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Roca Negra es un recóndito pueblo situado en medio de ninguna parte, apartado de cualquier otro pueblo o ciudad por muchos kilómetros. Su paradero es desconocido para la mayoría de la gente debido a su escasa importancia. Este lugar está rodeado de montes escarpados, senderos, fauna y densa vegetación, en fin un sitio adecuado para vivir tranquilo y respirar aire puro apartado de las grandes ciudades.
Este pueblo está conectado con el resto de la civilación a través de la única oficina de correos que existe situada en un punto céntrico de la villa. Soy empleado de esta oficina de correos, mi misión consiste en entregar y enviar cualquier carta o paquete que reciban o envíen sus habitantes. En el pueblo apenas hay comercios, prácticamente los productos o artículos que reciben provienen de grandes ciudades situadas a muchos kilómetros.
Me crie en esta aldea y desde que tengo uso de razón me atrajo por encima de todo la leyenda que cuentan los más ancianos de la villa. Hace mil años en este pueblo estaba asentada una familia de brujas, sus fechorías y maldades se narran en la taberna del pueblo a modo de anécdota y humor, todos se ríen y burlan de las supuestas brujas que causaron el terror hace miles de años. Cuenta la leyenda que fueron condenadas y ajusticiadas por la inquisición a ser quemadas en la hoguera, acabando así con su plaga y todo terror.
Leí cientos de libros y me documente todo lo que pude sobre la leyenda, podríais preguntarme cualquier sobre las brujas que os contestaría encantado. Mi desasosiego fue que nunca tuve una prueba de su existencia, todos son rumores, leyendas y hechos no demostrados. Fui abandonando poco a poco esta obsesión por las brujas al no encontrar nada que demostrara su existencia hasta que un día todo cambio y se reavivo más fuerte que nunca dentro de mí.
La oficina de correos estaba especialmente tranquila esa mañana, estaba apoyado sobre el mostrador bostezando a la vez que leía una revista sobre casos paranormales. La puerta de la oficina se abrió y entro una mujer madura entrada en años, no la reconocí al instante pero cuando me paré a pensarlo caí en la cuenta que era la solitaria y huraña señora……….l. Todos conocemos su fama de ser una mujer antipática, descortés, distante, solitaria e incluso me atrevería a decir que indeseable para todos los que la rodean. Vive en una enorme casa a las afueras de la villa, en lo alto de un monte rocoso por el que se asciende a través de un estrecho sendero.
La señora-……… apenas se relaciona con nadie, una vez a la semana baja a la oficina de correos a recoger un paquete o a la tienda de alimentación para abastecerse, este es todo el contacto que tiene con el exterior y a su paso con sus vecinos los mira con cara de repugnancia sin dirigirles la palabra o saludo. Esta vez me toco lidiar con ella ya que había entrado a la oficina de correos en la cual era yo el dependiente.
– Vengo a recoger un paquete a mi nombre – Esto fue todo cuanto me dijo, sin dar un saludo de bienvenida ni mostrar la más mínima sonrisa o cortesía.
En el momento que me acercaba con su paquete al mostrador ella sin apenas observarlo me dijo que ese no era.
– Este no es, presta atención imbécil – . Omití su palabra descalificativa y volví a entrar al almacén, efectivamente me había equivocado, agarré su paquete y volví a dirigirme al mostrador. La caja de cartón era muy pesada, parecía como si contuviese ladrillos. Dejé el pesado paquete en el mostrador y se escucho un sonido metálico al dejarlo caer. ¿ Que contenía en su interior ?
– Ten cuidado imbécil – La señora enfada me reprocho el golpe que di a su paquete sobre el mostrador. Planto su mano enfundada en unos guantes de piel negros sobre el paquete y me miro con un rostro muy serio. Me infundió mucho respeto y quizás miedo su severo rostro con una verruga a un lado de su cara. Agaché la mirada y mi visión se dirigió hacía su mano enguantada sobre el paquete. Me dio un vuelco el corazón, sobre uno de los dedos de sus guantes portaba un anillo de oro con un emblema que consistía en un circulo ovalado en cuyo interior había dos rayos que se cruzaban entre ellos y una corona en lo más alto. Era el emblema de las brujas de ……….. , sin duda era su emblema, lo había visto infinidad de veces en los libros que leía.
