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Categoría: Confesiones

La Casa de la abuela

Esto que voy a contarles sucedió cuando tenía 22 años (ahora tengo 28) y fue una experiencia con la que muchos fantaseamos.



Mi abuela que había quedado viuda, vivía en un pequeño pueblo y tenía su casa alejada unas cuadras de su hija (mi madre), por lo que decidió tomar una muchacha para que la acompañara y viviera con ella para no estar sola.



Esta muchacha creció, y se casó, siendo reemplazada por otra, que a su vez también casó (esto en el transcurso de unos diez años). Para seguir la tradición abuela tomo otra muchacha, era Mónica una chica menuda pero graciosa, morocha de pelo suave y largo, que acababa de cumplir sus 17 años de edad.



Había sido parte de mi vida ir a dormir y hacer los deberes a casa de abuela y a la noche jugar a las cartas con otros vecinos en sus casas o en la de abuela. Mónica siempre andaba de un lado para el otro cerca mío pero no sospechaba nada de sus intenciones y si las tenía no me fijaba en ella.



Una tarde fui a casa de abuela a dormir la siesta ya que en la mía había mucho ruido y a la noche tenía que viajar por lo que quería descansar bien. Entré en la casa por la puerta de atrás, pasé al baño, y me encuentro con Mónica desnuda (sólo con su tanga) que acababa de bañarse.



Me quedé una fracción de segundo sorprendido a la vez que miraba lo bien que estaba y cerré la puerta. Ella se cambió y salió muy sonriente aunque un poco avergonzada y ahí quedó todo.



Pocos días después y a la hora de la siesta estaba en la habitación en la cual dormía que se encuentra separada de la casa unos 10 metros y aparece Mónica con el pretexto de que le devolviera dos cassettes.



Llevaba puesto una especie de remera amplia y corta que le tapaba apenas el culo, dejaba ver una piernas bien torneadas pero no hacía para nada resaltar su cuerpo, el cual tenía grabado en mi retina por haberla visto desnuda.



Se quedó a escuchar un tema que sonaba en ese momento hasta que, me percaté de que no se iba y que me miraba con una cara rara como que tenía algo que decirme, le hice una broma y como no se reía le tomé el cuerpo haciéndole cosquillas, como al descuido caímos sobre la cama que era una de esas antiguas de plaza y media y nos pusimos a juguetear.



Eran sólo juegos, le decía cosas sin importancia hasta que nos pusimos a jugar al caballito es decir ella y yo en cuatro patas sobre la cama. Pasaba mi cuerpo por debajo del suyo y deliberadamente le rozaba las tetas con mis manos siempre como al descuido notándolas firmes y duras. En un momento cuando estábamos como que yo era el jinete y ella el caballo, la remera corta y estar a cuatro patas dejaban al descubierto el culo con una bombachita verde fluo que se metía dentro de su zanja y dejaba ver algunos pelitos.



Pasé el brazo por entre su entrepierna y como al descuido lo apoyé a la altura de su rajita notando no sólo la humedad sino también los fluidos de su excitación. Mientras le decía unas palabras como para distraerla, me situé tras ella al tiempo que me quitaba el short de baño que llevaba junto con el slip. Seguimos jugueteando, los dos a cuatro patas sin que ella hubiera notado que estaba desnudo.



Era el momento, me decidí, con la mano izquierda le corrí la tanga y con la derecha me guié la verga, que pese a ser normal de unos 18 cm., como particularidad tiene una cabeza pequeña y un final muy grueso (como de 6 cm).



La penetración fue fácil, sentí que la cabeza resbalaba al encontrar la entrada yéndose sola hacia adentro y aunque le entró sólo un poco ella dio uno profundo suspiro y me dijo:



¿Qué hacés?, ¿qué hacés?, más en sentido de disculpa a sí misma que de enojo.



Le pasé la mano por debajo de la cintura y mientras le decía suavemente que disfrutara el momento comencé a masajear el clítoris lubricándola con sus propios jugos dando movimientos de vaivén sólo con unos 3 o 4 cm adentro. Sentí que se excitaba por lo que quitando su bombachita, la volví a meter y en el momento que comencé a sentir su excitación empujé y sentí que la cabeza chocaba contra algo que resistía (era su virgo).



