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La divina adivina, el final

-Claro, cariño, recuerda que soy adivina -y Erato le da un ligero beso en la mejilla a Desiré, la jefa del equipo de animadoras, cerrando la puerta.



Santi siente escalofríos junto a la ventana. Las noches de finales de abril siguen siendo frescas y el pobre muchacho se estremece cuando se vuelve a meter la polla en los calzoncillos y sube la cremallera del pantalón. La humedad del semen en sus calzoncillos no ayuda a que entre en calor ahora, aunque hace un rato lo cierto es que estaba muy caliente... era puro fuego, casi despedía vapor, como una olla a presión. Pero es que lo que estaba contemplando por la ventana de la casa, agazapado entre el seto, no era para menos.



Erato, la adivina, estaba jugando en la cama con Desiré, y no precisamente a una guerra de almohadas. Vuelve a recordar la escena de la chica desnuda y atada sobre la cama, con los ojos vendados y la señora vidente dejando el vaso de whisky sobre la mesa y cogiendo un pedacito de hielo...



Ufff...



Ni en todos vuestros sueños más morbosos habéis imaginado la de cosas que se pueden hacer con un cubito de hielo... Y después del hielo, toda una sesión efervescente de puro delirio volcánico basada en la cata, demostración y experimentación de un sinfín de juguetes sexuales que introducía la adivina con premeditación y alevosía en todos y cada uno de los agujeritos de la animadora, mientras esta se revolvía como loca, atada en la cama, gimiendo y suplicando que le permitiera correrse ya...



-Por favor, ama... Deja que me corra, por favor, por favor...



Y cuando el ama consiente, Desiré tiene el orgasmo más exagerado, ruidoso y salvaje que ha visto Santi en toda su amplia experiencia de visionario y crítico de películas porno.



Afortunadamente Santi no necesitaba el permiso del ama para correrse, porque ya lo había hecho, y un par de veces... En la última paja casi ni eyaculó, salió un liquidito claro y poco viscoso, y le entró una sensación de flojedad en las piernas que casi se cae al suelo, unido al estremecimiento producido por el relente de la noche. Al cabo de unos minutos, Desiré sale de la casa; Santi no sabe si llamar o no cuando la ventana se abre y Erato le mira haciendo un gesto condescendiente.



-Sí, ya lo sé. No digas nada. Volviste a por tus gafas que habías dejado olvidadas sobre el lavabo, pero se ve que solo las necesitas para ver de cerca, porque de la sesión de consulta anterior creo que no te has perdido ni un detalle, cielín. ¿Te has corrido sobre mis margaritas? Bueno, igual crecen mejor... Venga, toma tus gafas y esto -le da una botellita-, que lo necesitarás.



-¿Es una pócima mágica? -pregunta el chaval con aire algo avergonzado.



-No. Es un Aquarius, sabor naranja. Necesitas reponer líquidos. No te hagas más pajas esta noche, o acabarás seco. Ya me ocuparé yo de dejarte seco durante estos días. Buenas noches, chico, vete ya a casa -dice sonriendo y cierra la ventana.



-¡Eh! ¡Espera! ¡Tengo que preguntarte algo! ¡Espera! -grita Santi en vano, ya que la luz del dormitorio se apaga, así que decide irse.



***



-¡Eh! ¡Espera! ¡Tengo que preguntarte algo! ¡Espera! -grita Santi a Luismi, en los uno de los corredores de la universidad, antes de entrar a clase.



-Llegamos tarde...



-A la puta mierda las clases. Nos las pelamos, tío, tengo que hablar contigo y es importante. Vamos al bar.



Luismi vuelve a mirar la tarjeta de la adivina que le ha mostrado su amigo, tras contarle toda la historia, y este sigue mudo, sin decirle nada.



-Bueno, habla ya... ¿qué te parece? ¿No es raro? O sea, que es muy raro... Porque no voy a despreciar un regalo así, vamos, una tía buena y experimentada que... que bueno... que me está ayudando a... bueno... Pero que esto me da mala espina, que lo que me parece más raro es que me diga que yo le gusto.



-¿Y por qué no le puedes gustar? No eres Brad Pitt, ya lo sé, pero yo tampoco soy Tom Cruise... Y le gusto a...



-¿A...?



-A... Nadie -Luismi enrojece-. Joder, tío. Te lo tengo que decir, coño, que eres mi mejor amigo, como mi hermano. Le gusto a Borja. Soy bi...- y se queda con la mirada baja, mirando la tarjeta de Erato.



-¿Vi..? ¿Eres vidente? ¿También eres un jodido vidente, tío? -se asombra Santi.



-No, joder, ¿estás gilipollas o qué? Soy bi... bisexual.



-Aaah. Bueno, suponía que eras gay, porque esa noche de la feria te vi tirándote a Borja -tuerce el gesto Santi, algo incómodo, y toma un trago de su coca-cola- El Borja... Era el Borja, coño... ¿No había otro?



