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La despedida de soltera de mi amiga.
En Octubre se casaba Lucila, mi mejor amiga.
Con Lucila nos conocemos desde la escuela primaria. Siempre fuimos muy unidas. Tal es así que al cambiarse de colegio seguí en contacto con ella.
Ella formo un nuevo grupo de amigas, pero como no dejamos de vernos, yo enseguida me adapte a sus nuevas amigas.
Paso el tiempo y Lu y cada una siguió su camino. Cada tanto nos veíamos, yo trataba de salir con ella y sus nuevas amigas, o nos encontrábamos las dos solas.
De una manera u otra nos las arreglábamos para que nuestra amistad siguiese firme.
Sus amigas eran bastante divertidas, por lo que cuando yo no organizaba con mi grupo, aprovechaba y me sumaba en el de ella.
El tiempo paso y con nuestras nuevas obligaciones cada vez nos veíamos menos. Lu se puso de novia con un compañero de la facultad. Un chico muy lindo y muy bueno, pero que ocupaba el poco tiempo libre que ella tenía. Además de ser bastante celoso y posesivo, por lo que cada vez salía menos con nosotras.
Yo a su vez había formado diferentes grupos de amigas/os, y empecé a salir más con ellos, por lo que era muy difícil que coincidiéramos.
Fue una de las primeras en el grupo en irse a vivir sola, en realidad con el novio, y la noticia de que se casaba no tardó mucho en llegar.
Tanto ella como yo teníamos 25 años cuando me llamo por teléfono para invitarme a tomar algo. La verdad es que fui a la cita sabiendo que venía un anuncio. No estaba segura de sí me iba a decir que se casaba o que iba a ser mama. Pero estaba convencida de que venía por ese lado.
La noticia era que se casaba en 9 meses.
Unos dos meses antes de su casamiento recibí el llamado de una de sus amigas, Romina, quien me invitaba a una reunión donde iban a empezar a planear la despedida de soltera de Lu. La verdad es que mucho la idea no me entusiasmaba. No por la despedida, sino porque yo sabía que el grupo de amigas de Lucila, y ella misma, no eran lo suficientemente divertidas como para un despedida de soltera que yo imaginaba.
Pero para no ser descortés acepte la invitación.
Nos juntamos en la casa de Romina, y éramos en total 6 chicas las que habíamos sido citadas.
El debate comenzó sobre donde la haríamos. Yo enseguida propuse irnos a algún lugar como ser la costa, o alquilar una quinta. Ofrecí para eso la quinta de mi familia como una alternativa económica. Enseguida me dijeron que no, ya que Lucila había puesto algunas condiciones entre la que estaba no irnos a ningún lado.
Entonces otra de las chicas ofreció su departamento ya que ella vivía sola. Todas aceptaron. El lugar ya estaba definido.
Entonces ahí surgió otra de las condiciones de Lucila. No podía ir ningún stripper. Ahí me puse como loca. En lo particular nunca me gustaron los strippers. Me parece todo sobre actuado y justamente es algo que no me gusta, pero a mi entender, una despedida de soltera necesitaba un poco de condimento. 10 minas encerradas en un departamento pintaba como un embole.
Como todas parecían no querer romper con las condiciones de Lucila, me puse firme y les planteé lo siguiente: “la despedida de Lucila la organiza ella o nosotras?. Entiendo que no quiera irse lejos porque probablemente al otro día tenga cosas que hacer o Nicolas le rompa las bolas, pero si nos quedamos acá tenemos que hacer algo divertido, sino va a ser un embole”. No pareció importarles lo que les dije, por lo que me desmotive bastante.
Al final quedamos en que nos juntaríamos en el departamento, inventariamos un par de juegos, disfrazaríamos a Lu, y saldríamos a dar una vuela y a bailar. Nada del otro mundo.
Pero yo no me quede conforme. Los días siguientes daba vueltas por mi cabeza caer ese día con un stripper. En el peor de los casos saldrían corriendo. En el fondo sabía que una vez que estuviese adentro del departamento, probablemente todas nos divertiríamos.
