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La dueña del apartamento II

Acababa de cumplir los 18 años cuando me mudé a mi propio apartamento. Era el año 1989 y estábamos en pleno verano. No cabía de la alegría y emoción saber que iba a vivir solo, un apartamento para mi.

Ya había buscado durante meses pero debido al hecho de que tenía un trabajo en donde no ganaba mucho y me consideraban como un solicitante o inquilino de alto riesgo, sin garantías ni buenas recomendaciones, y bajo ingreso me negaban las solicitudes que hacía en las mejores urbanizaciones de la ciudad.

Ya estaba a punto de abandonar la búsqueda y quedarme viviendo en casa de mis padres por otro año mas cuando de repente me llegó por correo una carta diciendo que habían aprobado mi solicitud para un apartamento situado en un gran edificio y en una urbanización aunque no de clase, sino mas bien un sector populoso. Demás está decir que para mi esto no fue ningún problema porque estaba decidido a vivir en cualquier parte; era muy urgente encontrar un apartamento que dejara impresionadas a las muchachas que me visitaran, y tal vez deshacerme de la preocupación de mis padres, que todo me lo echaban al traste porque siempre metían la pata en mis cosas privadas.

Quedaba en el sexto piso, pequeño y muy feo, pero me pasaron muchas ideas por mi mente cuando me detuve en la entrada para echarle una mirada a mi nueva residencia. Habían grietas en el techo, paredes y piso. El olor era rancio como si la gente que había vivido allí se orinaba en los rincones. El baño era lo peor que había visto, demasiado difícil de limpiar. En cuestión de semanas, tendría que hacer todo lo posible por cambiar la apariencia de este apartamento: debía lucir bonito, agradable y en un ambiente donde se pudiera vivir decentemente.

Recordar aquellos días me da risa, porque esas no eran mis prioridades, en realidad no era eso lo que me preocupaba: Estaba mas interesado en tener un lugar en donde hacer fiestas y volverme loco teniendo sexo privado que en pagar el alquiler. Me gustaba tanto la libertad de vivir solo, que pagar $500,oo al comienzo de cada mes no era nada para mi, ni me afectaba: hasta que llegó la tercera semana de estar viviendo allí.

Le tuve que pedir prestado a un amigo, compañero de trabajo, para pagar el alquiler, y luego de cancelar, seguí mi estilo de vida en donde no me preocupaba por nada. El hecho de que ninguna muchacha haya venido a visitarme me tenía frustrado, porque pensé que las cosas serían distintas una vez que viviera solo y no me di cuenta de que no tener dinero arruinaba todos mis planes: Tuve que comenzar a masturbarme al estar sin chicas, todas las mañanas, al mediodía, en la noche, soñando con una multitud de bellas muchachas corriendo desnudas por el apartamento. De hecho, nunca me había masturbado tanto en mi vida y hasta perdía horas de trabajo solo por quedarme acostado en el sofá bombeándome el caliente huevo, un levantamiento de pesas 20 minutos.

Soñaba con Juanita y los shows que se me venían a la imaginación. Todo era un desastre y no tenía ni idea de que me habían despedido hasta que paré un día la paja y me fui al buzón de correo y noté que me habían enviado un sobre con mi último cheque de pago y mi liquidación: estaba despedido.

- ¡Qué bueno! ¿Y ahora qué hago? - me puse a pensar. – Por lo menos no tengo que estar esperando un autobús lleno de pasajeros para irme al trabajo.

Todavía no salía de la sorpresa cuando llegó el primero de ese mes y tenía que cancelar el alquiler: me faltaban doscientos dólares y no tenía empleo. Me encerré, solo, dentro del apartamento y esperando el aviso de expulsión.

Exactamente a cinco días de comenzado el mes, me despertaron los fuertes golpes en la puerta de alguien que llamaba: asustado y si saber qué hacer, traté de armarme de suficiente valor para ir a abrir la puerta.

