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Categoría: Varios

La cantera

Es pleno enero, el calor abraza fuerte el auto, la ruta derrite los neumáticos y el viento que entra por las ventanillas convierte el habitáculo en un verdadero horno. Hace mucho que estamos viajando sin ver un alma en el camino y el pueblo mas cercano está a kilómetros de nosotros. Es decir que las condiciones de nuestro viaje no son en estos momentos las ideales pero no importa, ambos somos locos por la aventura y soportaremos lo que sea por satisfacer nuestros deseos.

Nuestros cuerpos desnudos están bañados en sudor, a cada rato nos miramos y sonreímos al vernos cómo estamos y en lo que estamos.

Pronto veo un camino rural que corta la ruta y decido tomarlo. Tu me miras con cara de no entender nada... bueno... esa cara solo duró una fracción de segundo ya que enseguida te diste cuenta de mis intenciones. Yo te miro sonriente, tu me miras y sonreís también, pero notas que me estoy tardando demasiado en detener el coche, empiezas a pensar que mis intenciones no eran las que creías, pero igual esperas sin decir nada.

Pronto llegamos al final del camino. Por entre los árboles que lo delimitan se asoma tímidamente el río. A medida que nos acercamos éste se muestra cada vez más imponente. Pronto los árboles terminan y dejan a la vista una inmensa cantera de piedra abandonada, excavada a la vera del río. Detengo el auto en un lugar seguro y ahora sí las cosas empiezan a cerrar en tu cabecita.

Tomamos solo una toalla y emprendemos el descenso por las paredes de piedra de la vieja cantera intentando llegar a la playa. Durante el descenso miro hacia arriba para deleitarme observando tu cuerpito desnudo mostrándome sus más ocultos encantos. Detengo mi marcha y pronto tus piernas chocan contra mi cara, te ríes y detienes tu descenso también para darme oportunidad de besarte los muslos. Mi lengua recorre tu entrepierna con sabor a sudor bajo ese sol tan ardiente pero no tanto como nuestros corazones. Seguimos bajando hasta llegar finalmente a la playa.

Contrariamente a lo que cualquiera haría, nosotros no corrimos al agua a refrescarnos. Ni bien tocaste la arena con los pies nos abrazamos y comenzamos a besarnos con tanto calor como el que esas piedras irradian. Nuestras lenguas se entrelazan como bailando, apretamos nuestros labios con tal furia que sentimos que pueden empezar a sangrar. Tus manos enredan mi pelo locamente, las mías recorren tu espalda de punta a punta. Nuestros pechos se rozan, resbalan con el sudor que corre entre ellos, sentimos el polvo pegado a nuestra piel y creo que eso nos excita aún más. Estás ardiendo!!!! Siento tu cuerpo tremendamente caliente y estás cada vez mas alocada. Te meto una mano entre las piernas, en la parte mas baja de tu cola y la empiezo a deslizar despacio hacia arriba. Mi dedo mayor va recorriendo el interior de tu raya hasta toparse con tu ano. Vos estás como loca, tus manos también exploran mi cuerpo ahora.

Abandono tu cola, me separo un poco de ti y te tomo de la cintura. Empiezo a chupar tus hermosas tetas. Tienes los pezones bien erectos, tu tiras tu cabeza hacia atrás, me tienes tomado de los pelos, estás terriblemente excitada. Mi lengua lame cada centímetro de tu pecho, siento la suavidad de tu piel acentuada por el baño de sudor que lo cubre. Me agacho para seguir lamiendo tu pancita pero sin soltarme de los pelos me fuerzas a pararme y vuelves a estamparme un beso descomunal en la boca mientras con una mano acaricias mi pija.

No sé cómo lo notaste pero al parecer sabías que a nuestro lado había una piedra grande, simplemente apoyas un pie encima y con tu mano ubicas mi pija justo sobre tu concha húmeda. La siento calentita y mojada, siento como con tu mano me pajeas sin separar la cabeza de mi pija de tu concha pero sin introducirla tampoco. Me acaricias los huevos y la cola. Yo tengo mis manos en tu nuca, acaricio tu pelo y aprieto tu cabeza contra la mía en un beso que derretiría montañas.

Sigues pajeándome suavemente pero en forma implacable, tanto es así que ya siento que estoy por acabar. Intento penetrarte antes de que suceda pero no me lo permites, juegas con mis nervios, me excitas, me llevas al límite de lo soportable, aunque a veces creo que juntos corremos ese límite cada vez más lejos de lo racional.