Tenía una compañera de trabajo que hacia un par de meses había organizado una despedida y me había comentado que habían llevado a un stripper que no solo estaba buenísimo, sino que además era muy divertido. Como dije antes a mi mucho no me gustan, pero se que a veces le ponen el picante a este tipo de eventos.
Mi compañera me consiguió el teléfono y lo llame. Se llamaba, o hacía llamar, Mariano. Después de un par de preguntas, de arreglar el precio, y que tipo de show era el que estaba buscando, quede en que en la semana anterior a la despedida lo llamaba para confirmarle.
La semana anterior lo llame y quedamos en encontrarnos en el centro. No juntamos en un Mc Donalds de la calle Florida. Al llegar enseguida lo reconocí. Era bastante alto y ancho. Si bien tenía un buzo puesto, se notaba el tamaño de su espalda. Lo primero que le dije fue que ese día nadie tenía que saber que yo lo había llamado. Le explique que la chica que se casaba no quería saber nada con strippers y que el resto de las chicas, en su gran mayoría, eran bastante recatadas. Por eso si se llegaban a enterar de que lo había llevado yo, probablemente me metería en un problema. Mariano entendió y me aseguro absoluta discreción. Quedamos en que ese día tocaría pizza y diría que era el chico de las empanadas. Lo cite a las 21:30hs puntual. Le pague, y quedamos en vernos el sábado.
Ahora mi parte era asegurarme de que las empanadas llegaran después que Mariano, porque si no se caía mi plan.
Llego el sábado. La verdad era que la noche pintaba espectacular. Mucho calor para esa época. Me lamente no haber convencido a las chicas de hacerlo en la quinta.
Aprovechando el calor me puse un vestido bastante suelto color verde con unos dibujos en otros tonos. El vestido se ataba por detrás del cuello, y dejaba mi espalda al descubierto. Por este motivo me lo puse sin corpiño, y con una linda tanguita blanca. Unas sandalias de taco en color verde y un abrigo blanco componían mi vestimenta. Me maquille un poco, me ate el pelo y a las 20:15hs estaba en la casa de la amiga de Lucila.
Lu ya había llegado, y varias de las chicas también. Con el correr de los minutos fueron llegando el resto. En total seriamos unas 15 chicas. A la gran mayoría las conocía, aunque había varias a las que no había visto nunca.
Empezamos a tomar y mis nervios arrancaron cuando empezaron a tomar nota de las empanadas. A eso de las 21hs ya estaba el listado que había que pedir, por lo que una de las chicas tomo el teléfono y llamo. Sábado a esa hora, mínimo 1 hora de demora le dijeron. Yo respire aliviada. Lo peor que me podía pasar era que las empanadas llegaran antes que Mariano.
Empezamos con unos juegos Lucila estaba disfrazadas de colegiala, aunque para mi gusto a ese disfraz le sobraba tela. Cada prenda del juego consistía en que Lu tomara un vaso de bebida, y eligiera a alguna de nosotras para que tomara también. Obviamente después de un rato estábamos todas ya con varios vasos encima, y Lucila bastante mareada. Hacía tiempo que no la veía asi, parecía desinhibida, y el resto de las chicas también.
En eso suena el timbre. Una de las chicas atiende y grita, “las empanadas”!!!. Miro la hora y eran las 21:30hs en punto. Enseguida me ofrezco a bajar a buscarlas, y le pido a Ana que baje conmigo para ayudarme. Ana era de todas, la más piola en ese sentido. Necesitaba que quien bajara conmigo sea cómplice en dejar entrar al stripper.
Al bajar, ya a través del vidrio de la puerta era evidente que Mariano no traía las empanadas. Ana al principio dudo en abrir, pero me miro y yo puse mi mejor cara de boluda así que abrió.
“Hola, vos traes las empanadas?” pregunto Ana. “No mi amor, yo vengo a animarle la fiestita a Lucila”, dijo Mariano. Ana se empezó a reír mientras me miraba. Parecía querer cerrar la puerta, pero el alcohol la hizo reír. Yo me empecé a reír también, pero bastante forzadamente.
