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Categoría: Incestos

La calentura de Carol

A los doce años tenía muy claro que mi cuerpo hipaba tener relaciones sexuales, e incluso a los 8 años ya sabía que debía cuidarme. Recuerdo el día que mi profesor de tercero de primaria nos explicó cómo era el proceso de procreación entre hombres y mujeres… Sudaba muchísimo, parecía un poco nervioso y dubitativo, buscando la mejor manera de explicarnos cómo sucedían las relaciones sexuales, de las cuales nosotros éramos el fruto. A los ocho años ya escuchaba el uso sobre los métodos anticonceptivos. Aunque no entendía muy bien el mecanismo de la seducción, sí sabía que debía cuidarme con esas pastillas y los chicos con condones, aunque poco me importaba porque aun era muy pequeña para esas cosas. Pero poco a poco el bombardeo crecía. Recuerdo que mi hermano mayor Nacho (en sexto de primaria) tenía que hacer un trabajo extenso sobre los métodos anticonceptivos. Para su trabajo buscó muchos recortes y publicidad, e incluso le pidió a papá que le regalara un condón para pegarlo en su trabajo. Me hicieron creer que todo esto era tan bueno como decirle “no” a las drogas.



A los diez años, y sin aún entender bien esto de las relaciones sexuales, yo ya sabía que si no me “cuidaba” podía tomar una “pastilla del día siguiente”. De cualquier forma, no usar un condón multiplicaba la probabilidad de quedar preñada y con ello arruinaría mi vida. Finalmente, al entrar en la adolescencia (a los 12), todo empezó a complicarse para mí. Tenía muy claro que podía tener relaciones con todas las precauciones, era algo muy natural, y me parecían sumamente estúpidas las chicas que salían preñadas de polvos inconscientes a pelo sin tomar medidas previsoras cuando había tantas formas de impedirlo. También pensaba que los chicos no eran los adecuados para ello, por su falta de responsabilidad, cuidado con la chica y egoísmo supremo en un acto rápido y sobrio.



Mis padres están de acuerdo con los métodos anticonceptivos y nos hablaban de ellos como algo positivo. Parecía que se sentían como si estuvieran salvándonos la vida, por ello no reparaban en gastos en condones…, a mi hermano le regalaban cajas para que pudiera follar sin riesgos a los embarazos y las E.T.S. Conmigo, se mostraban un poco más recelosos por ser mujer. Lo cierto es que toda esta enseñanza recibida sobre los condones y anticonceptivos sembró en mí la idea del libertinaje, donde el sexo se había convertido en mero placer que la naturaleza nos brinda para disfrutarla sin contemplaciones, por eso el deseo sexual no tenía por qué avergonzarme si lo hacía a tan temprana edad. En el instituto, en primero de ESO (cuando tenía 13 años) nos dieron una materia obligatoria en biología… “educación de la salud”. En ella nos explicaron sobre los métodos anticonceptivos, las enfermedades de transmisión sexual y lo malas que éstas podían ser si no nos protegíamos. Una manera de no llegar a esos extremos eran las relaciones de confianza en un círculo de personas en las que no hubiese riesgos, mucho mejor ser fiel a una sola persona a la vez.



Total, aunque yo ya pensaba que tener relaciones sexuales era algo natural en la adolescencia y que en algún momento “iba a suceder”, me daba miedo contraer esas enfermedades o “quedar preñada” por un descuido o porque el condón fallara. Con eso comenzó un gran temor hacia el sexo. Lo veía como algo bueno, deseable, pero peligroso a la vez. Comencé a sentir en mí misma el descontrol entre el miedo y los deseos, y tomaba mucho tiempo de mi día pensando en el placer que me podía proporcionar. Tendría desde entonces tres novietes, todos los chicos fueron de mi misma edad. El primero a los 11 años, fue prácticamente un tonteo. El segundo fue a mis 13 y el siguiente a mis 15 años. Con estos dos últimos ya el tema del sexo era un tema común, pero no era algo que se hablara de frente. En ninguno de los casos cedí, porque no era algo serio. Sin embargo, no sé cómo hubiera reaccionado si me lo hubieran pedido de frente, como sé que a algunas chicas de esa edad ya sus novios se lo piden. Supongo que en mi caso se habría dado con el tiempo, pero en ese momento la lucha era solo conmigo misma, en mi mente y fantasía.



A la edad de quince años comencé a entender que lo que estaba pensando no estaba bien inculcado por las clases de religión en el instituto. ¡Por primera vez escuchaba algo diferente, que me decía que no todo era tan bueno como nos hacían creer mis amigas! Fue entonces que decidí intentar controlar mis pensamientos y acciones, pero el solo deseo no era suficiente. Era una lucha diaria conmigo misma y con mi cuerpo, me pajeaba y me arrepentía casi de inmediato..., todo eso se enfrentaba con el ambiente que mis padres me ofrecían en casa. La castidad no era una opción para mis padres ni para mí, nada bueno nos da abstenerse ni reprimirse, debemos de vivir la grandiosidad que la naturaleza nos ha dado con nuestro cuerpo. Es una sensación indescriptible donde solo cabe la idea de un amor puro y verdaderamente libre, tus pensamientos son diferentes porque de lo físico pasas a lo emocional y de nuevo al más puro placer corporal.