La señora…… se dio cuenta que había reconocido el anillo, levante la mirada y vi como sus ojos se volvían negros como el carbón y un destello surgió de ellos. Su mirada se volvió dura y me mostro su dentadura apretada a modo de defensa. Di un salto hacia atrás del susto y me quede horrorizado. La señora se relajo, sonrió satisfecha al haberme asustado y se marcho sin mas.
Esa noche apenas podía concentrarme en mis libros, no dejaba de pensar en la señora… y su anillo. ¿Y si ella fuese una bruja? ¿Por qué recibía tantos paquete últimamente y que contenían? Estaba seguro que su anillo pertenecía a las brujas de ….. Además su carácter concordaba perfectamente con el de una bruja.
Me decidí a resolver aquel enigma, me dirigiría hacia su casa en lo alto del valle, llevaría conmigo mi cámara de fotos y desenmascararía a la bruja, sería la primera persona que mostraría pruebas inequívocas de la existencia de las brujas. Sería una especie de investigador secreto de lo desconocido.
Ilusionado aunque no sin temor monté sobre mi ciclomotor y me dirigí a toda velocidad hacía lo alto del valle. El sendero era empinado y rocoso, apenas se veía el camino, la lluvia era intensa y molesta, estaba cayendo una fuerte tormenta. Finalmente con dificultad llegue a mi destino, a unos pocos metros distinguía la casa de la bruja. Me aproxime cuidadosamente con mi linterna a la entrada de la mansión. Su exterior tenía un aspecto algo siniestro. Una valla de madera con sus tablas caídas con una puerta de metal oxidado te daba la bienvenida. La puerta estaba abierta como si me esperasen, empuje para entrar a su interior y un estridente chirrido me convenció que la casa era muy antigua.
Su interior comenzaba con un enorme jardín lleno de tierra, barro y lodo. Las constantes y fuertes tormentas habían dejado la entrada de su casa desolada y embadurnada. Caminé entre el barro manchándome mis zapatos y observe unas plantas muy extrañas, margaritas negras y rosas negras, o bien había poca luz o juraría que eran de color negro.
La puerta de la entrada a la casa estaba cerrada y no había signos de que hubiese nadie en ella. Di una vuelta bordeando la finca y no observé nada raro, ventanas cerradas y cortinas negras que no permitían ver más allá. Me llamó la atención que en el lado inferior del muro exterior asomaban pequeñas ventanas como si hubiese una planta inferior en la vivienda. Me arrodille manchándome el pantalón de barro y me asome a la pequeña ventana. Mis ojos se abrieron por completo y mi corazón se aceleró hasta dispararse, no daba crédito a lo que veían mis ojos. ¡Aquello no era posible¡.
En su interior se distinguía una silueta encadenada a la pared. En ese momento un sonoro y luminoso rayo ilumino la estancia y comprobé como era un hombre encadenado y amordazado, sus ojos me suplicaban ayuda. Me tape la boca para no gritar y rápidamente me asomé a la siguiente ventana, volví a comprobar horrorizado que en esta otra habitación había otra persona también encadenado. ¿Que hacían aquellas personas allí encerradas y lo que era peor encadenadas? Tenía que salir de allí rápidamente y pedir ayuda.
Me di apresuradamente la vuelta para incorporarme ya que me encontraba arrodillado asomado por las pequeñas ventanas y tropecé con alguien, choqué bruscamente contra unas robustas piernas protegidas por unas grandes botas de goma para la lluvia. Sorprendido levante la mirada y comprobé que era la señora …………….. . Me apresuré a levantarme y escaparme de allí ya que había sido descubierto por la bruja, debía escapar rápidamente de sus garras pero antes que pudiese incorporarme la vieja bruja se inclino sobre mi y sentí un pinchazo en el cuello, me clavo una fina inyección en mi piel. Me levante acto seguido y traté de escapar echando a correr lejos de allí pero al instante comencé a sentirme débil y sin fuerzas, mis piernas comenzaron a flaquear rápidamente y le siguió todo mi cuerpo. Fuera lo que fuese lo que me había inyectado era terriblemente efectivo, era una sustancia tan toxica y paralizante que al dar dos pasos caí desplomado al suelo sin fuerzas.
