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Categoría: Maduras

LA CATEQUISTA MADURA!

Ella tenía como cuarenta y tantos casi pegándole a los cincuenta, su cabello mostraba algunas canas, pero fuera de estar acabada tenía una silueta fenomenal.



Su nombre es Norma y era la catequista de la iglesia de la colonia, una mujer blanca, de ojos café claro, unas tetas enormes que siempre cubría con su reboso, pero si la mirabas fijo te dabas cuenta de su tamaño, los domingos cuando iba a misa acostumbraba a vestirse de medias negras y falda un poco abajo de la rodilla, pero entallada, que marcaba sus piernas carnosas y sus nalgas grades.



Ella había quedado viuda hace 5 años, su marido fue un camionero que creo la maltrataba por eso ella estaba casada con la iglesia desde hace años.



Yo los sábados en la mañana iba a la iglesia no a rezar, solo para ver su clase con tal de verla, me encantaba ver sus pantorrillas con esas medias de seda negras o color carne, sus faldas que marcaban sus nalgas, sus blusas escotadas que escondía, con sus rebosos, me hice miles de pajas en su honor.



J: ¡Hola señora buenos días!



N: Hola chico, ¡buen día!



Era en ese entonces lo único que se me ocurrió decir, así que así me la pasaba yendo los sábados a la iglesia solo para darme mi taco de ojo ya que muchos hombres habían intentado comérsela y en el intento habían caído, era notorio que un escuincle de 22 años tendría el mismo resultado.



Una tarde de diciembre, antes de las festividades que celebran en la iglesia, ella estaba acomodando unas cajas, el show era fenomenal, verla agacharse y ver su tremendo tarsero me la puso dura, vi que le costaba trabajo cargarlas así que como pude me moví y me ofrecí a ayudarle.



J: ¡Déjeme hacer eso por usted!



N: ¡Oh, que amable, muchas gracias!



J: ¡Si, no debería esforzarse tanto con esto!



N: Lo hago por gusto, ¡así como tú que vienes todos los sábados a oír mi clase!



J: Jajá, si, ¡es muy interesante como usted nos adentra más en esto!



Era lógico que no le iba a decir que iba solo a verle las nalgas, así que quise me creyera un pan de dios.



Termine de ayudarle y no podía más con mi erección, ella con su sonrisa angelical me agradeció y como gratitud me dijo que tenía unos libros para jóvenes, que si los quería, solo que estaban en su casa, al oír eso sin dudar le dije que sí, entonces ella me dijo que fuera a su casa con una mochila ya que eran bastantes, yo solo le decía que si a todo, me dio su dirección, aunque yo sabía dónde vivía y me dijo que fuera a las 4 de la tarde.



Llegue como dos minutos antes, toque la puerta con ansias, ella tardo unos minutos en abrir, no sabía cuál era su demora, pensé que no estaba y casi a punto de irme, abrió la puerta.



N: ¡Hola, perdón por la tardanza, me agarraste ocupada!



J: ¡No se preocupe señora, no pasa na…!



Me quede mudo al verla, ella traía una bata que apenas si cubría sus nalgas y sus tetas, sus medias color blanco y alcanzaba a ver sus ligeros que se las sostenías, se veía espectacular, ella ni se inmutó y me invitó a pasar, tapándose con su bata sus ricas tetas.



Me pasó a su sala mientras me dijo que la esperara, que subiría a su cuarto y estaba conmigo de vuelta. Yo no pude evitar la tentación, así que la seguí sin hacer ruido, vi su puerta abierta y al asomarme, ¡madre mía! Estaba ella sin la bata mostrando su rico cuerpo sus tetas se veían magnificas, traía un calzón cachetero de encaje que marcaba su tremendo culazo, sus muslos, uhm, inmediatamente se me puso dura de verla.



Ella escogía su ropa y en lo que lo hacía yo acariciaba mi verga por encima del pantalón, que rica se veía, no pude más y la saque y empecé a masturbarme viendo cómo se vestía.



Estaba tan acelerado y metido disfrutando de su show, que no me di cuenta cuando termino hasta que escuche su grito.



N: ¡¿Qué haces?!!!



J: ¡Uhm, se…!!!



