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Categoría: Maduras

La amiga de mi madre. Primera vez

Mi primera vez con una amiga de mi madre.



 



Hola, aquí les envío un relato que quizás no lo crean, pero que sí lo viví. Empezó cuando recién había cumplido 20 años, ustedes saben que a esa edad todo es energía, actividad y sobre todo actividad sexual.



 



Me encontraba solo en mi casa realizando trabajos escolares (estaba en bachillerato) cuando llaman a la puerta. Siempre precavido pregunté antes de abrir quien era. Me contesto una voz femenina que no reconocí. Abrí un poco la puerta y vi que era una amiga de mi mamá que hacia mucho tiempo que no la veía. Abrí por completo la puerta y la invité a pasar



 



Hola Pepito, ¿te acuerdas de mi? me saludo de mano y me jaló para darme un



abrazo y un beso en la mejilla



Si señora Martínez, cuanto tiempo sin verla, pero pase siéntese.



 



Al pasar pude admirar su figura. Era de llamar la atención su cuerpo bien conservado que tenía (tendría la misma edad que mi mamá unos 55 años) y que podría ser la envidia de cualquier jovencita de mi edad. Media como 1.65, cabello rubio pintado, senos grandes 34 C o D cintura regular 65 cm. y unas espectaculares nalgas y caderas que superarían los 100 cm. Su vida en particular no había sido tan honorable, se caso mas de 5 veces hasta donde yo recuerdo y era un constante entrar y salir de hombres de su casa. Tuvo 6 hijos tres mujeres y tres hombres y la bebida era su fuerte.



 



¿Tu mamá? Me preguntó.



No esta fue a su pueblo, a saludar a mi abuela.



Que pena que no este tenía muchas ganas de verla. Y tu ¿Cómo estas? Como haz



crecido, ya no eres el niño que conocí eres todo un hombre.



Si por lo menos tiene 10 años que no nos veíamos.



Como pasa el tiempo, me contestó.



¿Gusta tomar algo? Le pregunté. ¿Agua, soda o quizás una cerveza?



 



Se quedó pensativa y me contestó



 



No hijo, no te molestes.



No es ninguna molestia Sra. Martínez, con este calor se antoja algo fresco.



Bueno si no te molesta dame una cervecita, pero acompáñame con otra tu.



Si claro.



 



Me fui a la cocina y a través de una ventanita que hay en la puerta, pude observar que se puso de pie para ver unas fotografías que estaban en un mueble y de las que me preguntó:



 



¿Son tus hermanas las que están en esta foto?



Si son ellas, son de la fiesta de graduación de María.



Y tu ¿Dónde estas?



Detrás de la cámara, Sra. Martínez, yo tome la foto.



 



Salí de la cocina con las dos cervezas, dos platos y servilletas. Ella estaba de espaldas a mí y pude ver que bajo ese pantalón azul claro que llevaba puesto, se podía ver marcada una pequeña pantaleta de corte francés que parecía no poder contener sus carnes. Me acerqué y le dije:



 



Aquí está su cerveza Sra. Martínez



Me dio las gracias y regresamos al sillón. Empezamos a beber las cervezas celebrando que volvíamos a ver. Charlábamos sobre como nos había ido todo este tiempo en que no nos vimos y me llamo la atención que me dijera que ella no había sido afortunada en el amor:



 



No José, en realidad de los maridos que tuve solo el primero es el valía la pena, lo conocí cundo tenia 15 años y a los 17 me case y murió a los tres años de casados, los demás solo era pura calentura y de ellos solo obtuve, y no me arrepiento, a mis hijos e hijas y a todos y todas la he sacado adelante yo sola todos son profesionistas y viven bien.



Que bueno Sra. Martínez, le respondí. ¿Pero ahora esta disfrutando ese esfuerzo que hizo?



Pues si, aunque ya todos están en los Estados Unidos, no dejan de estar al pendiente de mí, se preocupan mucho de que este yo sola aquí.



¿Qué vive sola?



Si, desde hace 3 años. Había días en que me deprimía y luego eso de la menopausia es complicado, por eso decidí meterme al gimnasio y me ha dado resultado.



Pues veo que si, representa ser una chica de 25 años.



No tanto, me dijo y termino de un gran sorbo su cerveza.



¿Quiere otra cervecita? Le pregunté.



Que pena, pero si, tengo mucho calor.



 



Nuevamente fui a la cocina y regresé con otras dos cervezas, la cosa se ponía interesante. Continuamos charlando y ella me preguntó:



 



¿Y tu José, que tal de chicas?



Pues más o menos, no tengo mucho tiempo, ya sabe la escuela.



Si te creo. Pero haz tenido novias ¿No?.



Pues si, una que otra.



¿Te haz acostado con ellas?



No, son muy mojigatas, pero eso no me importa.



¿Aun eres virgen?



Si, no se lo que es estar con una chica, pero me divierto viendo una que otra película



Porno, para cuando llegue el momento sepa que hacer.



 



Esa respuesta la puso pensativa. La idea de que yo fuera virgen, creo que la empezó a poner inquieta, pues se bebió rápidamente casi la mitad de la cerveza que aun tenia en su botella de un solo trago.



 



Tengo mucha sed, Pepe.



Tómese otra Sra. Martínez.



Llámame por mi nombre, o dime Lola.



Esta bien Lola.



 



Le acerque otra cerveza y la tomo y bebió muy rápido. Yo la observaba, tomando también mi cerveza, sabia que estaba perdiendo lo sobrio, pues se notaba en su tono de voz:



 



Ven Pepe siéntate junto a mí, no pellizco, me dijo.