-Sí, bueno... Yo... No sé qué pasó. Estábamos peleando, cuando de pronto le noté encima de mí, y él tenía la polla más dura que un madero, y yo me puse como una moto, y entonces...



-Para, tío, ahórrame los detalles, que no son necesarios. Vale, eres bisexual. Si eso no es problema, y, si lo miras bien, es una suerte, ya que tienes el doble de posibilidades de ligar.



-Borja no es tan mal tío, pero está hecho un lío. No quiere que nadie lo sepa, pero me contó que Desiré ya estaba empezando a sospechar algo, porque no se la folla, y cuando quedan para follar de una vez, él pone una excusa. Además, él me dijo que ella tiene problemas. Está loca por follar con alguien que la haga correrse. Creo que Desiré piensa que es frígida.



-¿Frígida? Anda yaaaa... Pero si tuvo en casa de la adivina un orgasmo más sonoro que el de la Meg Ryan en la escena esa del restaurante de Cuando Harry encontró a Sally, ya lo creo... Bueno, al menos ya tengo claro lo que me intrigaba. Desiré pensaba que era frígida y fue a la consulta de Erato por su problema. Creo que la vidente se encargó de demostrarle que no es frígida, sino que lo que le gusta es el sexo poco... convencional.



-Bueno, es una suerte haberlo averiguado antes. La noche del baile puedes ir con un traje de tiras de cuero, con el culito al aire, en plan dominador, muñequeras, látigo en mano... Mmmm...



-Vete a la mierda, Luismi, y como me mires el culo cuando me levante, te doy un rejostio.



-Jajaja... No te preocupes, tara'o, que tú no me gustas.



No jodas... -Santi le mira entre aliviado y decepcionado- ¿Yo no te gusto? ¿Y por qué no te gusto? ¿Qué tiene Borja que no tenga yo? Bueno, no, no me lo digas, que me deprimo.



-Santi, no seas crío... es que tú eres como mi hermano... A ti nunca te follaría. Aunque a tu hermana sí, sí que me la tiraría, fíjate tú.



-No empieces, nano.



-Creo que alguien nos está observando... -susurra Luismi, cuando ve a Erato asomarse de nuevo tras una columna y mirarles de soslayo.



*****



-Creo que alguien nos está observando... -Erato deja la felación para poder hablar y continúa la masturbación de Santi con la mano-. Sí en aquella ventana de allí, es una chica. No, no te vuelvas que se dará cuenta que la he visto. Se está haciendo un dedito mientras contempla cómo te chupo la polla... mmmmm...



Hace tiempo que han acabado las clases, todo parece aparentemente desierto en el patio de la Universidad. Apoyado tras una de las columnas sigue el chico con sus clases particulares, y su entregada entrenadora arrodillada ante él.



Ella vuelve a atacar con la boca y el muchacho se relame de gusto... Joderrrr... qué bien que la chupa; esta mujer hace birguerías con la lengua, y encima saber que hay otra chica que lo esta mirando todo y se está masturbando... Ufff... hace que la excitación se multiplique por mil. Igual esa chica desconocida está corriéndose ahora... Ufff.



-¡Me voy a correr ya! -gime. Intenta contenerse pero ya no puede más. Se derrama en la boca carnosa de la adivina y ésta se lo traga todo, todito, todo.



-Bien, has durado mucho más de lo que pensaba. Estoy muy orgullosa de tus progresos -le mira sonriendo y le guiña el ojo-. Esta tarde te espero en mi casa, puedes quedarte toda la noche si quieres, te tengo preparado un jueguecito que seguro que te gusta.



-Joder, ya me muero de las ganas...-babea Santi.



****



-Joder, ya me muero de las ganas... -susurra la chica al oído de la adivina.



-Shhh... Espera un poco, no seas ansiosa. Antes de hacer nada, recuerda mis lecciones. Hazlo como te he dicho yo, abre la boca, exhala el aliento en su polla, que te sienta, que sepa que de un momento a otro se la vas a mamar, disfruta jugando con la lengua. Lámela bien, saboréala, goza chupando, mámasela con ganas, y... sigue tu instinto.



Santi permanece desnudo, con los ojos vendados, con el periscopio asomando en el mar de sábanas de satén. Resulta que se la va a mamar esa misteriosa desconocida, la que se estaba masturbando en la Universidad mientras les miraba por la ventana.



-Bien -continúa Erato, dirigiéndose a Santi-. Esta noche será tu primera evaluación. Yo sé que la chupo extraordinariamente bien, que pocos hombres pueden resistirse mucho a mis mamadas profundas e intensas sin correrse pronto, por eso necesitamos que tu polla sea chupada por una boca menos experimentada que la mía. No. No me preguntes quién te la va a chupar, porque es un secreto.



-¿Pero la conozco? O sea... ¿Ella me conoce a mí? ¡No será un tío! ¡Como me entere que me la está chupando el Borja Mari me da un yuyu y me impotencio para la eternidad!



