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~Unos altaneros, otros llorando, inexpresivos y hasta riéndose habían entrado a la cárcel en su primer desfile que resultó bastante alegre, Diego se vio reflejado en uno de los jóvenes que pasaba frente a su celda.
Siempre pasaba lo mismo, llegaba la carne fresca, comenzaba el proceso de selección y la pesadillas para uno la protección para otros, las semanas confirmaban este patrón, cada quien agarraba su parte del nuevo rebaño, los nuevos reclusos, quienes cambiarían su vida como ya a muchos nos había ocurrido.
Y yo seguía aquí atrapado en la monotonía, hace un par de días me había mirado en un espejo, ya no era el mismo.
Unas grandes ojeras, bastante demacrado y estaba consciente de mi pérdida de peso. La blancura de mi piel resaltaba más todos estos rasgos.
Lo único positivo de esos últimos días fue que diablo, el jefe de la cárcel, había conseguido a otra víctima a la cual romperle el culo y se había olvidado de mí pero igual estaba a sus órdenes.
La única persona que se preocupaba por mi era Chiquitín, mis viejos amigos habían desaparecido y mi madre abandonado así que estaba en manos de él.
Nunca pensé que sería tan débil, hace unos meses atrás trataba a todos como una mierda y creía tener el control de todo pero ahora era al revés.
Chiquitín se estaba haciendo cargo del dinero de mi vacuna (un monto que todos los presos debíamos pagar para la protección) sino podría correr con la putísima suerte de irme muchísimo peor.
En mi mente estaba algo bastante claro cuando llegue aquí y es que no me gustaban los hombres, después de que diablo y su grupo me violaran se había remarcado esto pero el destino me estaba jugando sucio. Mi miedo era un presagio.
Aunque Chiquitín quería entablar una relación conmigo, yo me negué. Le repetí una y otra vez que no me gustan los hombres y que no disfruto con ellos pero él fue claro al decirme que así no quisiera terminaría cogiendo con él.
Todavía recuerdo cuando nos besamos en su cama y toda esa sensación de protección que genero ese momento que de una u otra forma hizo mella en mí pero aun así no podía, nunca había pensado que le tendría miedo al sexo.
Una noche pasó lo que debía pasar, ese gigante me jalo de la cama y de un empujón me lanzo a la suya, se monto sobre mí y no venia por las buenas ya eso lo había intentado, reconozco que soy un cabeza dura.
Si algo debo agradecerle a mi compañero de celda es que siempre fue sincero sino la situación en la que estoy ahora no sería tan buena dentro de lo que cabe.
Me había inmovilizado con su peso y fuerza, rompió mi franelilla y me quito lo demás en segundos. Yo había tratado de escaparme pero él es una mole lo que facilitaba todo el trabajo.
Aquel cincuentón ya no era mi amigo, ya no era mi protector su semblante había cambiado y desde hacía unos días sabia que se estaba cansado de mi fragilidad, de mis negaciones y egoísmo.
Me volteo en la cama y con los pantalones a medio bajar dejo a su disposición lo que quería de mi. Mis lágrimas caían y yo estaba en silencio.
-Si grito será peor-Pensé.
Esta no era la verga de Diablo ni de cerca, trataba de apartarme pero yo sabía muy adentro que debía hacerlo aunque no podía imaginarme con esa verga dentro de mí.
Sus dedos empezaron a entrar en mi culo llenos de saliva, primero uno hasta llegar a 4 lo que me provoco bastante dolor. Pareció eterna mi preparación.
-Esto lo hago por tu bien carajito, yo te salvare de ti mismo-Susurro Chiquitín quien estaba obstinado.
Puso su verga en mi entrada y empezó a jugar con su glande en mi entrada, de un lado a otro pero no paso mucho hasta que de un intento entro el glande.
-AAAYYYY-Grite y luego mordí el colchón.
No había dejado de entrar, en menos de un minuto ya estaban 25 cm hasta el fondo y no era lo largo sino lo grueso lo que realmente me estaba causando daños.
Me sentía estallar, con el dolor y las paredes de mi culo estirándose a cada segundo y unas ganas de cagar me inundaron pero no podía hacer nada.
Chiquitín estuvo aplastándome con su gran cuerpo mientras su verga estaba adentro de mi, hasta que unos minutos después empezó con el mete y saca que desataron mis gritos.
