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Categoría: Confesiones

La botella

Pensaba meter este relato en la categoría de orgías, pero en realidad todo fue muy diferente, aunque creo que esa noche todos y todas cogimos hasta el amanecer aunque cada quién en su cuarto.



Una tormenta nos siguió desde que terminó el evento en Tuxpan. Un día antes llegamos allí para iniciar los preparativos de una muestra gastronómica ante distintos empresarios de esa ciudad y autoridades estatales. El día del evento, una vez finalizado, nos urgieron a que subiéramos al autobús. Nos daban la opción de quedarnos, pero yo quería llegar a casa pues había sido una semana muy agitada en lo referente a mi trabajo.



Varias personas y compañeros de varios años nos aventuramos a venir en el autobús. Como todo era pagado, todo lo que queríamos se nos concedía. A la altura de Emilio Carranza el conductor del autobús y un auxiliar del equipo organizador nos sugirió que nos detuviéramos allí pues la tormenta era muy fuerte y estaría en riesgo la vida de todos. Al final aceptamos y fue mejor pues las chicas y los chicos veníamos muy contentos contando anécdotas de la escuela y de nuestros trabajos.



Al final, en el hotel en que nos quedamos había de todo, cerveza, refrescos, botanas y velas, pues la luz se estaba yendo muy seguido a causa de la tormenta.



Eran las 8 de la noche y nadie tenía sueño. El cansancio se había ido y nos dimos cita en la habitación que Alma Delia compartía con Claudia. A mí me tocó dormir en la misma habitación de Conchita, una chica muy bella que era la más seria del grupo, aparentemente.



Por el lado de los chicos se quedaron Gerardo, un muchacho de pueblo muy inteligente; Pedro, uno de los mejores chefs que conozco y Agustín que era un desmadre. Casi vaciamos el refrigerador que tenía las cervezas y además pedimos botana y dos botellas de tequila. Así estuvimos platicando y bailando pues una de las muchachas llevaba una pequeña grabadora. Afuera llovía y cuando más nos divertíamos se volvió a ir la luz.



Decidimos parar y encendimos las velas que nos habían vendido. Alma Delia sugirió que jugáramos a la botella. Es un juego que consiste en hacer girar la botella y al que le apunte la boquilla se le pueden hacer preguntas serias, graciosas o encendidas. Optamos por lo último. Luego de explicar las reglas y de exigir que aquél que perdiera se aguantara, iniciamos el juego. Aclaro que yo me había cambiado, me puse una blusa de tirantes, un short pequeño de mezclilla y unas sandalias. No llevaba sostén y sí una tanguita blanca muy sensual. Mis amigas también estaban vestidas atrevidamente, sobre todo Alma Delia que tiene unos pechos grandes y caídos que la hacían verse muy hermosa.



El juego transcurrió y yo no perdía, hicimos preguntas como ¿cuántos amantes has tenido? ¿en dónde te han cogido? En fin, ese tipo de preguntas. A la vez, también se ganaba el derecho de aplicar algún castigo y así fue que comenzó mi debacle. Agustín tiró la botella y la boquilla apuntó hacia mí. Me miró fijamente y me preguntó si yo le había sido infiel a mi esposo. Ja, no dudo que el tipo pensó que alguna vez le había sido infiel a mi marido. Recordé que en una ocasión yo llegué a casa y me quité toda la ropa. Mis hijos estaban con mi hermana y decidí pasar una noche acogedora con mi marido. Me desvestí para darle una sorpresa y le esperé con una tanga solamente. Cuando llegó, como a las dos de la madrugada me hice la dormida y alcancé a escuchar que dijo: ¡MI amor, tan buena que estás, lástima que venga deslechado, si no te caía encima! Así son muchos hombres, tienen carne en su casa y afuera buscan retazos. En fin.



"Le he sido infiel muchas veces, no recuerdo cuántos amantes he tenido, pero si tuviera que hacer cálculos, quizá serían decenas, no tengo la cifra exacta, ya no me acuerdo" respondí. Agustín estaba con los ojos desorbitados y me miró con deseo. De hecho lo hicieron todos los muchachos que estaban allí. Alma Delia giró la botella y ésta apuntó nuevamente a mí. Me miró y sonrió: ¿Crees que eres muy puta? me preguntó. Pensé detenidamente la respuesta. La miré y le sonreí también: "No, no soy puta, pero sí soy una mujer que cuando voy a la cama me gusta disfrutar. El hombre que esté conmigo no tiene que pensar en su satisfacción porque de eso me encargo yo, pero sí tiene que buscar mi satisfacción". Todos estaban boquiabiertos.



