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Categoría: Lésbicos

La ducha

La historia que pasaré a relatarles me ocurrió hace poco más de un año, una amiga me invitó a su apartamento en la isla de Ibiza, y me fui con ella y con su marido dispuesta a pasar un fin de semana con ellos, muy sanamente en esa hermosa isla. En la mañana del sábado me llevaron a una playa casi privada, solo había unas 10 personas en ella y me atreví a quitar la parte de arriba de mi bikini, para broncear mis pechos. Era muy grata la sensación del sol acariciando mi piel, y la brisa fresca del mar hacía que mis pezones estuviesen erectos.



Al caer la tarde nos fuimos de la playa a su apartamento y el marido de Nina se quedo ordenando comida para cenar.



El caso es que el apartamento tiene un solo baño y yo quería quitarme el agua salada de la piel, así que entré primero a ducharme, abrí el grifo del agua esperando a que saliese templada, observé la marca del sol sólo en la parte baja de mi cuerpo y me agradó. Pasaba un dedo dibujando la parte blanca de mi piel y el sol que había recibido por el día en mi entrepierna empezó a salir sintiendo unos deseos inmensos de masturbarme. Comencé a acariciarme. Primero mis labios, metiéndome un dedo dentro de la vagina, lo saqué y sentí su aroma. Pasé a contemplar mi clítoris, que en este momento estaba más grande, y no pude evitar exhalar un suspiro, casi gemido, de placer cuando el chorro de agua tibia calló directamente sobre él. En ese momento Nina llamó a la puerta, diciendo que necesitaba usar el sanitario. Le abrí la puerta sin cubrir mi cuerpo y la dejé entrar, ella se sentó en el WC y se puso a orinar. Yo quería entrar de nuevo a la ducha pero ella me hablaba y no quise ser descortés. Me asombró cuando la vi tocándose el clítoris mientras orinaba, pero ella me dijo que le producía mucho placer cuando hacía las dos cosas simultáneamente.



Cuando termino de explicarme, estaba yo más ardiente aún y decidí meterme a la ducha de nuevo, y Nina dijo: Debby, mi marido no tardará en llegar, ¿me puedo bañar contigo para ahorrar tiempo? .No tenía ningún inconveniente de que una mujer tan hermosa se bañara junto a mí y le permití entrar a la ducha. Ella agarró la esponja y el gel de baño y empezó a enjabonar sus senos, yo le pedí que por favor me enjabonase la espalda y ella aceptó. Sentí su mano en mi piel y mi espalda se estremeció con la sensación. Le pedí que me dejara enjabonar la suya y con suavidad le di la vuelta para que su delicioso culo quedase a mi vista, (en este momento mi pulso estaba a millón) y empecé a enjabonar su cuello, pero sin la esponja, sólo con mis manos. Ella se dio cuenta pero no dijo nada, así que seguí enjabonándola.



Recorrí toda su espalda muy bronceada y morena, y llegué a su cola. Cuando la toqué entre sus nalgas con la mano llena de espuma dio un respingo, pero no se dio la vuelta y yo de nuevo quise sentir esa calidez que tenía allí dentro. Con la mano derecha seguí por su línea natural acariciando entre sus nalgas y con la izquierda pase de su hombro a su seno. Ella arqueó la espalda echando su cabeza hacia atrás, lo que aproveché para lamer su oreja. Me di cuenta de que estaba a mi merced así que recosté mi cuerpo contra el de ella. Mis senos y pezones duros se acariciaban con su espalda, y mis manos hacían de su cuerpo lo que querían.



Me retiré solo un poco y sujetando sus dos manos por las muñecas las subí por encima de su cabeza, y ella me dejo hacer. Me recosté de nuevo contra ella y acerqué mi boca a la suya, pero no la bese, sólo le recorrí los labios con la punta de la lengua, lo que la hizo estremecer. Acariciando sus senos fui bajando por su cintura hasta llegar a su coñito. Puse primero un dedo y la espuma de mi mano la lleno completamente. Acaricié siguiendo su abertura hasta llegar a su entrada, introduje un dedo y lo saqué para regresar de nuevo a su clítoris. Se estremecía de placer.



Mientras yo la sujetaba y la acariciaba, le solté las manos para que se colocara debajo del chorro de agua y se aclarase el jabón que había puesto en su cuerpo. Cuando se fue todo el jabón la recosté de nuevo contra la pared y sujetándola por la cintura la besé, con un beso caliente, largo y húmedo. Mi lengua reptaba dentro de su boca y podía respirar sus jadeos..... Ella se dejo besar y luego me beso ella a mí. Metió su lengua larga y reptante dentro de mi boca. Creí que me correría solo con eso. Me separé y teniéndola aún sujeta por la cintura, bajé hasta su coño y le pase ligeramente la lengua por su clítoris pequeñito pero erecto.



Ya bajo los efectos de mis caricias, sus vellos púbicos estaban todavía húmedos por la ducha y pequeñas gotitas colgaban de ellos. Yo quise beber de allí y así lo hice, aspirando todo su olor de hembra en celo, mi boca se pego a su coño y la absorbió. Mi lengua entraba y salía de allí, mientras ella gemía como una loca. Apreté su clítoris con mis labios y lo sujeté con firmeza. Un brinco de ella me indicó que le gustaba. Mi boca, mis labios y mi lengua estaban allí comiéndola por completo, ella estaba a punto de correrse y sujetó mi cabeza con sus manos para atraerme más hasta su cuerpo. Dos de mis dedos entraron en acción para meterse dentro de ella y los metí profundamente de forma tal que quedasen con el movimiento hacia su punto interior de más placer. Allí dentro mis dedos se movían con frenesí, mientras mi lengua acariciaba su clítoris. El orgasmo no tardó mucho en llegar y entre un gemido, casi aullido, y un espasmo, la hice correrse en mi boca.



Sus jugos estaban en mi cara, su aroma a sexo en mi piel y todavía mis dedos se movían dentro para exprimir las últimas oleadas de placer que quedaban en su cuerpo. Me incorporé y la besé, salió de la ducha y yo terminé de ducharme. Cuando salí del baño ella se vestía. Yo todavía demasiado excitada no la dejé terminar.



Me pregunto si yo era lesbiana y le dije la verdad: "yo no soy lesbiana, ésta es mi primera experiencia con alguien de mi mismo sexo, pero he de confesar que a veces me descubro siguiendo con la mirada a una mujer con un cuerpo hermoso, y otras me asombro cuando tengo pensamientos eróticos con alguna conocida, hasta llegué a excitarme una vez que una amiga me toco los senos en son de broma".



Ella soltó una sonora carcajada, y me dijo: "yo lo sabía, sabía que tú no eras totalmente heterosexual. Te leí en la mirada como recorrías mi cuerpo, te adiviné tu lado oculto de bisexualidad". Le di la razón y reímos juntas, nos tumbamos en la cama y seguimos haciéndonos el amor hasta que llego su marido con la cena.


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