Cada persona en la cárcel debió escucharme, la forma en la que esa verga abría mi culo no me dejo guardar nada para mí.
Todavía recuerdo mis contracciones cada vez que esa verga abría mi culo de manera lenta pero concisa. Él no me dio descanso y aunque no fue tan brusco como Diablo sentí morir.
Chiquitín se corrió en mi culo, todo eso fue para mí una eternidad. Quedo dormido encima de mí con su verga adentro aunque yo no podía conciliar el sueño, me sentía como una puta.
No podía acostumbrarme a sentir la humedad en mi culo y como se habian abierto las paredes. Me ardía pero era algo soportable nada comparado con el primer momento de la penetración.
Después de 3 noches, se repitió la misma situación diariamente hasta que el dolor se fue borrando de esa manera tan maldita y hay algo que no puedo dejar de confesar, perdí todo placer en el sexo. Más que un acto que se disfruta, el sexo paso a ser algo que solo debía hacerse.
Hubo un día que desperté con la conmoción de los presos, algo se avecinaba y yo no sabía la razón. Había amanecido como dicen por allí con las sabanas pegadas a los cachetes aunque chiquitín no me había usado en la noche.
-Buen día-Me había sacado de mi letargo chiquitín- Levántate que el día de hoy será largo.
-¿Más largo?-dije totalmente contrariado-¿Qué se supone que se hará hoy? ¿Nos vamos pa la playa?.
-No Diego, no has tenido la dicha de conocer lo que pasa cuando llega un violador. Dentro de la cárcel es día de fiesta cuando llega un violador, eso ya lo sabes y también todo el mundo. Hoy es la venganza de los pranes a lo que a su criterio merecen un trato peor.
Estaba un poco agitado porque no sabía del todo como iba a resultar, empecé a reflexionar y como siempre caí en cuenta que mi vida estuvo tan llena de caminos por alcanzar que no vi cuando agarre el camino equivocado y la convertí en una simple mierda.
Por eso estoy aquí, porque algunos errores se pagan caros y aquí estoy yo mis deudas.
Un mes después del encuentro con Diablo ya no sabía quién era, me sentía sucio siempre tenía la sensación de que los demás sabían lo que pasaba aunque de hecho lo ignoraban porque es algo normal aquí.
Me aislé casi de todo y digo casi porque chiquitín fue el único que pudo mantenerse conmigo.
Hoy me hundiría en la miseria por estas leyes de la cárcel, si tuviese la oportunidad de apretar un botón para hacer estallar esta mierda, la volaría conmigo mismo adentro.
-Los guardias han avisado que hoy viene un violador, hoy debes ser fuerte porque lo que veras no será fácil-Dijo Chiquitín con su cara seria-El violo a un familiar cercano a un pran.
-¿Entonces lo van a matar?-pregunte inocentemente.
-Si, le llegará su hora pero todavía no.
VIOLACIÓN
Los guardias habían desaparecido, no había ni uno a la vista, el patio estaba inundado de presos como nunca haciendo filas obedeciendo al que tiene el verdadero poder.
El violador debía ser sodomizado por todos, eso es pan de cada día y no solo en las cárceles de Venezuela.
Un hombre blanco, de 40 años, bastante flaco y de pelo castaño yacía inmovilizado por una cuerda en su cintura, estaba boca abajo y sus manos amarradas descansaban en su espalda.
Una mesa modificada estaba siendo utilizada para dejar su boca y culo a disposición de todos.
Se notaban los moretones en sus costillas, piernas y cara de los muchos golpes, sus ojos rojos, la cara llena de líquidos viscosos y su culo abierto asemejaba un volcán de donde brotaba un líquido blancuzco.
Hace un par de horas era un culo virgen que ni siquiera había probado un dedo, a las 11 de la mañana ya lo habían utilizado más de 100 personas.
La cámara de un teléfono grababa como un mulato con una verga enorme no dejaba respirar al violador, las babas habían hecho un charco en el suelo y se habían unido con la leche que había depositado hace segundos.
Su cara roja y sus muecas reflejaban la desesperación pero no tenia manos para defenderse solo debía soportar.
