De pronto me encontré de nuevo en los tiempos de mi niñez, donde muy rara vez creía encontrar alguien en quien confiar, un amigo… Un mejor amigo.

Y paso igual que en aquellos lejanos tiempos cuando venían chicas nuevas al barrio y entonces mi mejor amigo decidía jugar un juego malo con aquellas chicas, me decía que yo ya no era su amiga y se introducía en una burbuja a la que yo no tenía acceso…

Entonces yo pegaba mi cara al cristal de la burbuja y comenzaba a llorar desconsolada, pero a el no le importaba, tal vez ni siquiera me miraba, desde afuera yo lo veía jugar con aquellas chicas riendo a carcajadas sin pensar un momento en mi y en lo que yo estaba sintiendo… Fue entonces cuando se escucho un “crack” dentro de mí, y mi corazón callo al suelo roto en mil pedazos, el ruido que causo hizo que voltearan, mi amigo se quedo serio mientras las otras chicas reían sin parar cumpliendo su objetivo.

Yo trataba de recoger los pedazos de mi corazón entre mis manos sin poder detener las lágrimas que corrían sin parar por mis mejillas, entonces mi amigo salio de la burbuja y en su mano pude ver el frasco de un pegamento resistente, juntos recogimos los pedazos de mi corazón llorando confundidos mientras las chicas se alejaban y reían…

Uno a uno pegamos cada pedazo de mi corazón y aunque de nuevo empezó a latir estaba lleno de cicatrices, cicatrices que jamás podría borrar, y aunque el seguía siendo mi mejor amigo, mi corazón jamás volvería a ser el mismo