Estaba una mañana ayudándole a mi tía Carolina a pintar la madera que servía de cerca en uno de los corrales, cuando repentinamente recordó que ese día había que llevar uno de los garañones, a la finca de una señora solterona de nombre María del Pilar. Me pidió favor de hacerlo por lo que lo metí en un carruaje que luego enganché a un pickup, y lo llevé a esa finca. La señora estaba ya un poco impaciente, por lo que llevé el garañón a un corral, donde estaba una yegua de porte fenomenal, era una belleza de ejemplar, y por supuesto el garañón era estupendo de pura sangre, negro y de hermosa alzada. Nos acomodamos sobre unos troncos de árbol como nos sirvieron como asientos. María del Pilar tenía aproximadamente 38 años, de 1.70 mts. de estatura, de piel blanca, ojos y piel color castaño, su cabellera recogida con una coleta, vestía unos panalones ceñidos al cuerpo, dibujando su cintura delgada, y un espectacular trasero bien parado, y sus piernas largas hermosas, y su culo se veía estupendo gracias a unas botas de taco alto. su camisa a cuadros azul y blanco, ajustada que le marcaban unos pechos soberbios, enormes, puntudos, eran unos melones inmensos, que el botón que estaba en medio de esas chiches amenazaba con salir disparado. El garañón se acercó a la yegua, restregando su cabeza en el cuello del animal, y esta luego lo aceptó, y empezó a brotar del garañón un garrote inmenso y grueso, negro con manchas blancas, subió sus manos sobre el lomo de la yegua, y después de dos ó tres intentos, se ensarto tremendo mienbro en la vagina de la yegua, la que sólo resopló, al sentir hasta al fondo tremendo miembro, y luego salió aún derramando semen.
María del Pilar, estaba roja, se mordía los labios, las manos le temblaban, sus ojos miraban hacia abajo,quería hablar pero su voz era temblorosa,estaba super excitada de ver esa escena, de ver como el garañón clavó a su yegua, de ver esa verga del equino, columpiandose y derramando semen. Cuando yo tomé la soga para llevar al garanón al carruaje, ella me dice, espera déjalo un rato que se reponga, mientra tanto vamos a tomar una limonada. Ya en la casa, ella seguía excitada se le notaba, y no podía disimular, deseaba coger, soltera y aunque yo sabía que había sido amante de un médico tiempo atrás, a esa mujer se le había despertado el deseo. De tajo le pregunté, Si la cogida del garañón la había excitado, y sonriendo me dijo que sí, que era natural que ella siendo soltera y no tener relaciones a menudo le habían dado deseos de un macho, y luego me preguntó si yo me había excitado, a lo cual le rspondí que sí, pero no por la escena de los animales, si no que por verla a ella excitada, y por su hermoso cuerpo, y por su belleza como mujer. Me acerqué a ella y por la espalda la tomé de la cintura, ella giró y nos prendimos en un beso apasionado, nos chupabamos los labios, nos metíamos la lengua, y en seguida ya estábamos en la cama, ella me sacó el cinturón, y me bajó los pantalones, para dejar salir mi verga conpletamente parada, luego me dijo que Tita la hija de la enfermera, le había hablado de mi hermosa verga, pero n se imaginaba que tan larga y gruesa era, para luego empezar a darme una mamada maravillosa, desabotoné su blusa, y quite su sostén para liberar un par de chiches durísimas y enormes, le chupé esas inmensas tetas, y luego puse mi pene en medio de esas bellezas, las 8 pulgadas de verga quedaron sepultadas en esa montañas de carne tibia y dura, y el glande era lamido por su deliciosa lengua, se quitó el resto de la ropa dejando ver un cuerpo esculpido, deliciosamente escultural, su vagina cubierta de bellos suaves, fué invadida por mi boca y lengua, su clítoris palpitante, rojito y duro era uns belleza,en cada lamida, se retorcía de placer, poco a poco la fuí penetrando, era delicioso sentir sus paredes vaginales super húmedas estrecha y calientes, la sentí correrse dos veces con mi pene adentro, luego la llené de leche, mi pija seguía dura, sus nalgas paradas y duras me fueron ofrecidas en posición de perrito, me llenó de crema la pija y se la colocó en le entrada de su culito, centimetro a centimetro se fué despareciendo en su ano, hasta sentir mis huevos chocar con su vagina, ella se masajeaba con una de sus manos el clítoris, me decía que le dolía, se sentía desgarrada por dentro pero quería, deseaba entregar la virginidad de su culito a esa hermosa e inmensa verga, cuando saqué la verga de su ano, salió manchada de sangre, semen y otra cosita. Al día siguiente, después de desayunar mi tía Carolina, me dijo que María del Pilar estaba muy contenta por lo del garañón, que era un buén ejemplar, pero que estaba más satisfecha por la gran verga del garañon de su sobrino, que a sus 17 años la usaba de maravilla,( que conste que por ese tiempo aún no habíamos cogido con la tía).