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LA CAJERA DEL BANCO Y SU COLCHÓN PERSONAL

Myriam 53 años, siempre fue mi cajera favorita a la hora de pasar a retirar mi sueldo, por que tenía algo muy especial, sus tetas gigantes de madura se meneaban al compas de su conteo de billetes a través del vidrio. Aunque no lo demostraba, a ella la calentaba que la desee.

Fue una tarde, poco antes de que cerraran las cajas y con nadie de gente, me acerque para retirar algo de dinero, por lo que la zorra madura con un gesto cómplice y una guiñada de ojos me invito a pasar, al entrar a un cuarto pequeño, prendió la luz y increíblemente en el piso tenía un colchón con dos sabanas y bastante desordenado, me conto que a esa hora se tiraba a dormir una siesta y que en esta oportunidad quería estrenarlo con una pija ajena.

Nos desnudamos, la veterana se asombro al verme la pija súper dura con los huevos bien colgando para que se deleitara mirando.

Le comí las tetas enormes, un sueño cumplido, para dejárselas bien mojadas y cogérselas, tomo sus pechos gigantes y comenzó a jugar con mi verga, una y otra vez la cogía, escupía la cabeza, y volvía a cogérmela.

Me miraba fijo a los ojos, yo parado y ella arrodillada sin parar de moverse.

-Myriam- te gusta como cogen estas tetas? Viste que eran lo que esperabas?

-yo- Vieja puta, tetona, es la culpable que tenga la verga así de dura y los huevos bien llenos de leche.

Decido azotarle el culo con mi verga, a puro latigazo en cada nalga gigante de la madura, que a esta altura y bien empinada, no veía la hora de que le meta la verga.

Así fue que la clave por el culo, primero lento para que la valla sintiendo y calendándose, para luego incrementar el ritmo y empezar a reventarla.

Los huevos chocaban contra la concha, tenía los pies con sus tacones cruzados y bien presionados por el placer que estaba teniendo, yo daba vuelta la cabeza para mirar esos zapatos y más me calentaba.

-Myriam- sos un pendejo aguantador, mira como me empinaste y me culeas sin descanso, amo tus huevos gigantes que saben chocar bien contra mi concha.

-yo- a las putas de culo gordo se las coge así, no hay manera de perdonarlas.

-Myriam- siempre soñaste con este momento, lo sé, y ahora lo estas cumpliendo en mi propio colchón personal perverso, con olor a hembra.

-yo- ojala entrara una de tus compañeras y vieran como este macho se la coge a la cajera, con ese culo gigante.

Estiraba sus manos hacia atrás como queriendo tocar mi pecho, para pedirme que la abrace en forma de cuchara y le haga el amor.

La abrace y puse mi verga en su concha, le tome las tetas y la cogí con tanto amor que creo logre enamorarla, le besaba el cuello y le decía al oído que una zorra así merece lo mejor, y que todos los días merece un macho que le haga el amor con ganas.

-Myriam- gracias, muchas gracias, vos sí que sabes tratar a tu puta ama madura.

-yo- amo sus tetas, su olor a hembra, comerle el cuello, la boca.

-Myriam- amame, clávame esa pija gorda sin parar, haceme acabar una vez tras otra, juro que no cambio mas este colchón.

-yo- la deseo mi puta, la deseo tanto, te amaso así de fuerte las tetas para descargar tanta calentura.

Con toda su frente empapada, la lamí lentamente y ella como gran zorra me abrió la boca para recibir la saliva, luego la tire abierta en el colchón empapado y la cogí.

El ritmo era más fuerte y cada vez más, yo miraba sus piernas bien abiertas con gotitas de sudor, y más fuerte la clavaba, le amasaba las tetas, se las comía, la besaba mirándola a los ojos, la hacia mía en toda su expresión.

-Myriam- amo tu verga, como la usas contra la concha de esta madura, gracias por reventarme así.

-yo- la hago mi mujer, mi novia, mi amante, la cojo como si no hubiera ayer, me calienta tanto así abierta.

-Myriam-  así, por favor no la saques hijo de puta, lléname hasta el fondo, dejame el útero lleno de tu leche.

-yo- señora puta, señora puta, la estoy dejando bien llena, toda mi leche es para su cuerpo puta abierta.

Así fue que su pedido fue cumplido, la llene no una, sino dos veces al hilo, su útero estaña rebalsado por mi leche y eso le encantaba a la puta cajera morbosa.