Mi madre insistía sobre el noviazgo… “Hija eres muy joven, pero el sexo no es algo que te pueda perjudicar… sino una parte de una relación respetuosa entre ambos que os puede hacer madurar… follando manteniendo la fidelidad y los cuidados higiénicos de vuestra intimidad”. Me decía al verme con uno u otro chico llegar a casa. La larga explicación de mis progenitores causó en mí efecto benevolente a tan temprana edad…, quedándome claro que los métodos anticonceptivos y “su uso imprescindible”, era vital para tener una vida sexual plena, y no se entienda como un daño que nos puede causar a los adolescentes cuando se nos “informa” sobre estas cosas aun sin decir “ten sexo”. Debo decir que si la sexualidad es conveniente no menos es tener una orientación moral adecuada, dado que en la actividad sexual, los jóvenes vemos un camino fácil sin control.



Era evidente que mis padres al darnos un condón o una pastilla no nos estaban diciendo “espera”, sino… “ten sexo sin esperar cuando te apetezca, para qué retrasarlo si te apetece y tienes la oportunidad…, solo cuídate”. Ante este condicionamiento a mi hermano y a mí en casa, nos daban la verdadera perspectiva del sexo, ayudándonos a amar de verdad incluyendo el sexo… Para mí, mi madre es el ejemplo a seguir como mujer sexual devota a su esposo toda la vida hasta que algo ocurrió en su relación. Mi padre también es un hombre puro, un macho fiel a su esposa que sabe amar y respetar a mamá follando solo con ella sin engaños, de él hemos podido conseguir mucha ayuda mi hermano e incluso yo. La castidad no se vislumbra en casa como una posibilidad clemente, mis padres siempre están animándonos a ser libres de la mano de su ejemplo y de los medios anticonceptivos que nos ponen a nuestra disposición, así de cómo nos posibilitan poder follar con nuestros novios/as en casa. 



Sus charlas dejan claro que somos los responsables últimos de nuestras acciones y nadie debería cerciorarnos nuestros deseos, por ello si tengo dudas pensando que estoy haciendo la tonta con un chico, pido consejo a mamá o papá que me dan fortaleza y conocimiento certero sobre lo que debo hacer…, ellos siempre está ahí para las buenas y sobre todo para las malas rachas. Sé que si por casualidad me quedase preñada se harían cargo de todo, nunca me dejarían en la estacada, porque ellos me aman tanto que me acompañan en este camino de la vida en lo que sea necesario. Pero me llevé una decepción cuando mis padres decidieron separarse una temporada, necesitaban abrir sus relaciones… sé que fue una iniciativa de mi madre muy fuera de los convencionalismos. Papá lo acepto indulgentemente y se marchó a un piso no muy lejos de casa. Nosotros, mi hermano Nacho y yo nos quedamos con mamá en casa, pero muchos días me quedaba toda la tarde con papá y a la noche me devolvía a casa cuando mamá llegaba de su trabajo cerca de las 21:15 horas. Una de esas tardes ya estaba muy picada con mi amiga Lourdes, ella se lo hacía con un vecino de casi 60 años con panza cervecera amigo de su familia, pero yo tenía en casa a mi padre que era una Adonis. Como de costumbre aquella tarde volvía a tener el coñito caliente tanto que hipaba de ganas por papi, deseaba mojara su cipote en mi encharcado chochito con mil grados de calentura y me partiese la virginidad de una vez. Cuando entró a ducharse tuve la iniciativa de entrar… recuerdo perfectamente, cuando lo tuve desnudo con su enorme verga al aire. Él ya no ponía ningún impedimento a gozar con su niña, y yo de su fornida hechura. Nuestro pudor se había disipado por completo sintiéndonos desinhibidos mutuamente en la intimidad de casa. Me acerqué en tanto se afeitaba asiéndole en una mano su pollón reposando semi flácido con cierto volumen… con la otra sopesaba sus testículos frondosos que no cabía en mi mano. Se la masajeé un rato mientras él se rasuraba su tupida barba que le daba ese aire tan varonil aflojando todo raciocinio…se la meneaba adelante y atrás despejando su glande del prepucio notándonos naturales en aquel acto impúdico. De vez en cuando me miraba con media sonrisa de canalla…sin dejar de admirar y sentir en mi mano su masculinidad.



