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La camarera de piso

Mi empresa tuvo la feliz idea de organizar unos tediosos cursillos de casi una semana de duración, menos mal que el servicio del hotel era bastante bueno.

Mi jefe decidió organizar con otras empresas una serie de simposios, charlas, exposiciones de productos y todo aquello que pueda sonar aburrido y me mandó a mí, toda una suerte que haría que durante quince días estuviese encerrado en la oficina hasta las diez de la noche recopilando datos y luego una semana de charlas en los salones de un hotel. Menos mal que la comida era de una calidad excelente y la habitación estaba cuatro plantas más arriba. Nos pusieron una agenda tan apretada que las compañeras que el primer día de inscripción pensaban disfrutar del spa y los masajes al ver a la hora que terminábamos se olvidaron de todo. Encima como por cada empresa íbamos un determinado número de trabajadores no podías escaquearte.

Por fin, el viernes por la tarde estábamos libres y el hotel permitió que los que quisiéramos quedarnos el fin de semana podríamos disfrutar de las instalaciones. Fueron muchos los que se fueron ya que tenían familia y llevaban una semana fuera, a otros, por sus comentarios fueron sus parejas las que les dijeron que para casa. Yo fui de los pocos que me quedé, suerte de estar solo. Esa noche salimos a cenar unos cuantos, para despedirnos y tomar luego unas copas, pero aún quedaban coletazos de las charlas, tal vez hablábamos de lo que nos unía y eso era el trabajo. Llegué tarde al hotel y me fui a mi habitación que estaba bastante bien, era un apart hotel así que disponía de cocina, cuarto de baño salón, terraza y el dormitorio con una gran cama. Mi idea era desnudarme esconder los trajes y las corbatas, darme un baño de agua caliente y tumbarme en la cama desnudo, con el fin de olvidarme de las estrecheces del vestuario durante la semana, escuchando música con los auriculares para poder aislarme de tanto simposio. Y eso hice, el sábado cuando me desperté corrí las cortinas para tener algo de intimidad, todo guardado en el armario y me dirigí al baño a llenar la bañera, me metí con los auriculares y me olvidé del mundo. No sé si me volví a quedar dormido, pero cuando me fui a dar cuenta el agua estaba fría y me dispuse a salir de la bañera, cuando estaba de pie buscando la toalla abrieron la puerta del baño, era la camarera de piso, una chica joven y guapa, morena con el pelo recogido en un moño encima de la cabeza, y que también llevaba auriculares.

Ella entró para hacer su trabajo y no se percató que yo estaba en el baño y de golpe se encontró con un hombre desnudo en una bañera. Ella dio un grito ahogado y se aguantaba la risa, me dijo perdón, perdón y salió del baño. Ella se quedó haciendo su trabajo en el salón y tuve que llamarla, no había toallas. Ella se asomó y las dejó en la encimera con un ataque de risa. El problema es que me dio una toalla pequeña y no me daba para todo el cuerpo, tampoco entiendo por qué las toallas de los hoteles no secan, ¿no os pasa? Así que tuve que volver a llamarla:

- Perdona que te moleste.

- Si dígame, señor.

- Es que la toalla que me has dado es pequeña.

- ¿De verdad? Perdone usted enseguida le doy una más grande.

Conseguí secarme y fui a salir del baño, pero no tenía ropa y la puerta de la habitación estaba abierta pues la chica había dejado el carrito en el pasillo.

-Perdona que te vuelva a molestar

-Dígame, señor

- ¿cómo te llamas?

-Verónica, señor

-Yo Fran, ¿puedo pedirte un favor?

-Dígame

-Veras no es que me moleste ya que me veas desnudo ni es mi idea pasearme desnudo delante tuya, pero ¿te importaría cerrar la puerta de la habitación? No me gustaría que los abuelos de la habitación de enfrente llamaran a recepción diciendo que hay un tío paseándose desnudo por el hotel.

Verónica seguía aguantándose la risa y cerró la puerta y pude salir al final y dirigirme a la habitación, ya pasaba tres kilos que me viese desnudo y fui a buscar un bañador mientras ella seguía limpiando.

-Perdona lo de antes, no era mi intención sobresaltarte de esa forma. Comencé a decirle mientras me sentaba en una banqueta de la cocina.

-No se preocupe, no se si he llamado a la puerta antes de entrar.

-No hubiese servido de nada, tenía los auriculares puestos. Y yo no caí en poner el cartel de no molestar. Pero pienso que esta situación ya la habrás vivido antes.

-Alguna que otra, señor.

-Puedes tutearme, por favor, Verónica.

