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La Crema bronceadora

Mi mujer y yo llevamos casados dos años, pero antes habíamos estado saliendo durante casi 5. En verano siempre íbamos a casa de una amiga de mi mujer y su hermano, ya que tenían piscina y nosotros no. Ellos son amigos desde la infancia de mi mujer, y siempre han estado juntos mucho tiempo. A mí siempre me pareció que al hermano (Andrés) le gustaba mi mujer (Sonia) desde que yo les conocí, pero nunca le di importancia. En la piscina a mi mujer le gusta estar sin la parte de arriba, sobretodo por la amistad que tiene con ellos y la confianza. A mí no me importa en absoluto.



Ella tiene un cuerpo precioso y unas tetas grandes y redondas que hacen que todo el mundo se de la vuelta por la calle cuando pasa. Además le gusta mucho provocar a los tíos, y siempre va con camisetas muchas tallas menores de lo que le correspondería. A mí me encanta cuando va con camisa ajustada y sin sujetador. No es muy alta, más bien tirando a bajita, pero tiene una cara de lo más sensual. Siempre se ponían a jugar Andrés y ella en el agua cuando se bañaban. Primero empiezan con los típicos jueguecitos de tirarse el uno al otro al agua y cosas de esas. Yo notaba como él la sobaba todo lo que podía aunque yo los mirara, agarrandola por la cintura e incluso la base de las tetas a la mínima oportunidad. La verdad es que me gusta ver cómo sus enormes tetas se frotan con todo el cuerpo de él, que las mira con deseo y con ganas de morderlas.



La verdad es que más de una vez me ha parecido que por debajo del agua le tocas las tetas todo lo que puede, a lo que ella no parece poner ningún reparo. Cuando Sonia sale del agua le gusta que le de crema, pero la verdad es que a mí me da bastante asco porque me parece muy pringoso, así que él siempre accedía gustoso a darle la crema claro. Ahí si que la intentaba meter mano todo lo que puede. Ella se tumba bocabajo y con el minúsculo tanga que siempre lleva deja a relucir todo su cuerpo. Él le da crema por las piernas hasta llegar al culo, metiendole la mano todo lo que puede por debajo del bañador, a lo que mi mujer nunca pone ningún reparo. Le amasa las nalgas como si fuera las primeras que toca, y estoy seguro que a mi mujer se le empapa el conejo cada vez que nota como sus manos van subiendo por los laterales de los muslos hasta acariciar su hermoso potorro. Luego cuando sube por la espalda intenta meter las manos por los lados todo lo que puede, subiendo desde las costillas hasta los laterales de las tetas, pero cuando más se soban es cuando Sonia se da la vuelta. Sonia se pone con su cuerpo boca arriba mostrando sus preciosos pezones, y él arrima tanto la cara que parece que le va a morder. Empieza de nuevo desde abajo, intentando tocarle los labios del conejo a la mínima ocasión, subiendo luego por la tripa hasta llegar a su zona preferida de las tetas. Ella accede hasta que el sobeteo de tetas es exagerado (por mucha confianza que haya). De hecho al final de que le de crema tiene las tetas tan grasientas que se nota que sólo le ha faltado chuparselas.



El caso es que lo que tenía que pasar pasó, algo que ella me contó mucho después de que pasara. Un día estando yo de viaje en verano ella se fue a la piscina como muchos otros días. Empezaron a beber y a fumar hasta que ya estaban bastante borrachos y se subieron a la terraza. La hermana de Andrés decidió que se iba para dejarlos solos y allí empezaron a hablar de sus cosas. Mas tarde, él empezó a hacerle masajes hasta que ella estaba manejable. Completamente borracha y suelta, empezó a besarla por el cuello y se fue acercando hasta la boca hasta que se besaron. Al principio ella no quería pero, como me confesó luego, siempre le había atraído la idea de follárselo.



Así que se pusieron manos a la obra. Después de besarse apasionadamente él empezó a meterle la mano por debajo de la camiseta. Al principio mi mujer le decía que no hasta que se dio cuenta de que realmente le apetecía. Entonces se dejó llevar. Se quitó la camiseta y dejó que él le amasara las tetas como siempre había querido, incluso hasta hacerle daño. Se levantaron y se fueron a la habitación de él donde Sonia se quitó el bikini. Él empezó a sobarle las tetas a la vez que arrimaba su boca para chuparle las tetas por primera vez. Le chupaba los pezones mientras ella daba pequeños gritos de placer. Él cogía la mano de mi mujer y se la puso en el paquete, que para entonces ya estaba a punto de explotar.



Le agarraba la polla con fuerza y le tocaba los huevos. Ella estaba empapada, sobre todo porque nunca lo había hecho con otro hombre. Andrés le metió la mano por la parte de abajo del bañador y le metió los dedos en el coño, que lo tenía empapado. Mientras ella empezaba a bajarle el pantalón hasta que ambos quedaron completamente desnudos. Después de frotarle la polla por todo el cuerpo empezó a subir hacia la boca de mi mujer, que estaba tumbada boca arriba mientras se hacía una paja y Sonia le acariciaba las pelotas. A medida que se acercaba más cachonda se ponía la muy puta y con más fuerza le apretaba los cojones. Andrés se inclinó mientras se agarraba la polla y le metió sólo la punta del capullo en la boca, pero le encantó. Mi mujer le chupaba el capullo con dulzura, sacando la lengua y pasándola por todas partes para darle el mayor placer. Mas tarde mi mujer decidió que era momento de darle gran placer y, dándole la vuelta, se puso ella encima para tomar las riendas. Después de un leve sobeteo de polla y de huevos decidió darle la mejor mamada que hubiera recibido nunca.



Según me contó su polla no era muy grande, de manera que se la podía meter hasta la misma base, los huevos le daban en la barbilla cuando llegaba abajo. Ella subía y bajaba la cabeza como una autentica profesional, mientras el le agarraba la cabeza y se la apretaba contra su polla con fuerza para que no parara. Él estuvo a punto de correrse. Cuando se canso el se puso encima y empezó a acariciar el clítoris de mi mujer hasta que este estaba a punto de estallar. Despacio fue bajando la cabeza mientras sacaba la lengua y le comió el coño incluso mejor que yo, como me contó más tarde. Poco después subió un poco para follaresela como un animal. Se agarró la polla y se la metió en el conejo hasta el fondo, mientras ella gritaba de placer y le agarraba el culo para sentir su paquete hasta el fondo.



Estuvieron follando cerca de una hora hasta que él se hubo corrido dos veces, una dentro y la segunda en las tetas de mi mujer. La sensación de la lefa caliente sobre sus pezones era increíble, sobre todo pensando que esa lefa no era la mía. Mas tarde mi mujer decidió mamársela otra vez hasta que se corrió en su boca y se lo tragó entero, describiéndomelo como un sabor algo mas agrio que el mío. He de reconocer que cuando mi mujer me lo contó años después, al principio estuve a punto de morirme pero poco a poco lo superé y ahora adoro que me cuente cómo se comía la polla de su amigo cada vez que vamos a follar, y tampoco hemos descartado que se lo vuelva a tirar alguna vez más. Desde ese día la muy puta es más guarra que nunca, así que si alguna vez os cruzáis con ella no dudéis en proponerle cualquier cosa...


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