– Hazle frente al violinista porque ¿Con qué coño iba a pagar en ese momento?- pensé cuando fui a abrir la puerta, y no me sorprendió ver a la dueña del apartamento. Sin embargo no me asusté. Se trataba de una señora ya madura de aspecto asiático, como de cuarenta años o mas y cabello corto, recogido y en actitud muy seria. Era de pequeña estatura pero eso no quería decir nada: ambos sabíamos quien mandaba en esta cadena alimenticia de dueño-inquilino. Lucía con tanto poder que parecía brillar y pronto, cuando abrí la puerta, pasó por delante de mi; me sentí como si fuera un don nadie. Sus cejas eran delgadas y creaban un efecto como de olas sobre sus ojos negros que parecían buscar algo. Revisó el lugar y se quedó parada allí sin decir nada.

- ¡Me debe la renta, señor!! - por fin dijo en voz alta mirando mi humilde hogar como si fuera la primera vez que entrara a un apartamento del edificio.

- Discúlpeme – le dije, mirando hacia el suelo, agarrándome de la puerta para mantener el equilibrio. De repente me comenzaron a temblar las piernas y las sentía débiles.

- Cuando habló conmigo lucía muy educado y formal. Ahora se atrasó con el alquiler - dijo la mujer.

- Yo…bueno…verá. Me quedé sin… - Comencé a decir, pero sus ojos estaban fijos mirándome. Continué excusándome.

- ¡A mi no me importan sus problemas, señor! – Con excusas no se puede pagar el alquiler, ¿no es así?

- No, claro que no, señora Pang, disculpeme – murmuré.

- ¿Cuánto tiene para pagarme?

- Me faltan doscientos dólares.

- Ah, ya veo – dijo caminando alrededor de la sala, mirando todo como si me fuera a embargar y quedarse con todos los muebles.

- Cierre la puerta y siéntese – me ordenó. Hice lo que me dijo esperando que si jugaba bien las cartas ella me dejaría pagar los doscientos que faltaban en el recibo del próximo mes.

- Perdí contacto visual con ella cuando entró a mi cuarto. Pero no me moví de mi sitio en donde estaba sentado y oi como jalaba y cerraba las gavetas de mi armario sin que yo pudiera impedírselo.

- ¿Por qué se quedó sin trabajo? – preguntó desde la otra habitación.

- Aahh, yo…yo… - intenté contestar pero no pude. Estaba como perplejo, confuso, desorientado. O sea, ¿Cómo iba yo a explicarle que faltaba al trabajo solo porque me quedaba masturbándome mucho tiempo aprovechando que estaba solo y que mis padres no me descubrían ni me molestaban? ¿Cómo le explicaría eso?

Lentamente salio de la habitación y miró hacia el baño antes de pararse frente a mi otra vez. Pero esta vez sus ojos estaban fijos sobre los míos. Me sentí como una pila de mierda.

- Voy a llegar a un acuerdo con usted, joven – dijo la mujer como si lo que dijera no fuera importante.

- AAhhh, claro!! ¡Lo que sea!! Yo acepto. Le pagaré tan pronto como… - pero me interrumpió.

- ¡NO!! Ya se atrasó! Porque cuando usted no paga yo tengo que sacar de mi bolsillo el faltante. Para el mes que viene no quiero mas mierda!! Yo también tengo que cancelar en la fecha exacta a los que les debo. No lo puedo dejar para el siguiente día, o el siguiente mes.

- Discúlpeme.

- Si, pedir disculpas no soluciona nada!! ¡Mierda, no joda!!

- ¿Ahora qué hago? – dijo en voz baja, como preguntándose a si misma, y mirándome.

- Okey, hagamos lo siguiente - dijo cuando tomó asiento frente a mi.

- Lo que sea, señora Pang.

- Tiene que hacerme pasar un buen rato, hacer lo que yo le pida - sonrió con malicia.

Moví la cabeza afirmativamente: - Si… - sin tener la menor idea de lo que decía la mujer. No fue sino hasta que me dijo que me pusiera de pie y me bajara el pantaloncillo frente a ella cuando se me prendió el bombillo. Estaba estupefacto pero su fuerte voz y su actitud de mando hicieron que me pusiera de pie inmediatamente.

- ¡Le dije que se los quitara!! – dio la orden en voz alta.

Vacilé un poco y me bajé el short y los interiores hasta los tobillos, dando un paso hacia delante para que se salieran de los pies. Estaba tan confundido y me daba tanta vergüenza que me cubrí el pene con las dos manos.

- Ahora quítese la camisa - dijo encendiendo un largo y delgado cigarrillo. Cruzó las piernas y actuó como si yo no estuviera allí, no me veía.