Empujando suavemente y mientras crecía la excitación de ambos sentí que mi cabeza penetraba hasta que, empujando firmemente se rompió. Gimió cuando cedió la tela y le entró poco más de la mitad aflojándose toda pero se recuperó. Continué la penetración y ella mezclaba instantes de dolor donde pedía que se la saque, momento en el cual paraba esperando la dilatación y cuando sentía que aflojaba la tensión y gozaba seguía metiéndola.



La di vuelta poniéndola boca arriba, me situé entre sus piernas y la volví a mandar donde aquí sí la hice llegar hasta el fondo y dando movimientos de mete y saca incrementé el ritmo. Mónica sintió sus primeros cosquilleos y luego le agarró un frenesí moviendo sus caderas lo que nos dejó en una cadencia perfecta, abrió bien sus piernas, puso sus manos sobre mi culo como para que le entrara más aún hasta que entre gemidos y jadeos tuvo un orgasmo que por ser el primero de su vida fue bastante bueno al tiempo que se encontraba llena de semen que goteaba de su conchita junto con algo de sangre de la reciente rotura.



Quedó exhausta y satisfecha, me dijo que al principio tenía miedo de que doliera mucho, pero que después que se rompió su himen cuando sintió que la verga penetraba en su vagina y que esta se estiraba sintió una sensación hermosa y que había escuchado a sus compañeras que le contaban lo que era un orgasmo, pero que sentirlo era encantador.



Luego de besarla, hablarle decirle que no la iba a abandonar y me quedaba a su lado le hice ver la sangre que había caído en la sábana junto con mi leche, después de un rato miró la hora y calculó que abuela ya se estaría por levantar por lo que se marchó no sin prometernos que lo volveríamos a hacer en cuanto pudiéramos.



Pasaron varios días sin verla ya que regresé de mi viaje y nuevamente tuve que viajar. Cuando regresé volví a verla en mi casa donde había ido con abuela y le dije que esa tarde iría a lo que me respondió que le había venido la regla el día anterior por lo que tendríamos que esperar. Eso fue un lunes, así que el sábado después de almorzar me fui otra vez a dormir la siesta.



Llegué justo en el momento que abuela se acostaba a dormir y ella terminaba de limpiar la cocina. Para disimular aprovechó para decirle a abuela que se iba a la casa de su hermana y así tener cobertura y a los 15 minutos de estar acostado se apareció recién bañada con el mismo vestido de la vez anterior.



Nos abrazamos y parados junto a la cama la besé, la desnudé lentamente, la chupé y le hice de todo y en el momento que noté que temblaba de excitación, me quité mi ropa, la acosté, la puse sobre la cama y delicadamente se la metí toda. A cada empujón daba un suspiro hasta que tocó mi glande el fondo de su vagina, donde respiró bien hondo comenzando seguidamente una sesión de goce total, arqueaba su cuerpo, jadeaba y nos empapamos en transpiración hasta llegar al clímax al mismo tiempo en una conjunción fantástica de nuestros cuerpos.



Cuando le saqué el aparato miraba como chorreaba la leche al tiempo que observaba mi miembro diciendo que no sabía cómo había hecho para aguantar todo eso dentro suyo pero que era maravillosa la sensación que le daba.



La tomó con sus manos, la hizo parar de vuelta, se puso con timidez a mirarla y bastó que acercara su cabeza a la punta para que comenzara a chuparla torpemente porque era su primera vez pese a lo cual fue bueno aunque no me hizo acabar, volvimos a hacerlo dos veces más en el término de una hora y media más o menos y después de esto lo hacíamos dos o tres veces por semana y cuando comenzaron las clases debíamos hacerlo en cualquier horario porque salvo los fines de semana no podía ir a dormir la siesta ya que ella iba a la escuela. Recuerdo que ella salía de mi casa y se iba para lo de abuela que quedaba como a seis cuadras. La esperaba en el fondo de la casa ya que el terreno era grande y lo hacíamos parados contra la pared de un lavadero, en el momento en que llegaba. Como ambos estábamos lubricados y dispuestos lo hacíamos instantáneamente, eso duraba 10 minutos pero era hermoso.



