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Aún en su casa en Houston, Estela abrió el paquete que recibió como pedido hecho el pasado viernes, aun con su padre de visita y era parte del plan de viaje. Inspeccionó cuidadosamente su contenido. De hecho, ese fue el motivo para no regresarse con él a México el domingo pasado.
Se trataba de dos dispositivos de rastreo magnéticos que instalaría en los autos de Anne y papi y podría seguirlos en su celular. Leyó el instructivo e hizo pruebas, quedando satisfecha con su compra.
Empacó sus cosas para un par de semanas. Al día siguiente, muy temprano, Mark la llevó al aeropuerto. Estela le platicó a Mark sobre sus planes, quien se mostró emocionado de conocer detalles ante la clara invasión que su esposa tenía pensada.
Durante el vuelo, Estela pensaba sobre alguna estrategia, porque ya con las evidencias los confrontaría a ambos a pesar de las múltiples veces que lo había hecho con Anne.
El miércoles por la tarde, Anne fue a otro hotel, no el mismo de hacía dos semanas. Previo estudio de la ubicación de los cuartos, pidió el más alejado en el primer piso. Pagó en efectivo, llenó los papeles con un nombre ficticio, y dijo que se albergaría un tío que venía de fuera, exactamente lo mismo de la primera vez. El dependiente se quedó mirándola disimuladamente un rato, dudando su versión; una señora madura, pero de buen verse. Seguramente se trataba de una movida. Anne se dirigió a la habitación con el único objetivo de ver si no había algún inconveniente que los pudiera comprometer.
Había espacio de estacionamiento y a lo lejos, un añoso jardinero haciendo su trabajo. No sería necesario el taxi, pensó. Estaba perfecto.
“Tú ve por Estela al aeropuerto novio”, le había dicho Anne a su padre temprano ese mismo día. “Los jueves de papi no se pueden volver a interrumpir”.
Tomás estaba algo temeroso e incierto, pero confiado en que su hermosa amante arreglaría todos los detalles.
Al regresar del hotel, Anne llegó a la casa paterna. Tocó el timbre. Estela le abrió la puerta. Aunque sus miradas echaban rayos, Anne dijo “¡Hola Sis! ¡Que gusto que hayas venido!”, al tiempo que le dio un beso en la mejilla. Estela tenía una mal simulada sonrisa. Tomás se les unió de inmediato.
Se sentaron a conversar un rato, sacándole Anne a Estela las palabras. Cuando se miraban, era como si se quisieran matar. Tomás claramente notó el serio conflicto entre sus hijas.
“Muy bien papi”, dijo Anne al final de la incómoda plática. “Mañana es a las 11. Paso por ti. ¿Qué quieres hacer sis? Mañana estaremos papi y yo en el centro de gobierno unas tres horas. Son unas reuniones largas y enfadosas, pero ya sabes que mami nos enrolaba en todo lo que podía, y a este viejo le dio por seguirle dándoles por el lado”, preguntó después a Estela.
“Voy a visitar a mis viejas amigas”, contestó Estela. “Iremos a desayunar y luego a ver que más”.
“Te dejo mi carro sis”, dijo Anne.
Estela se lo agradeció.
Se despidieron. Tomás se dirigió adentro y las dejó solas en la entrada.
“¿A qué viniste Estela? ¿Dime a que chingados viniste?”, preguntó Anne.
Estela sonrió, con una expresión de triunfo.
“A ponerme entre tú y papi. A salvarlos”.
Anne subió a su auto sin decir ni media palabra. Estela entró a la casa y salió unos minutos después, cuando se aseguró que papi estaba en la regadera.
Se dirigió al auto de Tomás y le colocó el dispositivo de rastreo debajo del asiento.
“Mañana los pesco”, dijo, cuando hizo una prueba de localización al acostarse.
**********************
Anne llegó a casa de su padre el jueves poco antes de mediodía. Cuando Tomás abrió la puerta, se besaron como era costumbre. A su estilo, Tomás comió algo ligero mientras Anne arreglaba su recámara. Estela continuaba durmiendo.
“Vámonos en tu carro, novio. El mío se lo presté a Estela”, dijo Anne, cambiando los planes de tomar un taxi. Estaban como a media hora del hotel. Anne explicó los pormenores a su padre en el trayecto, mientras, dentro del auto, se cambiaba de ropa, poniéndose una provocativa minifalda. Tomó su diminuto calzón y lo arrojó suavemente a la cara de Tomás.
“Me gusta verte así”, dijo Tomás, cuando Anne se presentó ante el con su nuevo atuendo, con la falda arriba de medio muslo. Tomó el calzón de su hija y lo olió. “Mmmmh, que aroma. Perfume caro mezclado con tu linda pepa de oro”, expresó, al devolver la prenda a Anne, que sonrió tras el erótico cumplido.
“Y menstruación, novio”, agregó al mostrarle el hilo del tampón que salía de su vulva. No sería la primera vez.