Sentí cuando la cara se me puso roja, al darme cuenta de que no había forma de quitarme la camisa sin dejarle expuesto mi huevo. ¡Huevo a la vistaaaa!!!! Me do verguenza estar metido en esta situación tan difícil.

- ¿Qué estoy haciendo? ¿Me van a violar? – pensé para mis adentros.

- ¡Quítese la camisa ya mismo! – repitió de nuevo en un tono que me hizo creer que si no lo hacía, no habría ningún trato y todo se echaría a perder.

Rápidamente comencé a pensar en la forma de quitarme la camisa sin exponer mi encogido pene y se me vino la primera idea estúpida que me llegó: Me voltee y me saqué la camisa por encima de la cabeza sintiendo la misma vergüenza porque ahora me estaba mirando el culo pelao.

Luego me di vueltas sosteniendo la franela con las manos para taparme, preguntándome cuándo terminaría esta contrariedad y por cuanto tiempo mas estaría así.

- Relájese – sonrió, chupando de nuevo el humo de su cigarrillo.

- Enséñeme su huevo - Lo dijo en una forma que me hizo pensar que había visto muchos penes en su vida y que el mío le iba a parecer el mas pequeño de todos.

Sus ojos se apartaron de los míos y vi cuando se enfocaron en mis manos.

- Ah, señora Pang, discúlpeme por no tener el dinero que le debo. ¿Puedo hacer una llamada telefónica a un amigo para que me lo traiga mañana en la mañana?

- De nuevo me callé al ver que no estaba de acuerdo. Tenía una sonrisa en su cara a punto de estallar en risa cuando me preguntó:

- ¿Cómo va a llamar?

Nunca en mi vida estuve tan torpe como ahora. Quiero decir, ni siquiera había teléfono en el apartamento y eso era a lo que ella se refería.

- Usted es muy gracioso. Le voy a buscar uno – se ofreció, creo, mientras daba otra larga chupada a su cigarrillo y lanzó el humo sobre mi cuerpo.

- Entonces, ¿Qué cree usted que vale doscientos dólares? – preguntó cuando bajó la pierna que tenía cruzada sobre la otra y las abrió para que yo viera bien en el medio de las pantaletas.

Aplastó el cigarrillo en el cenicero y en ese momento tuve la oportunidad de ver la piel suave y pálida mas arriba de las medias. Fue en este momento cuando supe lo que quería y yo también estaba ansioso. El huevo se me comenzó a parar entre las manos.

- ¿Te gusta, muchacho? Parece que me estas viendo las piernas, ¿ah?

Eran suaves como algodón. Miré cuando sus ojos bajaron al dejar de verme a la cara y se centraron en mi pene. Asustado por lo que pudiera pensar, tomé aire profundamente y quité las manos, dejando a la vista de la conserje mi huevo bien parado, como riel de ferrocarril.

- Guauuuu, qué parado lo tiene!! Ave María!! - dijo tapándose la amplia sonrisa con unos dedos de uñas bien cuidadas. Era la primera vez que una mujer me había visto el pene; sólo mi madre. Siempre pensaba que me sentiría diferente cuando me lo vieran las muchachas, pero esta escena era otra realidad. Vio cuando mi virgen huevo se dobló hacia arriba y se movía hacia arriba y hacia abajo alocadamente, sin control alguno, palpitando.

- ¿Te gusta mamar cuca, muchachito? - Preguntó cuando se colocó sobre la mesita del café y se abrió bien de piernas enseñándome la cuchara. Pude ver el grueso pelo negro de la cuca a través de las blancas pantaletas. Una pequeña mancha mojada se le notaba entre los pliegues de los labios menores de la hinchada cuca: esto me hizo quedar nadando dentro de un mar de deseos. Toda la escena me excitó mucho. La señora Pang no era una reina de belleza y su cuerpo estaba lleno de rollos, no era tan bonito para que yo me pusiera a hacerme la paja allí mismo, pero allí estaba: en ese momento y lugar lucía muy bonita.

Extendió una mano para desenganchar las correas de sus zapatos y les dio con el pie para que cayeran al suelo. Me miró a los ojos mientras se bajaba una media con ligueros pasando por los muslos, luego las rodillas y dejarlas bien recogidas alrededor de los tobillos.