Pocos meses después hubo una reunión en casa de abuela donde fueron parientes, toda gente grande salvo una chica llamada Edith que tenía 17 años y era hija de una sobrina de abuela y del mismo pueblo.



Después de cenar, una hermana de mi abuela y dos de sus hijas se quedaron a dormir en su casa, así que Mónica aprovechó y la invitó a Edith a que también se quede, y cuando abuela le dijo que no había lugar para dormir dijo que dormiríamos en la habitación de afuera, que ella pondría un colchón en el piso y que total éramos como de la familia y que no habría problemas a lo cual abuela aceptó.



Como a las 12 de la noche nos fuimos todos a acostar, pero antes le pregunté a Mónica si le había dicho a Edith de lo nuestro, me dijo que sí y que como era virgo quería ver cómo se hacia.



Nos fuimos a la cama y decidimos dormir los tres en la misma, nos acostamos dejé el velador encendido pero le puse un suéter para que amortigüe la luz. Nos abrazamos con Mónica y a los pocos instantes la desnudé y me puse a chuparla mientras de reojo miraba a Edith que no se perdía detalle, en tanto me puse arriba de Mónica y se la metí.



Mientras la iba bombeando a Mónica le puse la manos entre las piernas a Edith y se quedó quieta, por lo que besaba a Mónica para que no viera lo que estaba haciendo y a pasarle los dedos por la conchita a la otra por entre la bombacha.



Cuando noté que estaba excitada comencé a bajarle la bombachita a Edith mientras continuaba masajeándole para calentarla bien. Por supuesto que estaba más concentrado en la futura cogida a Edith que en lo que estaba haciendo con Mónica ya que con esta lo había hecho infinidad de veces pero esta se empeñaba en dar una clase de cogida a la otra se movía de todas formas gozando y quejándose de placer.



Cuando Mónica acabó Edith estaba acostada al lado nuestro súper lubricada y súper caliente por lo que había visto, así que como le había acabado a Mónica esperé unos minutos, me bajé de esta y subiéndome sin más sobre Edith la apunté en la conchita y la puse.



Quedó un poco sorprendida, abrió grandemente los ojos y dio un suspiro de placer. Íntimamente lo esperaba pero no sabía el momento en que le iba a suceder. A diferencia de Mónica tenía una concha más grande por lo que le rompí el virgo a poco de empujar sin que se quejara mucho y después de que pasé la tuve un rato bombeando con solo la mitad de la pija hasta que comenzó a sentir el gusto. Ahí se la mandé hasta el fondo momento en el cual se puso tensa, daba gritos ahogados y se quejaba. Cuando le pregunté si le dolía me dijo que un poco.



Paré unos momentos, la retiré unos centímetros y le dije que si quería se la sacaba y me dijo que no con la cabeza, por lo que muy suavemente continué haciéndola llegar otra vez hasta el tronco, comenzó a sentir el gusto y le vino una acabada bastante buena por ser la primera vez.



No le acabé a Edith, y Mónica dándose cuenta de que la otra estaba ya relajada me quitó de encima y me puso sobre ella por lo que nuevamente la tuve que coger hasta que acabó y una vez tranquilizada me puse nuevamente encima de Edith, llenándole en pocos minutos la concha de leche en una acabada magnifica.



Luego de esto se fueron a la casa a lavar y vinieron con mas ganas que antes, lo hice otra vez con cada una y nos dormimos.



Luego en época escolar hacía lo mismo con las dos, parados contra la pared del lavadero se la metía a una y masajeaba el clítoris de la otra, y cuando una acababa la sacaba y se la ponía a la otra y mas de una vez me pasó que después de acabar Mónica, Edith que había cogido primero me tironeaba para que se la ponga de vuelta a ella y cuando terminaba con ella Mónica me tironeaba nuevamente y así hasta tres veces con cada una.



Así cumplí el sueño de coger con dos mujeres a la vez. Pero lo mejor fue que ellas me dijeron que se habían puesto de acuerdo, por lo que no era yo quien había dispuesto sino ellas que también cumplieron su fantasía.


Datos del Relato
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