-Es una chica. Pero no te voy a decir nada más, cielín. Puedes negarte si quieres, ya te lo he dicho. Entonces se acaba nuestro trato y todos tan contentos. Tú dirás.



-Pues... vale, vale...



Vale, vale, y tanto que le vale, ya que la situación le parece de lo más excitante. Al cabo de unos minutos eternos, tras más susurros interminables...



Sí... Ahora. Siente como le toca, como una mano suave y algo temblorosa le agarra la polla y le pajea con suavidad. No, no se la chupa como lo hace Erato. Es algo más torpe y a veces le araña un poco con los dientes, pero le pone empeño y... vaya empeño... y ese sonidito que hace con la lengua... ufff. Oh, dios... ahora nota que son dos lenguas las que están lamiendo su polla, que mientras una se entretiene en el glande, la otra baja por el tronco hasta los testículos y que va mucho más allá... Ya, ya no puede más.



-Estoy a punto de correrme, sí, sí, seguid así... No os paréis, aaaaaaaaaah... -Santi oye la tos que le producen los chorros de semen a la muchacha al intentar tragar muy rápido.



-Ahora te toca a ti, pollo. La chica está muy excitada... Cómele el coño hasta hacerla gritar de placer -le susurra Erato al oído.



Luego oye la puerta al cerrarse. Erato ha abandonado la habitación. La otra chica sigue ahí, sin decir nada, puede sentir su respiración. Santi no sabe qué hacer o qué decir. Darle las gracias le parece poco... procedente.



-Lo... lo has hecho muy bien. No... No sé quien eres, pero me ha encantado lo que me has hecho. Me la has chupado de puta madre, en serio. Yo quiero corresponder, o sea, me muero de ganas de comerte el coño, ¡coño! pero es que no te lo veo y si no me guías tú no voy a saber si te estoy comiendo el chichi o lamiendo la funda de la almoha...



No puede terminar la frase. Una mano orienta su cabeza hasta tenerla entre sus piernas. Sí, si que está excitada, vaya que sí. Esta muy, muy mojada.



Erato oye los gemiditos y jadeos desde la otra habitación, señal de que el chico se lo está haciendo bien. Sí. Ella sabe perfectamente que si una cosa sabe hacer bien este chico es un buen cunnilingus. Su lengua es vibrante e incansable. Tiene una lengüita endemoniadamente eficaz, decidida, enérgica...Mmmm. Erato se relame excitada al seguir escuchando los jadeos de la joven. Sube su falda, baja sus bragas. Sonríe y abre un cajón. Dos preciosas y brillantes bolas chinas que la mujer introduce en su vagina con deleite.



Al cabo de unos minutos más, unos jadeos intensos y luego el silencio.



-Se ha ido -Santi está perplejo sobre la cama quitándose la venda de los ojos-. En cuanto se



ha corrido se ha vestido y se marchado, y sin decirme nada, ni una sola palabra. ¿La conozco? ¿Era Desiré?



-Shhh... Calla, que ahora me toca a mí -Erato le besa apasionadamente y el muchacho responde con la misma intensidad-. Mmmmm... Tu boca sabe a su coño, me encanta.



-¿Qué vamos a hacer? -pregunta el chico cuando la mujer se vuelve a levantar de la cama, pero se calla cuando ella vuelve con un montón de consoladores, vibradores.



Se desnuda despacio, sin dejar de mirarle. Santi tampoco puede desplazar la vista de ese cuerpo de vicio, esos pechos orondos y ese hermoso coño que ella descubre totalmente y del que asoma un hilito brillante con una anilla.



-Son bolas chinas. Tira de ellas y las sacas. Ponme la venda en los ojos. Vamos a jugar a las adivinanzas. Me vas a ir metiendo los consoladores que quieras, que te aseguro que adivino cuál es.



-Imposible.



-¿Qué te apuestas, cielín? Si los adivino todos, eres mi esclavo sexual.



-Vaya novedad. Pero si ya lo soy -le guiña el ojo y luego le pone la venda-. Bueno... Estás demasiado segura. Acepto la apuesta pero si fallas alguno, harás lo que yo quiera, todo, todo lo que yo quiera, no te podrás negar a ninguno de mis deseos.



Le introduce uno, despacio, de color lila con vibrador, acciona el mecanismo, lo mete y lo saca lentamente.



-El pure vibes de color púrpura... Mmmm



Le saca ese y le introduce otro.



-Ohhh... Síii... Uno de mis favoritos. El Principe de Namibia, el negro... qué ricooo...



Sigue sacando y metiendo juguetitos, unos tras otros, en la vagina de la mujer, que está tan jugosa, tan húmeda y tan caliente... Joder, le encantaría meterle la polla, se muere por sustituir ese vibrador por su polla, que vuelve a estar dura.