- ¿Qué te parecen mis piernas…son bonitas? – preguntó cuando se bajó la otra media hasta la misma posición.

- Si – dije, exhalando el aire, mirando el punto mojado de nuevo en sus pantaletas. Ya era del tamaño de una moneda de plata de cinco bolívares, por los líquidos que le bajaban de la cuchara.

- Ven acá, muchacho!! – dijo haciéndome señas con los ojos para que me acercara.

- Ahora, ponte de rodillas - ordenó.

Me bajé hasta el piso delante de ella y como un perrito, esperé su próxima orden.

Dio una vuelta en la silla para quedar frente a mi y subió las piernas para descansarlas en los apoyaderos de la silla. Luego las abrió bien para que vieran mis ojos hambrientos de cuca.

Se veía desde muy cerca lo mojadas que estaban las pantaletas. Como apenas estaba sentada a un metro de distancia pude captar el fuerte olor de la cuca, y a pesar de que no era agradable, yo solo quería seguir oliendo y oliendo. La mancha del tamaño de una moneda ya no era redonda y delante de mis ojos ya no tenía ninguna forma en particular: no se parecía a nada porque ya la pantaleta estaba completamente saturada, llena de líquidos.

- Ahora me vas a dar una buena mamada de cuca y no olvides que me debes doscientos dólares. Tiene que ser una buena mamada - diciendo esto y cambiando de posición para que el culo le quedara el borde de la silla.

- Si - Me oí yo mismo decir como si estuviera en un lugar muy distante. Llevé la cabeza hasta en centro de sus piernas y le bañé sus gruesas piernas con besos suaves, lentos, hasta llegar a la maquinita que producía tato dinero. ¡Coño! ¡Hasta gratis lo hubiera echo, no joda!!

Llegué hasta su sexo cubierto por la pantaleta, caliente, picante, y se lo chupé como si estuviera comiéndome un helado, haciendo todo lo posible para que no se me derramara, derretido por el calor del verano.

La cuca se derretía en mi boca. Metí suavemente el dedo debajo de de la tela mojada y la jalé llevándola hacia un lado. Me retiré algunos centímetros hacia atrás para ver el escenario completo de mi primera cuca de mi vida, la única que había visto de verdad, si hacerme la paja y sin tantas fantasías. Los labios mayores y menores eran negros e hinchados como dos pedazos angostos de carne asada, de esos que le ponen al choripán en las esquinas de El Silencio, centro de Caracas. Lucían mas oscuros que el hueco rosado de la cuca, muy mojado este, y chorreando un líquido cremoso, pero lo que mas me intrigó de la cuca de esta vieja china, o japonesa fue el clítoris. Era grueso y mas grande que cualquiera que de las que hubiera visto en las películas porno. Permanecía erecto, parado por sus propios medios y parecía un pene en miniatura.

- Apurate, niño! Ya no me aguanto, estoy demasiado caliente!!! - gemía.

No perdí tiempo y empecé a darle golpecitos con la punta de la lengua a aquel pequeño huevo y me lo chupé suavemente jalándolo con mis labios. Rápidamente me di cuenta de que mi helado se estaba deshaciendo rápidamente, así que dirigí mi atención al centro del helado. Le lamí la cuca, dándole golpecitos con la lengua, y me quedé mirando el fondo del hueco y luego observé lo largo que eran aquellos gruesos labios de la cuca: luego recorrí la vista hasta abajo, en donde comenzaban.

Su respiración entrecortada se había transformado en gemidos en voz alta y sentí cuando colocó sus manos sobre mi cabeza, presionándome hacia abajo sobre la cuca. Quedé en medio de aquella humedad, todo estaba mojado. Puse la lengua biend dura y la metí dentro del hueco, llegando hasta lo mas profundo que pude, torciéndola y moviéndola en círculos dentro de ese hueco. Yo movía la cabeza hacia delante y hacia atrás y mi nariz rozaba sobre el clítoris ya demasiado grande, porque había crecido.

- ¡Mámame el hueco de esa cuca, muchacho, así, así, asíiiii!!!! – gritaba gimiendo entre un respiro y otro.