Lo primero que se me ocurrió cuando su estaca se perfiló horizontal, fue besar esa enorme y bella verga, para después tratar de meterla en mi boca…, aunque en aquellos entonces no podía con tan enorme tranca, su cabezota si la tuve en mi boca y me deleite, chupándola y lamiéndola con toda la extensión de la lengua recreándome en su orificio con la punta. Seguido bajaba por el angosto tronco venoso para deleitarme de sus gordos testículos colganderos copados de venas azuladas, ¡Creo que a él le encantaba lo que hacía! Pues nada más me miraba y volvía sus ojos al techo escuchando sus gemidos. Así tardamos como 15 minutos, no lograba todavía engullirme por completo su fabulosa tranca, pero sí logre cubrir casi 8 cm de ella en mi boca. Mi ritmo era bueno pero mis mandíbulas se agarrotaban de tanto mamar con la boca tan abierta, sin embargo las ganas de sentirlo eran superiores a mi cansancio por el entumecimiento de boca. La baba se recalaba por su falo hasta los cojones que se balanceaban al ritmo de mis acometidas y no dejaba de sobar para obtener más de su néctar. No puedo explicar por qué me gusta tanto la lefa de su polla, su sabor salado y acido, su aroma penetrante como a mar o saber que es la leche de mi padre, y yo he conseguido extraerla como premio… no sé lo cierto que su textura gelatinosa me enloquece cuando se enreda entre mis dientes y el paladar llenándome toda la boca de esperma. Todo aquel tiempo mamando, chupando y succionando su cabezota con los apretones de huevos resultó positivo…sentí como se hinchaba y palpitaba ese pedazo de carne dura. Los jadeos de papá se incrementaban alertándome de su inminente corrida, hasta que al fin logró echarme los chorros de lefa en mi boca… uno tras otro se concatenaron atorándome el galillo con su glande hinchado dentro, parte de su engrudo se derramaba por las comisuras, sin dejar de saborear lo que tenía en la boca embelesándome con su grandiosa venida. Acabadas sus seis o siete chorreadas la extrajo y tras mostrarle todo el cargamento de semen depositado en mi boca, me lo tragué directo a mi estómago, relamiendo mis labios de aquella lefa que pretendía huir. Después le limpie con mis labios y lengua todo ese garrote hasta dejarlo muy limpio con lamidas y chupones en su capullo aún inflamado y rojo. Papá no pasaba de mis mamadas, pero yo deseaba algo más e insistí, insistí tanto que pasados unos días fue cuando decidió hacerme suya definitivamente después de que me desvirgó y ese fue otro momento inolvidable para mí y creo que también para mi padre…



¡¿Cómo fue mi inicio…?! Comentaré que mi despertar al sexo… se inauguró cuando estaba en primaria a la edad de 11 años, tenía una muy amiga que era con la que más hablaba y tenía mis confidencias, mi amiga Lourdes con la que me llevaba muy bien, ella un día me besó en la boca, pero pensé que se le había pasado y que había sido una equivocación por parte de ella, más sin embargo me gustó el cómo me había besado, fue un beso rápido pero con mucha ternura. Hablábamos de todo, pero salió el tema entre nosotras del sexo, y me preguntó que si ya sabía lo que se siente al tocar tus partes íntimas. Le contesté que no que no sabía nada, ella me recomendó que me tocara el coñito en un punto en concreto que iba a sentir lo bien que se sentía… algunos cosquilleos muy ricos y demás. En una ocasión estando en casa y a solas en mi cuarto, recordé lo que me había dicho Lourdes y comencé a tocarme…, en realidad me di cuenta que ciertamente se me sentía muy bien y las sensaciones eran escabrosamente perturbadoras. Al día siguiente se lo comenté en clase, y me dijo…



-“En un rato pides permiso para ir a los aseos, te quitas tus braguitas y me esperas, no tardare”, así lo hice.



Al llegar al baño me quite las braguitas y esperé no mucho… ella llegó instándome a sentarme en el inodoro, así lo hice, ella se arrodillo me abrió las piernas y después de olerme mi coñito metida su cabeza entre mis piernas, metió su boca y su lengua en mi rajita. Creo que ella ya había hecho antes pues supo exactamente dónde poner su lengua. Fue algo maravilloso, sentí que las piernas me temblaban al notar lo agradable de su comida de coño. Este momento se hizo cada vez más constante dejándome subliminar de placer inédito en mi cuerpo, hasta que un día me invito a ir a su casa. Al salir de la escuela nos fuimos a su casa, encontrándonos a solas, ahí me sentó, me subió la falda me bajo mis bragas y comenzó a lamerme muy rico el coñito alterado sabiendo que pronto me vendría una oleada de placer que recorría todo mi cuerpo como un tsunami…, tan rico lo sentía, que mi corazón se me salía por mi conejito sin estrenar. Para desgracia de todo terminamos primaria y ella tuvo que irse a otra ciudad. Fue una época muy hermosa, con muy gratos recuerdos y muchas satisfacciones sexuales tanto con mi amiga, como conmigo misma descubriendo mi cuerpo, mi sexualidad y lo caliente que sería el resto de mi vida.



Yo seguía masturbándome en casa, pero algo que cambio por completo mi vida fue que un día que salí temprano del instituto fui a casa de mi padre, por entonces mamá y papá aún no se hallaban separados…, en aquella ocasión estaba sola, o al menos eso creía. A los pocos minutos comencé a escuchar gemidos en la habitación de matrimonio, salí de mi cuarto y vi a papá y a mamá practicando sus deberes maritales. Mi padre en pie y su esposa arrodillada entre las piernas de mi progenitor. Mi madre tenía la boca llena de la abigarrada verga de su marido, la cual agarraba a mi papá de sus piernas empujándolo hacia ella buscando mayor profunda y contundencia en sus enviones al fondo de su garganta. Cuando vi lo que mamá sacaba de su boca me quedé asombrada de la cantidad de rabo que extraía…, Vi un gran trozo de carne recia y dura, para mí era enorme e imposible de alojar en una boca, sin embargo ella lo saboreaba y levantaba sus ojos hacia papá suplicando su beneplácito por el trabajo que le estaba haciendo a modo de PUTA… ella con voz susurrante de perra en celo le decía que estaba muy rico su cipote, que le encantaba, y acto seguido volvía a metérselo a la boca despacio saboreando cada centímetro de sus escarpada y dura orografía venérea sin dejar de comérselo como una puta salida, hasta que se zampaba todo. Para mí se me hacía imposible ver el tamaño que mamá se comía sin el menor espasmo, atragantamiento o ahogamiento, pues era realmente un badajo bastante grande…, ciertamente me excite muchísimo ver cómo le hacían la felación a mi padre teniendo sometida a su esposa, sumisa y complaciente. Me fui a mi habitación para masturbarme como loca, quería saber de qué se trataba, por qué hacia eso mamá con tanto deleite y por qué papa se retorcía tanto de gozo ella y mi padre.