-Te puedo contar que llevo un par de años trabajando aquí Fran, pero a las novatas nos dejan las habitaciones de los viejos que vienen solos.

- ¿Y cuál es el motivo por el que os dejan esas habitaciones? Dije.

-Alguno de esos viejos estudian el horario por el que vamos a pasar por su habitación, entran y se desnudan delante tuya y comienzan a pajearse, te preguntan si te gusta y si quieres ayudarle a cascársela y te ofrecen dinero.

-Y en esa situación, ¿qué haces?

-La primera vez me asusté y salí gritando, mientras mis compañeras se reían. Las que llevan más tiempo les dan una voz y los tíos se ponen firmes se visten y se van.

-Sí, pero la verdad no tiene que ser agradable.

-Una vez si pasé miedo, y no fue hace mucho. El tío de desnudó, empezó a meneársela y comenzó a perseguirme por la habitación tratando de quitarme la ropa.

- ¿Y qué hiciste? Porque yo le hubiese embadurnado la cara con el desinfectante ese que usáis para el baño.

-Es una buena idea para el próximo que intente tocarme el culo sin mi permiso, pero si haces eso te arriesgas a que te despidan, esa gente tiene mucho dinero y aunque tu amenaces con denunciarlo a la policía no tienes pruebas, es tu palabra contra la de ellos, y si se forma mucho follón cogen las maletas y se van.

-Menudo plan, entonces solo puedes contar con que cerca tuya haya una compañera para que te asista.

-Sí, tenemos a Maruja, ella mide dos por dos y en cuanto abre la boca tiembla todo el hotel.

-Pero no todo será malo, le dije mientras le ofrecía una coca cola y cogía otra para mí.

-No puedo aceptarla estoy trabajando.

-Por eso te he ofrecido una coca cola y no una cerveza, la puerta está cerrada y nadie te va a ver, pero no quiero enemistarme contigo. Eres la primera persona en una semana con la que hablo sin que en la conversación aparezcan las palabras cierres, balances, líneas de negocio y no sé cuántas palabrejas más en inglés que no me acuerdo ahora que significan.

Verónica sonrió, comprobó con la mirada que la puerta seguía cerrada y cogió el refresco.

Y pudimos seguir hablando mientras ella se disponía a limpiar la cristalera de la terraza por fuera.

Al inclinarse, por el escote pude verle los pechos y el sujetador negro y al darse la vuelta comprobé que llevaba un tanga porque su culo se bamboleaba bajo el uniforme. Y como despertado por arte de magia mi miembro dio un respingo y se puso como una piedra. Cuando volvió a entrar en la habitación volví a preguntarle cosas acerca de su trabajo mientras trataba de disimular mi erección.

-También habrá clientes que dejen propinas.

-Esos no los he visto todavía, lo más que te dejan son las monedas que no pueden cambiar.

-Pero a lo mejor una recompensa por recuperar alguna joya o alguna cartera. Yo personalmente si perdiese el maletín ahora mismo hasta lo agradecería, pero el lunes lo echaría de menos.

Mis ojos solo seguían el culo de Verónica y estaban alerta a la espera de que volviera a agacharse para verle los pechos.

-Eso es muy raro, los extranjeros sobre todo si son viejos son muy desconfiados. Si tu apareces con algo creen que se lo has robado, aquí hubo una pareja de viejos, él era educado y agradable pero la mujer era una bruja. Cuando entrabas en la habitación la tía te perseguía para ver que tocabas y como limpiabas, llegaba incluso a corregirte y a decir que por qué no limpiabas esto o lo otro.

-Así que los abuelos no son tu devoción. Le dije

-Yo te daría propina.

Ella sonrió y me dijo.-Cuando acabe te lo recordaré.

Yo sonreí y le dije-Bueno habrá que valorar aspectos del trabajo realizado, la dedicación, el trato con el cliente...

-O sea que no me vas a dar nada

-Te he invitado a una coca cola.

- ¿Y eso es todo? Yo te he dado dos toallas.

-Buenoooo. Yo creo que me la has dado pequeña a cosa hecha para poder observar mi escultural cuerpo

-Si será eso.

-Seguro que te habrán hecho propuestas indecentes.

-Unas dos o tres, solo.

- ¿Solo dos o tres, ¿Eso está bien, son muchas o pocas? Eso sale a una por año

-Dos fueron mujeres, de unos cuarenta años, con dinero y muy educadas y un tío, si un tío que era culturista y estaba todo el día frotándose aceite y tomando el sol. Pero las rechacé todas ¿Tú me propondrías algo? Me dijo.

-La verdad que lo tengo difícil.