No pude hablar ya que en ese momento mi leche empezó a salir de mi verga con mucha potencia, salpicándole su falda y piernas.



J: ¡Perdón!!



N: ¡Escuincle del demonio! ¡Vete de mi casa ahora!



J. Pero señora!!



N: ¡Que te vayas, vamos vete, vete!



Yo guardándome la verga y siendo empujado por ella bajaba las escaleras, me aventó la mochila y me estaba sacando con mucha violencia, traté de calmarla, pero ella no me escuchaba.



N: ¡Aprovechado, lárgate!



J: ¡Discúlpeme, pero no pude evitarlo!



N: ¡Eres un puerco, pecador igual que todos!



J: Perdón, es que usted es tan hermosa que no pude evitarlo!



Una vez dicho eso, me dejó de gritar y me pidió que saliera de su casa, resignado estaba por irme cuando me detuvo para preguntarme.



N: ¿En serio soy hermosa?



J: ¡Es muy hermosa, la más hermosa de esta colonia sin duda!



N: ¡Eres un endemoniado, soy una mujer mayor y viuda!



J: ¡Decirle hermosa no creo que sea un crimen!



N: Eso no, pero masturbarte viéndome y en mi casa, eso es abuso, te tenía en un concepto Jonathan, pero bueno, ¡al final la carne es débil!



Nos miramos fijamente, ella me mira de arriba abajo, yo hacía lo mismo, fue entonces que arriesgándome a todo me acerqué y le di un beso en la boca, no de lengua, pero sus labios y los míos rozaron muy bien.



N: ¿Qué haces?



J: ¡Si muero hoy, habrá valido la pena, que hermosa boca!



N: ¡Eres un niño!



J: ¡Tengo 22 y creo que sería mejor que todos los locos que se le acercan!



N: ¡Mejor vete, antes de que pase algo más!



J: ¿Qué? ¿Qué quiere que pase?



N: ¡Vete niño, aléjate y no quiero verte!



Estaba resignado y a punto de salir de su casa, creyendo que había hecho muchísimo para mis posibilidades, cuando de pronto algo inesperado pasó.



Me tomo del brazo jalándome con fuerza a ella, y me comenzó a besar, yo no daba crédito a eso, sus manos agarraban mi espalda bajando por mis nalgas, su boca devoraba la mía, estaba como poseída, la catequista parecía otra.



N: ¡Hace tiempo no pasaba eso, nadie me había hecho esto!



J: ¡Que rico besas, eres una diosa!



N: No, dios solo hay uno y espero me perdone, ¡pero necesito un hombre!



Sus declaraciones me volvieron loco y ahora yo me lance a besarla, tocándole sus ricas y grandes nalgas, besándole el cuello, ella lanzaba pequeños suspiros de placer, finalmente tenía a esa hembra.



Quise llevarla a su cama, pero me dijo que ahí lo hacía con su esposo fallecido que prefería la colchoneta detrás de su buro.



Fui por ella y la tiré al suelo de la sala, lentamente ella se quitó la falda y la blusa, dejándose con las medias, el ligero su cachetero y su brasear que apenas si cubría sus ricas tetas.



J: ¡Maldición, que buena estas!



N: ¡Eso no es nada, antes paraba el tráfico!



J: ¡Cariño no solo paras el trafico si no también otra cosa!



Ella se acomodó en la colchoneta y yo comencé a besarle sus pechos, su abdomen un poco graso pero deliciosos, sus carnosos muslos, incluso la sensación de mi lengua encima de sus medias, me tenía durísimo.



N: ¡Quítate la ropa!



Obedecí la petición de la hermosa madura y mientras me despojaba de mi ropa ella se quitaba el brasear y su cachetero, le pedí se dejará las medias y el ligero, ella con una sonrisa me cumplió mi deseo, yo estaba súper firme, ella se acostó abriéndose de piernas y me abrió los brazos, supe que quería mi verga ya.



N: ¡Que grande la tienes!



J: ¡Tranquila no te lastimare!



N: ¡Mi niño! ¡He tenido más grandes que esa!



¡Guau! su declaración me puso más loco y empecé a metérsela suave, su peluda vagina devoraba mi verga gracias a su humedad, ella estaba igual de caliente que yo.