Retiré la lengua de su caliente hueco y abrí bien la boca para poder cubrir toda la cuchara. Luego le seguí chupando los labios carnosos de la misma manera, como por dos minutos hasta que logré de nuevo controlar el helado para que no se me derramara por los lados. Prontamente volvía a su sorprendente clítoris, enorme, está de mas decir. Me lo chupé bien duro, mas y mas duro, golpeando mis labios entre si cada vez que llegaba a la punta del clítoris y se me salía de la boca. Le daba con la lengua y lo hacía dar vueltas, en círculos, en forma muy agresiva entre chupada y chupada, mis largas lamidas hacia arriba y hacia abajo dentro de aquellos labios mayores y menores de la cremosa cuchara.

- ¡Aaaaahhhhh, así, así, voy a acabar dentro de tu boca, muchacho!!! - gritaba en voz alta. Con sus manos presionándome la cabeza contra su cuca y sus piernas apretadas a los lados de mi cabeza. No me podía mover, menos respirar. Sentí su cuerpo sacudirse y le bombeaba la cuca contra mi cara varias veces antes de darme cuenta de que un jugo tibio, espeso me llenó la boca.

Me lo tragué y le seguí mamando mientras ella movía la cadera y cuca sin parar, persistentemente, contra mi cara, para que yo la mamara mas duro. Ya yo estaba sin aliento ni fuerzas cuando sentí que se aflojaron las piernas y que sus manos ya no hacían mas presión sobre mi cabeza.

Retiré mi cara mojada de su caliente y empapada cuca y tomé aire profundamente, bastante aire que me hacía falta. Miré hacia arriba a mi bella conserje, la que cobraba la renta. Me dirigió una sonrisa desde arriba.

- Tú si que sabes mamar cuca, muchacho!! ¿En donde aprendiste? – me felicitó, subiéndose las pantaletas de nuevo.

Bajó sus piernas hasta el suelo para poder colocárselas: estaban llenas de un líquido pegajoso, como crema.

- Mañana me pagas el resto, de la misma forma, ¿okey? – dijo cuando se puso de pie y se subió las medias hasta sus gruesas y hermosas piernas. - ¿Si me vas a pagar mañana lo que me debes? - Preguntó en un tono mas serio.

- Claro que si – le dije incrédulo. El huevo me dolía porque quería acabar, me dolía mas que la lengua. Yo deseaba cogerme a esta china asiática, cogérmela bien duro, hasta sacarle la mierda en ese momento, pero hizo hincapié en que todavía le debía dinero por lo que no debía pedirle nada. Después que se colocó los tacones altos, pasó frente a mi y me dio una palmadita en la cabeza:

- No te preocupes, tal vez mañana te haga la paja yo misma, después que me pagues todo el alquiler- se rió antes de salir y cerrar la puerta, dejándome de rodillas, con el huevo erecto, aquel machete que palpitaba.

Me acosté en el suelo y me puse a hacerme la paja, preguntándome si se sentiría lo mismo si la señora Pang me hubiera hecho la paja. Me detuve cuando oí una voz proveniente del pasillo. Rápidamente me puse de pié y miré por la mirilla o agujero de la puerta.

- ¡Otra vez estás atrasada con el alquiler, Sheila!! - le dijo en voz alta a la joven mujer que vivía en apartamento frente al mío.

- Ay, discúlpeme, señora Pang. ¿Por favor podría entrar a ver cómo podemos arreglar? - oi que le preguntó la jóven.

- ¿Cuánto te falta para completar el alquiler? - sus palabras siguieron mientras desaparecía tras la puerta del apartamento de la vecina.

FIN

Lo primero y mas importante: les doy las gracias a todas las personas que escriben y envían sus relatos eróticos a esta buena página. Todos ustedes son mis amigos y los aprecio mucho. Por lo menos utilizan su gran imaginación, y eso es lo importante.

Segundo: discúlpenme los lectores que no están conformes con este cuento. Lamento que al personaje no le mamaran el huevo, no hicieran el amor, la china no diera culo, ni nada; que no le disparara todo el semen de su huevo sobre los pies, las piernas, la cuca, el culo, el estómago, los senos, la cara, y la boca. Sonrían. Gracias.


Traducido por Marcos Urbina
Traduttore_traidore

CUENTO ORIGINAL EN INGLÉS:

When I moved into my first apartment in the summer of '89, I had just
turned 18. I was excited to be out on my own. I had been searching for
months but due to the fact that I had a crappy job and was considered
a high risk tenant, my applications were denied at all of the nicer places
in the city.