 



Acepte la invitación. Ya estando los dos en el sillón note como a propósito rozaba su pierna con la mía, hasta ese momento me di cuenta de las intenciones de esa mujer. Se acerco más a mí y me empezó a acariciar la pierna diciéndome:



 



¿Sabes que tengo mucho tiempo sin tener sexo? Tú me conoces y saber que soy muy



ardiente. ¿Te gusto para desvirginarte?



 



No le conteste más, puse en práctica mis lecciones aprendidas de las películas porno. Enseguida la empecé a acariciar su cuerpo, que debido al ejercicio se mantenía firme. Le quité la blusa y metí la mano por debajo de su sostén blanco, sentí un enorme pezón salido yo cálculo casi 2 cm. duro. Le quite el sostén y pude observar esos dos enormes senos, un poco caídos, blancos con una aureola muy oscura y de gran tamaño, mas de la cuarta parte de sus senos quizás debido lo que tuvo que amamantar. Los bese, los succioné, mientras con una mano le acariciaba la entrepierna. Le desabroché el pantalón y metí mi mano sintiendo la suave textura de la tela de su panty, llegué a su entrepierna y me dí cuenta que se le salían algunos pelos y lo mojada que estaba, parecía adolescente caliente. Ella me empezó a quitar la ropa y rápidamente me quedé en calzones con mi verga bien dura y parada. Ella se paro y terminó por quitarse el pantalón y la tanga, quedando totalmente desnuda ante mí. Su piel era muy blanca, su figura reflejaba las horas de gimnasio, aunque hay que admitir que su vientre no era lo firme que esperaba, pienso yo por esos seis embarazos, sin embargo lo que más me llamo la atención era su pubis con unos largos vellos negros y unos labios vaginales que le colgaban bastante, producto de partos normales y que hicieron estragos en la firmeza de los mismos.



 



Se arrodilló y me bajó los calzones. Mi pene salto ante sus ojos y exclamó:



 



Que grande la tienes Pepe, no las había visto de este grueso.



¿Me lo dices para que me sienta bien?



No, en verdad las que tuve la mayoría era larga pero no me había topado con una tan



gruesa y con tremendos huevotes.



 



La empezó a chupar y succionar, en verdad yo sentía que estaba emocionada con mí pito. Era un continuo ir y venir de su boca hizo que no aguantara más y eyaculé dentro de su ella Mi leche le llenó toda su boca que no dejo escapar nada, se la tragó no dejando su movimiento. Se puso de pie, abrió sus piernas y se sentó encima e mí colocando sus piernas a los costados de mi cuerpo. Empezó a besarme la boca, el pecho, las orejas, tal parecía que me quería comer. Con mis manos tomé sus grandes nalgas y las acariciaba de arriba hacia abajo tocando su ano, luego una de mis manos la metí entre sus piernas y empecé a separar esos labios flojos y colgantes que tenía. Metí un dedo en esa mojadísima vagina y sentí como su cuerpo se estremecía, masajeaba su pequeño clitoris que al sentir el roce de mis dedos empezó a crecer haciéndose verdaderamente prominente. Al sentir que no era suficiente lo que sentía con un dedo, metí otro y luego otro hasta tener los cinco dedos dentro de su vagina, cuando quise meter la mano ya no pude. Mi verga se había puesto dura nuevamente, me quitó la mano y puso sus labios vaginales en la gran cabeza de mi pene y poco a poco fue introduciéndola dejando escapar un suspiro a cada centímetro que acomodaba en su floja vagina. Llegó hasta la base de mi verga y se quedo quieta unos instantes, para luego iniciar un movimiento de sus caderas de mete y saca que cada vez lo hacía mas fuerte y rápido. Su forma de moverse denotaba la experiencia que tenía en las relaciones sexuales.



A cada movimiento que hacia, la lubricación aumentaba y salía por vagina provocando ruidos raros que nunca había escuchado. El choque de su clitoris y labios vaginales contra mi pubis era algo nuevo para mí, su vagina se sentía muy lisa y con cierta flojedad y en cada movimiento me decía:



 



Me siento llena, ahora si me siento muy llena, métemela mas por favor, la quiero hasta



dentro, hasta el fondo.



 



El sudor de ambos era el reflejo de lo excitados que estábamos. Cambiamos de posición y la sente sobre el sillón, acercando sus nalgas a la orilla para así poder clavar mi estaca. Me arrodille entre sus piernas y se la dejé ir hasta el fondo chocando mis huevos contra sus nalgas. Ella subió sus piernas a mis hombros y así cada arremetida que le daba le golpeaba el fondo de su gran hoyo y mis huevos, cada vez más colgados, golpeaban su ano y sus nalgas. Aumenté el ritmo y ella se vino una y otra vez dejando salir algo de líquido en cada orgasmo que tenía seguido de pequeñas contracciones de su vagina. Seguí moviéndome y finalmente me vine dentro de ella llenando su vagina de mí leche, ella también se vino dejando escapar un pequeño grito de placer.



 



Saqué mi pene aun goteando esperma, su vagina parecía alberca de leche, no quería que se escapara ni una gota y no bajó sus piernas hasta que desapareció, dentro de ella, toda la leche que le dejé. Fue algo grandioso.



 



Nos vestimos y me ayudo a limpiar el piso y el sillón para no dejar evidencia de lo que pasó en la sala de mi casa. Así es como perdí mi virginidad con la amiga de mi mamá.


Datos del Relato
  • Categoría: Maduras
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