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La dulce Arminda

Arminda era una dulce chica. recién cumplidos los 14 años, yo andaba cerca de los 17, desde niños jugabamos junto a mi prima Gladys cuando yo iba para las vacaciones a la finca que el abuelo heredara tanto ami tía Carolina como a mí madre. No veía a Arminda desde que yo tenía 9 años, ese año fuí a pasar las vacaciones a la finca, mi prima no estaba porque estudiaba en EEUU precisamente esos dos meses, perfeccionando su inglés.

Salí a caminar por la tarde, y como estaba cerca de la casa que ocupaba la familia de Arminda, fuí a buscarla. La hermana de Arminda me informó que estaba en una toma de agua, a donde había llevado unos terneritos a beber. A la distancia la ví, la llamé por su nombre, se quedó tratando de reconocerme, cuando lo hizo corrió hacia mí y nos abrazamos con alegría,pero quedamos muy cerca y de repente estábamos besandonos, A partir de ese día nos citábamos todas las tardes de cuatro a seis en ese lugar. Pasaron siete semanas, y el romance continuó, cada día las caricias eran mas fogosas, pasamos todas las etapas, y a esas altura, ya teníamos sexo oral. Una de esa tardes, ella sentada sobre un tipo de mesa de cemento, en donde al estar entre sus piernas mi pene quedaba a la altura de su vagina, después de besar sus pechos morenos, quité su bombacha para chuparle su cuca, anteriormente yo me había corrido en su boca, y tenía el pantalón en mis tobillos, nunca le había rozado la polla por su ranura, esa tarde empezé a pasarla despacio, por su clítoris, luego recorría de su ano a su clítoris, en un movimiento que ella hizo mi pija se deslizó a la entrada de su entrepierna, y la cabeza se hundió, ella gimió, nos quedamos viendo a los ojos, y nos dimos un beso apasionado, le dijé que iba a entrar, ella asintió con la cabeza, me tomé el tronco de la verga con una mano y empujé, sentí el crujir de su himen al romperse, y mi pene empezó a deslizar hasta el fondo las ocho pulgadas, sintiendo una sensación hermosa, su vagina húmeda, super estrecha y caliente, entré al fondo, ella gimió y gritó de dolor y ardor, y me pidió que la sacara, mi pene en toda su magnitud salió manchado de sangre, ella se asustó, y mojó un trapo para limpiarse, y se fué corriendo a su casa. Las siguientes cuatro tardes no llegó a la cita, yo no me atrevía ir a buscarla. Al quinto día llegó la hermana de Arminda a la casa grande, le ayudó a mi tía a hornear pan, y mi tía le comentó que estaría triste los días siguientes, ya que yo me iría en dos días. A las cuatro de la tarde llegué a la toma de agua, me dí un baño y ya me disponía a retirarme decepcionado porque no había acudido a la cita, cuando oí su voz, nos besamos con pasión y empezamos con nuestros juegos eróticos, se sentó sobre la mesa de cemento, chupetié su vagina y cuando consideré que estaba lista, empezé a deslizarme en su vagina despacito, entre mete y saca suave me fuí al tope, al cabo de unos minutos, empezó a seguir mi compás, empezó a gozar, gemía de placer, se aferró a mi cuello y ahogando sus gemidos en mi boca la sentí correrse, apretaba con sus paredes vaginales mi polla, en cada contracción que tenía en la fuerza de su orgasmo, no podía más y la llené de leche. Al despedirnos le dije que la tía iría al pueblo con su hermana, y que regresarían al rededor del mediodía, ya que después del almuerzo me iría a dejar a la terminal de buses.

Al día siguiente, a las siete de la mañana, estaba saliendo de la ducha, cuando la ví en mi cuarto, estaba preciosa, su cabello negro liso, a la altura del hombro, su rostro moreno radiante, sus bellos ojos oscuros, y su sonrisa graciosa, con sus hileras de dientes blancos, su blusa de color amarillo suave, apretada a su torso, marcandole sus pechos redondos hermosos, su falda corta a medio muslo, luciendolos en todo su esplendor, su cintura de avispa y sus culo parado. me empujó a la cama y empezó a lamer mi verga, y chupar mi glande, su boca tibia me estaba llevando a la gloria, se sacó su ropa, y en un 69 hicimos locuras, su vagina gordita, cubierta de vellos negros finos ensortijados, su clítoris por vez primera lo veía en su esplendor, gordito y duro, sentí sus jugos deliciosos en mi boca, que corrida la que se dió, y se dedicó a hacerme terminar en su boca, mi verga no se aguadaba, estaba cada ve más dura, en esta ocación me aplique aceite Jhonson, y la penetré despacito, no se quejó de dolor, la metía al fondo y la sacaba toda y volvía a ensartarla, hasta que mis huevos chocaban con su nalgas duras, volvió a venirse, y momentos después se volvió a correr, la llené de leche y nos dormimos. Como a las diez de la mañana empezamos con nuestros juegos, la penetré de nuevo, ella me cabalgó como loca, en sus ojos se notaba la lujuria, la pasión, el deseo, y sobre todo su ternura y amor, se volvió a venir, le empezé a dar fuerte, ella ya tenía roja la vagina, estaba super irritada, le empezé a dilatar con mis dedos llenos de aceite su anito, para luego penetrarla, le dolía no cabía la menor duda, me pidió que al entrar terminara rápido, porque lo hacía por complacerme, al entrar en su estrecho anito la excitación era bárbara, y no tardé mucho en correrme. Fué la última vez que la ví, su familia dejó de trabajar en la finca, y se trasladaron a vivir en la costa sur del País, a las fincas algodoneras. Nunca la olvidaré y siempre la recuerdo con ternura, me dió todo por amor.
Datos del Relato
  • Categoría: Primera Vez
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