“Nati, es un stripper!!!” me dijo Ana riéndose. “que hacemos?”. Yo aprovechando el momento de duda respondí, “que suba, a lo sumo baja a los 5´´”.
Nos metimos los tres en el ascensor. Ana y yo reíamos. No se si era de nervios o del alcohol, pero estábamos tentadas.
Al llegar al departamento abrimos la puerta y como el living, donde estaba todas, estaba pasando un hall, no nos vieron entrar. Le indicamos a Mariano que se metiera en la cocina, que enseguida lo íbamos a ir a buscar. Mariano aprovecho este momento para cambiarse.
Al entrar al living todas nos miraron. Habrán pasado 5´ desde que bajamos a abrir la puerta, pero ellas parecían mucho más borrachas que nosotras dos. Probablemente a nosotras por los nervios se nos había pasado el efecto. Nos preguntaron por las empanadas y les dijimos que estaban en la cocina. Mariano nos había dado un CD para que pusiéramos. Me acerque al equipo de música y lo puse sin que nadie se percatara. Mientras yo hacía esto, Ana fue a buscar a Mariano a la cocina.
La cara de todas cuando apareció Mariano fue terrible. Mariano se había puesto un disfraz de Cowboy. Tenía los jeans, la camisa, el sombrero, las botas. Las chicas empezaron a reírse, incluida Lucila. Esto era una buena señal. Algunas gritaron, otras aplaudieron. Mariano empezó con su show. Bailaba alrededor de Lu, a quien habíamos sentado en una silla en el medio. El resto nos repartimos en otras sillas, dos sillones y el piso. Todas alrededor de Lu. Obviamente Mariano comenzó a bailarle alrededor y Lu estaba inmóvil. Las pocas veces que Mariano quiso rozarla, ella se alejaba o corría la cara. De pronto su expresión cambio y lo que al principio parecía alegría, ahora parecía molestarle. En el resto del grupo pasaba lo mismo. Estaban las que aplaudían cada uno de los movimientos de Mariano, y quienes estaban serias. Mariano continúo con su show. Yo ya le había avisado de que esto podía pasar. Habíamos quedado de que si pasaba algo así el seguiría con el show. Yo tenía que tratar de animar a las chicas. Mariano empezó a sacarse la ropa hasta quedarse con una diminuta tanga de cuero cola less. Tenía aceite por todo el cuerpo y brillaba. Algunas de las chicas cuando pasaba cerca lo tocaban tímidamente. Mariano empezó a interactuar con aquellas a las que parecía gustarle, dejando un poco de lado a Lucila. En un momento agarro a Ana de la mano y me paro a bailar en el medio. Éramos Ana y yo bailando con Mariano. Obviamente Mariano aprovecho y empezó a tocarnos a ambas, al principio tímidamente, luego un poco más lanzado. En un momento a Ana le saca la remera, quedando ella en corpiño. La mayoría de las chicas aplaudían y gritaban. Muchas de las que antes estaban serias ahora parecían disfrutarlo. Lucila al ver esto también comenzó a aplaudir. Mariano al notar la aceptación, empezó a bailarle de nuevo a Lucila, quien de a poco se dejaba tocar y no estaba tan reticente como antes.