I was just about to give up and remain at home for another year when
I received an approval from a large building located in a not so popular
part of town. Needless to say, I didn't care. I would have lived anywhere.

I desperately needed a place where I could impress the girls and maybe
get laid without worry of my parents screwing things up.
My apartment was on the sixth floor. It was small and ugly looking but
my imagination ran wild with ideas as I stood in the front door surveying
my new dwelling. There were cracks in the ceilings, walls and floors. The
smell was rank as if the people before me had been pissing in the corners.
The bathroom was the worst and hardest to clean but in a weeks time, I
had managed to change the apartment into a nice and livable environment.

Looking back on those days, I laugh, because my priorities were way out
of order. I was more concerned with having a place to party and have wild
uninhibited sex than paying the rent. I was so wrapped up in the freedom
of living alone, that paying $500.00 on the first of the month didn't hit me
until my third week there.
I borrowed money from a friend at work and after paying the rent, I
quickly reverted back to my non-caring lifestyle. The fact that not one
girl had come up to my new place was frustrating. I had thought that
things would be different for me once I got my own place but having
no money screwed everything up.

So I masturbated. Every morning, noon and night dreaming of a bevy
of beautiful girls running around my apartment naked. In fact I was
masturbating more than ever. I was even missing time from work just
to lay on my couch and pump my horny cock to the 20 Minute Workout,
I dream Of Jeannie and any other show that followed. I was a mess. I had
no idea that I was fired until I snapped out of my masturbation coma long
enough to go to my mailbox and see that they had sent me my last check.
" Oh, how nice," I thought. " Saved me the trouble of catching the bus."
I was kind of in shock when the first of the month came and I was still
short two hundred dollars and no job. I secluded myself in my apartment
and waited for the eviction notice.
Exactly five days into the new month, I was awoken by a loud knocking
on my door. Scared and embarrassed, I mustered up enough courage to
answer the door. " Face the fiddler because I sure as hell can't pay the
piper," I thought as I opened my door and wasn't surprised at all to see
the land lady.

She was an older Asian lady. Forty or so with short cropped hair and a
serious attitude. She was smaller than I but we both knew who was who
on the Landlord/Renter food chain. She seemed to glow with power.
As soon as I opened the door she walked passed me and into my slowly
diminishing domain. Her eyebrows were thin and created a wave effect
over her roaming dark eyes. She scanned the apartment as I stood there
unable to say anything.
" You late on rent, boy!," she stated loudly looking at my humble home
as if it were the first time she had been in any apartment in the building.
" I'm sorry," I said, looking at the floor, clutching on to the open door
for support. My legs were all of a sudden very shaky and tired.
" You fix up real nice and now you late with rent," she added
" I, well you see, I lost my-," I started but her eyes turned on me and I
shut up with my lame excuse.
" I no care about your excuse boy! Excuses don't pay rent, huh?"
" No they don't Ms. Pang, Im sorry," I mumbled.
" How much you got for rent?"
"Im short two hundred dollars."
" I see," she said as she began walking around again, looking at
everything as if it all would soon be hers.
" Shut the door and sit down," she instructed
I did as she said hoping that if I played my cards right she might let me
pay the two hundred on the next months bill.
I lost visual contact with her when she went into my bedroom. I still
didn't move when I heard my dresser drawers being opened and closed.

I was powerless.
" Why you lose job?," she called out, still in my room.
" Um, I ," I tried to answer but couldn't. I was stumped, I mean how was
I to explain that I had been taking off to much time from work just to
enjoy private masturbation without worry of my parents walking in on
me. How was I to explain that?
She slowly walked out of my bedroom and looked into the bathroom
before she came to stand in front of me once again. This time her eyes
were steady fixed on mine. I felt like a lump of shit.
" I make deal with you, boy," She said with little interest.
" Um, sure! Anything, I will pay it to you as soon as-," I started.
" NO! You late already! When you no pay me, I have to pay out
of own pocket, none of this next month shit! I have to pay on time too!"
" Im sorry"
" Yeah, your sorry no make nothing! Shit," She said softly looking me
over.
" Okay, here is deal," she continued as she sat down across from me.
" Anything Ms. Pang"
" You got to give me good time, do what I say," She smiled wickedly.
I was shaking my head 'yes' and had no clue at the moment what she
was talking about. It wasn't until she told me to stand up and pull my
shorts down in front of her that everything clicked. I was shocked but
her powerful voice and attitude had me standing in no time.
" I say take them off!," she demanded loudly.
With a little hesitation, I pulled my shorts and underwear to my
ankles and stepped out of them. I became so embarrassed that I covered
my penis with both of my hands.