Y, sorprendentemente, ella los va adivinando todos, absolutamente todos...



-El boogie breaker de color rosa... aaaaahhhh...



-¡No! -se ríe triunfal el joven.



-¿No? -se extraña ella-. No jodas.



Se quita la venda y efectivamente, extrae el boogie breaker, pero el de color amarillo.



-Eres mía. Todo. Todo lo que yo quiera. Me lo dijiste. No te puedes negar. Date la vuelta. Te quiero a gatas.



Algo reticente, Erato se da la vuelta y se mantiene a gatas. El muchacho entonces se levanta y agarra de los estantes unas cuantas cuentas de bolitas anales y un frasco de aceite corporal. Lo abre y lo huele. Vainilla... mmm.



Los dedos se meten en su vagina chorreante y caliente, los impregna bien de sus fluídos y luego unta el ano. Abre el frasco y vierte un chorrito en cada una de las nalgas y otro chorrito en la abertura. Le fascina ese culo lo brillante, reluciente, el ano provocador.



-Voy a jugar con tu culo. Tu agujerito va a ser todo mío. Qué pedazo de culo tienes... -lo acaricia- joder, vaya nalgas apretadas, y el agujerito también, y qué apretadito, hasta que te lo vaya abriendo con todos estos juguetes.



Con una mano se dedica a introducir los dedos en la vagina, mojarlos bien, y acariciar el clítoris con mucha suavidad. La otra mano la destina a acariciar el culo, bien lubricada, y a meter el dedo en el ano repetidamente para dilatarlo bien.



-Ahora te voy a meter unas bolitas en el culo... -lo hace, una a una- Ahora te las saco y las vuelvo a meter... Y un vibrador en el coño.



Ella, algo contrariada por haber perdido el control de la situación, se deja hacer, pero no puede evitar que se le escapen suspiros y gemiditos de placer, ni puede impedir que sus caderas empiecen a moverse al ritmo de los dos dedos del chico que entran y salen de su ano.



-Y... Ahora voy a follarte, Erato.



-No -niega rotundamente ella, incorporándose-. No estás preparado para hacerlo todavía, cielín. De eso nada, pollo. De meter la polla, ni hablar.



-¡No! -se encrespa el muchacho-. Estoy harto... ¡Estoy hasta los putos cojones de que me digas lo que tengo que hacer! ¡Y estoy hasta la polla de que me llames cielín o pollo o chico! ¡Me llamo Santi! ¡Y este Santi te va a follar, te voy a estar follando hasta que reviente! ¡Joder! ¡Te la voy a meter en el culo y me pienso correr dentro! Y si soy muy rápido al correrme, no te preocupes que no te voy a dejar a medias. Tengo multitud de vibradores, y mis dedos, y mi lengua, y de nuevo la potencia de mi polla, que harán que te quedes tan jodidamente satistecha que no podrás sentarte en una puta semana.



-¡Síii! ¡Fóllameeeee! ¡Joder! -Erato se vuelve a colocar en la posición de a gatas, temblorosa y excitada-. ¡Ya era hora de que te dieras cuenta! Ahora estás preparado. Sí, ahora sí. Fóllame, Santi, me muero de ganas de que me folles ya...



Y Santi sonríe victorioso y muerde y chupetea con lujuria las nalgas prietas de Erato, mientras la mano y luego la lengua se le va hacia el coñito jugoso de nuevo y a los pezones para continuar excitando, poniendo a mil a la mujer, que se muerde los labios para no suplicarle que la folle ya, que no puede más.



-Méteme un vibrador en el coño y déjalo conectado. Luego me follas por el culo...



Santi lo hace. Le introduce el dildo y ella gira la rosca del extremo que sobresale. Luego se posiciona, abre el frasco de lubricante y se recubre bien la polla. La posiciona tentando el orificio. Diosss... Esta vez síiii... Y de una sola embestida se la mete toda dentro.



-Sí... Joder... Qué... qué caliente estás, joder... -La polla entra y sale con algo de dificultad al principio, despacio... Santi puede sentir la vibración del dildo a través de las finas paredes que separan ambos orificios de la adivina, y el placer que le produce es inmenso, tanto como el placer que está sintiendo ella.



-Ahora más rapido, así, sigue, que no me haces daño, hazlo, fóllame duro, necesito correrme ya, estoy a punto de correrme ya, Santi, no puedo retenerlo más. ¡Sí! ¡SIIIII!



-Síii... dios, síiii -y el chico sigue embistiendo agarrado a sus caderas. La mujer gime mordiendo la almohada y el chico sigue y sigue...



-Ahora ya... Me corro, me corro dentro de tu culito precioso, Erato, me voy a correr dentro de tu culo, síiii... ¡Aaaaah! -y en esas últimas embestidas llena su orificio de semen cálido, que al extraer la polla va manando lentamente.



