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Categoría: Incestos

La casualidad

Todo fue de casualidad. La experiencia que viví con mi hermana fue mágica. Si no hubiese entrado aquel día al cuarto de baño tal vez no hubiese sucedido lo que trataré de contar a continuación.

La historia que voy a intentar narrar fue algo que ni en mis más húmedos sueños podría llegar a vivir, bueno en mis sueños tal vez, pero cumplirlos eso no lo veía, antes me hubiese tocado la lotería que llegar a vivir mi relación con mi hermana.

Yo soy un tipo bastante normal, nada de cachas con piel morena tostada por el sol, es más, soy todo lo contrario, no soporto el sol ni el calor y eso que vivimos a pie de playa en una pequeña urbanización de chalets adosados y lo de los ligues a lo mejor salía algo, pero mejor no hablar de ello. Y mi hermana es una chica, yo la veía del montón, pero desde nuestros encuentros para mi casi es una diosa. No pongo nombres para que cada lector si quiere pueda intentar recrearlo en su mente.

Éramos jóvenes y creo que por aquella época ella tenía 18 años y yo 19. Ella estaba estudiando y yo comencé a trabajar por las tardes y mis padres trabajaban los dos. Fue a finales de primavera que ya apretaba el calor y fue un sábado que mis padres salieron temprano a echar el día con unos amigos. Mis padres dicen que ya somos mayorcitos para apañarnos solos y que ellos trabajan duro y que si los fines de semana les encarta de irse por ahí y tener su espacio a ellos les viene bien y a nosotros dos también. Bueno que me enrollo y la presentación se va a comer más tiempo que la historia.

Mi hermana aprovechó la mañana para comprarse un par de biquinis y algo de ropa para el verano, luego comimos y yo me fui a mi cuarto a entretenerme con el ordenador y a leer un rato, la puerta de mi cuarto estaba abierta y justo enfrente está el baño. Mi hermana entró con los biquinis para probárselos, pero no cerró la puerta del todo. Al poco tiempo empiezo a escuchar unos pequeños grititos como de dolor y me levanto para ver qué pasaba, sé que a mi hermana la visión de la sangre no le gusta y pensé que al retirar las etiquetas se cortaría un dedo, así que cuando entro en el baño me encuentro a mi hermana sentada en la taza del wáter, con las piernas abiertas intentando afeitarse su monte de venus, que estaba algo alborotado, con unas cuchillas. Yo me quedé allí de pie y mi hermana se dio cuenta de mi presencia y me miró. A mí lo único que se me ocurrió fue decirle que así se haría daño, que esa zona es muy sensible, que lo mejor es mojarla primero con agua un poco caliente y cortar con cuidado primero con unas tijeras y luego utilizar una espuma de afeitar y la cuchilla para ya rasurar la zona. Ella me dijo que vale que le parecía bien y yo me disponía a dar la vuelta para irme cuando me giré y le propuse que si quería que le ayudara. Ella se lo pensó un momento y me dijo que de acuerdo y que tuviese cuidado. Rápidamente busqué todo lo necesario, toallas, agua caliente, las tijeras mi cuchilla de afeitar etc. Y cuando lo tuve todo listo y a mano me arrodillé entre las piernas de mi hermana. La verdad que la postura no era muy cómoda porque la taza del wáter está medio encajonada y no había mucho espacio, pero se aguantaba.

Comencé por humedecerle el pelo con una toalla empapada de agua y a continuación con un peine comencé a estirar el pelo hacía arriba y con el mismo peine hacía de tope para pasar las tijeras y así evitar lesionarla. Volví a pasar la toalla para retirar los pelos que pudiesen quedar y le apliqué la espuma de afeitar. Hasta ese momento mi hermana permaneció en silencio mirando como yo evolucionaba en su vello púbico, pero cuando le apliqué la espuma emitió un pequeño grito que me sobresaltó. Mi hermana me sonrió y me dijo que la espuma estaba un poco fría pero que no pasaba nada, que continuara sin problemas.