Gracias a su religión, no usamos condón, eso me dio una sensación aún más rica cada que la embestía, mordiéndole sus grandes tetas, ella gemía y se movía rico.



N: ¡Dios, que rico, uhm, ah!



J: Que buena estas, ¡soñaba con esto!



N: ¡Más de 5 años sin sexo uhm, había olvidado lo rico que era!



Levanté sus peirnotas y besándole los pies la embestía con fuerza, eso hizo que ella comenzara a gemir riquísimo, pidiéndome que no parara, que continuara dándole mi verga.



La empujaba con fuerza, le doblaba las rodillas hasta que chocaban con su cara y yo hincado la metía y sacaba por completo, sintiendo como nunca en mi vida.



N: ¡Uhm, ah, sí, ah, uhm!



J: ¡Uhm, si, que rico, uhm!



N: ¡Uhm, mas, uhm, si, así, que rico!



J: ¡Valió la pena todos esos sábados, agh!



La acosté de ladito levantando su pierna, se le veía un tarsero descomunal, en la pose de “cucharita” empecé a penétrala mientras mis manos acariciaban sus tetas aplastando sus carnosos pezones y su clítoris también era acariciado con ansias.



En su tv apagada se reflejaban nuestra imagen de ella gimiendo, mordiéndome los dedos siendo cogida por mí.



Me acosté y ella subió a cabalgarme, que magnifico se veía su cuerpo, sus piernas, sus tetas, era un manjar y yo me la estaba comiendo.



J: ¡Que suerte, uhm, que suerte!



N: ¡Agradécele a dios, uhm!



J: ¡Muévete, uhm, si así, que rico, por dios!



N: ¡Ah, uhm, no use su nombre en vano, ah!



Cabalgaba delicioso, que rico se movía, era una experta, ahora entendía por qué su esposo era celoso, tenía un tornado como mujer y no quería compartirlo.



Que rico se levantaba y dejaba caer, sus movimientos circulares me tenían a full, le mordía los pezones, ella también me mordía, era una experta en el sexo, me estaba dando la que hasta ahora considero la mejor cogida de mi vida.



Se dio vuelta empinándose y clavándose solita, que monumentales se le veían sus nalgas, yo la agarraba como desesperado, las besaba, ella seguía dándome una buena cogida, más bien ella me estaba cogiendo a mí.



J: ¡Que rico, uhm, ah, uhm, si así nena, uf!!



N: Eso, gime nene, uhm, que rica verga, uhm, ¡ah!



J: Uf, muévete, que nalgas, que piernas eres un manjar, ah, ¡que suerte tengo!



N: ¿Chiquito, te vas a venir?



J: ¡Casi, uhm!



N: ¡Yo también bebe, uhm!



Se puso en cuatro, yo tomándola de sus nalgotas me empujaba con fuerza, ella movía riquísimo su cuerpo dándome una enorme satisfacción, que rico cogíamos, mi verga estaba inflándose cada vez más, ella seguía moviendo su cadera fenomenal, ¡estaba por estallar!



J: ¡Ay mamita! que rico te mueves, uhm, me vengo uhm, ¡me vengo!



N: Si, así, que rico, uhm, no la saques, uhm, es pecado, ¡debes terminar dentro!



Comencé a venirme dentro de ella, ella se movía fantástico recibiendo mi semen, que orgasmo, que placer, que cogida me había dado esa mujer.



Se la saque y aun con un poco de dureza y escurriendo mecos, ella se agacho y me dio una mamada espectacular, de esas que te hacen venirte solo con unos segundos.



J: ¡Dios que rico chupas, uhm!



N: ¡Debo limpiarte, que rica semilla expulsa!



¡Que mamada! Una vez que termino de chuparme, reposamos unos minutos, luego me vestí y admiré como ella se vestía.



N: No le cuentes a nadie, ¡cometimos un pecado!



J: ¡No te preocupes, gracias por dejarme estar contigo!



N: ¿Oye vas a querer los libros?



J: ¿Para qué? me has dado la mejor clase de mi vida!


Datos del Relato
  • Categoría: Maduras
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