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Carmen era un ama de casa ideal, siempre tenía la casa limpia, la ropa de su esposo pronta, la cena caliente y hasta paseaba al perro todos los días. Sin embargo, notaba que algo andaba desordenado y no era precisamente el cuarto de su hijo adolescente, sino algo visceral, que sentía en su carne y le temía. Había practicado yoga y metafísica, pero no lograba sacarse "eso" de la cabeza. El psicólogo le propuso indagar en su pasado, pero Carmen no quería revolver, para ella lo pasado pisado y sepultado. Solo aceptó las pastillas contra el stress que le recetó su psiquiatra cuyos efectos eran relativos.
A todo esto, se le sumaba la abstinencia sexual a la que su esposo la sometía, siempre estaba dormido o muy ocupado coordinando operaciones. Porque él era un importante cirujano y sentía que todo debía pasar por sus manos.
Si bien ya no era la hermosa chica de veinte años, todavía conservaba sus curvas y la firmeza de sus pechos con pezones de frutilla como le decía un ex-novio que desechó por Roberto, su actual esposo, este le ofrecía una vida más cómoda y segura.
Desde hacía tiempo Carmen no podía dejar de mirar a Kevin, el joven ayudante del verdulero. El chico no era un galán, su vocabulario era el de la calle, donde había crecido y aprendido rápido las verdades de la vida para poder sobrevivir. Por más que lo negara, Kevin le atraía, quizás porque le gustaba que se refiriera a ella como “mi reina” o su físico hercúleo que exhibía los días de calor..
El chico no era ningún tonto, sabía que esa mujer lo miraba no con ojos maternales por cierto y le gustaba sentirse deseado por esa pituca que le hablaba lindo. En recompensa él le escogía las mejores frutas.
-"Lindo culo tiene la veterana esa Kevin, míralo como lo revolea, para mi quiere con vos"- Le dijo su patrón con sonrisa cómplice
-"No, Don Cacho que se va a fijar esa manteca en mí, hay que tener mucha plata para comerse eso"- Respondió, mirándola como quien ve algo que nunca tendrá.
Lo que no sabía Carmen que ese coqueteo con Kevin iba creciendo dentro de ella, como una enredadera que lo cubre todo, en este caso su conciencia.
Lo cierto que esa tarde Carmen aprovechando que estaba sola, empezó a fantasear que las manos de Kevin eran arañas recorriendo su cuerpo y metiéndose en sus ranuras haciéndola delirar de placer. El timbre la trajo a la realidad, era su hijo que como siempre se había olvidado las llaves, esta vez se lo perdonó. Que bochorno hubiera sido que la encontrara con los dedos en la vagina.
Los días pasaban y el deseo ya no tenía mascaras. Se imagina haciendo el amor con Kevin en el jacuzzi, o en plena feria, entre los cajones de papas y lechugas, a la vista de todos. Al principio se calmaba masturbándose, pero luego eso no bastaba, la dejaba tan insatisfecha como el imbécil de su marido que se pasaba mirando los videos porno que sus amigos le pasaban por Whatsapp.
Ese viernes de verano, la casa le parecía inmensa. Su esposo se fue a un congreso médico en Cancum, no regresaría en días y su hijo aprovechando las vacaciones a domar olas con sus amigos a las playas de Rocha.
Estaba sola sí, por fin un tiempo para ella. Llamó a sus amigas pero todas tenían compromiso, igual no se desanimo como otras veces, se puso esas calzas negras que resaltaban la redondez de sus caderas y una blusa blanca escotada que le marcaban sus pezones y así salió rumbo a la feria con una actitud que habría reprobado en otro momento. Se sentía diferente. Hoy voy a dejar que me piropeen todo lo que quieran en la calle, eso levanta la autoestima, se dijo mientras se acercaba al puesto de verduras.
Cuando Kevin levanto su mirada quedo impactado, aquella mujer lucía distinta, quizás su escote, o sus curvas, o todo junto.
-“Como estamos hoy mi reina…que va a llevar?”- Saludo el joven con el torso desnudo que tanto le gustaba a Carmen.
Ella hizo una compra mucho más grande que la habitual y era evidente que sola no podría con todas esas bolsas.
-“No sé si podre con todo"- Exclamó ella pidiendo ayuda.
-"No se preocupe señora, le prestó al Kevin para que la ayude"- Respondió Don Cacho, viejo lobo de mar que sabía lo que estaba ocurriendo. Si algo tenía a favor Kevin era que se hacía querer por la gente, por eso su patrón le permitía ciertas libertades como estas.
-“Tomá ponete la remera, chambón”- Le tiró Cacho a su empleado que la caso en el aire con actitud ganadora.
Mientras caminaban, la respiración de Carmen se aceleraba y su sonrisa tonta la delataba, había vuelto a la adolescencia.