Y a cada caricia con espuma que le aplicaba mi hermana gemía y se movía entre mis manos. Yo estaba como una moto, mi pene en ese momento hubiera servido para derribar montañas, pero me contuve y permanecí lo más serio posible, tocaba pasar la cuchilla. Lentamente iba acariciando su piel con mi cuchilla y a cada pasada desaparecía espuma y pelo y asomaba su blanca piel. El espectáculo era increíble a escasos centímetros de mi cara y entre mis manos se encontraba el sexo de mi hermana y yo entre sus piernas continuaba mi trabajo. De vez en cuando disimuladamente miraba hacia arriba y veía a mi hermana recostada hacia atrás y con la respiración ligeramente agitada. No sé qué tiempo tardé, pero estaba en el paraíso. Cuando terminé me esmeré en limpiarla abriéndole los labios de su sexo y contemplando el rosa de su interior y pasando la toalla húmeda y aplicándole una crema hidratante. Observaba que mi hermana estaba húmeda y sin preguntarle y aprovechando que mis dedos todavía tenían restos de crema, comencé a acariciar lentamente su clítoris y mi hermana no me dijo nada, así que continué y le metí un dedo en su sexo. Mi hermana comenzó a jadear entre mis manos y a cada jadeo aumentaba la velocidad de mis movimientos hasta que mi hermana echó la cabeza hacía atrás soltó un gran gemido y se corrió en mis manos. La volví a limpiar y se quedó sentada en la taza del wáter con los ojos cerrados y suspirando, le pregunté si se encontraba bien y me dijo que mejor que nunca pero que le temblaban las piernas y se echó a reír. Yo suspiré sin que me viera y me puse a recoger las cosas, mi hermana consiguió levantarse se miró el trabajo hecho, me dijo que había quedado bien, me dio las gracias y se fue a su cuarto. Naturalmente me quedé en el baño y comencé a tocarme y no hizo falta mucho tiempo para que me corriera.

Después cenamos pronto porque habíamos quedado con nuestros respectivos amigos para salir y no comentamos nada, como si nada hubiese pasado. Absolutamente nada. Naturalmente, a partir de aquel día cada vez que me tocaba era pensando en ella, en lo que le hice y en lo que le haría, pero tuve que cambiar de ideas, no quería obsesionarme con mi hermana así que dejé de masturbarme pensando en ella y a espaciar las pajas en el tiempo.

Al cabo de mes y medio o dos meses, mi hermana vino a verme a mi cuarto a pedirme que, si le podía ayudar, quería que se lo volviese a afeitar porque empezaba a crecerle el vello, sin más se bajó los pantaloncitos que llevaba para enseñarme que era verdad que volvía a crecerle. Le dije que, sin problema, pero, si no le importaba, que lo hiciéramos en mi cuarto que en el baño la verdad que no era nada cómodo, ella aceptó sin impedimentos y yo fui a por todo lo necesario mientras mi hermana se preparaba. Cuando volví mi hermana se había quitado los pantaloncitos y me preguntó que donde se ponía, le pedí que mejor en la cama y ella se tumbó y abrió sus piernas. Allí volvía yo a encontrarme de rodillas, entre sus piernas, ante su rosado sexo dispuesto a repetir la liturgia del afeitado del monte de venus de mi hermana. Esta vez cuando acabé y veía el pecho de mi hermana moverse agitado comencé de nuevo a acariciar su clítoris y mi hermana se incorporó se apoyó en sus codos y me miró sonriendo, yo le sonreí y retiré mis manos y utilicé mi lengua para estimularla. Lentamente comencé a realizar círculos con mi lengua alrededor de su clítoris mientras miraba a mi hermana que no perdía detalle de mis actuaciones. Luego bajé mi lengua buscando la entrada de su sexo y la introduje lo que hizo que se convulsionara de placer. No había palabras entre mi hermana y yo, ni caricias solo la estimulación que yo le estaba practicando en su sexo. Un arqueamiento de su espalda y unos gemidos me indicaron que mi hermana estaba a punto de correrse y mi lengua se movió lo más rápido que pude hasta que llegó al clímax. Mientras la limpiaba con la toalla su respiración seguía alterada y una sonrisa iluminaba su cara. Se levantó recogió su ropa me dio las gracias y un beso en la mejilla y se fue a su cuarto. A mí lo único que me salió fue un -de nada cuando necesites ayuda ya sabes dónde encontrarme-. Me fui al baño a dejar las cosas que utilicé y me di una ducha donde me masturbé a base de bien.