“Me preocupa Estelita”, dijo Tomás. “Las noté algo incómodas anoche”.
“Ya me dijo a qué viene novio. A quitarme lo puta. A desenmascararnos”, relató Anne.
Tomás se sintió muy incómodo y pensativo. “Quizá deberíamos de posponer esto novia”, dijo, lejos de sospechar que su auto era rastreado.
“¡Estás pero bien loco!”, contestó Anne tras la sugerencia de su padre.
Al llegar al hotel, enseguida del estacionamiento, se encontraba el mismo jardinero del día anterior, pero a unos pasos de la puerta de la habitación reservada.
Anne bajó del auto. “No olvides tu camarita digital, papi”, le recordó. Abrió la puerta a la mitad, puso el pie derecho en el pavimento y luego la empujó por completo para salir. Fue ahí cuando recordó que no llevaba calzón. El jardinero pudo apreciar su hermosa, escasamente poblada rajada y el hilo saliendo de ella al levantar la vista, de la forma más obvia, sin poder apartarla, deteniendo sin disimulo lo que estaba haciendo.
Anne le sonrió al jardinero y abrió un poco más sus muslos, haciendo como que tomaba algo del interior… para que tenga algo de que platicar, pensó, total, ya nada podía hacer. Caminó junto a él, sonriendo. Espero que haya disfrutado su taco de ojo señor jardinero, dijo para sí misma, saludándolo simplemente con una sensual sonrisa. Siempre le había excitado ser algo voyeur.
El hombre continuó mirándola, volteando su cabeza conforme pasaba a un lado. “Buenas tardes”, lo sorprendió el saludo del enorme hombre que caminaba detrás de la dama. “Buenas…”, contestó con cierto temor al ver el tamaño de Tomás.
El jardinero se puso de pie con evidente intención de acomodarse el bulto cuando la enamorada pareja cerró la puerta, muy lejos de sospechar que eran padre e hija, y que le iba a dar única y exclusivamente por el culito.
Anne dejó caer su bolso en el piso, mientras Tomás la cargó para entrelazar sus bocas como ardiente preámbulo.
“¡Mmmmh, novio, calma!”, dijo Anne entre sus besos. “Deja ponerme algo más adecuado. Anda. Tú también hazlo”.
Anne se dirigió al baño, mientras Tomás comenzó a deshacer el nudo de su corbata.
Unos minutos después, salió la apetecible mujer con el provocativo negligé que Tomás le había regalado en Nueva York, luciendo como una madura modelo porno.
“¡Tómame foto y mándasela a Estela!”, dijo Anne riéndose, mientras Tomás sentía como sus más bajos instintos le subían, cuya tremenda erección que su hija contemplaba con lujuria.
Tomás tomó algunas fotos de su hija en el provocativo atuendo, mientras ella hacía poses de modelaje erótico en el piso y en la cama.
Tras unos minutos, Anne se sentó en el sillón de habitación, mientras papi terminó de desvestirse. Anne lo contemplaba y mordía sus labios en anticipación.
Cuando Tomás estaba quedó solo en calzoncillos mostrando su abultado paquete, Anne se puso de pie frente a él y comenzó a desnudarla, sin que ella metiera las manos, mientras de puntitas besaba su boca.
Tomás la separó y la empujó por la espalda a la cama. Se tiró inmediatamente detrás de ella y hundió su cara entre las nalgas de su hija, acariciándole con su bulbosa nariz el ano, gozando su peculiar e íntimo olor, haciéndola gemir, lengüeteándolo, dispuesto a deleitarse con él un buen rato. Su ano lo trastornaba.
Con ambas manos, Anne abrió sus nalgas y las levantó un poco para facilitarle a papi su encendida labor mientras mordía la sobrecama presa de un deseo incontrolable, moviendo el trasero al ritmo de la penetración de la lengua del hombrón aquel en el culo. Anne comenzó a acariciar su escurrido clítoris mientras Tomás la continuó penetrándola por con la lengua.
Anne giró mientras Tomás contemplaba la madura belleza de su hija al quedar sobre su espalda. Se tomaron de las manos y Tomás tiró de ella para fundir de nuevo sus bocas.
Tomás se puso de pie, dejando su retador y enorme pene frente a la cara de su hija. Anne lo miró y le sonrió, engullendo aquella babeante erección con gula y pasión, haciéndola desaparecer en su boca, disfrutándola como si fuera la primera vez.
Tomás puso sus enormes manos a los lados de la cabeza de Anne y comenzó a meter y sacar su grueso órgano, cogiéndosela por la boca, literalmente.
Se detuvo un momento y tomó un par de fotos, mientras Anne sonreía a la cámara con el pene de su padre insertado casi en su totalidad en su boca, conteniendo la respiración.
Anne continuó mamando el pene de su padre hasta hacerlo casi venirse.