Desde aquella aparición, comencé a espiar a papá cuando iba al baño, entrando en el aseo con cualquier excusa para ver el gran trozo de carne que tan soberbio macho tenía entre sus piernas, y aunque no estaba erecto, se veía enorme de no menos de 12 cm, eso me dejaba muy excitada animada por saber lo larga y gorda que llega a estar en plena erección…, así que con muchas ideas excitantes y muy estimulantes me recreaba observándolo y tonteando con papá desnudo. En casa jamás nos habíamos ocultado la desnudez, pero con tan solo doce años ya había despertado en mí algo que no dejaría de estar en mi mente el resto de mi vida…tener sexo y placer. En clase y en casa me había explicado de la “A” a la “Z” todo el proceso de la procreación, las enfermedades venéreas y los pros y contra de follar sin protección. No obstante ante el Adonis de papá, todo lo aprendido se disipaba revolucionando mis hormonas dejando a flor de piel mis ganas de ser mujer.



Un día decidí a enfrentarme a papá cuando le vi entrar al baño, me esperé un poco sabiendo que la puerta del baño estaría abierta, pues en casa no existen los seguros. Entré y no vi a papá, oyendo la ducha me di cuenta que se estaba bañando, con mucho cuidado hice a un lado la cortina que separaba a papa del sanitario y lo vi duchándose con toda el agua recorriendo su cuerpo, las chorreras de agua tibia entre su vello lo convertía en más oscuro dándole un tono más varonil a su cuerpo. De pronto, así como al descuido haciendo a un lado la cortina estando él de espaldas lo contemplé completamente desnudo, su culo fibroso sin apenas vello me extasiaba. Entonces se giró encontrándome en un sobresalto…no me esperaba.



-“Cariño ¿Qué haces ahí?



-“Solo deseaba verte desnudo, papá”.



Al principio fue una bronca por entrar sin avisar, no por sabotear su ducha vespertina encontrándomelo en pelotas…, el pudor no era motivo de regañina en casa. Le hice saber lo que había visto en su cuarto, en el momento de la gran mamada con mamá arrodillada comiéndose todo su trozo de carne. También le dije que yo quería hacer lo mismo solo para saber cómo sabía una verga y como era eso de comérsela a un hombre…, en esos momentos me trató de loca al recordarme que solo tenía 12 años…pero le insistí.



Me preguntó que si mama sabía lo que hacía y le dije que ella no sabía nada y tenía por qué saberlo nunca, solo necesitaba averiguar lo que mamá percibía al chuparle la polla, mi única intención era besárselo y chuparle la cabezota de su verga…, en ese momento me dijo que NO. Así paso algún tiempo en el que rondaba a mi padre cuando tenía ocasión insistiendo en mamarle la polla, saborear la virilidad de un macho y sentir en mi boca la hombría de un hombre de verdad, pero en cada ocasión el volvía a decirme que no, que no estaba bien lo que le pedía. Después de ser lo suficientemente sobona, zalamera y cariñosa con mi papi derribé todas sus barreras dejando caer el último muro. Cuando persigo algo es difícil que se me resista si se puede conseguir con armas de mujer. Así que después de tanta insistencia me dijo que no fuera a decir nada y que me dejaría besárselo, pero nada más besárselo.



-“Solo me lo besarás un poco y cuando mamá no esté casa”.



Ese día llegó aquella misma semana…, mamá volvía más tarde de trabajar y solía acabar papá, se metió a bañar y detrás de él entré al baño, ya estando el bajo el agua hice a un lado la cortina y él preguntó por mi insistencia en saborear su masculinidad. Tumbé su oposición casi infranqueable diciéndome…



-“Anda ven y bésalo, sino no me dejarás en paz nunca… eres muy tenaz en tus deseos…”



Sentí que mi sangre corría mucho más veloz de lo normal, entre a la pieza del pie de ducha y me arrodillé frente al monumento de papá entre sus dos fuertes y tensas piernas. Tal vez por el agua cálida o por que le apetecía que se la mamase, el caso es que mi padre se excitó logrando plantar ante mí una arrogante erección de caballo. No tardé mucho en besar su enorme pedazo de carne, estaba fresco y comenzó a moverse con palpitaciones a medida que se le elevaba aun más… lo bese y metí su cabezota en mi boca. En esos instantes se le puso muy tiesa y enorme de plano, seguí chupándole el glande hinchado como una ciruela tersa, y por más que quería no podía meterme a la boca gran cosa… tanto como mi madre, pero así estuve una eternidad. Dice papá que fueron como poco más de cinco minutos, pero para mí fue una infinitud atorándome la garganta… la verdad me sentí en la gloria. Me hizo salir del baño prometiéndome que al día siguiente lo volveríamos a hacer