Ana seguía en corpiño en el medio bailando junto con Mariano, quien en un momento se me acerca y empieza a bailar conmigo. En eso me agarra de atrás y empieza a apoyarme. Con una de sus manos agarra una de mis tetas mientras yo muevo el culo para sentir su pija. Parecía bastante grande. Un par de chicas más chicas se levantaron y empezaron a bailar también. De pronto la fiesta era un éxito. Mariano seguía sobándome, y yo me dejaba. Cada tanto cambiaba y sobaba a alguna de las otras chicas, pero de una forma más tímida. Ana y yo parecíamos ser las únicas dispuestas a dejarnos manosear alevosamente. Lucila estaba parada bailando en el medio. Mariano la agarro por detrás y ella al principio se dejó apoyar pero enseguida trato de alejarse. Al notar esto Mariano volvió conmigo. Volvió a agarrarme de atrás como para formar un trencito y el resto de las chicas se pusieron detrás de él. Mariano con una mano agarraba mi teta derecha, y con la otra mi cintura. Como mi vestido era escotado y no tenía corpiño, en un momento metió la mano por el escote y empezó a tocarme la teta pellizcándome el pezón. Yo ya estaba bastante excitada, por lo que de manera instintiva empecé a manosearle la pija por arriba del slip. En eso me hizo sentar en uno de los sillones y siguió bailando en el medio. Las chicas bailaban a su alrededor, ya casi todas se dejaban manosear, incluida Lucila. En eso veo que Ana estaba bailando en el medio con una teta al aire. No sé si fue a propósito o producto del baile, pero ahí estaba ella como si nada bailando en el medio. Algunas más ya estaban sin remera. Yo, que no estaba tan borracha, me empecé a imaginar una fiesta de mujeres con un solo hombre. Mis pensamientos se fueron para cualquier lado.
Mariano empezó a bajarse el cierre del slip, pero una de las chicas tiro fuerte del costado y se lo saco sin muchas vueltas. Mariano jugaba con su sombrero, pero ahí estaba en medio de 15 mujeres totalmente desnudo. Mucho desde donde estaba no podía ver. De a poco empezó a hacer sentarse al resto de las chicas. Lucila quedo justo a mi derecha. Mariano daba vueltas bailando y alejaba la pija a la cara de las chicas. Algunas la tocaban tímidamente con la mano, otras directamente se alejaban lo máximo que podían. Ahí pude contemplar que la pija era grande. No la más grande que había visto, pero si superaba lo que yo consideraba “normal”.
Mariano fue dando vueltas a la ronda hasta llegar a mí. Yo no iba a quedarme con las ganas, y la verdad es que no me importaba qué pensarían. Estábamos todas borrachas podía ser la excusa. En eso agarro esa pija con mi mano derecha. Todas las que antes se había animado solo la habían acariciado. Yo la agarre con toda la mano y suavemente comencé a masturbarlo. Mariano bailaba y me miraba. Yo lo miraba a los ojos. El clímax del momento estaba en su auge. Las chicas gritaban, y en un momento empezaron a gritar, “chupe- chupe – chupe – chupe”. Las que me conocían sabían que yo siempre iba un poco más allá de lo que ellas consideraban “normal”. Así que mirándolas a todas y sonriendo, me metí esa pija en mi boca. Al principio solo me la metí en la boca mientras me reía. Mire al resto y todas gritaban o aplaudían. La mire a Lucila, que estaba al lado mío, y me miraba con cara de asombro, pero se reía también. Lo mire a Mariano y este me sonreía mientras se movía como podía. Lo agarre con la otra mano del culo y empecé a chupársela con un poco más de ganas. El griterío era infernal. Abre estado así menos de un minuto, hasta que se me ocurrió agarrar una de las manos de Lucila y llevarla hasta la pija de Mariano. Lu no se resistió, pero tampoco hizo mucho. Solo la dejo ahí. Todas las chicas empezaron a cantarle y de a poco empezó a mover su mano. Yo con una de mis manos la ayudaba. Ana se acercó y la levanto. Lu quedo parada delante de Mariano. Mariano con su pija dura aprovechaba para apoyársela en su ombligo.
Lu se reía y de a poco se iba aflojando. Algunas de las chicas se pararon e hicieron una ronda. De pronto me quede yo en el medio con Mariano y Lu. Parecía que yo fuese la maestra, ayudando a Lucila a que hiciera cada paso. Pero de a poco se iba soltando e interactuando más. Otras de las chicas se sacaron sus remeras y comenzaron a agitarlas y a cantar, “pete –pete – pete – pete” y cosas por el estilo. Yo sabía que Lu no se iba a animar, salvo que alguien de nosotras la guiara. Así que sin mucho drama me arrodille e hice que Lu se arrodillara al lado mío. Enseguida comencé a chupársela a Mariano. Abre estado un ratito chupándosela, donde no voy a mentir, disfrute y me olvide de que estaba delante de 15 mujeres. En determinado momento agarro la pija de mariano y haciendo un movimiento se la acerco a la cara de Lu. Lu al principio no abría la boca, pero no corría la cara. Después de un par de insistencias termino abriendo la boca y la pija de Mariano entrando en su boca. A diferencia mía, Lu enseguida comenzó a chupársela. Todas aplaudíamos. Cuando vi que ya no era necesaria mi ayuda me pare y me sume al grupo para aplaudir y aullar.
