una idea!...

Datos del Relato
  • Categoría: Incestos
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