Manteníamos el secreto muy bien llevado, con lo cual esta situación de felaciones y enlechadas orales se hizo continua, queriendo comer más y más de esa carne arrogante que papá ofrecía entre sus piernas, y lo iba logrando derrumbando sus defensas arrodillaba a merced del deleite del macho en una sumisa demanda de virilidad. Empezaba a saber manejar el mostrenco gozándolo, en tanto mamaba su tronco venoso con una mano pajeaba el resto libre hasta los huevos y con la otra mano agarraba esas bolas que tenía cargadas de lefa a diario. Comenzaba por besarlo para después comerlo poco a poco con chupadas y lengüetazos…, papá me decía que lo hiciera despacio, que utilizara mi lengua sobre su polla recorriéndola desde los cojones a la punta cabezona, y así lo hacía castigando sus flamantes pelotas una a una que succionaba y las envolvía dentro de mi boca tirando de ellas como si de caramelos se tratasen. A papá le gustaba como lo se hacía, como iba comiendo su vergazo poco a poco dejándole salivado todo el rabo para que resbalara más fácilmente en mi boca y así poder comer más carne dejándome follar como a una zorra hambrienta de polla, me encantaba hacerlo. Aquello solía durar bastante, pero mis mandíbulas fueron cogiendo destreza y hábito al cansancio… debía mamar hasta que se corriese, ese era mi cometido en cada felación y me gustaba cumplir con mi trabajo bien hecho.



Aun con todo ello, papá era muy gentil conmigo avisándome de su eyaculación, me acariciaba la cabeza y yo asentía tras el aviso de que se iba a derramar y con todo nunca sacaba su polla de mi boca esperando vaciara sus huevos del preciado néctar espeso en el fondo de mi galillo. Siempre me pedía que no lo tragase para mostrárselo y así lo hacía como la putita obediente de papá. Saqué su mazo de mi boca copada de leja y se la abrí para que viera todo su esperma llenando mi boquita de PUTA.



-“¿Te lo vas a tragar cariño?” me dijo, moví mi cabeza diciéndole que sí, y me lo tragué.



Su semen tiene un sabor entre acidito, salado muy agradable a mi paladar, en cierta forma sabe a mi padre… a su testosterona de macho semental. Me encanta hacerlo y más me encanta el saber que papá es feliz de llenarme la barriga de su leche, pero lo que yo más deseaba era que me llenase la barriga haciéndome un bebé, atorándome la vagina de lefa convirtiendo mi útero en millonario de espermatozoides. El tiempo pasaba y lo nuestro continuaba, yo tragándome cada vez más de su hermosa verga y papá disfrutando de lo que le hacía en cada mamada.



Al cabo de unas semanas duro entrenamiento de felatriz, ya tocaba mi garganta y pude soportar el hormigueo que sentía en mi galillo cuando su verga llegaba ahí, quiero decirte que logré metérmelo por completo en la boca hundiese hasta el esófago… tanto le agradaba a papá que no dudaba en descargarse en lo más profundo de mi garganta… Me acostumbré a mamarle el cipote duro y rígido, tragándome sus 18 cm con su recio grosor, tan grueso que mis dedos casi no se juntaban al circundarlo…, pero creo que todos tenemos algunas fantasías y sobre todo nosotras queremos hacerlas realidad para nuestro semental. En una ocasión papá me dijo que quería ver mi cara llena con su semen, me pidió que le diera el gusto de hacerlo… un bukkake pero solo con su polla… así lo hicimos. Después de mamársela muy bien y a punto de explotar, me sacó el falo de mi boca y comenzó a descargar en mi cara. Un primer lechazo cayó en mi boca y nariz, el segundo más largo y copioso me cruzó la cara tapándome el ojo derecho alcanzando parte de mi frente y cabello… el resto menos enérgicos se derramaron sobre mis mejillas y barbilla mientras papá se machacaba el duro vástago escupiendo lefa sin parar. Nunca había visto de tan cerca expeler la leche que salía de su glande expandiendo el orificio uretral, era una maravilla como eyaculaba los gruesos chorros de esperma…lo recuerdo como si fuera ahora mismo  dejándome la cara llena de semen. Esa no noche no dormí con la imagen de su polla expeliendo caños que pintaban mi cara de puta barriobajera. Papá se veía contento de verme así y yo feliz por darle gusto, comencé a quitarlo de mi cara y todo lo que recogía lo llevaba a mi boca… lo tragaba como si de dulce leche condensada se tratase o mejor aún.



Me preguntó porque hacia eso y le contesté que era un desperdicio no tragármelo ja ja ja ja. Todo esto duró como unos siete u ocho semanas. Todo esto ocurría al mismo tiempo que mi padre se follaba a su exigente esposa, así sucedió otro momento de los que me gustaban mucho. Mamá es muy PUTA cuando se pone cachonda… son palabras de papa y la verdad es que le creo, porque así soy yo y esto que contaré lo corrobora. Por entonces me había fijado en uno de los empleados de papá, en Santiago, no era muy listo pero se le veía buena gente y con un cuerpo muy bien formado… en nada despreciaría que me pusiese fina filipina, pero mi objetivo era estar con papá.