La bruja se aproximó a mí y me agarró por los brazos, no pude oponer ningún tipo de resistencia ya que no podía mover ni los parpados, tenía el cuerpo completamente dormido. Sujetándome por los brazos me arrastro a través del barro de su jardín, me llevó hasta la puerta principal de la casa para adentrarnos en ella. Me arrastraba como un saco de patatas placidamente a través de un largo pasillo, al llegar a su fin descendimos unas escaleras y entramos en una especie de planta subterránea. Un pasillo lúgubre y semioscuro en donde se extendían puertas metálicas a través de el. Eran los cuartos que había contemplado a través de la ventana exterior.
Se detuvo en la última puerta del pasillo subterráneo y sacó un manojo de llaves del bolsillo de su impermeable negro. Abrió la pesada puerta metálica y me arrastró hacía el interior. Encendió una bombilla que colgaba del techo mediante un fino hilo que la accionaba y toda la instancia se iluminó. Era un cuarto rodeado de paredes descorchadas y abandonadas, hacía frío y su apariencia era desoladora. Me encontraba en un sótano subterráneo que se notaba que hacía mucho tiempo que nadie bajaba allí. Estaba completamente vació a excepción de una silla y un baúl de madera colocado en un lado de la instancia. En la parte superior de una pared había una pequeña ventana con barrotes, bastante lejos de mi alcance.
La bruja abrió el baúl y rebusco en el hasta encontrar lo que buscaba, para mi terrorífica sorpresa saco unas esposas sólidas de metal. Se dirigió con ellas hasta el centro del sótano donde me encontraba tendido bocabajo sin fuerzas. Mi visión era escasa, no podía apenas mover la cabeza, ante mis ojos se detuvieron sus pesadas botas negras de goma embarradas. Se agacho hacía mi y agarro mis manos situándolas a mi espalda juntas. Rodeó con la esposas una de mis muñecas y posteriormente la otra muñeca, apretó su mecanismo hasta ceñirlas bien apretadas a mi piel. ¡¡¡ Me esposó las manos bien apretadas a mi espalda ¡¡¡ . Cerró las esposas con una llave dejándome esposado en el frío y húmedo suelo.
Estaba completamente aterrado observando como la señora me había esposado mis manos y como sacó de su baúl otro nuevo objeto, eran unos grilletes para los pies Repitió el proceso encadenando esta vez mis pies por los tobillos bien juntos. En un instante estaba atado de pies y manos por sólidas cadenas y esposas. Ahora comprendía que contenían aquellos pesados paquetes que venía a recoger con tanta frecuencia. No había terminado de atarme, se dirigió de nuevo hacía mi con un collar de perro en sus manos, era grueso y serviría perfectamente para un perro grande que en este caso era yo. Lo colocó en mi cuello y lo ajusto con las correas bien ceñido a mi cuello. Un nuevo candado se encargó de cerrar la hebilla, de esta forma nunca se soltarían las correas. Era completamente imposible que pudiese quitármelo por mi mismo.
La vieja señora no había terminado conmigo, me estaba atando, esposando y encadenando concienzudamente de tal forma que nunca pudiese quitarme por mi mismo las cadenas. No era la primera vez que lo hacía, se notaba su gran experiencia y peripecia a la hora de atar a un hombre. Finalmente agarró una gruesa cadena metálica y la paso por la argolla del collar de perro que había colocado alrededor de mi cuello. Uno de los extremos de la cadena lo paso por encima de una viga situada en el techo y tiró fuertemente de ella, de esta forma me obligo a ponerme de pie. Mi cuerpo se enderezó tirando de la cadena mi collar. Tras realizar un gran esfuerzo en levantarme obligado por la cadena, mí cuerpo quedo completamente enderezado y un ultimo tirón de cadena me obligo a ponerme de puntillas. Un candado más de muchos retuvo la cadena en esta posición obligándome a estar de pie de puntillas sujeto por el collar de perro al techo.