Cuando chiquitín se acerco al sujeto, todos empezaron a gritar elevando los ánimos de los que esperaban en la fila. El morbo y la perversión ya no era simplemente algo de las celdas sino de los pasillos y del patio interno.
Ese hombre con cuerpo de aquellos que trabajan en el campo debido a su espalda ancha y unos brazos enormes, de apodo Chiquitín, sabía que él era el espectáculo y se notaba que lo disfrutaba.
Con semblante relajado, casi inexpresivo y con paso seguro, desabrocho sus pantalones y los dejo en el suelo, dejando ver una carpa monstruosa.
Luego bajo un bóxers rojo y apareció un pedazo de carne de 25 centímetros y que no podía ser rodeado por sus propias manos.
Se masturbo unos segundos, coloco un preservativo que estrangulaba su verga, lanzo un escupitajo y luego fue en busca de ese culo.
-Chiquitín, chiquitín, chiquitín-Todos gritaban.
Su glande se había colocado en el dilatado ano del hombre, empujo media verga y se escucho al ahora violado gritar con toda sus fuerzas y bajaban lagrimas por sus cachetes, luego entro la mitad faltante y sus gritos fueron minimizados por la multitud de presos que disfrutaban.
Esa enorme verga empezó a salir una y otra vez de ese culo que aunque ya había albergado decenas pero ninguna de la magnitud de Chiquitín por lo que la dilatación todavía no era suficiente para albergar tan monstruosa verga.
Un maracucho coloco su verga en la boca para tapar los gritos, elevando el desespero del ahora violado que trataba de soltarse sin ningún resultado.
Minutos después Chiquitín había tomado un ritmo bastante violento y de la nariz del violado salían mocos y otros flujos, volviendo una pesadilla para aquel hombre que ya casi no reaccionaba, se había forzado tanto en obtener bocanadas de aires pero eran casi imposibles.
Fueron 20 minutos con la verga monstruosas en su culo hasta que Chiquitín pego un grito y acelero las embestidas, luego se saco el preservativo lleno de líquidos blancos y descargo todo el contenido en la espalda de su víctima.
Fueron un par de horas las que espere para llegar a mi turno, yo estaba sorprendido con el espectáculo que había dado Chiquitín, nunca lo había visto de esa forma.
Ahora no me preocupaba tanto aquel preso sino que yo también debía ser parte de todo esto, Chiquitín me había dado una viagra porque si no lo hacía, podía meterme en más problemas.
No sé como me atrevi, ni como lo hice. Me había puesto un short previendo la situación, escogí su boca y sus babas asquerosas en contacto con mi verga que después me resultaron excitantes, utilice su boca como utilizaba a mis novias y como llevaba muchos días sin eyacular, acabe en su garganta dejándolo sin respiración.
Desde que había entrado en la cárcel no había podido ni siquiera gozar de una paja y ahora como una putada de dios, sentí placer.
Diablo y su grupo me veían como un pedazo de carne, se hablaban por lo bajo y reían pero no sé cómo logre no dejarme intimidar.
Me largue con el corazón acelerado y fui a mi cama donde no pude aguantar más.
Los gritos, su asfixia y su desesperación quedaron en mi cabeza. Recordé cada vez que Diablo y Chiquitín me habían hecho a quien estaba siendo utilizado por todos en la cárcel.
Me hundí más…
Esa noche mi compañero no me bajo a su cama. El sabía el estado en el que estaba y agradecí a dios que esa noche no me tocara.
Últimamente me mantenía inexpresivo a todo aunque la amargura me fue dominando.
Si hace unos meses atrás me hubiese dicho que iba a tener una pareja hombre e iba a estar en la cárcel iba a preferir un tiro en la sien pero cuando la vida te quiebra todo lo que era empieza a tambalear.
Y como la vida no me había tratado lo suficientemente mal. Unos meses después, mi compañero de celda fue trasladado a Miranda donde residía su familia.
Me había sumido en la impotencia cuando me entere de todo esto, sufría de ataques de pánico pero solo me quedo ser fuerte.
El era lo más parecido a un amigo y sumado a esto, ya no tenía un protector que a cambio de favores sexuales me facilitará las cosas. Era una locura, el mismo que me violaba me ayudaba.
Gracias a él, Diablo había dejado de buscarme y ahora gracias a mi mismo, estaba perdido en esta maldita cárcel sin nadie.