Una de esas tardes de siesta tuve la ocasión de ver a papá jodiendo con mamá… ella de rodillas con el culo alzado y mi padre metiéndole con ímpetu esa tremenda tranca haciendo sonar las carnes en el instante de quedar acoplados con el cuerpo de hembra insertada, se escuchaba a mi madre suspirar, gemir y hasta gritarle entre jadeos… -“¡Aayyyyy me estas partiendo cabrón! ¡…Métemela massss!”



Se veía como papá sacaba casi por completo su gruesa verga de la vagina o el culo de mamá, realmente no se apreciaba donde la tenía atravesada con el falo, y de repente se lo dejaba ir de un solo golpe entrando hasta los huevos. Desde mi postura contemplaba como sus colganderos cojones se balanceaban aporreando a Mamá, que gritaba muy complacida queriendo más polla, más duro…más y más. Esas escenas de sexo explícito viendo a mis padres aparearse como animales salvajes me iban marcando la pauta a seguir, me calentaban como a una putita deseosa de ser yo la ensamblada con ese duro garrote paterno…, así que en la próxima oportunidad que tuviera le pediría a papá que me la metiera y ya adivinas cual fue la respuesta…



-“No cariño, eres aún muy pequeña para soportar el tamaño de mi verga… ¡Tienes un coñito muy estrecho y te puedo partir…! Además eres mi hija, ¡¿Cuándo un padre se acuesta con su hija…?!”.



-“Seguramente todos los padres que quieren a sus hijas…” dije despechada con altanería, para acto seguido caer sumisa… “¡Papá métemela por favor! ¡No aguanto más siendo virgen!” Él me respondió seriamente…



-“A la vista de lo insistente que eres, te voy a complacer solo un poco… te meteré nada más la cabecita y me dirás si te duele o no… tú me dices en cuanto no puedas más y la saco de tu vagina ¡¿Ok?”



Me sentó en el sillón poniéndome el culo al filo del mismo, y él se puso de rodillas, me abrió de piernas previo sacarme las braguitas, metió su cabeza y empezó a lamer mi coñito con su lengua, permitiéndoselo descaradamente abierta de piernas totalmente ofrecida. Ahora estaba completamente despatarrada a merced de su rígido rabo que tornaba una curvatura de daga árabe…, al rato de sacarme unos escalofríos irradiantes en mi cara, elevó su cuerpazo y con todo el manubrio erecto restregó su glande hinchado por entre mis labios impregnándolo de mis fluidos exuberantes, encontró mi pepita y presionó sobre ella electrificándome todo el cuerpo y en esas se mantuvo durante un rato pajeándome el clítoris con su cabezota dura sin cejar hasta que me desbordé en un orgasmo convulsionante y excelso. Me besó en la boquita con un tierno piquito al tiempo que notaba como se expandía mi rajita ante la incursión de su balano abriéndome la boca de mi vagina… Y así comencé a comerme la verga de papi por el chochito encharcado, y era muy cierto, cuando sentí es mostrenco partirme la raja, aun con toda la excitación que tenía y lo lubricada que estaba, me dolió un poco, más adentro me dolió mucho más… no sé cuánto me metió, pero llego el momento que me escuchó gritar…



-“¡Aaayyyyyy me duele y papá! La sacó, no me quedo más remedio que terminar con la verga de papá en mi boca y con toda su descarga en mi garganta, le dije… -“Lo siento papi, lo volveremos a intentar ¿Verdad?”



Después de dos o tres días, al llegar a casa me sentí acalorada y un poco sudada pues estando tanto tiempo en el sol decidí meterme a ducha, me dijo que pasase a la ducha de su cuarto. Recordé como me mamaba los pezoncitos incipientes, y como besaba y recorría con su lengua su piel en un juego que me gustaba a rabiar. Mientras seguía en la ducha papá se rasuraba su tupida barba… salí de las cortinas y él se giró para verme con una toalla que me cubría por debajo de las rodillas, me puse coqueta… Le dije que lo intentáramos, que no me importaba lo gorda y grande de su verga que yo quería gozar tal como lo hacía mamá, me dijo que me dolería mucho, y le respondí que no me importaba… aguantaría como una buena hembra…, seguí insistiendo y provocándolo… puse mis manos en sus hombros mientras mi padre se amorró a mis tetas para chuparme los pezones… no dejaba de Chupar mis tetitas de pezones puntiagudos empitonados de los excitada que me hallaba. Me besaba el cuello y me cogió en brazos para llevarme a la cama… allí se metió entre mis piernas y me comió el coño por primera vez. Hasta ese momento era yo quien me encargaba de comerle la polla cuando llegaba del trabajo…se sentaba en el sofá a ver la tele y yo aprovechaba para pasearme enfrente de él casi desnuda…, por supuesto se le empalmaba la polla, entonces sin mediar palabra me arrodillaba y se la mamaba mientras él se bebía su cerveza gozando de mi labor. Solía hacérselo como veía a mamá hacerlo, buscando sus ojos le dije…