Y la vida seguía, y ninguno de los dos decía nada, como si no pasase nada. Había masturbado a mi hermana un par de veces y todo tan normal, tal vez es así como debía de ser.

Yo tenía la esperanza que habría más veces, que tendría que ser paciente y tal vez hubiese una tercera, cuarta, quinta vez que mi hermana vendría a buscar a que le ayudara con sus planes de belleza, pero a las tres semanas más o menos mi hermana se presentó con un chaval que decía que era su novio. El tío se creía que el mundo giraba alrededor de él y todos los demás estábamos para servirle, la primera mi hermana. Así que me quedé helado pensando que la había perdido, que ese momento lo trataría mi hermana de pasar con su novio. Pues resultó que el chaval ese duró lo que un caramelo en la puerta de un colegio. Que el chico solo había venido de vacaciones y que mi hermana era solo un ligue de verano. Un sábado por la mañana que mis padres se fueron de casa rural y nos disponíamos a desayunar mi hermana comenzó a contarme que lo pasó un poco mal porque se sentía como un juguete, que los hombres le daban asco que solo pensaban en tirarse a las tías, que a la semana ya le estaba pidiendo que le comiera la polla y que en septiembre se tenía que ir, que había ligado con ella porque le habían dicho que mi hermana tenía unas tetas y un culo increíbles. Yo la estaba escuchando en silencio y cuando me comentó lo del sexo le pregunté que si las relaciones eran consentidas o el tipo había intentado forzarla. Ella se echó a reír mientras se levantaba para dejar los platos en el fregadero y antes de irse me puso la mano en el hombro me miro y sonriendo me dijo- para comerle la polla a un tío antes me tienen que comer el coño a mí. -

Y volvió a suceder. Una vez pasada su pequeña crisis amatoria, mi hermana volvió a buscarme a mi cuarto para pedirme que le ayudara, así que fui a buscar todo lo necesario mientras ella se acomodaba en la cama. Esta vez creo que mi hermana vino más buscando placer que la ayuda porque casi no había vello, pero me apliqué. Ya pensaba incluso en abrir mi pequeño estudio solo para afeitar Montes de Venus de chicas jóvenes. Cuando terminé y comencé a acariciar su clítoris mi hermana me comenzó a acariciar la cabeza y a empujarla hacia abajo. Quería que se lo comiera y a mi mente vino la frase que me dijo -para comerle la polla a un tío antes me tiene que comer el coño-. Yo me incorporé hasta su oído y le pregunté si quería que se lo comiera, ella me decía que si mientras sonreía. Comencé a acariciar su sexo y a arrancar los primeros gemidos de mi hermana y volví a preguntarle si quería que mi lengua recorriera su sexo, entre jadeos mi hermana volvía a contestar que sí, le pregunté si quería que la follara con mi lengua entrando y saliendo de su sexo a lo que me contestó que por favor se lo hiciera así que bajé hasta su entrepierna y comencé a recorrer su sexo lentamente introduciendo mi lengua en su vagina, pero esta vez quise un poco más y subí mis manos por su estómago buscando sus pechos. La camiseta que llevaba era un poco justa y costaba meter las manos. Yo no quería tocar tela quería tocar su piel, sentir sus pechos, sus pezones, pero la tela lo impedía entonces mi hermana se incorporó para poder quitarse la camiseta y así pude apreciar los maravillosos pechos de mi hermana. Como me encontraba de rodillas entre sus piernas y ella estaba sentada en el filo de la cama sus senos quedaron a la altura de mi boca y naturalmente me tiré de cabeza a besarlos, acariciarlos, lamerlos y morderlos ligeramente. Pero mi hermana quería lo suyo y comenzó a reclinarse en la cama así que volví a centrarme en su sexo mientras mis manos asían con suavidad sus maravillosos pechos. Ella se agarró a mis manos y las apretaba, y en mis manos fui sintiendo como sus pechos se hinchaban y se iban poniendo duros y así es como llegó al orgasmo. Se levantó y se fue y yo me quedé chafado esperando que ella me hiciera algo, pero no sucedió nada.