-Espero que te vaya bien Diego, no te aconsejare porque nunca me escuchas así que chao-Dijo con la cara algo descompuestas y dejo en mis manos una cepillo de dientes con lo que parecía ser una hojilla, improvisando un chuzo.
Como era de esperar mis miedos florecían de nuevo, sin protección y sin dinero quede a merced del grupo de Diablo. Pase a ser parte literalmente de las putas.
Diablo era el pran de esta cárcel y aunque tenía enemigos igual contaba con la mayor cantidad de aliados, armas y drogas. Muchos de los guardias estaban comprados por él, maldita sea el dinero.
Y así fue como pensé que quede en la celda de “Caraca”, uno de los tantos súbditos. El mismo me había elegido cuando llegue con mis cosas y no sabía que carajos hacer.
Debía tener 23 años y para serles sincero no era agraciado, un flaco, de piel oscura, alto y cuando hablaba denotaba su poca educación pero la vida me había deparado esto.
Sin llegar la noche me había puesto a mamársela, tenía una verga normal pero su dureza y una curva hacia arriba me dificultaban el trabajo.
La rudeza con la que utilizaba mi boca me provocaban arcadas y con ellas un sinfín de babas. A diferencia de Chiquitín le gustaba jugar con su verga en mi cara. Lo bueno es que no pasaba mucho tiempo hasta que llegaba su leche directa a mi garganta y sentí alivio.
Ese mismo día en la noche me obligo a chupársela de nuevo y siguiendo sus órdenes tuve que probar un porro, el cual fue como un golpe en la cabeza, me perdí entre su verga hasta de nuevo hacerlo acabar.
Por recompensa a mis servicios antes de irse dejo en mis manos dos porros y un encendedor.
Todo esto había sido un paseo con lo que venía, esa celda se había convertido en un puticlub. Aunque la cárcel necesitaba más celda ya que en algunos lugares convivían más de 10 presos, yo tenía esa celda para mi.
A todas horas venían los amigos de Diablo y aunque había pensado que esa celda era la de Caraca me equivoque, el solo se encargaba de la puta preferida de Diablo el cual nunca me volvió a tocar, para eso les pagaba a los guardias para pasar prepagos que le hacían todos los servicios y cuando se antojaba de un culo virgen buscaba entre la carne fresca.
Debía pasar casi todo el día desnudo dispuesto a lo que me hicieran. Sé que todos tenemos una opción pero hacer resistencia solo era agravar la situación, cuando mi primera violación casi no podía dormir del dolor no solo en mi culo sino en todo mi cuerpo.
Entre en un estado de depresión y eso sumado a las drogas que cada día me metía empeoraba todo.
Era la puta especial para ellos y no lo digo por simplemente decirlo realmente es así, mi cara, mi contextura y hasta mis bellos, me hicieron el platillo más apetecible.
Yo solo me dejaba hacer, cada vez necesitaba más de la anestesia que me provocaban las drogas. Fui convirtiéndome en un maestro del sexo ya que todos los días pasaban no menos de 20 personas por mi boca, culo o ambas.
Debía cumplir un cronograma que incluían las comida, aseo y hasta hacer ejercicios. A diferencia de otros reclusos que los habían convertidos prácticamente en mujeres yo debía parecer, actuar y ser un hombre pero dispuesto a saciar la sed.
Nunca volví a sentir una erección mientras tenia sexo a menos que me obligaran a tenerla como había pasado muy pocas veces o en las mañanas al despertar.
La idea de todo era humillarme como el hombre que era aunque yo solo era un cuerpo dispuesto a todo, un espíritu partido.
Su excitación se basaba en mi miseria, en mi dejadez en la rudeza de sus vergas cuando me penetraban y yo no podía hacer más que gritar.
Hubo una vez que mas de 10 sujetos, no recuerdo bien, me rodearon. Era un fin de semana y uno de ellos estaba cumpliendo años, entre whiskey, sexo y mucha droga se celebró.
Fue en el baño, yo estaba arrodillado en el piso bajo los efectos de una raya de cocaína esperando que la fiesta comenzara.
Esos hombres me hicieron mamarles sus vergas hasta el cansancio, mientras uno me penetraba otro me daba de comer y mis manos masturbaban a los otros por turnos.