La ayude a cambiarse, nos besamos intensamente, y luego cada uno por su lado, a seguir la rutina de la vida, pero con el gran recuerdo de un polvo de locos.Myriam 53 años, siempre fue mi cajera favorita a la hora de pasar a retirar mi sueldo, por que tenía algo muy especial, sus tetas gigantes de madura se meneaban al compas de su conteo de billetes a través del vidrio. Aunque no lo demostraba, a ella la calentaba que la desee.

Fue una tarde, poco antes de que cerraran las cajas y con nadie de gente, me acerque para retirar algo de dinero, por lo que la zorra madura con un gesto cómplice y una guiñada de ojos me invito a pasar, al entrar a un cuarto pequeño, prendió la luz y increíblemente en el piso tenía un colchón con dos sabanas y bastante desordenado, me conto que a esa hora se tiraba a dormir una siesta y que en esta oportunidad quería estrenarlo con una pija ajena.

Nos desnudamos, la veterana se asombro al verme la pija súper dura con los huevos bien colgando para que se deleitara mirando.

Le comí las tetas enormes, un sueño cumplido, para dejárselas bien mojadas y cogérselas, tomo sus pechos gigantes y comenzó a jugar con mi verga, una y otra vez la cogía, escupía la cabeza, y volvía a cogérmela.

Me miraba fijo a los ojos, yo parado y ella arrodillada sin parar de moverse.

-Myriam- te gusta como cogen estas tetas? Viste que eran lo que esperabas?

-yo- Vieja puta, tetona, es la culpable que tenga la verga así de dura y los huevos bien llenos de leche.

Decido azotarle el culo con mi verga, a puro latigazo en cada nalga gigante de la madura, que a esta altura y bien empinada, no veía la hora de que le meta la verga.

Así fue que la clave por el culo, primero lento para que la valla sintiendo y calendándose, para luego incrementar el ritmo y empezar a reventarla.

Los huevos chocaban contra la concha, tenía los pies con sus tacones cruzados y bien presionados por el placer que estaba teniendo, yo daba vuelta la cabeza para mirar esos zapatos y más me calentaba.

-Myriam- sos un pendejo aguantador, mira como me empinaste y me culeas sin descanso, amo tus huevos gigantes que saben chocar bien contra mi concha.

-yo- a las putas de culo gordo se las coge así, no hay manera de perdonarlas.

-Myriam- siempre soñaste con este momento, lo sé, y ahora lo estas cumpliendo en mi propio colchón personal perverso, con olor a hembra.

-yo- ojala entrara una de tus compañeras y vieran como este macho se la coge a la cajera, con ese culo gigante.

Estiraba sus manos hacia atrás como queriendo tocar mi pecho, para pedirme que la abrace en forma de cuchara y le haga el amor.

La abrace y puse mi verga en su concha, le tome las tetas y la cogí con tanto amor que creo logre enamorarla, le besaba el cuello y le decía al oído que una zorra así merece lo mejor, y que todos los días merece un macho que le haga el amor con ganas.

-Myriam- gracias, muchas gracias, vos sí que sabes tratar a tu puta ama madura.

-yo- amo sus tetas, su olor a hembra, comerle el cuello, la boca.

-Myriam- amame, clávame esa pija gorda sin parar, haceme acabar una vez tras otra, juro que no cambio mas este colchón.

-yo- la deseo mi puta, la deseo tanto, te amaso así de fuerte las tetas para descargar tanta calentura.

Con toda su frente empapada, la lamí lentamente y ella como gran zorra me abrió la boca para recibir la saliva, luego la tire abierta en el colchón empapado y la cogí.

El ritmo era más fuerte y cada vez más, yo miraba sus piernas bien abiertas con gotitas de sudor, y más fuerte la clavaba, le amasaba las tetas, se las comía, la besaba mirándola a los ojos, la hacia mía en toda su expresión.

-Myriam- amo tu verga, como la usas contra la concha de esta madura, gracias por reventarme así.

-yo- la hago mi mujer, mi novia, mi amante, la cojo como si no hubiera ayer, me calienta tanto así abierta.

-Myriam-  así, por favor no la saques hijo de puta, lléname hasta el fondo, dejame el útero lleno de tu leche.

-yo- señora puta, señora puta, la estoy dejando bien llena, toda mi leche es para su cuerpo puta abierta.

Así fue que su pedido fue cumplido, la llene no una, sino dos veces al hilo, su útero estaña rebalsado por mi leche y eso le encantaba a la puta cajera morbosa.

La ayude a cambiarse, nos besamos intensamente, y luego cada uno por su lado, a seguir la rutina de la vida, pero con el gran recuerdo de un polvo de locos.

Datos del Relato
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