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Categoría: Masturbación

La botella de agua

Son las seis de la madrugada. Me duele la cabeza y tengo la boca reseca, culpa de la botella de ron que me metido entre pecho y espalda. También estoy muy cachonda, culpa del hijoputa de Román. Por qué diablos no te fijas en mí? Qué tengo que hacer para que me folles bien follada? Qué tiene la delgaducha esa que no tenga yo?

No me doy cuenta pero tengo las uñas fuertemente clavadas a las sábanas y suspiro con ansiedad. Mis dos pechos suben y bajan a ritmo acelerado. Tengo sed. Sed de agua y sed de polla. Necesito un buen rabo que me dé gusto. Me lo haría hasta con el memo de Víctor.

Sigo con la ropa puesta. Llegué a casa tan borracha que ni las botas fui capaz de quitarme. Pero como puedo dar tanta pena? Ahora podría haberme follado ya a cuatro o cinco y sin embargo estoy en la cama de mi casa cachonda perdida por pasar otra noche sin comerme un rosco. Y todo por culpa de ese hijo de puta. Si pudiese, te odiaría Román.

Arg, qué sed. Veo que en el suelo al lado del bolso hay una botellita de agua de medio litro. Me muevo de la cama y la cabeza me da vueltas. A lo mejor no era tan buena idea, me estoy mareando mucho, pero ahora ya me jodo y me aguanto y cojo la puta botella de agua. Extiendo la mano y la alcanzo. Cuando por fin me dejó caer pesadamente sobre la cama me siento bien, ganadora, victoriosa. Cojonudo, tía, ya tienes una botella de agua. Con un poquito de suerte, la semana que viene tendrás algo más duro que esa mierda de botella entre las piernas.

Desenrosco el tapón y hago el intento de beber. Algunas gotas entran en mi boca y bajan por mi garganta (Qué otra cosa te gustaría tener en la garganta, eh? Venga, dilo, fracasada!), pero la mayoría me moja la cara, cae por mi barbilla y moja la cama. Se puede ser más torpe?
Cierro la botella al tiempo que dos pequeñas lágrimas se forman en mis ojos. Suelto la botella y la dejo descansar en mi pecho, encajada entre mis senos. El escueto top que aún llevo puesto se humedece ligeramente y siento cómo se erizan mis pezones. Sigo cachonda, joder, y la botella, bajo la pálida luz que desprende la mesita de noche, me recuerda lo que tanto añoro. Bajo la mano derecha y aprieto por encima de la ropa mi monte de venus con la palma de la mano. En cuestión de segundos, mi mano inicia un movimiento de fricción sobre la ropa interior y la tela de la minifalda. Abro la boca para tomar aire y percibo la botellita de agua al alcance de mi lengua. Esta sale instintivamente de mi boca y acaricia con la punta el tapón de la botella. El sabor a plástico no me importa lo más mínimo y en un momento estoy lamiendo la botella.

Tomo la botella con la mano izquierda y descubro una interesante forma estriada. Joder, si casi se parece al consolador de Marta, solo que más gordo. Ya está, se acabó, a la mierda, necesito hacerlo y lo voy a hacer. Me remango la mini hasta la cintura, si es que quedaba algo que remangar, estiro el tanga a un lado y pongo la boca de la botella a la entrada visible de mi coño. El tapón está un poco áspero. Lo paso lentamente, en tensión, por mis labios. Es áspero pero da gusto. Joder, me está calentando más aún. Lo hago penetrar un poquito en mi interior, y siento cómo hace tope el cuello de la botella. Me tomo mi tiempo, intentando relajarme y respirar más lentamente. Inútil, cómo voy a relajarme teniendo una botella intentando entrar en mi coño. Vamos, estúpida, deja de hacerte la tonta y métete la puta botella. Y me hago caso a mí misma.

Me cuesta un poco, pero entra. Oigo los crujidos del plástico presionado por mi coño. Entra despacio, pero consigo que entre la mitad. Lo meneo con garbo y me dejo llevar por el placer. Estoy uno, dos, tres, cuatro, ... probablemente diez o más minutos dale que te pego. Siento llegar el orgasmo por fin y lo recibo con las piernas abiertas. Me corro, gimo, qué coño, lanzo un grito para que se entere el vecindario entero y finalmente me desplomo exhausta sobre la cama. Entre jadeos voy sacando la botellita sin poder evitar una sensación de gustillo mientras lo hago. Siento más sed aún que antes. Desenrosco el tapón y doy un trago. Puaj, está calentorra, como yo.

Silenciosamente me voy quedando dormida, abrazada a la botella de "Font Vella Go, Cuídate estés donde estés" cual osito de peluche.

Datos del Relato
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