-Eeeeehhh, ¿me estas llamando fea?

Yo sonreí y le dije que no, en absoluto, al revés era una chica guapa pero que el uniforme no le favorecía en nada

-Yo creo, le dije, que el uniforme lo ha tenido que diseñar una mujer amargada

-Y por qué piensas eso, me dijo.

-Solo hay que verlo, esa anchura tanto de pantalones como de camisa, tan ancha que deforma el cuerpo, no se sabe si eres gorda o flaca, alta o baja…

Ella se echó a reír y me dijo que tenía razón que el uniforme era horroroso y el primero que le dieron le estaba enorme y que se tenía que vestir con ropa propia debajo.

-La primera vez que me puse el uniforme en mi casa solo llevaba la ropa interior y se me caía de lo grande que me estaba, me sentía desnuda y cuando vine a trabajar me moría de calor ya que llevaba el doble de ropa.

Yo solo asimilaba ropa interior y desnuda, y a Verónica ya le quedaba poco tiempo para irse, así que le propuse comer juntos.

- Yo me voy a quedar el fin de semana en el hotel, ¿te apetecería comer conmigo? Le dije.

Ella me miró y me dijo que ella se traía su comida pero que gracias.

-Y donde comes.

-En el sótano, allí tenemos la cantina de los trabajadores.

-Si quieres en vez de comer en el sótano te puedes venir aquí y comes con vistas al mar, prometo estar vestido si vienes.

-Me lo pensaré, pero si estas desnudo tampoco me va a molestar.

-No me lo digas dos veces porque ese era mi plan.

-Menudo planazo ir a un hotel para estar desnudo y tratar de pillar a pobres e indefensas camareras de piso.

Yo le sonreí y le expliqué en qué consistía mi plan, que no quería ser como los viejos que acosaban a las indefensas camareras de piso.

Ella se fue a seguir su trabajo a otras habitaciones y yo me quedé con la polla tiesa y la imagen del culo de Verónica moviéndose bajo ese horrible uniforme, así que me fui al baño a cascármela. Cuando terminé me fui a buscar algo para comer en la habitación, yo sabía que Verónica no iba a venir, pero si sonaba la flauta y aparecía yo no tenía nada para comer.

Cuando regresé continué con mi plan de trabajo, es decir me desnudé me puse los auriculares y me tumbé en la cama, y volví a quedarme dormido. Me despertó Verónica que me sacudía la pierna. Me sobresalté y de un bote me senté en la cama y me quité los auriculares. Verónica se sentó en la cama y recorriendo mi cuerpo desnudo con la mirada se echó a reír y me dijo.

-Así que no ibas a estar desnudo si venia ¿no?

-No me diste seguridad que ibas a venir, y me dijiste que te daba igual si estaba desnudo. ¿Cómo has entrado? Le pregunté.

-Es verdad dije eso, y he entrado igual que esta mañana tengo una tarjeta.

Yo me levanté de la cama pensando donde había dejado el bañador y como estaba dando vueltas sin sentido me preguntó que qué me pasaba, le dije que estaba buscando lo que me puse por la mañana y me dijo que de eso nada que ya me quedaba desnudo, que ese era mi plan y no debía cambiarlo.

-Pero es para que no te sientas incomoda.

-No te preocupes recuerda que estoy viendo un cuerpo escultural.

-Pero estamos es desigualdad de oportunidades tu estas vestida.

-Yo no dije nada de desnudarme.

-Bueno y donde quieres comer en la terraza o en la mesa.

-Ya que estás desnudo mejor dentro no te vayas a resfriar.

Yo me dediqué a preparar la mesa y ella se dirigió a la cocina para calentar su comida y coger un refresco de la nevera y al agacharse volví a ver ese increíble culo, y mi polla también se puso contenta.

Cuando se incorporó y cogió su comida me vio allí detrás de ella con la polla medio empalmada me miró de arriba abajo y me dijo

- ¿Vamos a ser tres para comer?

-No, yo no espero a nadie solo a ti.

- ¿Y tu amigo? Me dijo tocándome la punta del glande.

-Mi amigo es muy caballeroso y cuando ve a una mujer guapa le gusta levantarse para saludarla.

-Pero ¿no decías que con el uniforme este no se apreciaba la figura del cuerpo?

-Eeeehhh sí, pero mi amigo ve la belleza interior, le dije.

-Anda vamos a comer... los tres.