Un Santi rendido, sudoroso y feliz se abraza por detrás al cuerpo de una Erato también rendida, sudorosa y feliz. Ella siente los latidos acelerados de su corazón sobre su espalda y él puede sentir los de ella en sus manos que le abarcan el pecho.



-No he terminado contigo -resuella el chico sin aliento-. Toda la noche, me dijiste que podía quedarme toda la noche, así que toda la noche vamos a estar follando, hasta que me quede seco o se me caiga la polla a trozos. Te vas a quedar tan escocida que no vas a poder sentarte en semanas. Vas a tener que leer las manos de pie, jajaja.



-Lo que tú digas... -sonríe ella con cara de vicio.



********



-Lo que tú digas... -le dice su hermanaVanessa moviendo la cabeza-. Pero esto es una locura. Dentro de un ratito es el baile y cuando Borja te vea con Desiré te va a matar. Todos lo saben ya, hay hasta apuestas para...



-¿Para saber quién ganará la pelea? -pregunta Santi a su hermana.



-No, coño. Para adivinar el número exacto de hostias te da Borja antes de que caigas kao y sin dientes al suelo. Eres un friki, raro como tú sólo, siento vergüenza ajena cuando nos relacionan como familia, pero eres mi hermano Santi y... Bueno, ya sabes, te quiero y no quiero que te pase nada.



-Y no me va a pasar nada -Santi la mira fijamente, algo asombrado por la conversación.



-Estás raro, mucho más que de costumbre... Pero es que... No sé. Te veo distinto.



-Es porque voy en traje y con corbata. Eso hace mucho. Pero soy el mismo. No te preocupes por mí. Todo va a salir bien. -le sonríe a Vanessa, le da unas torpes palmaditas en la espalda y ella le da un beso en la mejilla.



-Vale, ya está bien de escena de comedia familiar americana de mierda. Que sepas que sigo sin soportarte. Me voy a vestir, friki. El cuarto de baño es mío durante esta siguiente hora. Si te estás meando, entra ahora, que luego no te pienso abrir la puerta, pesa'o. -dice ella saliendo por la puerta de la habitación de Santi, con media sonrisa en la cara pero sin poder ocultar la preocupación en sus ojos por lo que pueda pasarle a su hermano.



-¿Soy el mismo?-se dice-. Pues no sé... porque debería estar cagado de miedo por lo del Borja, o emocionado y alucinando por si al final me tiro a Desiré. Y creo que nada. Ni una cosa ni la otra.



En el dormitorio se mira al espejo del armario. El traje oscuro, la camisa blanca, la corbata granate a rayitas doradas. La gorra azul con orejeras.



-Eres gilipollas, eso es lo que eres. Un gilipollas.



****



-Eres gilipollas, eso es lo que eres. Un gilipollas -Erato mueve la cabeza negando-. Ya te he dicho que no, que no te lo pienso decir. Dentro de una hora tienes que ir a recoger a Desiré e ir a ese baile. Es tu sueño, follarte a la capitana de animadoras, y lo vas a hacer bien. ¿Qué pasa entonces?



-Pues que no me lo puedo quitar de la cabeza, joder, estoy obsesionado. Pienso en eso noche y día, noche y día... ¿Quién era la chica?



-Quien menos te lo esperas. Alguien que, aunque no te lo creas, en el fondo le importas y le gustas. Pero me hizo jurar que no lo sabrías nunca. Y... verdaderamente, Santi, creo que es mejor que no lo sepas.



-Entonces es que sí que la conozco. Debe ser alguien cercano a mí. Joder, Erato... ¿Quién coño es?



Ella le mira sonriendo.



-¿Sabes una cosa? Estás muy, pero que muy bien.



****



-¿Sabes una cosa? Estás muy, pero que muy bien -Santi babea al contemplar de nuevo a Desiré, con ese vestido negro ajustado y ese escote con los hombros al aire.



La fiesta de Primavera se celebra en uno de los gimnasios del Centro Universitario, decorado para la ocasión y amenizado por música disco machacona a cargo de Luismi, que hace de disc-jockey. Un grupo de jóvenes baila en la pista y otros tantos beben o van a la barra a por bebidas. Santi y Desiré están conversando en un rincón al lado de la barra.



-Sí, ya me lo has dicho antes, que estoy muy bien -responde ella con aire irritado.



-Ese escote es genial -sigue babeando.



-Palabra de honor -explica la muchacha.



-Te lo juro. Palabra de honor que es genial. Estás para comerte y...



-Oh, dios, calla. ¿No has visto a Borja, verdad? -pregunta la chica.



-No, y espero no verlo o me quedaré sin huevos -se quita las gafas y las limpia con la corbata.



Como nombrar al papa de Roma, que por la puerta asoma. Borja se dirige hacia ellos como un Mihura de 600 kilos a punto de embestir. La música se detiene. Todos están espectantes. Se hace el silencio en la plaza. No hay toque de clarines, pero Santi los oye en su mente. Mira el reloj. No, no son las cinco de la tarde, pero recuerda los versos de García Lorca y el llanto por Ignacio Sánchez Mejías. Dentro de poco será el llanto por Santiago Gómez Sinuesa. Sus cabeza le suplica salir corriendo pero sus piernas se lo impiden porque el acojone le tiene paralizado.