Ahora sí que no puedo mas, mi verga me avisa que estoy por acabar, es inminente y vos lo sabes pero no me dejas hacer nada. Tu mano sigue desesperadamente igual, esto parece una verdadera tortura, una hermosa tortura. ¡¡¡¡No puedo más!!!! Finalmente acabo. La leche inunda los labios de tu concha, sin dejar de besarme esbozas una sonrisa de placer mientras mi leche todavía sale y hace fuerza sobre la entrada de tu vagina, pasa por entre tus labios y chorrea por tu pierna. Tu mano ahora está inmóvil, yo por fin me siento libre de moverme y lo primero que hago es agacharme a tus pies. Un poco en señal de alabanza a tan semejante diosa del placer pero otro poco por la desesperación de lamer esa concha hermosa que me ha torturado sin dejar que la penetre. Paso la lengua por tu pierna recogiendo la leche que chorrea junto con tu sudor. Te noto agitada, cada vez más a medida que mi lengua se acerca a tu concha. Otra vez tus manos en mi pelo. Mi lengua se mete entre tus labios bañados por mi leche. Encuentro una vagina tremendamente caliente, mojada y deseosa de que la penetre. Beso tu pelvis, tu ombligo. Me voy parando y mi boca pasa una vez más por tus tetas hasta llegar a la tuya. Nos fundimos en un nuevo beso que rompe récordes.



El sol está intenso, quema nuestros cuerpos. Te acuesto sobre la arena casi sin dejar de besarte. Estoy de rodillas a tu lado besando tu boca. Flexionas tus piernas y las separas pidiéndome, en nuestro idioma, que te penetre, mientras tu mano nuevamente toma mi pija. Yo beso ahora tus tetas que brillan increíblemente bajo el sol. Tu ombligo, y finalmente tu concha. Siento ahora que me estás chupando la pija así que me acomodo poniendo una pierna a cada lado tuyo para que estés mas cómoda y yo me dedico a chuparte la concha. Siento que metes un dedo en mi ano y mi corazón da un vuelco, sabes cuánto me excita que me hagas eso cuando estamos jugando y una vez más me vuelves loco. Siento que mamas con fuerza, siento tu lengua rodeando la suave piel de mi cabecita, siento que te chupas el dedo y me lo vuelves a meter en el ano. Aprietas tus piernas aprisionando mi cabeza contra tu concha. Mi lengua te penetra repetidamente pero eso no alcanza. Como si lo hubiéramos coordinado, ambos abandonamos lo que estamos haciendo, me doy vuelta y me acuesto encima tuyo.

Tu misma acomodas mi verga sobre tu concha pero esta vez me permites que te penetre. Te voy metiendo la pija despacio en la concha. Siento tu vagina bien caliente y lubricada. Es bien notorio que ya acabaste... ¿Cuántas veces? ¿Una, dos, tres? No importa, te llevaré a hacerlo algunas mas. Pronto mis huevos golpean tu concha, mi verga entró toda dentro tuyo. Comienzo a moverme. Sientes mi pija acariciándote por dentro, sientes mi cuerpo golpeando contra el tuyo cada vez que llego al tope. Tus ojos están cerrados, tu boca entreabierta, gimes al compás de mis movimientos. Mis manos aprietan tus tetas y tu aprietas mis manos contra ellas. La presión aumenta dentro nuestro. El sol... el sol ya no calienta tanto como nosotros. La brisa caliente del norte ahora se siente fresca contra nuestra piel. El sudor brota entre nuestros cuerpos rojizos por tanto polvo. Tus piernas vuelan a mis lados, tu cuerpo cede debajo mío, te estoy cogiendo una vez mas.

El ritmo aumenta desenfrenadamente. Ambos jadeamos sin control. Me tomas de las nalgas haciendo fuerza, ayudándome a que te penetre mas adentro. Yo siento nuevamente la leche a punto de salir, sé que estás por acabar también pero quiero llevarte mas lejos aún. Intento chuparte una teta pero me resulta imposible respirar. Ya no podemos mas!!!!!!

De pronto, sin aviso previo, acabas. Inmediatamente después lo hago yo. Cruzas tus piernas sobre mi cuerpo, te abrazas a mí como un pulpo, nos quedamos así abrazados, petrificados, muy apretados. La leche brota dentro tuyo, siento tu vagina sumamente mojada y ardiente. No puedes mas de placer. Yo me siento igual.




Ya perdimos la cuenta de las veces que viajamos a nuestro paraíso privado, a ese rincón irracional del universo en el que desatamos nuestras pasiones mas descontroladas. Pero no nos importa. Ese sol que parecía tan furioso en contra nuestra ahora nos mira desde el horizonte con asombro.... ¿Es que no pensamos separar nuestros cuerpos nunca mas?
Datos del Relato
  • Autor: Sergio
  • Código: 6155
  • Fecha: 31-12-2003
  • Categoría: Varios
  • Media: 6.44
  • Votos: 32
  • Envios: 0
  • Lecturas: 922
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