Un par de días después mientras me vestía para ir a trabajar mi hermana entró en mi habitación y se sentó en la cama y me preguntó si yo me masturbaba y si pensaba en ella, le dije que sí, que me solía masturbar mientras me duchaba y que alguna vez había pensado en ella. Se levantó y se marchó. La verdad que me quedé un poco rayado porque no se si le molestó lo que le dije, pero no me dijo nada.

La sorpresa fue cuando al siguiente sábado que mis padres nos dejaron solos y mientras me duchaba mi hermana entro en el baño y me pilló con mi pene en ristre, mi hermana me preguntó si podía mirar y se fue acercando hasta quedar sentada en el filo de la bañera mientras se mordía el labio inferior. Yo movía mi polla lentamente y como mi hermana no le quitaba el ojo de encima le dije que si quería cogerla y con cautela estiró su mano hasta que se aferró a mi dura polla y comenzó a masturbarme, su postura le era un poco incomoda ya que estaba sentada de lado y se puso de rodillas. La visión era maravillosa mi hermana meneándome la polla y sus pechos bamboleándose bajo la camiseta ya que no llevaba sujetador, se la quité y fue el único momento que me soltó. Le eché valor y le pregunté si podía correrme en sus pechos, se quedó en silencio y luego me contestó que vale, pero solo en los pechos que no intentara salpicarle en la cara y cuando estuve a punto le pedí que se los cogiera con sus manos y dirigí mi polla hacia ellos donde le solté mi leche, cuando terminé le pedí que se inclinara y con la ducha le lavé la corrida y le pasé una toalla para que se secara. Al incorporarse vi que sus pantalones de pijama celeste estaban manchados por la excitación que tenía así que me puse detrás de ella le cogí sus manos y las apoyé en la encimera del lavabo mientras nos mirábamos a los ojos a través del espejo. Le acariciaba la espalda la rodee con mis brazos para cogerle los pechos y apretárselos a la vez que le mordía el hombro. Ella se estremeció y comencé a agacharme para quitarle los pantalones. Cuando vi su culo le mordí suavemente las nalgas a la vez que se las abría y ante mí se apareció su ano al que le dejé caer un poco de saliva. Eso hizo que mi hermana se sorprendiera y se girara para ver que hacia entonces fue cuando metí todo lo que pude mi lengua en su sexo lo que hizo que se moviera como intentando que le entrara más lengua. El placer que sentía era enorme y volcó su cuerpo hacía adelante momento que aproveché para introducir un dedo por su culo, ella se enderezó y yo le empujé su espalda para que volviera a inclinarse entonces me pidió que le metiera el dedo, pero despacio y ella comenzó a moverse rítmicamente hasta que mi dedo quedó completamente hundido en su culo, unos pocos de movimientos entrando y saliendo de su orificio y un poco de presión en su clítoris y se corrió. Para mí era ya difícil la situación con mi hermana, yo quería más pero no sabía hasta donde querría llegar ella o me dejaría que llegase.