La silla, al ser de mimbre era incomoda y no conseguía encontrar una postura adecuada y la mesa de cristal, así que ella podía ver a mi amigo perfectamente, y encima Verónica se sentó enfrente de mí con ese uniforme y su gran escote y cada vez que se agachaba para llevarse el tenedor a la boca yo conseguía ver sus pechos y mi polla así lo sentía también y cada vez estaba más gorda. Verónica no quitaba le quitaba el ojo a mi miembro y la sonrisa de su cara no desaparecía y se dio cuenta que yo no le retiraba la mirada de su escote así que se quitó la camisa y pude ver sus pechos y el sujetador negro.

- ¿Mejor así? Me dijo.

A mí me dio un ataque de tos que casi me ahogo y ella se levantó a darme unos golpes en la espalda y sus pechos comenzaron a moverse junto a mi cara.

- ¿Ves por qué no podía quedarme desnuda? Te habrías ahogado. Me decía mientras me pasaba una servilleta de la cocina.

-Bueno, dije yo. Si te hubieses desnudado antes de sentarte a comer no me habría pasado nada y te darías cuenta de lo incomodas que son las sillas que me está dando pellizcos en los huevos y ya no se cómo sentarme.

Verónica se acercó a mí, me cogió los huevos y comenzó a acariciarlos suavemente y a hablarme en voz baja.

-Pobrecito tu amigo que la silla le está haciendo daño, con lo educado que ha sido levantándose para saludarme y yo no lo he saludado, Mientras me decía esto comenzó a acariciar toda mi polla suavemente.

-Y como querrá tu amigo que lo salude, siguió diciendo ¿querrá que lo salude estrechándole la mano? Me dijo mientras la apretaba- O querrá que le de dos besos. Mientras se arrodillaba para besar mi glande.

-Creo que mi amigo se ha enamorado de ti le dije.

-Entonces mejor le doy un beso con lengua, ¿crees que a tu amigo le gustará que le bese con lengua? Y comenzó a lamer mi glande en círculos mirándome a los ojos.

La levanté del suelo y la besé mientras desabrochaba su sujetador y le quitaba el pantalón y confirmé que llevaba un tanga negro, le pedí permiso para tocarle el culo y riéndose me lo concedió y fuimos besándonos hasta la cama donde la tumbé y comencé a recorrer de nuevo su cuerpo con mi lengua empezando en sus orejas, bajando por su cuello que mordisqueé con suavidad, continué hasta sus pechos que eran una maravilla y bajo mis manos sentí como se endurecían. Mi lengua bajó por su esternón hasta su ombligo que estaba decorado por un pearcing y reanudé mi viaje en busca de su clítoris parando antes en su monte de Venus que estaba perfectamente rasurado salvo por una tira de pelo de un dedo de ancho.

Cuando llegué hasta su clítoris lo lamí en círculos y luego hundía mi lengua en su sexo lo que le provocaba un placer increíble. Ella movía sus caderas intentando que entrara más lengua así que le introduje un dedo en su vagina y comencé a meterlo y sacarlo cada vez más rápido hasta que Verónica se corrió. Entonces ella me besó mientras me pajeaba la polla y se tiró de cabeza a chuparla. La introducía en su boca casi entera para sacarla lentamente y volver a repetir la operación. El placer era enorme y el tiempo parecía detenerse. Cuando estaba a punto de correrme la retiré y la puse a cuatro patas y la penetré desde atrás, entró de golpe por lo mojada que estaba y Verónica comenzó a moverse, mi polla entraba y salía prácticamente entera y volvía otra vez el momento de correrme, pero era pronto así que cambié a Verónica de postura y la puse encima mía. Ella se agarró del cabecero de la cama donde comenzó a cabalgar mi polla a la vez que yo movía mis caderas mientras disfrutaba de sus pechos. Ella se estaba cansando porque su ritmo iba decayendo en intensidad entonces hice que se tumbara boca arriba y me puse encima y ella dirigió mi polla hacía su vagina para que la penetrara. Al poco comenzó a decir que se corría

- Dame más rápido que voy a correrme. Me dijo entre gemidos

-No pares ahora que me corroooo.

-Más deprisa que ya no aguanto más.

Y se corrió entre grandes y sonoros jadeos

Yo no aguanté más y me corrí en su vientre y en sus pechos y caí derrumbado junto a ella. Me faltaba aire y mis pulmones eran incapaces de reunir el oxígeno necesario, pero le cogí la mano a Verónica y me relajé, nos recuperamos y nos duchamos juntos.

Por desgracia Verónica debía terminar su turno de trabajo, pero al día siguiente descansaba y quedamos para comer otra vez. Los tres, ya tenía un nuevo amigo del que se había enamorado.

Datos del Relato
  • Categoría: Hetero
  • Media: 0
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