Mi situación era completamente incomoda y nefasta. Me encontraba esposado de manos a mi espalda. Mis pies sujetos por los tobillos por los grilletes y mi cuerpo inmóvil de puntillas sujeto por un collar de perro encadenado al techo. La bruja me había inmovilizado de tal forma que no pudiese mover un solo músculo de mi cuerpo. Aterrorizado comprobé como la señora sonreía orgullosa de su creación y sin mas dilación se encamino de nuevo hacía la puerta del sótano. Apagó la luz y cerró la puerta con llave dejándome encerrado en su interior.
Pasó el tiempo y poco a poco fui recuperando mis fuerzas y la sensibilidad en mi cuerpo, había pasado el efecto del potente sedante que me había inyectado la señora. Comencé a notar el dolor en mis manos y pies debido a la presión de las esposas y los grilletes. El metal mordía mi piel manteniéndome completamente inmóvil. Traté de liberarme, utilicé todas mis fuerzas pero sin resultado, ninguna cadena cedía un milímetro, lo intenté una y otra vez pero al final desistí exhausto, era inútil nunca podría liberarme yo solo, estaba completamente encandenado. La fuerza había fallado así que opte por mi segunda idea que era gritar, alguien me escucharía y vendría en mi ayuda.
– Socoooorroooooo, estoy aquí, Socooooooo rro, ¿alguien me oye ? – Grité fuertemente con la esperanza que alguien me escuchara.
Desgraciadamente la primera en oírme fue mi captora, escuché como la llave abría la pesada puerta metálica del sótano. La vieja bruja ataviada con su impermeable y sus botas de goma entró al interior de la instancia. Se aproximo hasta colocarse frente a mí y por primera vez me dirigió la palabra.
– ¡¡¡¡ Cállate estupido, no volverás a abrir mas esa boca de cerdo ¡¡¡¡ – Me recrimino airadamente.
Mi raptora metió sus manos por debajo de su falda y comenzó a bajarse sus bragas, Las deslizó por sus piernas hasta sus tobillos, se agacho y las agarró con su mano. Eran unas bragas blancas bastante sucias y usadas, su tono color marrón y amarillento hacían presagiar lo peor.
– Abre la boca estupido – Apreté los dientes y me negué a abrir la boca.
Su mano izquierdo agarro mis fosas nasales , las cerró fuertemente impidiéndome respirar, transcurridos unos segundos no tuve mas remedio que abrir la boca para respirar, al hacerlo me topé con su otra mano que portaba las bragas. Fuertemente las empujó contra el interior de mi boca, las forzó con sus dedos para que entraran en ella. , las empujó con muchas fuerza más y más hasta que entraron por completo rellenando mi boca. ¡¡¡¡ Era completamente humillante ¡¡¡¡ desprendían un fuerte sabor amargo , eran repugnantes y no dejaba de saborear su pestilente sabor rancio, era un sabor muy desagradable. La bruja agarró cinta de embalar gruesa y comenzó a enrollarme la boca con ella una y otra vez, gasto medio rollo rodeando mi boca con la cinta. Se aseguró que no pudiese escupirlas. Ahora nada evitaría que degustara sus apestosas bragas. Eran repugnantes sabían fatal, mi boca sabía a su culo.
Traté de gritar pero era inútil, no conseguí emitir sonido alguno, sus bragas inflaban tanto mi boca que impedían pudiese emitir el mas leve sonido, tan solo tragaba y degustaba su sabor detestable Ahora nadie me escucharía.
– No volveras a molestarme mas con tus grititos, permaneceras amordazado hasta que a mi me de la gana , no volverás a abrir tu apestosa boca mas – .