Y en ese momento lo ve claro. A la puta mierda con todo. Se quita las gafas; va al centro de la pista de baile, se quita la gorra azul, saluda a la afición "por tos ustedes" y le espera a puerta gallola, con la frente muy alta, con los puños apretados... Y con los huevos de corbata por el miedo de que ese bruto le destroce. Cada vez se acerca más. Esa mirada de furia centelleante, esas venas marcadas en el cuello, la frente perlada de sudor.



-Si vas a pegarme, que sepas que...



Ni siquiera le da tiempo a seguir hablando. El puñetazo es tan fuerte y rápido que no lo ve venir. Allí está, medio inconsciente en el suelo de la pista de baile.



Borja.



Borja es el que está sin sentido en el suelo.



El enorme mastodonte no vio la llegada de Luismi, que ahora se sujeta el puño dolorido.



-Venga, Santi, lárgate antes de que vuelva en sí -le sonríe Luismi-. Sabes que aunque sea grandote, no soy violento, que soy tan pacifista como tú, pero... Pero creo que esto debí haberlo hecho hace mucho tiempo. Vamos -se dirige a todos los demás, agarrando al aturdido Borja-. Despejad esto, no ha pasado nada. Yo me ocupo -le guiña el ojo a su amigo.



Santi agarra la mano de Desiré y se la lleva casi en volandas.



-Oh... no, no, no, noooo -lloriquea ella.



****



-Ooooh, nooo, no, no, noooo -lloriquea la chica-. No me dejes así. Déjame que me corra...Te lo ruego. Sigue. Haré todo lo que me pidas. Por favor. Por favor... sí, sí. Así. ¡Por favor!



Santi la tiene sometida, con las manos sobre el capó del coche. Una mano del muchacho sobetea su clítoris, con la otra agarra fuertemente su pelo mientras la monta en plan salvaje, follándola de manera brutal.



Sigue embistiéndola con rudeza, como si estuviera montando un potro en un rodeo, y tirando de sus cabellos como quien se agarra a las riendas, echa su cabeza hacia atrás para susurrarle al oído.



-Me voy a correr dentro de poco, tócate el clítoris, acariciate. Hazlo tú ahora, córrete ya, que yo lo voy a hacer en tu cara, zorra. Venga, córrete, te ordeno que te corras. ¡Ya!



Y Desiré se corre gimiendo y se queda temblando sobre el capó del coche. Santi no tarda mucho más tiempo en sentir como le viene. Cuatro o cinco embestidas más. Se separa de la chica y se quita el condón. Ella se vuelve y le mira extrañada.



-No te has corrido en mi cara.



-No. No lo he hecho. No es lo que más me pone, la verdad, pero pensé que sería lo que más te gustaría oír en ese momento. Lo de zorra... Pues lo mismo. Lo siento, no era mi intención insultarte. Eres una chica preciosa.



Ambos se empiezan a vestir y a sentirse también algo incómodos.



-¿Estás bien? -le pregunta Santi, acercándose e intenta darle un beso. Ella se revuelve furiosa.



-¡No me toques, gilipollas! ¡Eres repugnante! ¡Me das asco! ¡Eres un tipejo asqueroso y odioso! ¡Si no he vomitado antes, me ha faltado poco! ¡ME DAS ASCO!



-Sí, ya lo sé -se retira sonriendo tristemente-. Los tipos como yo te repugnan. Te doy asco. Lo sé muy bien, me lo has repetido muchísimas veces, desde que íbamos al parvulario; tú siempre tan fina y tan mona, burlándote de mí. Siempre me has menospreciado. No, no soy el tipo de hombre que te gusta. A ti te gusta Borja. Pero no te gusta Borja porque sea más alto, más atlético, más popular o más guapo que yo. A ti te gusta ese bruto precisamente por eso. Porque es un bruto. Te gusta la violencia, es lo que más morbo te da. Tú no deseas un hombre que te respete y que te quiera. Tú deseas un hombre rudo que te domine. Es la violencia lo que te pone a mil. Lo pude ver en tus ojos antes, en la pista de baile. Cuando Borja estuvo a punto de darme una paliza, tú estabas extasiada, deseando que lo hiciera. Te excitaba la situación y lo que me pasara no te importaba lo más mínimo.



-¿Pero tú quién te has creído que eres para juzgarme, pedazo de anormal? -sus ojos desprenden chispas.