Pedro giró la botella y volvió a caer frente a mí. Como era la tercera vez me correspondía un castigo y el buen muchacho eligió que me quitara la blusa. Todos pensaron que yo me negaría pero no lo hice. Como estábamos a media luz y la luz no sería devuelta de inmediato procedí a quitarme mi blusa. Todos miraron mis pechos y me desearon, así lo sentí en sus miradas. Para más, yo estaba excitada y que me vieran desnuda provocó que se me pusieran duros los pezones. Para colmo de mi mala suerte Conchita giró la botella y de nueva cuenta yo fui señalada. Esta vez el castigo fue delicioso. Conchita me dijo que besara apasionadamente a alguien y que ese alguien me acariciara mis tetas. Miré a todos y para su sorpresa me fui sobre Alma Delia. La tipa era morena y tenía unos labios perfectos y sus pechos se me antojaban. Me acerqué, ella se sorprendió y la besé. Ella me respondió el beso, nuestras lenguas se tocaron y si no es porque nos gritaron que ya me detuviera yo hubiera continuado, ella me acarició mis pezones con sus manos grandes y me excitó mucho.



Esa noche tuve que quitarme la blusa, besar a una chica, acariciar la vulva de Conchita con su pantaleta puesta, mamar el pene de Gerardo y tuve que contar algunas de mis más locas experiencias. Todos estábamos muy excitados y además, alcoholizados. Al final, Conchita se marchó con Claudia y Pedro, Agustín se durmió de lo borracho que estaba y sólo quedamos Alma Delia, Gerardo y yo. Los tres sabíamos lo que ocurriría pues éramos los más calientes del grupo. Gerardo intentó ponerse su calzoncillo y yo no se lo permití. Afuera seguía lloviendo y abrimos la mitad de una ventana pues todos estábamos hirviendo. Tomé de la mano a Alma Delia y le pedí que sujetara el pito de Gerardo que estaba muy erecto. Mientras ella masturbaba el pene de Gerardo ambas nos volvimos a besar. Sus besos sabían a miel y ella era y es una mujer muy caliente. En alguna ocasión me platicó que había cogido con dos hombres que la habían hecho gritar de tantos orgasmos que tuvo. En ese momento me acordé de su plática y la besé con más calentura.



Gerardo estaba feliz. Tenía un pito excelente y se mostró muy satisfecho de que ambas comenzamos a lamerlo. Primero Alma Delia le chupaba su macana y luego yo, luego ambas nos besábamos, locas de pasión. Le pedí a Alma que se lo chupara mientras el estaba acostado y ella de pie, agachándose para mamarlo a plenitud. Mientras ella hacía eso yo pasaba mi lengua sobre su raja velludita alrededor y muy rica. Ella se excitó mucho al grado que mamó con más rapidez el pito de Gerardo que casi lo hace eyacular.



Le metí los dedos en su vagina y ella me pedía que lo hiciera más rápido y la complací. Estaba muy entretenida cuando ella se corrió muy rico, lanzando fuertes gemidos con su corrida. La conduje a que se sentara en la verga de Gerardo dándole la espalda y yo aproveché para subirme a la cama a fin de que mi vulva quedara a su altura. Ella chupó mi rajadita que estaba perfectamente depilada. Lengüeteó mi vagina y con su dedo talló mi clítoris, yo jadeaba y jadeaba de pasión. Alma tuvo un orgasmo luego de que Gerardo arremetió contra ella fuertemente y luego ella me acomodó para que quedara sentada en la verga de Gerardo. El chico estaba feliz pues no imaginó jamás que se cogería a dos mujerones esa noche. Nosotros a su lado éramos un par de zorras que le hicimos gritar de pasión cada que movíamos el culo.



Nos clavó en distintas posiciones hasta que no pudo más y nos lanzó su leche a nuestras bocas. Casi de inmediato se quedó dormido. Sólo quedamos Alma Delia y yo y ella me mostró un dildo que llevaba para relajarse y le invité a ir a mi cuarto. Estaba oscuro y no habia cámaras ni nada. Conchita se había ido a coger con Pedro. La tomé de la mano, tomé mi ropa y nos fuimos desnudas a mi cuarto. Allí volvimos a acariciarnos y ambas chupamos su dildo de buen tamaño. Estábamos muy excitadas. Nos metimos su dildo hasta que arrojamos nuestros jugos con tremendas corridas. Después de eso no paramos de besarnos. Yo disfruté sus ricos pechos y ella no dejó de lamer mi vagina y mi ano, yo estaba calientísima y volvimos a meternos el dildo hasta que nos volvimos a correr. Al final dormimos abrazadas y de cuando en cuando nos dábamos un beso. Disfrutar su cuerpo desnudo fue un deleite y además sentimos muy rico al ser penetradas por Gerardo que, como premio, nos despachó una buena dosis de su semen.



Al otro día, ya en el autobús, Alma Delia y yo nos fuimos hasta los asientos finales para ir abrazaditas y darnos de cuando en cuando, un cariñito. La vi hace poco, embarazada y con sobrepeso, pero esas tetas que tiene vaya que están ricas, su bebé se lo agradecerá toda la vida.


Datos del Relato
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