Mis ojos debieron mostrar el miedo y la humillación que sentía en ese momento ya que la señora esbozó una perversa sonrisa. Una vez me ato y amordazo fuertemente sin que pudiese hacer nada para remediarlo, se marchó de la habitación dejándome en esa terrible situación. Antes de abandonar el sótano tuvo tiempo de dirigirse de nuevo con su tono de voz cruel:
– Permanecerás aquí encerrado hasta mi regreso, cuando lo haga te enseñaré a no meter las narices en mis asuntos, te aseguro que no volverás a hacerlo mas .JAJAJAJAJAJAJAJA – La bruja se río perversamente mientras abandonaba la habitación y cerraba con llave la puerta dejándome atado y amordazado a oscuras en el lúgubre sótano.
El tiempo pasaba muy lentamente en el oscuro sótano. Los segundos y minutos se hacían eternos. Perdí la noción del tiempo que llevaba encerrado e inmovilizado en esa incomoda posición. Mis manos cada vez me dolían mas debido a la presión que ejercían las esposas y mis pies corrían la misma suerte. Mi boca no dejaba de saborear sus apestosas bragas, no podía emitir sonido alguno, tan solo sufrir la humillación en silencio. No paraba de pensar como había llegado hasta esta situación, no debía haberme involucrado en los asuntos de una bruja, debía de haberme olvidado de ella y no ir a su casa pero el curioso de mi no pudo estarse quieto. Debido a mi comportamiento y curiosidad ahora me encontraba en esta situación.
Dos horas o quizás tres horas después escuché el sonido que producían sus botas de goma caminando hasta la puerta del sótano. El sonido de la llave presagiaba que mi raptora había regresado. Encendió la luz y a mis ojos les costo adaptarse de nuevo. La vieja bruja cerró la puerta tras de sí y caminó hacía mi. Se colocó frente a mí. Me miro de arriba abajo con una sonrisa burlona en su rostro, disfrutaba observando mi situación y lo incomodo que me encontraba así inmovilizado y humillantemente amordazado.
– Ahora vas a recibir tu castigo, voy a enseñarte lo que les ocurre a los curiosos como tu. Te prometo que vas a aprender la lección – . La señora tras dirigirme estas duras y amenazantes palabras sacó del bolsillo de su impermeable unos guantes de goma domésticos. Eran unos guantes amarillos bastante sucios con una tonalidad marrón debido a su suciedad y desgaste. Comenzó a enfundarse sus guantes en las manos, el inconfundible sonido que producían me causaban gran temor y angustia por saber lo que pretendía. Sus guantes desprendían un fuerte hedor, quien saber para que los utilizaba pero me temo que eran los guantes que utilizaba para castigar a todos los que allí pudiésemos estar encerrados.
Una vez cubiertas sus manos con sus guantes se dirigió hacia el baúl de madera, se inclinó y recogió de el un nuevo objeto. Incrédulo observé como agarraba entre sus manos un fino y corto látigo de piel. Sujetándolo por el mango se dirigió hacía mí:
– Ahora voy a azotarte como te mereces. Vas a probar mi látigo, es uno de mis castigos preferidos. llora cuanto quieras que me da igual – . La señora se colocó tras de mi. Ahora no podía saber lo que hacia, estaba fuera de mi punto de visión. Escuché un pequeño silbido y al instante sentí un fuerte escozor en mi culo, su látigo se estrelló en mi piel produciéndome un dolor intenso como el de una picadura de avispa.
ZAAAAAAAAAAAAAAASSSSSSSSSSSSSSSSS. El chasquido de su látigo chocando contra la piel de mi trasero fue lo único que se escuchó en la habitación. Mi grito quedo silenciado por mi mordaza sin poder quejarme. No tuve tiempo de reponerme de este azote cuando un segundo e igual latigazo chocó de nuevo contra mi culo. ZAAAAAAAAAAAASSSSSSSSSSSS . La lluvia de latigazos había comenzado, su ritmo tranquilo pero intenso me hizo ver las estrellas debido al dolor que me estaba inflingiendo. Azote tras azote fue dejándome el culo completamente colorado , sus contundentes azotes provocaban la sensación de aguijonazos en mi piel. Perdí la cuenta de los latigazos recibidos, no podía gritar ni tan siquiera suplicar, solo aguantar mi dolor y castigo. ZAAAAASSSSS, ZAAAAAAASSSSSSS.