" Now your shirt," She said lighting a long thin cigarette, crossing her
legs and acting if I wasn't even there.
I felt myself become flush red as I realized that there was no way to take
off my shirt without exposing my cock to her. I felt ashamed for getting
myself into this situation. " I mean, what was I doing? Is this r*pe? Am I
being r*ped!," I thought to myself.
" Take you shirt off, now!," She repeated again in a tone that made me
believe that the deal was close to ending if I didn't.
I quickly began to think of ways that I could take my shirt off without
exposing my shriveled penis.
I took the first stupid idea that came to me, turned around and pulled
my shirt over my head, feeling equally ashamed that she was looking at
my bare ass. I turned around holding my T-shirt in my hands, hiding my
penis, wondering when this would be over and how much more I would
have to do.
" Relax," she smiled, taking another pull off her smoke.
" Show me you cock," She stated in a way that made me think she had
seen many and mine was destined to be the smallest. Her eyes moved
from mine and I watched her as they focused in on my hands.
" Uh, Ms. Pang, I am so sorry about the money I owe, I will make a phone
call and have it in by mornin-," I shut myself up again, seeing her
displeasure.
With a smile that was ready to break apart with laughter she asked me,
" How?"
I was never more unprepared in all of my life as I was now. I mean, I
didn't even have a phone and that's what she was referring too.
" You funny, I give you that," She complimented, I think as she took
another long pull off he smoke and exhaled it on to my body.
" So, what you do that is worth two hundred dollar?," she asked as
she uncrossed her legs and spread them apart so I could see further
up her thighs. She smashed her cigarette out in the ashtray giving
me a chance to see the pale white, soft skin at the tops of her stockings.

It was at this point, I knew what she wanted and I was beginning to
feel the same way. My cock started to harden beneath my hands.
" You like that boy? You like looky up my legs, huh?," She soothed.
Her was as smooth as silk. I watched her eyes drop again from mine to
my covered penis. Terrified what she would think, I took a deep breath
and moved my hands, exposing my hard cock to my landlady.
"Ewww, you hard! Oh my!," She said covering her broad smile with
her manicured fingers. It was the first time that any woman had seen
my penis besides my mom, I had always pictured the scenario to be
different. She watched as my virgin cock twitched and bobbed up
and down uncontrollably.
" you like to licky the pussy, boy, huh?," She asked as she placed her
on the coffee table and spread her legs wide. I could see the dark thick
hair of her pussy mound through her white panties. A small quarter size
wet spot in between the folds of her swollen pussy lips had my mind
swimming in a sea of lust. The whole scene was such a turn on for me.
Ms. Pang was no beauty queen and her chunky body was not the type
that I would masturbate myself off too, but right then and there, she was
beautiful.
She reached forward and unlocked the clasps on her heels and kicked
them to the floor. She watched my eyes as she rolled her stocking down
her thigh, over her knee and left it bunched up around her ankle.
" you think my legs sexy?," She asked as she rolled her other stocking
to the same position.
" Yes," I exhaled, looking at the wet spot again that had flooded into
silver dollar size.
" Come here, boy," she said motioning with her eyes for me to come
beside her.