-“Me encanta como sabe tu polla papá… y beberme tu leche…” Él no dijo nada, me miró y sonrió, a los pocos minutos nos estábamos bañando y como siempre volví a arrodillarme para meterme la verga de papá en la boca chupándosela golosamente, una mano en su raíz despejando su prepucio y la otra masajeado sus bolas…, cuando la tuve bien dura me puse de pie para ofrecerle mi culo, el me preguntó por mi insistencia y le contesté que le reclamaría hasta que me la pueda comer completa por mi coñito…



Él nada más se reía y me decía… -“Eres tan caliente y tan terca como tu madre. De acuerdo cariño, lo volveremos a intentar”, Después de ensalivarle muy bien su verga comenzó por meterme un dedo en la vagina, después dos y al ver que ya no decía nada, me pregunto… -“¡¿Qué estás haciendo como para que ya no te duela?”



Le dije la verdad, en las noches me meto mis dedos y ya entraron cuatro y no me dolió nada, y comenzó a meterme su cabezón, y lo aguante muy bien, me excitaba demasiado el saber que papa me estaba cogiendo, me sentía muy satisfecha y muy ardiente para entregarle mi virginidad a papa, llego el momento que sentí un gran dolor, tenía la verga de papa muy dentro de mi vagina, yo no sabía lo del himen y papá me lo dijo,



-“Hasta aquí he llegado fácil, lo que sigue te romperá el himen y dejarás de ser una niña. Romperte el himen te dolerá un poco, aunque se te pasara con los días y así podremos gozar mucho más después el resto de tus vida”.



Me imaginaba, eso de “gozar mucho más” pues ¡¿Aún me falta algo por gozar?! Ni idea tenía de hasta donde se puede gozar en el sexo y mucho más si estas con la persona amada… amo a mi papi sobre todos lo demás hombre del planeta…



-“¡Papá, rómpeme de una vez, creo que será lo mejor! Aguantaré muy bien tu estocada…!



El macho así lo hizo, me atizó con contundencia metiendo su enorme verga dentro de mí y cuando llego al punto, sentí una gran punzada en mi vagina…, yo misma me eche hacia atrás. Puf, un poco de dolor y miedo me hicieron reaccionar, pero me aguanté valorando las ventajas futuras e incluso las presentes, nos miramos a los ojos, papá la quiso sacar y le dije…



-“No lo hagas por favor, déjala que mi coñito se acostumbre a tenerlo bien dentro de mí”



Así estuvimos ensartados… bueno yo era la ensartada, y papá comenzó con un lento mete y saca, pero lo sacaba muy poco y lo metía mucho más, seguía con mi molestia, pero seguía aguantando porque cada vez era menos punzante, además de no ser hora de decir no, ahora ya estaba bien empalada y tenía que aguantar los embates del macho ¡Y lo sobrellevé!



No cambiamos de posición del misionero, me hundía una y otra vez haciéndome notar cada centímetro de su verga entre mis apretadas paredes vaginales…, en cada envión me sacaba el aire y un gemido que se convertía en grito. Pero él continuaba insistiendo zambullendo su gran falo en lo angosto de mi coñito…me retorcía de gusto, y de vez en cuando me elevaba para observar la entrada y salida de su vástago del ceñido conejito recién desvirgado. Aquello era cierto, por fin mi padre me había quitado la carga que suponía tener himen, y lo curioso era que prácticamente se hubo disipado el dolor sintiendo muy rico la follada que me estaba arreando con amor inmisericorde. Me excitaba su cuerpo tenso apretando en cada metida expandiéndome por dentro sin llegar a enterrar toda la larga verga de 18 cm, ese sería nuestro próximo objetivo…meter toda la tranca hasta los huevos como le hacía a mamá. En esos momentos hiperventilaba, la boca se me resecaba y el coño lo tenía cada vez más encharcado, toda mi humedad se destilaba por mi coñito hambriento gozando del gran rabo duro y venoso de papá, el cual de vez en cuando lo enviaba a fondo topando con mi pared vaginal percibiendo la dureza de su glande en mi útero “¡Nunca podré tener toda su polla enterrada hasta los huevos!” Pensé al tener un fondo vaginal tan pequeño, en el que apenas entraban sus doce centímetros de recia verga paterna. La follada comenzaba a durar más de diez minutos con un mete y saca de papá imparable, hasta que me dijo que ya no aguantaba mucho más… que se iba a correr, le dije fuera de mí con todas las ganas del mundo…



-“¡Hazlo papi, por Dios no la saques! Déjame todo tu semen dentro”, y lo hizo.



Sentí como su mazo engordaba más de lo que estaba y de pronto percibí el primer gran chorro de leche atorarme mi cérvix, después otro tras chorro dentro de mí, aunque me condolía un poco, se compensaba con creces al sentirme satisfecha de haberlo logrado y de haberle dado mi virginidad a papá. Estuvimos un buen rato pegados en un acople perfecto, hasta que se le bajo la hinchazón de su verga en mi interior… la sacó y como estábamos en bolas nos fuimos al baño…, ahí mismo se la lavé. Su verga la tenía roja, roja como si le hubiera lastimado, pero él me dijo… -“No te preocupes nena, eso es normal… es porque eres muy estrecha aún y tus paredes vaginales han presionado de lo lindo. ¡No recuerdo haberme follado un coñito tan prieto como el tuyo!”