Mi castigadora se detuvo, pensé que había terminado pero estaba muy equivocado. Acudió a su apreciado baúl y cambio de instrumento de castigo. Se planto frente a mi portando una fina caña de madera.
– Vas a probar uno por unto todos mis instrumentos de castigo, voy a disfrutar mucho observando como te retuerces de dolor .JAJAJAJAJAJAJA – Una perversa y maléfica risa retumbó en la habitación.
Cumplió su promesa azotándome con la caña de madera. El dolor fue mucho más intenso, ya tenía caliente y dolorido mi trasero, cada azote dolía más y más. La perversa bruja no aflojo el ritmo, continuó azotándome una y otra vez sin yo poder hacer nada para evitarlo. Cumplió su estricto y terrible castigo sobre mí, la bruja estaba disfrutando humillándome y castigándome a su antojo.
– ¿Has aprendido la lección estupido? – La señora hizo una pregunta retórica ya que no podía contestarla. Se burlo de mí y caminó de nuevo hasta su Baúl agarrando una pala de fina piel.
– Veo que todavía no has aprendido. Tendré que insistir en enseñarte modales. Duplicaré la intensidad de los azotes para que lo entiendas mejor .JAJAJAJAJA – La señora me azotó mas y mas con su pala de piel, mi culo estaba ardiendo. El solo contacto de una pluma me hubiese producido dolor. Era interminable mi castigo, cuando parecía que había terminado, regresaba con un nuevo juguetito para azotarme. Fue un terrible suplicio mi castigo, no podría sentarme durante días.
Escuche el sonido de sus pesadas botas caminando hasta situarse frente a mi, se quedó mirándome fijamente contemplando mi humillación y dolor. Noté en sus ojos que estaba disfrutando mucho castigándome, su sonrisa en la cara mostraba la satisfacción que esta sintiendo al castigarme, realmente disfruta azotando a insectos como yo, era uno de sus grandes placeres. Se ajusto sus sucios guantes de goma a sus manos y me acarició suavemente la cara, sin esperarlo recibí una contundente bofetada en el rostro PLAAAAAAAAAFFFFFFF , la goma de su guante se estrecho fuertemente produciendo un fuerte escozor en mi mejilla, sin tiempo para reponerme su mano enguantada volvió a impactar en mi rostro, una bofetada de derecha a izquierdas me cruzó la cara. PLAAAAFFFFF, PLAAAAAAAAAFFFFFF. Volvió a ajustarse sus guantes bien ceñidos a sus manos y repitió el proceso una y otra vez. Me abofeteó duramente, su mano se estrellaba duramente en mi cara. Me sentía completamente humillado observando indefenso como una y otra vez era abofeteado.
Los azotes habían terminado pero ahora era el turno de las bofetadas, una interminable ristra de bofetadas chocaban en mi cara produciendo un fuerte escozor.
– Cada vez que te miro me dan ganas de abofetearte, eres demasiado patético, no mereces otra cosa nada mas que bofetadas – Me humilló con sus duras palabras a la vez que me daba un nuevo guantazo de derecha a izquierdas. Abofeteó mi patética cara hasta quedar satisfecha. Los castigos se repetían una y otra vez a su antojo.
El tiempo se detuvo, era interminable. Recibí un número indeterminado de bofetadas, PLAAAAAAFFF, PLAAAFFF , su mano repetía el proceso de derecha a izquierdas impactando duramente en mi cara. Acabé odiando su mano enguantada.
Una vez quedo satisfecha la bruja y decidió parar de abofetearme se marcho por donde había venido. Quede de nuevo a oscuras encerrado, respiré aliviado. Mi tormento había terminado momentáneamente ¿cuanto duraría mi situación? El tiempo transcurría muy lentamente, tenía el cuerpo dolorido debido a las cadenas, la azotaina y bofetadas recibidas a manos de la perversa bruja. Mi boca me sabía realmente mal, el sabor de su mordaza no se había disipado, sino todo lo contario, cada vez era peor. Pasaba el tiempo y mi raptora seguía sin aparecer. La espera me producía una sensación de angustia y desasosiego. Esperaba el regreso de la bruja sin poder hacer nada para cambiar mi situación. Estaba completamente indefenso ante sus poderosas garras.
