Cuando la profesora de geología nos dijo que tenía que darse de baja por problemas de salud, pensé que ese curso ya no lo aprobaría.

El día señalado como el de su partida, nos presentó a quien sería nuestro nuevo profesor, un chico joven, moreno y guapo.

Al principio no le prestaba mucha atención, me aburria en sus clases, y cada vez que me las podía saltar, me las saltaba.
Él, por su parte, tampoco no prestaba mucha atención, o al menos no lo demostraba...

Lo 'nuestro' empezó el dia de la fiesta de final de curso. En nuestro instituto lo que siempre hacíamos era elegir un lugar para cenar y salir de fiesta. Invitamos a unos cuantos profesores entre los cuáles estaba él.
Al principio de la cena, todo eran miradas. Estabamos sentados el uno al lado del otro y era inevitable no mantener una conversación o tener algun 'roce'. No le daba importancia cada vez que él me cogía la mano, o me apoyaba esta sobre mis muslos, hasta que se hizo evidente que lo hacía con ganas.

Durante esa misma cena no paramos de nuestros roces, su mano cada vez se paraba más a sobarme los muslos o la espalda, a mí eso me puso a tope. Empecé a decirle cosas al oído, y viendo su reacción le llevé su mano debajo de mi falda. Era excitante, allí, tanta gente,... En él era inevitable disimular su erección, y yo tenía todos los pezones marcados en el jersey de lo duro que se me pusieron.
A mitad de la cena me levanté para ir al baño, no aguantaba más sin masturbarme, necesitaba sentirlo dentro de mí, pero ahora mismo necesitaba ese orgasmo que él había incitado en mí.Me metí en el baño, cerré la puerta con pestillo, y recordando su mano sobre mi muslo, debajo de mi falda, empecé a meterme un dedo en mi vagina, dos, era realmente excitante... Unos minutos después, recién había tenido yo mi orgasmo masturbándome oí la puerta del baño, y una voz muy conocida que pronunciaba mi nombre, entreabrí la puerta del baño y entonces le ví, su erección aún se le notaba por debajo de sus vaqueros. Le abrí la puerta y entró, estabamos excitadísimos los dos. Nos besamos como locos, con pasión, con necesidad de sentirnos el uno al otro. Recorrió todo mi cuerpo medio desnudo, besó cada parte de mí, y me lamió toda la vagina, como si quisiera alimentarse a base de mi líquido. Yo agonizaba de placer, el mayor placer que jamás sentí, y antes de que yo pudiera saciar mis ganas de jugar con su polla en mi boca, me embistió, no tuve tiempo de decirle las ganas que tenía de jugar antes con su polla, pero tampoco no me arrepentía, estaba sintiendo sus 23 centímetros dentro de mí, estaba sintiendome de una manera que nunca me había sentido, era mío, todo mío,... todas esas ganas que había sentido en la mesa, era ahora placer, puro placer.
Me embistió unas cuántas veces, llegué a sentir el mayor orgasmo sentido en mi vida,...eran tantas mis ganas..., él, en cambió prefirió parar, al saber de mi orgasmo y me rogó que se la chupara. Ahora había llegado mi momento, me encantó ver la cara de placer que ponía mientras mi boca y lengua recorrían toda su polla. Dura, suave, grande como no había visto a otra. Se la mamé, estuve jugando con ella largo rato, haciendole esperar el momento en que él se viniera, sé que es cruel, pero me excitaba viendo su cara de excitación... al final, se vino, se corrió y todo su jugo fué a parar a mi boca, a mi cara, me recorrí el cuello y los pechos con éste mientras él me lo lamía, su lengua volvió a recorrer mis pezones, mi ombligo, pero no podíamos seguir, almenos había pasado una hora, y ya quien más quien menos ya se había dado cuenta que solo nosotros faltábamos.
Nos vestimos entre risas y salimos del baño. De nada servia disimular, de nada servia intentar hacer ver que no habia pasado nada, era demasiado evidente, así que salimos charlando normal, como si no hubiera pasado nada. Nos sentamos en nuestros sitios, ya todos tomaban postre así que esa noche, a parte de nuestros líquidos que nos bebimos el uno al otro, cenamos de tarta de chocolate. Fué la cena ideal.