-Nadie. No soy nadie. O sea, no te estoy juzgando, que puedes hacer lo que más te guste, guapa... Pero no conmigo... ¿Sabes una cosa? Estoy seguro que hubiéramos vuelto a follar si, en vez de intentar tratarte con cariño después del polvo, te hubiera dejado ahí y me hubiera largado sin decirte nada o llamádote puta o algo así. Pero... ¿Sabes otra cosa? Que eso no es lo mío. No me gusta follar así. No me gusta. Yo intento besarte después de tener sexo contigo y tú me insultas y me tratas con desprecio. Mi sueño era tirarme a la capitana de las animadoras, y ahora que lo he hecho, me siento vacío. No era algo que valiera tanto la pena. ¿Sabes cómo me siento? Pues me siento vacío.



Súbitamente, Desiré se avalanza contra él y le golpea con el dorso de la mano con todas sus fuerzas.Santi, tomado por sorpresa, cae al suelo.



-¿Y ahora cómo te sientes, capullo? -sube a su coche, arranca y se va, dejándole ahí en el suelo,con el labio ensangrentado, en medio de la nada, en la colina, en las afueras de la población.



-De puta madre. Sólo falta que empiece a llover.



Se oye un trueno. Las gruesas gotas de lluvia caen primero con parsimonia, pero luego las nubes se deciden y descargan con ímpetu una buena tromba de agua.



-Ideal de la muerte.



***



-Ideal de la muerte -contesta la chica a un Santi chopado, con un corte sangrante en el labio y un aspecto horrible parado ante su puerta-, estoy ideal de la muerte, mucho mejor que tú, por lo que veo. Anda, entra. No te quedes en la puerta, que está diluviando.



-¿Está tu hermano? -pregunta Santi, entrando en la casa.



-No, Luismi llegó acompañado de la fiesta. Se fue hace un rato con ese energúmeno de Borja. No sé qué ve en él, aunque la verdad, cuando están juntos, el Borja se comporta como un corderito - se fija en su cara-. Estás sangrando. Joder, quítate esa ropa mojada, que pillarás una pulmonía. Te traeré algo seco para ponerte y te curaré el labio.



-No te molestes Cos... -¿Cómo coño se llama la hermana del Luismi? Si hasta su hermano la llama Cosa.



-Conchi -sonríe la chica, dejando encima de la silla un albornoz-, pero puedes llamarme Cosa. Estoy acostumbrada a que me llamen Cosa.



Santi se queda solo en la sala. Se quita el traje empapado y se pone el albornoz. Llaman a la puerta. Es la Cosa. Lleva en la mano el botiquín de urgencias.



-Siéntate. No te muevas. Esto te va a doler, puedes gritar si quieres -le asegura ella, sonriendo con ironía.



-Es sólo un arañazo, no es... ¡Aaaah! ¡La puta madre que te pa..! -se queja al aplicarle ella el antisético-. Lo siento, es que no me lo esperaba. Escuece mucho, coño.



Ahora que la tiene más cerca se fija en ella. ¿Qué le ha pasado?



-Te veo distinta. Te has hecho algo en el pelo, ¿no? Y algo en... ¿Qué te ha pasado en la cara?



-Tengo una nueva amiga. Me está aconsejando en materia de estética. Vengo ahora de su casa. Me ha hecho un buen corte de pelo, una cremita para los granos, un toquecito de maquillaje, depilación en las cejas y el bigote...



-Joer, tía, más que depilación te ha tenido que pasar la máquina corta-césped, que tenías más pelos en la cara que el monstru... nada. Perdón -Santi enrojece algo avergonzado, pero ella se ríe.



-Sí, ya, ya lo sé. Podía hasta hacerme trenzas con el pelo del bigote... Qué bruto ese Borja. Te ha partido bien el labio.



-No. Si no fue él. El hostión me lo arreó Desiré -ella le mira confusa, y él intenta explicarse-. No, no fue por intentar propasarme con ella. La verdad es que fue porque... Bah, nada. No vale la pena.



-Creo que Desiré es tonta. Bueno. Esto ya está. Ve con cuidado, que si estiras el labio, se te volvera a abrir el corte y sangrarás de nuevo y ... -antes de que ella pueda retirar la mano de su labio, Santi se la agarra.



-¿Tú? -el chico la mira con extrañeza-. Eras tú, ¿verdad? Sí, claro que sí. La chica que estaba en casa de Erato. Ella es quien te está aconsejando para ponerte guapa, quien te ha cortado el pelo y todo eso. Eras tú la que estuviste conmigo cuando tenía los ojos vendados, allí en casa de la adivina. Tú fuiste quien me chupaste la polla y a quien yo...



-¡Cállate! -se altera la chica-. ¡Cállate y vete!



-¿Pero por qué tanto misterio? No entiendo...



-¿No entiendes? ¿Es que eres gilipollas? Pregunta retórica, no contestes. Es fácil de entender cuando año tras año tienes el apodo de "la Cosa", un ser repugnantemente feo, tanto que dan ganas de vomitar. ¿Crees que no me veo al espejo? Aun con este medio arreglo en mi cara, sé que me sobran veinte kilos por lo menos, tengo un culo como una panera, unas tetas gordotas como melones y... ¡Mierda! ¿Crees que no es humillante para mí querer estar con un tío que me gusta y sólo poder conseguirlo si tiene los ojos vendados para que no me vea? Joder, no me mires más. Lárgate.