Apenas entraron, ella se agacho a tomar las llaves que se le habían caído mostrando su enorme trasero. Kevin soltó las bolsas, la tomo de la cintura y la trajo para sí. Ella sintió algo duro entre sus nalgas y suspiro.
-"Kevin, que... que haces"- dijo temblorosa Carmen sin retirar su trasero de ese rico lugar.
-"Dándote todo mi amor, bombón."- Respondió el joven apoyándola contra sus ingles.
El se sacó la remera y se bajo la bermuda. Su pene cabezón quedo al descubierto, mirándola fijo como una serpiente hipnotiza a su presa. Paralizada Carmen no sabía que hacer, el fisico de ese joven le atraía tanto como el miedo que sentía. Sabía si daba ese paso no habría vuelta atrás.
Kevin entendió que no estaba frente a una cualquiera, su mirada, su actitud de niña desprotegida, despertó ternura en él.
Le acarició una mejilla suave como un durazno y luego la besó intensamente, siguió por el cuello, mientras sus manos recorrían aquel cuerpo que explotabá como un 31 de diciembre.
Carmen tocaba aquel cuerpo musculoso maravillada. Ya para entonces, los diques de la represión se fueron rompiendo y ya nada la haría volver atrás.
Al verla desnuda Kevin no pudo contener su exclamación que sonó como un grito de guerra: -“Mi reina te voy hacer toda mia”-
Las manos toscas del joven acariciaban sus nalgas, mientras su enorme boca succionaba sus pezones arrancándole gemidos de la boca de Carmen, entregada totalmente aquel goce.
El joven se deleitaba con aquellos pezones erectos, cuando no mordisqueaba, lamia o amasaba esas deliciosas tetas de mujer madura.
Carmen tomó su pene reclamándolo para si, lo apretó para sentir la dureza de ese miembro que ella había puesto así. Lo masturbó un rato y sin dudarlo se arrodilló y se engulló todo el pene. El verdulero recibió una descarga de 2.000 voltios de lujuria, la pared tuvo que sostenerlo.
La de colegio privado y finos modales mamaba la pija con la experiencia de una prostituta. Su lengua recorría el tronco, el glande y los suaves huevos con entusiasmo.
Se acomodaron en el sofá porque después de todo el dormitorio seguía siendo un lugar sagrado.
Carmen tomo el pene y se lo introdujo en su vagina, mientras miraba lujuriosa el cuerpo de su joven amante que no dejaba de acariciale las tetas y decirle lo linda que era.
Esa varita de carne iba convirtiendo rocas de insatisfacción en lava ardiente que brotaban en sensuales quejidos, mientras el sudor bañaba los cuerpos desnudos de los amantes en frenético movimiento .
La madre y esposa abnegada había dejado de lado sus obligaciones domesticas para cabalgar como una amazona, libre por campos de lujuria y deleites de la carne que creía perdidos.
La acabada fue genial, tanto para Kevin, como para Carmen que volvía sentirse una quinceañera, edad en la que perdió su virginidad.
-“¿Kevin, tienes videos porno?”- Pergunto ella curiosa mientras acariciaba su cuerpo suavemente, buscando más.
-“Si, algunos.”- Respondió sin entender el joven.
-“Muestramelos, nunca vi uno”- Pidió la mujer provocativamente.
El joven encendió su celular y le mostro el de una pareja practicando el sexo anal. Carmen se exhitó por como lo hacían y por un momento tuvo envidia de ese mujer.
Kevin adivinó las intenciones de su “reina” y le propuso hacer lo mismo más un si queres nos grabamos también.
La señora del cirujano sintió un cosquilleo en el ano de la exhitación, solo con la condición de que no le filmase la cara.
Cuando el muchacho vio esas nalgas regordetas abiertas mostrando un rico agujero, el pene se endureció de inmediato. Era delicioso lo que veian sus ojos. Se ensalivó el glande y penetró ese anillo apretado pero no virgen. Al principio costo pero entro toda hasta el fondo. Carmen grito más de placer que de dolor, estaba desacostumbrada recibirla por ahí.
El cuerpo de ella se arqueaba de gozo y el joven estaba maravillado por como le ajustaba bien su miembro, era una fiesta de los sentidos. Ni siquiera el culo de Vanesa su novia era tan exquisito.
El pene exploto como una fuente de esperma que baño todas las nalgas de la mujer que se regodeaba gustosa por el desempeño de aquel semental.
Juntos vieron el video donde se filmaron y volvieron a cojerse otra vez, hasta que el cansancio los venció y quedaron dormidos sobre el sofá de cuero negro italiano.
Al otro día Carmen preparo un delicioso desayuno para dos, mientras hablaban de futuros encuentros con su joven amante.
Una vez sola, la mujer pensó en todo lo sucedido y se sintió desahogada, en paz consigo misma. Volvió a las tareas de su hogar con otra actitud que se reflejaba en su semblante.
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