Me despertó el sonido de la puerta, me había quedado dormido esperando su regreso. Regresó con algo en su manos, ¡¡¡Que sorpresa me depararía ahora¡¡¡¡ . Se acercó despacio y comprobé que era un bote largo de plástico en cuyo interior había algo de color oscuro negro y marrón.
– Es hora de cenar, ahora te comerás lo que te he preparado sin dejar una gota – La señora se acercó a su baúl predilecto y sacó de el un extraño mecanismo con un embudo acoplado. Se colocó de nuevo sus sucios guantes de goma en sus manos y agarró el extraño artilugio. Me liberó de mi mordaza, respiré aliviado por la boca, sentí el aire fresco por mi boca, detestaba aquella mugrienta Y repugnante mordaza. Mi alivio duró muy poco tiempo, la señora me tapo fuertemente las fosas nasales así obligándome a abrir la boca y fue cuando introdujo el embudo por completo en mi boca. Unas correas adheridas al embudo se colocaban a través de mi cabeza, las ajustó apretándolas a una hebilla y de esta manera el embudo quedaba sujeto dentro de mi boca sin posibilidad de poder escupirlo.
Estaba completamente indefenso observando sin pestañear como la vieja bruja acercaba el bote con el líquido en el interior hacía el embudo, lo fue vertiendo poco a poco. Una mezcla de muchos sabores invadió mi boca, eran alimentos y comidas de todo tipo trituradas, era una mezcla variopinta que daba lugar un sabor repúgnate. La señora no desperdiciaba ni tiraba nada, todas las sobras de su comida las echaba al bote de plástico y cuando estaba lleno lo pasaba por la trituradora generando este nauseabundo liquido. Esta era la forma de alimentar a todas su victimas encerradas en su mansión.
– Trágate todo sin rechistar, a partir de hoy será la único que comas en esta casa, mis sobras,JAJAJAJAJAJA – Una cruel y vil risa retumbo en toda la habitación. Era realmente perversa y cruel, realmente disfrutaba humillando y castigando a hombres ineptos.
Degusté su repugnante vaso de plástico lleno de sobras de comida, no tuve mas remedio que tragarme todo. La bruja no mostró la mínima compasión y no se detuvo hasta que quedo el vaso alargado vacío. Nunca había probado nada tan detestable.
Fue una noche muy larga, podría contar múltiples castigos a los que me sometió la cruel bruja, no habría paginas suficientes para relatarlos; incontables patadas en los testículos con sus robustas botas de gomas, dolorosos pellizcos en mis pezones…
Mi ultimo recuerdo fue la señora acercándose hacía mi e inyectándome una nueva sustancia en mi cuello. Desperté somnoliento y derrotado en mitad de un camino de tierra, mi moto estaba tirada junto a mí. Pensé que todo había sido una pesadilla pero mi cuerpo estaba dolorido por los castigos recibidos por mi malvada captora. Todo había sido muy real. La bruja fue muy lista, me dejo tirado en mitad del camino embarrado, si contaba algo a cualquiera pensarían que era fruto de un accidente de moto que había sufrido y no me creerían, me tomarían por mentiroso o peor aun por loco.
Intenté pasar página a lo sucedido y volví a trabajar en la oficina de correos. Pasaron los días sin ningún acontecimiento especial hasta que un día apareció de nuevo la cruel y vil señora que me había raptado. Me solicitó su paquete como si nada hubiese ocurrido pero a la hora de marcharse se inclino ligeramente sobre mi oído y me susurro:
– Disfrute mucho contigo, te prometo que volveremos a repetirlo. JAJAJAJAJAJAJA- . Tragué saliva debido al miedo que me produjo, esto no había echo nada mas que empezar.
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