-No puedo.



-¿Eh?



-No puedo irme. Te recuerdo que voy en albornoz. Y se me ha puesto dura. Muy dura. No puedes hacer esto. Lo que haces no está nada bien. Excitarme así, ponerme la polla como para partir cocos, y luego pedirme que me largue. Quiero ver tu culo como una panera y tus tetas gordas como melones -babea el chico.



-¿Pero tú eres gilipollas? ¿Es que estás siempre salido?



-Esto... Sí y sí. Y no me pienso ir de aquí sin ver tus melones y tu panera.



-Bueno, tú lo has querido -responde ella, cabreada, y se desabrocha los botones de la blusa con furia-. Pero como te rías de mí, yo...



-No... -se levanta y la detiene, sujetándola desde atrás, besando y lamiendo su cuello-. Así no. Déjame a mí. Llevo muchas noches soñando contigo, cierro los ojos y recuerdo mi polla en tu boca, mi boca entre tus piernas, el sabor de tu coño y tus jadeos. Sueño que te tengo así, como ahora, rozando mi polla dura contra tu culo mientras te ayudo a desnudarte.



-Estoy gorda. No tengo el hermoso cuerpo de una animadora, ni creo que lo tenga nunca, yo soy...



-Joder, Cosa... Qué requetebuena que estás -la interrumpe él, magreando sus pechos con frenesí y sin parar de restregar su pene contra ella.



Y claro, ahora pretenderéis que os relate con todo lujo de detalles la noche que pasó Santi con la Cosa.



Pues bueno, sólo os interesa saber que para la chica era su primera vez, que el muchacho fue muy delicado con ella a pesar de ser un salido gilipollas, que hizo que ella disfrutara de esa noche con caricias, lamidas, besos, juegos morbosos y mucho cachondeo. Que sepáis que ambos siguen disfrutando de mucho, mucho sexo, calor y risas, entre otras cosas.



Sabed también que no volvimos a ver a Erato nunca más. Se fue de la ciudad tal y como vino, envuelta en ese halo de misterio de mujer fatal de peli de cine negro de los años cuarenta. Desapareció de repente. No pudimos siquiera despedirnos de ella.



Erato fue la mujer que me lo enseñó todo. Aprendí con ella todo lo que se puede aprender sobre sexo, pero sobre todo me enseñó a valorar una cosa.



A mi Cosa.



Ella es la Cosa más importante que tengo ahora en mi vida, y es gracias a Erato, nuestra divina adivina, que siempre estará en nuestro corazón (y en mis pensamientos más lujuriosos, anda que no, que tenía un polvazo que no veas. Vale, Conchi, cariño, esto último no lo leas, que te quiero mucho, como la trucha al trucho).



Fin



****



-¿Fin?



-Sí, ya se ha terminado.



-¿Ya? ¿Y qué ha sido de Borja y de Luismi?¿Y Desiré?



-Los chicos siguen juntos. Borja aún es algo reacio, pero dentro de nada sale del armario y pasea de la mano de su amorcito. Desiré ha encontrado lo que andaba buscando. Frecuenta un club sado en la capital donde de vez en cuando la calientan a hostias y latigazos. Es feliz. Bueno, ¿qué te ha parecido? -pregunta Erato.



-Pues me esperaba algo mejor, esa es la verdad.



-Ya, es que es su primer relato, es muy joven todavía. Dale tiempo. La inspiración ya la tiene -le guiña el ojo-. Te aseguro que dentro de unos años le nominan para el premio Sonrisa Vertical. Lo sé. Además, tan malo no es el relato, porque te has empalmado.



-Sí... Bueno... Mmmm, Erato, estimada musa mía, diosa amorosa de la inspiración erótica y sexual... ¿Me haces una mamada?



-Mira que eres malote, Zeus. Sabes que nunca puedo resistirme a una hermosa polla tan divina como la tuya -y sonriendo se arrodilla ante él.



Allá por el Olimpo el dios más poderoso se deleita con la mamada de su musa preferida y Erato goza de saborear la leche preciada de su dios.



Acá, por nuestro mundo, nuestro Santi, inspiradísimo, abre su cuaderno y empieza a escribir.



FIN



¿FIN?



No, no es el fin. Comenta. Si me dejas un comentario, deseo que te follen bien y si no me lo dejas, que te folle un pez espada. Deja un comentario al menos, no jodas. Bueno.... Sí. Jode. Jode, folla todo lo que puedas que eso es salud: os deseo muchos besos, lamiditas, sexo a tope y muchas risas estimados lectores.


Datos del Relato
  • Categoría: Maduras
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