Alicia se separó de Oscar, después de 32 años de matrimonio. Son nuestros mejores amigos, se casaron solo tres años antes que nosotros y nuestros hijos se criaron como familia. Oscar se fue un día, y no volvió más. Pero vive a 5 cuadras, no la dejó en banda. Es un muy buen tipo, solo que conoció una mina que lo sacó de eje.
Alicia estuvo muy alterada los primeros meses, y se acercó más a nosotros. Venía con frecuencia a casa, y la pasamos re bien los tres. Luego de cenar la llevábamos hasta su casa, Una noche Alicia vino como siempre a la hora del whisky, pero Ana no estaba en casa. Alicia, pasó igual, tomamos whisky, charlamos y comimos quesitos. Ana estaba en lo de su madre, la había llevado al médico y no tuvo problemas con la visita de Alicia. Pero después de algunas copas, Alicia empezó a sentir calor, y abrió su escote. Todo bien. Enseguida noté que estaba un poco excitada y con algunas copas de más, así que le dije” vamos que te llevo a casa…” Ella accedió y me pidió que la ayudara a levantarse. Me paré frente ella, y no pude evitar mirar sus lolas, divinas, bien paradas. Le di las manos para elevarla, y cuando la tuve frente de mí, nuestros ojos se cruzaron y me dio un beso de lengua. Tomó mi cara con las dos manos, y me dijo “siempre me gustaste, Leo…” . Yo estaba caliente, pero hice un esfuerzo por contenerme. Ella se rio y pasó su lengua por mis labios. La abracé y la besé con ganas, la acaricié por todo el cuerpo y toqué sus lolas, ella gemía y tocaba mi bulto… Nos besamos un rato hasta que me di cuenta de que debía parar. La separé de mi lado, y ella se sorprendió. Pero se arregló la ropa y el pelo, y me dijo “Tenes razón es una locura hacerlo acá…”
Nos fuimos en silencio a la puerta. Yo estaba al palo y no podía disimularlo. Subimos al auto y ella se relajó, estirando sus piernas y apoyando su mano izquierda sobre mi muslo. “Tranquilo…Leo, todo bien…” Pasé a buscar a mi mujer, pero estaba raro, pensaba en Alicia todo el tiempo. Por suerte mi mujer tenía mucho para contarme de su madre; “me cayó re bien el médico, la trató a mamá como si fuera su madre y me pidió seguir viéndola la semana próxima. No presté mucha atención, tenía a Alicia en mi cabeza. Tomamos una copa de vino y nos fuimos a la cama. Ana, estaba curiosamente caliente esa noche. Yo no pregunté nada, pero la noté muy sexy. Hicimos el amor con ganas, amo a mi mujer, pero en un momento vi la cara de Alicia. Ella estaba divina.
Pasaron los días y Alicia le pide a mi mujer si podíamos ir a su casa para que yo desarmara una biblioteca, dado que iba a hacer unos arreglos de pintura. Ana coordinó sin problemas, y ese martes a la tarde la picada era en lo de Alicia. “ Gordo… me olvidé que debía llevar a mamá al doctor… ándate vos y ayudala a Ali…nos vemos a la noche..” No, le dije, cancela y vamos otro día, no es urgente, te acompaño al doctor”. Ana refutó: ni loco, anda y ayuda a mi amiga que el jueves van los pintores, ya mismo le mando un texto…”
Sabía que esa noche Alicia me iba a voltear, y se me venía a noche. Pero igual con mi caja de herramientas dispuesto a resistir. Cuando entré Alicia estaba con una blusa negra atada al ombligo y un short que pese a sus 53 años le marcaba la cola como a una pendeja. La ví y ya estaba caliente. Me ofreció algo para tomar, “gaseosa le dije”. Me explicó lo que quería, tomé la escalera y me llevé las herramientas al último estante, luego de sacar libros y souvenirs. Ella estaba abajo, ofreciéndome una vista perfecta de sus lolas, con una sonrisa sexy. Empecé a trabajar mientras ella fumaba con una copa de vino en mano y me miraba las piernas. Yo tenía un cargo color kaki y mi bulto empezaba a notarse cada vez que la observaba. De pronto le pedí una herramienta, se subió dos peldaños, me pasó la llave y su mano se deslizó por mi muslo interior, debajo del cargo. Exclamé”Alicia, por favor, quiero terminar esto…” Ella deslizó su mano sobre mi miembro y me dijo “ quiero que acabes conmigo…” No aguanté más. Bajé de la escalera, la abracé y le saqué la blusa. Sus lolas eran mías, y sus ojos brillaban de lujuria. Me quedé en bolas, y ella enseguida se arrodilló para meterse la pija en su boca. Me senté a disfrutar de esa mamada, mientras ella entraba y salía con su lengua a lo largo de mi miembro. Luego de chuparme un rato, la incorporé y la puse en cuatro patas, para cogerla bien por atrás. Ella no opuso resistencia, abrió bien las nalgas y agarró mi pija para meterla en su concha húmeda. Gemía como una perra, y yo también gozaba. Luego la di vuelta y cogimos mirándonos a los ojos en el sillón del comedor, nos abrazamos, nos besamos como amantes y ella de pronto extendió sus dedos por mis nalgas. Sus dedos recorrieron mi ano, y antes que pudiera penetrarme con dos dedos, acabé mientras la besaba largamente.
Nos quedamos abrazados un rato. Fue hermoso hacerlo con la mejor amiga de mi mujer, a quien quiero mucho. Y ella a mí. Fui al baño. Cuando volví ella estaba relajada, radiante, fumando un cigarrillo exhalando con placer. Me prendió otro, mientras yo le serví una copa. Chocamos las copas en un brindis y nos besamos en silencio.
Terminé de desamar la biblioteca y me preparé para irme. Ella le mandó un texto a Ana, que el trabajo estaba terminado, y que ya volvía, que no quise quedarme a cenar “te lo devuelvo a tu gordo”. Apenas me contó eso, leyó la respuesta de Ana y sonrió. Le pregunté porqué. Alicia me miró y me dijo “ parece que el médico de Marta (mi suegra) está muy fuerte, así que te contrato para el próximo trabajo…”
Largué la carcajada, la traje hacia mi con un abrazo y la besé con ganas: “genial…. Es lo mejor que me puede pasar…! Alicia se rio y me dijo “igual cuídate… las mujeres sabemos todo…”
Te quiero Leo! Anda a cuidar a tu mujer, que yo siempre estaré para vos…” me dijo.