Después mis padres pararon sus salidas de fin de semana, y a lo mejor eran los amigos los que venían a cenar a casa, así que nos tocó frenar nuestras ganas de vernos y durante un par de meses no hubo nada, pero por suerte mis padres volvieron con más ganas a sus viajes de fin de semana, decían que eran pequeñas lunas de miel. Un sábado me tocó trabajar hasta tarde y llegué a casa casi a las dos de la mañana y no había nadie, mis padres no estaban y mi hermana había salido con sus amigos, así que me di una ducha y me senté a ver una peli bastante aburrida con una tarrina de helado. En ese momento llegó mi hermana me saludó y fue a cambiarse. Esta vez era yo el que quería que pasase algo con ella. Mi hermana se sentó junto a mí con un pijama de pantalón corto y camiseta de tirantas, me preguntó que qué hacía y me quitó la tarrina de helado. Y mientras ella comía helado yo le subí la camiseta y le saqué sus maravillosos, redondos y turgentes pechos. Ella no dijo nada ni opuso resistencia dejó la tarrina de helado y se quitó la camiseta para que yo pudiese entretenerme con sus pechos que acaricié con delicadeza y besé sus pezones. Mi hermana se arrodilló en el sofá y me acariciaba el pelo y yo metí mi mano por debajo del pantalón buscando su sexo mientras con la otra mano comencé a masturbarme. Mi hermana comenzó a cabalgar sobre los dedos que yo le había introducido, sus gemidos iban en aumento entonces le quité los pantalones y le di la vuelta dándome la espalda la puse a cuatro patas sobre el sofá, ante mí se encontraba su culo y su sexo que volví a penetrar metiendo mis dedos por ambos orificios mientras seguía pajeándome. Mi hermana me pidió que me tumbara en el sofá y se colocó sobre mi boca para que se lo comiera mientras volvía a meter un dedo por su culo ella se reclinó hacia atrás hasta coger mi polla y comenzar a masturbarme. Sus movimientos eran cada vez más rápidos y sus gemidos más fuertes hasta que se corrió en mi cara. Pero yo no me había corrido y mi hermana se levantó y yo me senté todavía con la polla dura. Mi hermana se arrodilló ante mí, la cogió entre sus manos otra vez y comenzó a pajearme lentamente sin perderla de vista entonces riéndose se levantó de un salto y me dijo que la acompañara, Para que no fuera a perderme mi hermana se agarró a mi polla y tiraba de mí.

Mi sorpresa fue cuando riéndose me llevo al baño y me dijo que me sentara en el wáter que ahora me iba a tocar a mi quitarme unos pocos pelos, sacó todo lo necesario y comenzó a recortar mi vello púbico, luego cogió la cuchilla y me afeitó los huevos. Cuando hubo terminado se levantó y me dijo que era verdad que la postura era algo incomoda y que como pude yo aguantar tanto tiempo la primera vez, yo me levanté y me miré el trabajo hecho por mi hermana en el espejo.

Mi hermana me preguntó si le gustaba el trabajo realizado, me quedé mirándome los huevos suaves y le di mi aprobación entonces ella me comentó que el trabajo no estaba terminado que no me había echado la loción hidratante, se agachó cogió mi polla me miró a los ojos y la introdujo en su boca, mi hermana me estaba haciendo la mejor mamada del mundo, y el tiempo se detuvo en aquel cuarto de baño. Movía la cabeza hacia adelante y hacia atrás, rítmicamente, lentamente sin pausa, paró un momento para decirme que por favor no me fuera a correr en su boca ni en su cara que eso le daba un poco de asco y que eso estaba bien en las películas porno pero que me dejaba que me corriera en sus pechos. Y así lo hice, cuando estaba llegando al clímax la avisé y como la vez anterior ella se cogió sus pechos y yo descargué el contenido de mis huevos sobre ellos. Luego nos duchamos juntos, pero solo nos enjabonamos el uno al otro entre risas, nos secamos recogimos el salón y nos fuimos a acostar.

El tiempo avanzaba inexorablemente y el clima revuelto también así que ya venían las lluvias y el frio. Un viernes que llegué de noche del trabajo a casa me encontré a mis padres sentados en el sofá acoplados con la manta y viendo una película, ya me disponía a comer algo y ponerme el pijama, mi hermana no estaba porque había salido con los amigos cuando sonó el teléfono, lo cogió mi padre y resultó ser mi hermana que si podían ir a recogerla que estaba lloviendo que su amiga había discutido con el novio y la abandonaron en la zona de copas y estaba sola, asustada, calada hasta los huesos y muerta de frio. Como yo acababa de llegar y estaba vestido con el uniforme mi padre me pidió que fuese a por mi hermana así que hablé con ella para saber dónde estaba y me pidió que le llevara ropa seca. Le avisé a mis padres que tardaría en llegar porque estaba lloviendo mucho y mi madre me dijo que tuviese cuidado, le dije que no se preocupara que si llovía mucho buscaría un sitio donde parar que fuese seguro y esperaría que amainase la tormenta para seguir el camino.