Lu se quedó ahí arrodillada hasta que Mariano la tomo por los brazos y la alzo. Todas gritamos. En eso veo que Ana y otra de las chicas le mostraban a Mariano el camino de la habitación. Mariano, con Lu en brazos, se fue para la habitación. Todas nos mirábamos sin entender nada. En realidad nuestra sorpresa era que Lucila se animara a lo que creíamos iba a pasar.
Una vez en la habitación, sin decir nada todas nos fuimos y los dejamos solos cerrando la puerta. En todo ese barullo algunas de las chicas habían escuchado el timbre y bajado a buscar las verdaderas empanadas. Mientras Lu y Mariano estaban en la habitación, nosotros aprovechamos para comer algo y conversar sobre lo que había pasado y lo que estaba pasando. Algunas quisieron indagar de donde había salido el stripper, pero obviamente yo me hice la boluda.
Habrán estado encerrados una hora aproximadamente. Todas queríamos entrar a ver, pero ninguna quiso interrumpir.
Al rato apareció Lucila arreglándose la ropa. No tenía el corpiño, que se notaba, por lo que era obvio que había estado, al menos, en tetas. Nadie pregunto mucho y Lu tampoco conto nada.
Yo me metí en la habitación a hablar con Mariano. Estaba parado y al verme me guiño el ojo. Le pregunte qué había pasado y me confirmo que se la había cogido, pero sin entrar en detalles. La verdad es que me dio una envidia terrible que mi amiga Lucila, la “monja” se hubiese acostado con Mariano, pero por otro lado me puse contenta con ella.
Mariano me pidió que le acercara la ropa que había quedado en el living, así que fui a buscársela. Cuando apareció en el living la euforia había bajado. Las chicas aplaudieron pero ya no gritaron como antes. Mariano pasó sonriendo y se fue para la cocina. Yo lo seguí. Mientras se cambiaba aproveche para agradecerle por todo, ya que había salido mejor de lo que había planeado. Mariano se acercó, me agarro por la cintura y me dijo, “gracias a vos reina, cuando quieras nos vemos de nuevo”.
Yo estaba prendida fuego. Quería sexo. No me gustaba quedarme con las ganas y mucho menos por la mitad. Pero sabía que no era mi noche sino la de mi amiga.
Les avise a las chicas que iba a bajar a abrirle a Mariano y subía enseguida. Nadie pareció darme bola.
En el ascensor fui directa. Le agarre el bulto por arriba del pantalón, que era de jogging y permitía sentir todo, y le dije que en la semana lo llamaba para verlo. Mariano se rio y agarrándome por el culo me dio un beso.
Llegamos a planta baja, le abrí la puerta y nos despedimos.
Al llegar arriba Lu estaba en el medio charlando con las chicas, estaba contando con casi lujo de detalles lo que había pasado. Lo primero que había pedido era que por favor lo que había pasado esa noche quedara entre nosotras. Obviamente que hicimos los juramentos del caso. Después nos contó que Mariano estuvo un rato largo chupándole la concha y jugando con los deditos. Ella logro acabar una o dos veces Después el la puso boca abajo y comenzó a penetrarla. Al principio le dolía, pero cuando se relajó comenzó a disfrutar. Estaba asustada porque Mariano la había penetrado sin forro, a lo que todas la calmamos, pero entre nosotras nos quedó cierto temor. Por suerte hoy, varios años después, puedo decir que fue solo una anécdota.
De todos modos, en mi cabeza solo había un pensamiento, quería llamar a Mariano tal como habíamos acordado. Y en la semana asi fue, pero ese, es otro relato.
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