Había prendido que mientras más placer le diera más rápido terminaría, esa era mi nueva ley.
Acostado en un banco, hacían rayas de cocaína en mi cuerpo y las absorbían con sus narices. A mí me hacían oler constantemente desde sus vergas lo que me provocaba una sensación que he pensado que disfrute.
Entre alcohol, coca y marihuana transcurrió la fiesta. No sé cuantas veces hice acabar a esos hombres pero recuerdo la sensación de la leche pegada a mi piel y saliendo de mi culo.
Luego que esos hombres me utilizaron, yo estaba demasiado borrado me habían hecho consumir mucho no recuerdo muy bien por esto mismo, tal vez haya sido mi imaginación pero me vienen imágenes de dos guardias que me utilizaron como favor por la fiesta, no recuerdo sus caras pero me vienen dos personas en uniforme.
Situaciones como estas se repitieron una y otra vez, era intocable pero a la vez estaba perdido.
Me hice adicto a la cocaína y todos los días obtenía mi dosis, estaba acostumbrado al sexo y a donde quisieran que fuera iba para tenerlo.
Las conversaciones que tenia con prácticamente mis dueños eran como “mamela”, “tomate la leche” o “abre ese culo” algunos travestis hablaban conmigo en descansos pero nada en profundidad.
Como todos los excesos y la sed por poder nunca trae paz, mucho había durado esa tranquilidad.
Había comenzado la guerra entre el grupo de Diablo y Paco, fueron dos días de tiroteo, puñaladas y peleas. Caraca murió y muchos de los que habían estado conmigo.
Diablo había sido derrocado, murió de más de 50 tiros, su enemigo le pidió a los integrantes que trabajaran para él pero se negaron.
Esto originó que la pelea siguiera por varios días más pero todo esto termino por fortalecer a Paco.
Yo yacía encerrado en la celda, pasando los efectos de la abstinencia a la coca. Gracias a Daniela una travesti que me ayudó a pasar todo este proceso no fui víctima de toda esta guerra.
Todavía recuerdo que sudaba muchísimo, el malestar en el cuerpo era muy fuerte, todo yo estaba sumido en un mundo donde el nerviosismo, la paranoia y hasta los ataques de pánico me tenían descontrolado.
Cuando la cárcel se tranquilizo, yo todavía estaba pasando todo esto. No sabía lo que me pasaba hasta después cuando Pacho, mi nuevo compañero de celda me explico todo tiempo después.
Actualmente la única droga que consumo de vez en cuando es maría que causa menos estragos en mí y en mi celda puedo estar más tranquilo, a veces tengo sexo con Pacho por gusto pero paso más de un año para que ocurriera.
No es un bruto haciéndolo y con él empecé a sentir el verdadero placer. A veces sigo intercambiando favores sexuales con algunos presos pero de mutuo acuerdo.
He terminado teniendo relaciones en el baño lo que nunca pensé que haría, perdí la timidez y aunque era un hombre empecé a utilizar mi culo o boca a mi favor.
A sus 42 años, Pacho es pana de Paco el nuevo pran, mi compañero de celda me aconseja bastante y somos como una pareja. Mi vida ha mejorado un poco supongo que por las decisiones que tomo en base a todos los tropiezos.
Nunca había confesado esto pero hubo un momento que pensé en suicidarme, en agarrar el arma de los amigos de Diablo y dispararme pero no sé por qué razón no lo hice.
Ahora soy uno más en estas paredes, lo acepto y se que estas rejas te cambian por completo. Solo puedo aconsejarle esto a los que andan por malos caminos, cuiden sus vidas.
Yo también pensé que me estaba comiendo el mundo y nunca me pasaría nada, que haría lo que quisiera y después terminaría en una isla del Caribe gastando millones.
Pero la realidad es otra y no saben cuánto me arrepiento de destruirme a mí mismo y a mi familia.
Hoy en día ayudo a los nuevos reclusos en caso de violación y aunque es imposible evitarlas, los consejos y algunos trucos pueden cambiar vida.
Aquí les deje parte de mi mismo, espero que sirva de algo.
Este relato fue publicado en la página hace una semana y tuve que borrarlo. Espero que lo hayan disfrutado.
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