La única relación seria que he tenido nunca fue con una chica holandesa de origen guatemalteco. Era morena, con el pelo largo, muy bella, de rasgos orientales, carnosos labios, culo respingón y unos pezones realmente enormes. Lo aprendimos todo juntos y el sexo fue, en mi opinión, la razón por la cual duramos tanto tiempo.
A mí me encantaba cómo follaba y a ella le encantaba cómo yo se la metía, aunque me dejara en ocasiones para follar con otros, cosa que no me importaba porque al final siempre volvía a mí. Nuestros polvos eran verdaderamente intensos. Nos encantaba joder, nada de hacer el amor. Os relato una de las folladas más memorables.
Al llegar a su casa serían las 10 de la noche. Habíamos quedado el día anterior. Ya hacía tiempo que no estábamos solos. Al parecer, su madre se había ido de viaje y no volvía hasta el día siguiente: teníamos todo el tiempo del mundo para nosotros.
Cuando me abrió la puerta le eché el primer vistazo: tenía puesto un vestido negro ajustado y zapatos a juego. Me dijo que pasara, que me había preparado unas copas. Me senté en el sofá de la sala de estar mientras me bebía el licor 43 que me había preparado.
- ¿Es el licor 43 lo que te hace más efecto, verdad? - rompió el silencio.
- Así es -le respondí, tomando un gran sorbo de mi vaso.
Entonces ella, sin pensárselo dos veces, se bebió su vaso de un trago y se lo llenó de nuevo, bebiéndoselo otra vez de un trago, tras lo cual se inclinó hacia mí y, poniéndome la mano en la bragueta, me dio un beso en los labios. Parecía que la bebida había empezado a hacerle efecto.
Me fijé mejor en su vestido. Ahora me di cuenta de que presionaba sus pechos fuertemente y sus pezones, duros ya, se podían percibir a través de la tela. Además, sus bragas negras, ahora visibles, se introducían en la raja de su precioso culo respingón. Fue cuando me comenzó a bajar la bragueta. Me sacó la polla y, meneándola cuidadosamente de arriba a abajo, me metió la lengua en la boca. Poco después se deslizó hacia a bajo y se la colocó en la boca, mientras con un dedo se acariciaba el coño sin parar poniéndose cada vez más cachonda.
Mientras lamía la cabeza, el tronco y luego se la metía entera, rodeándola con la lengua, me miraba: para ella chupar pollas era un arte y se lo tomaba realmente en serio. Entonces, cuando ya estaba realmente dura, se levantó. Yo seguía sentado con la polla fuera del pantalón. Me preguntó si quería follarla mientras jugaba con sus bragas metiéndoselas en la raja del coño. Luego se las quitó y se empezó a hacer una paja delante de mí para después ponerme el chumino en la cara rogándome que se lo chupara con la lengua, que le lamiera el clítoris hasta correrse en mi boca.
Y así lo hice: primero mordía los labios mientras introducía mis dedos en su coño y en su culo, luego le introducía la lengua en el agujero y me la follaba con la lengua, hasta que se corrió en mi boca. Entonces me quité los pantalones y, violentamente, la coloqué a cuatro patas.
- Sí, fóllame ahora, cabrón, métemela entera -dijo.
Yo comencé jugando con el capullo, lubricándolo con sus húmedos labios. Le rozaba el agujero del culo hasta que ya no pudo más, alargó la mano y, con un movimiento brusco, se hundió en mi polla.
- Sí, más fuerte, más adentro, rómpeme por dentro, cabrón, me encanta tu polla...
Yo empujaba cada vez más fuerte, dándome cuenta de que su coño era como un guante, y preguntándome cuántas pollas habrían taladrado esos agujeros. Mientras tanto, alargaba las manos para acariciarme los huevos por debajo, hasta que se corrió de nuevo con un gemido estremecedor.
- Ahora déjame a mi cariño, te voy a joder como dios manda.
Me senté en el sofá y ella se puso a horcajadas sobre mí. Primero se restregó el coño con mi polla, humedeciendo el capullo. No lo entendía, ¿no estaba ya lo suficientemente húmedo? Pero entonces lo entendí.
- Me la voy a meter en el culo, hijo de puta, a ver qué te parece. Está mucho más apretado.
Y se abrió el agujero, se la metió y empujó violentamente hasta que entró entera, comenzando después a moverse arriba y abajo, gimiendo como una loca.
- Cuando te vayas a correr dímelo -me dijo.
Y eso hice. Entonces rápidamente se sacó la polla, dio un salto y se la metió en la boca, tragándose toda mi leche mientras continuaba masturbándose, introduciéndose hasta tres dedos en el agujero. Por fin se corrió otra vez.
Ahora cuentame una de vaqueros condenado mentiroso cuentero de segunda