Llegué a donde se encontraba mi hermana y me recordó a los perrillos chicos cuando tienen frio temblando y medio encogida. Se montó en el coche y le conecté la calefacción, me dijo que si podía parar en algún sitio que se estaba orinando y que si no paraba se lo haría encima. Por suerte cerca de la carretera había un descampado donde suelen ir las parejas y me dirigí hacia allí. Mi hermana se bajó del coche hizo sus necesidades y se montó en la parte trasera donde estaba la bolsa con sus pertenencias y comenzó a despojarse de la ropa mojada. Yo veía su cuerpo desnudo y como se secaba para entrar en calor, pero como seguía con frio y temblando tuve que subir más la temperatura del coche. Mi hermana estaba desnuda abrazándose para entrar en calor y yo sudando y quitándome ropa por el calor, mi hermana se quedó quieta lo que me preocupó y me fui al asiento trasero con ella que se sentó a horcajadas sobre mí y la abracé para pasarle mi calor y cubrirla con la toalla, ella seguía temblando sobre mi mientras nos abrazábamos. Se retiró un poco para decirme que se estaba clavando en su sexo la hebilla de mi cinturón así que me desabrochó la correa y me bajó los pantalones. Aquello era mucho para mí, y mi polla comenzó a entonarse con la tiritera de mi hermana y ella aprovechó que estaba encima para acoplarse mejor.

La temperatura interior del coche contrastaba con el espectáculo exterior de luces y sonidos provocados por la tormenta. De vez en cuando un rayo nos iluminaba a los dos. Yo recorría su cuerpo frotándole para reactivar su sangre, mis manos la recorrían desde los pies a su nuca, lo que le provocaba más escalofríos y más movimientos de su cuerpo sobre mi miembro que iba creciendo en mis boxes. Mi hermana metió su mano y lo agarró con fuerza. Me miró a los ojos y riéndose me dijo que si aquella cosa era una bolsa de agua caliente le dije que sí, pero que era muy pequeña para ponerla en los pies. A continuación, pasó lo más increíble, mi hermana me besó para luego deslizarse hacia mi pene para practicarme una mamada, luego se tumbó en el asiento del coche y fue mi turno para lubricar con mi lengua su sexo, aunque no hacía falta, su sexo estaba bien lubricado. Me puse encima de ella, mi hermana sabía lo que iba a pasar y lo aceptó porque ella también lo quería, a la vez que mordía su oreja, su cuello y besaba sus pechos, me cogió la polla para introducírsela en su vagina y le dije que tenía preservativos, pero ella lo rechazó, me dijo que ya habría otras oportunidades para usar condones, ahora quería sentir mi polla en ella sin barreras, lentamente me fui moviendo hasta que todo mi pene se halló dentro de ella, me pidió que me moviera más rápido porque estaba a punto de correrse y así fue un par de movimientos más y mi hermana se corrió como nunca, sus gemidos acallaban los truenos, se le secó la garganta por sus gritos de placer y solo le salió la voz para pedirme que no me corriera dentro y que fuese a mi ritmo que ella ya se había corrido. Le pregunté si sería capaz de volver a correrse y me dijo que si era capaz de producirle más placer así que me moví lo más rápido que pude, pero yo quería que aquel momento no acabase nunca. La cambié de postura e hice que se sentara sobre mí y fuese ella la que marcase el ritmo, me apretaba la cara contra su pecho para que se los chupase y vaya si lo hice, mis manos acariciaban cada centímetro de su sudada piel y aproveché para meterle un dedo por su ano, cuando lo sintió se paró en seco y fue bajando lentamente hasta que mi dedo se introdujo también, y volvió a cabalgar sobre mi polla a la vez que mi dedo se movía formando círculos dentro de su culo. Mi hermana volvió a correrse justo en el momento en que yo se la sacaba para correrme salpicando su culo y su espalda. Luego nos intentamos recuperar nos vestimos y partimos para casa.

Mi hermana se quedó dormida en el asiento junto a mí y la desperté cuando llegamos. La acompañé a su cama me volvió a besar y se acostó. Yo me fui para mi cuarto para intentar dormir. Había sido una gran noche.

Datos del Relato
  • Categoría: Incestos
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