“Tranquila preciosa”, dijo Tomás al sentir el cosquilleo, “recuerda que no hay pastillita mágica esta vez hija. Una y se acabó el corrido”, agregó sonriéndole.
“Y no queremos eso, ¿verdad papacito?”, dijo ella con sensual voz.
Habrían pasado unos 20 minutos desde que entraron al cuarto. El jardinero seguía donde mismo haciendo seguramente tiempo para verlos salir, como pudo ver Anne al mover ligeramente la cortina. Tomás se sentó a calmar un poco su urgencia y se puso a tomar fotos de su hija desnuda.
Anne se sentó sobre su padre. El la abrazó y comenzó a besar su espalda y su nuca.
“¿Cómo es que nos volvimos amantes, novio?”, preguntó Anne al sentir los besos de su padre en la nuca mientras acariciaba su rubia cabellera y sus senos.
Tomás levantó a su hija, la puso de nuevo sobre la cama, boca abajo. Anne levantó sus nalgas y comenzó a moverlas coquetamente, deleitando a su padre, quién tomó algunas fotos más del bello espectáculo.
“¿Me quieres coger de perrito, novio?, ¿eh? ¿Quieres ver como se me va toda tu vergota hasta adentro por el culo?”, decía con sensual tono, mientras Tomás la tomaba de las caderas, deslizando su erecto miembro entre sus nalgas, haciéndola gemir.
Anne se levantó un poco más, mientras papi se inclinó un poco hacia ella, encañonando su rosado culo con su glande, listo para dejarlo ir a lo más profundo de sus entrañas.
“¡Dámela papi! ¡Dámela toda!”, ordenó Anne.
Tomás empujó levemente y la penetró con suma facilidad gracias a la abundante lubricación de ambos. En segundos, Anne estaba completamente empalada por Tomás con sus habituales suspiros y gemidos. “No creo que me pueda contener mucho, hija”, advirtió Tomás. Anne comenzó a frotar vigorosamente su clítoris para experimentar el orgasmo junto con el de su maduro amante, mientras él aceleraba su rítmico bombeo. Se detuvo un momento y tomó un par de fotos de Anne con su verga a la mitad. Tiró la cámara en el colchón y prosiguió, incrementando su ritmo al escuchar a su hija gemir de placer al venirse.
La extrema lubricación de ambos hacía que se formara un collar espumoso alrededor del esfínter de Anne que se diluía en el tronco de su padre al meter y sacar su miembro en el ano de su madura novia hasta que lo inevitable sucedió. Tomás comenzó a liberar su acumulada y caliente carga dentro de Anne, al tenor de sus gemidos, durante varios segundos, hasta que sus palpitaciones cesaron, llenándola del vital fluido.
Poco a poco fue sacando su vaporoso y brillante pene, mientras Anne se recostaba de nuevo boca abajo. Se recorrió un poco mientras papi se tiró junto a ella, acariciando sus blancas nalgas humedecidas por el sudor y el semen, masajeando suavemente su ano y metiendo un poco su grueso dedo en él.
Al sentirlo, Anne se puso de costado y se curveó hacia Tomás. El insertó un poco más su dedo y sentir su semen. Anne hizo un leve esfuerzo y comenzó a chorrearle el blanco líquido, corriendo hacia abajo y hacia su vulva. Con un leve esfuerzo más, Anne expulsó una gran cantidad en medio de disimuladas y burbujeantes flatulencias. Tomás llevó su dedo a la boca de Anne y lo lamió como si se tratase de una paleta de dulce, dejando rastros de su semen alrededor.
Tomás tomó de nuevo la cámara y capturó el momento cuando el blanco líquido salía del ano de su caliente novia, corriendo por su nalga hacia la cama, pero reacomodando el cordón del tampón para que se pudiera ver.
Con sus dedos, Tomás comenzó a dispersar su semen sobre las tersas nalgas de Anne, resaltando más aun su suavidad, quien a su vez suspiraba discretamente, encantada con lo que su amante hacía.
Tomás se sentó en el sillón. Anne colocó la cámara frente a ellos, se sentó sobre él, y abrió sus muslos, apreciándose claramente el tampón, y se tomaron una foto. Se besaron de nuevo y se dirigieron a la cama. Tomás limpió con su dedo la mancha de semen junto a su boca y se lo metió. Anne gustosa lo devoró. “Directamente de mi culo”, dijo.
Se quedaron callados y relajados. Dormitaron unos minutos.
Se levantaron y se bañaron juntos. Anne cuidó mucho no mojar su pelo, pero se encargó de bañar a papi a la perfección. El hizo lo mismo, pero encontró la forma de hacerla venirse una vez más frotándole el clítoris.
Anne se puso el vestido que traía cuando salieron de la casa de su padre, y guardó su provocativa falda y su negligé en su bolso.
El jardinero ya no estaba cuando salieron.
CONTINUARÁ…
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