Él tuvo que aguantar también, pues le dolía un poco sintiéndola irritada en su glande principalmente… comencé a masajearlo, lo besaba y lo metía a mi boca, nada más el cabezón para aliviarle la escocedura con mis lamidas, lo chupaba y lo mimaba hasta que me dijo que ya era suficiente, porque si no se le iba a volver a poner tiesa con ganas de volverme a folla y nunca terminaríamos de joder ahora que ya tenía mi coñito cedido y era más fácil entrar. Se tenía que ir a trabajar, así que lo tuve que dejar quedándome con las ganas de ponérsela dura de nuevo y me volviera a fornicar como una perra en celo, así me sentía. ¡Eso sí… se fue con su verga muy limpia!



Se fue haciendo costumbre el chupársela cuando venía del trabajo o en la siesta cuando mamá no estaba en casa y después me follara el coñito vaciándose por completo dentro de mí… yo estaba feliz y contenta, era la mujer más feliz y satisfecha aunque esa primera vez no pude cerrar mis piernas por unos días ja ja. Cuando estaba en clase sentía esa suave molestia de haber sido partida en dos por el mostrenco abigarrado del cipote de papá, solo saber que su leche estaba dentro me aliviaba. Veníamos de comer de un McDonald hablando de trivialidades cuando le dije… que no solo no era virgen, sino que me gustaba todo tipo de sexo, oral, anal… aquello le puso los pelos de punta a papá. Terminó diciendo que era muy precoz para todo eso sin negar lo excitado que estaba… su miembro viril empezaba a destacarse debajo del pantalón y no sabía cómo ocultarlo bajo mi mirada.



Al final le espeté cuanto me encantaba su polla, aquello lo dejó helado, no estaba acostumbrado a ese tipo de lenguaje, no le di opción a replicar acercándome a su boca… comencé a besarle a la vez que sentía su dureza en mi mano en la entrepierna tocando el excitadísimo falo de papá. Al principio no respondía a mi beso, pero el sentir mi lengua dentro de la suya y mis manos manejando sus cojones, le hice perder la cabeza. Me respondió al beso igual de apasionado, lo que ocurrió después fue la noche más caliente que había vivido. Allí en el sofá, entre sus piernas empecé a hacerle una mamada que le recordó a las de mamá, no tenía nada que desmerece porque se le puso la polla al borde de reventar. Me pidió que parase, así que me tumbó en la alfombra, para desnudarme. Pudo verme completamente desnuda… serían mis preciosas tetas las que estuvo un buen rato chupándolas, lamiéndolas y estrujándolas… -“Esto es lo he echado de menos desde que no estoy con mamá…”,”Pues ahora las tienes para ti solito papá ¡Mámamelas como se lo hacías a ella!” le dije salida.  



Empecé a jadear como una perra en celo, le gritaba que me follase con su pollón, pero me  hizo esperar como a mi madre. Se metió entre mis piernas comiéndome el chochito, para entonces bastante húmedo. Me volvía loca al sentir su lengua dentro de mi coñito buscando como un perro de caza, tocando y alejándose de mi clítoris una y otra vez, allí no pude reprimirme y pobre de mí, me corrí en su boca entre alaridos. Aquel era el momento, así que me abrió de piernas y empezó a follarme. Hacía más de diez días que no lo hacíamos… desde que me desvirgó, así que empujaba con todas sus fuerzas como un toro. Estábamos como locos, follando como dos animales, padre e hija… me retorcía entre sus brazos, y él no dejaba de tocar y besar todo mi cuerpo mientras me perforaba demencialmente hundiendo la polla. Al cabo de unos minutos no pudo aguantar más y se corrió como un loco inundando todo mi chochito… sentí cada chorro de leche llenar mi útero… su corrida fuerte y muy copiosa, me las hacer percibir diáfanamente. Al sacar su polla de mi conejito, como una puta empecé chupármela para succionar todo el semen que le quedaba, y no pudo resistir volver a empalmarse. Me di cuenta como se endurecía en mi boca… como una zorra se la mamé como no recuerdo. Al poco estaba otra vez completamente excitado y le dije que quería recibir esa polla en mi culito, así que me puse a cuatro patas. Lo cierto es que tengo un culito precioso, con un pequeño orificio, su polla abarcaba mi raja, su agujerito y mucho más…, empezó a perforar bien excitado y lubrificado. No pude resistir gritar como loca, quería que me la metiera hasta el fondo, la verdad es que le costó horrores el poder enchufármela. Para alivio me masturbaba frenética mientras iba de un orgasmo a otro hasta que noté sus huevos en mi culo, por fin la tenía metida entera. Estaba enajenada, y eso le enloqueció a él también, así que me cabalgó tratándome como una vulgar perra, lo cual me excitó todavía más. Montaba a la puta de su hijita sodomizando su culito sin piedad hasta que al final acabó llenándome otra vez de semen mientras no paraba de correrme. 



CONTINÚA...



Este es mi correo...  trovo_decimo@hotmail.com  por si deseas contactar conmigo, sugerirme o contarme alguna de tus fantasias que leeré encantado. ¡Muchas gracias!



 


Datos del Relato
  • Categoría: Incestos
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