" Now get on your knees," she instructed me.
I plopped down on to the floor before her and like a puppy dog, awaited
her next command.
She swiveled in the chair facing me and pulled her legs up and rested
them in the arms of the chair. Spread wide for my horny eyes, now was a
close view of her soaking panties. I was three feet away and could smell
Ms. Pangs pussy scent. It was a strong smell and even though it was not
all that pleasant, I wanted to smell more. The silver dollar size wet spot
had lost its form and before my eyes had taken no particular shape. She
was drenched.
" Now you do good pussy suck and I forget one hundred dollar," She
said as she shifted her ass to the edge of the chair.
" Yes," I heard myself say from some far away place. I moved my head
between her thighs and showered her thick legs with soft kisses slowly
making my way to the money maker. Hell, I would have done it for free.
I reached her pungent pantied covered sex and sucked on it like I was
trying to control an ice cream cone on a hot summers day. Her pussy was
melting in my mouth.
I gently slipped my finger under the wet material and pulled it aside. I
pulled back a few inches to get the full effect of seeing my first real life
pussy. Her lips were dark and swollen like two strips of roast beef that
you get on your sandwich at Arby's. They were darker than her pink
pussy hole that was very wet and leaking cream but what intrigued me
the most about this old Asian woman's pussy the most, was her clitoris.
It was thick and larger than any I had scene in any porno movie. It stood
erect on it's own like a miniature penis.
" Hurry, boy! I so horny!," she moaned.
I wasted no time, flicking at her little dick with my tongue and sucking
it softly between my lips. I quickly realized that my ice cream was melting
rapidly, so I adverted my attention to the source. I lapped at her cunt,
starting at the bottom and then up the length of her thick lips, then back
down.
Her heavy breathing had turned into loud moans and I felt her hands
on my head, forcing me down, into her wetness. I probed her pussy hole
with my stiff tongue, going as deep as I could and wiggling it around
inside. I shook my head back and forth. My nose flicking at her oversized
clit.

" Sucky my pussy hole, boy, oh yes!," She moaned between breaths.
I withdrew my tongue from her hot hole and opened my mouth wide,
covering her entire pussy. I sucked on her meaty lips like this for a couple
of minutes until I had my ice cream back in control then I went back to
her amazing clit. I sucked hard on it, smacking my lips together every
time I reached the end and it slipped out of my mouth. I flicked at it,
stinging it with my darting tongue. Circling it aggressively in between
my long hot licks up and down her creamy pussy lips.
" Ewww, yes, I cum in you mouth boy!," she screamed out loud.
With her hands pushing down and her thighs now clenched tight to
the sides of my head, I couldn't move, let alone breathe. I felt her body
jerk and she pumped her pussy into my face several times before I realized
a warmer, thicker juice fill my mouth. I swallowed and sucked her pussy as
she fucked my face relentlessly. I was almost out of breath when I felt her
legs relax and I felt the pressure of her hands were gone. I pulled my
wet face from her hot pussy and took a deep and well needed breath.
I looked up at my beautiful Landlady. Her eyes were and she smiled at
me from above.
" You good pussy suck, boy!," She complimented as she pulled her panties
back into place and let her legs drop to the floor allowing her dress to her
creamy panties.
" You pay me the rest tomorrow, same way. Okay?," She said as she stood
up and pulled her stockings up to her thick thighs. "You will pay tomorrow
right?," She asked in a more serious tone.
" Uh, yeah," I said in disbelief with my cock aching to cum, aching to
feel deeper what my tongue couldn't. I wanted so badly to fuck the shit
out of this old Asian woman but she made it clear that I still owed her
and I was in no position to ask.

After she strapped her heels on, she walked passed me and patted me
on the head.
" Don't worry, maybe tomorrow I jack you off, once you pay the rent in
full," She laughed before she closed the door leaving me on my knees
with a throbbing cock.
I lay back on the floor and stroked myself, wondering what it would
feel like to have Ms. Pang sexy hands jerking me off. I stopped when
I heard her voice in the hallway. I quickly got to my feet and looked
through the peephole..
" You late again with rent, Shelly!," She spoke loudly to the young
woman that lived in the apartment across the hall from me.
" Oh Im so sorry Ms. Pang, won't you please come in and maybe
there is something we can work out?," I heard the young woman ask.
" How much you short this month-," her words trailed off as she
disappeared into my neighbors apartment.



First and most importantly, lots of thankyou's for all the people who
write stories for the NGs. I love every one. Well not entirely true but
at least I can thankyou for using your imagination.
Secondly for the disappointed readers of this tale.
Im sorry that the character in this story didn't :
get a blowjob, had sex, sucked toes, gave anal oral or : Squirted his
cock cream on her , feet, calves, thighs, pussy, ass, stomach, breast,
face, mouth. I just wasn't in the mood and it wouldn't be right to
stretch the truth, now would it? ( smile)


End of Story
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