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Ella era amiga de mi madre, su nombre es Erika, una morena de 1,60 cm nalgona de buena pierna, casada y con dos hijos.
Ella en aquel entonces comenzó a hablarme gracias a que le hice algunos trabajos a su computadora, las tardes las pasaba arreglando su CPU, mientras ella andaba en un shortcito mostrando sus ricas piernas, ella notaba que la miraba, pero contrario ofenderse más me las enseñaba, hasta se me insinuaba.
E: ¿Qué? ¿Estoy buena verdad?
T: Este…
E: Jajá, sigue en lo tuyo...
Cuando se ponía sus calzas era inevitable mojarme de verla hacer su quehacer o sus ejercicios, siempre empinándose haciendo que se le transparentaran sus ricas nalgas.
Era inevitable no fantasear con ella y aunque por esas épocas me andaba cogiendo a varias mamacitas de lujo, ella tenía algo que te hacia querer montarla todo el día y noche.
Una ocasión ya de madrugada llegaba yo de andar de parranda con unos amigos, cuando a lo lejos vi que se acercaba alguien, mi sorpresa fue enorme al ver que era Erika, en una minifalda negra y medias color negras, y su chamarra, se veía muy rica.
T: ¡Que haces tan noche!
E: Vengo de rumbear, ¡jajá! ¿Y tú?
T: ¡Pues igual!!
E: Ya te vas a meter a dormir, ¡no quieres una cerveza?
La miré de arriba para abajo y ella coqueta me insistió nuevamente así que ya no me resistí y fuimos a comprar un six y nos metimos en el callejón de su casa.
Era una adrenalina enorme, estábamos tomando y unos metros adelante su marido e hijos dormían, era una aceleración enorme estar ahí.
T: ¿Oye y tu marido?
E: ¿Que tiene?
T: ¡No se enoja que estés aquí y conmigo!
E: No te preocupes, ni cuenta se da, toma pastillas para dormir, ¡de lo contrario ya estaría aquí!
Eso no me convenció, pero mirándole las piernas y sus nalgas me relaje bastante.
El tiempo pasaba y entre tragos y música nos comenzamos a mirar con deseo, las preguntas personales comenzaron a salir, no aguantaba más, quería tirarme sobre ella, quitarle la ropa, penétrala ahí mismo.
E: ¿En qué piensas?
T: ¡Nada importante!
E: Como no, soy mayor que tú, ¡crees que no me la sé!
T: ¡Entonces ya sabes en que pienso!
E: ¡Querido!! Nunca me he metido con alguien tan joven, casi tienes la edad de mi hijo.
T: Siempre hay una primera vez para todo.
Erika me sonrió y supe que era momento de comenzar a tomar la iniciativa, me acerqué con suavidad tomándola de la espalda y comencé a besarla, la madura besaba muy rico, sus carnosos labios apretaban muy rico los míos.
Sus ojos color miel se veían hermosos a la luz de la noche, mis manos bajaron por su espalda baja y comencé a tocar sus nalgas, esas que tantas veces quise tocar.
T: ¡Que buena estas Erika!
E: Jajá, eres un caliente, ven sígueme.
Me tomo de la mano y nos metimos a un cuarto donde estaba una lavadora, ahí había un catre el cual armo y coloco algunos trapos.
T: ¡Jajá, vamos a rechinar el catre!
E: ¡Jajá, ojalá no rechine!
Le quite su chamarra y traía una blusa con escote espectacular, me lance a sus tremendas tetas, las chupaba y apretaba con desesperación, Erika respiraba agitadamente y me quito mi camisa, me beso el cuello y lamia mis pezones, le quite la blusa y la falda, se miraba espectacular con aquella tanga azul y su liguero negro.
La acosté en el catre y recorrí todo su abdomen, ¡que excitante! ¡Su marido estaba justo arriba de nosotros durmiendo!
Le quité el brasear y la tanga, mordía eso pezones oscuros como la noche, ella me lamia dos dedos, comencé a bajar rumbo a su vagina, la cual tenía un poco de vello, pero aun así lucia apetecible.
Mi lengua saboreaba los labios vaginales de esa rica casada, mi sueño finalmente se estaba cumpliendo, metía y sacaba mi lengua bebiendo su néctar de excitación, Erika lanzaba pequeños gemidos, retorciéndose de una manera muy excitante.
E: ¡Ah!! Qué bueno eres en esto!!
T: ¡Uhm, me inspiras corazón!
Subí al catre ya desnudo totalmente, ella se acercó y me besaba muy rico mientras sus manos masajeaban mi dura verga.
E: ¡Qué bien se siente esto!
T: ¿Vas a bajar?
E: ¿Quieres?
T: ¡Desde hace tiempo!
Me puse de pie y ella se sentó en el catre, comenzó a sobarme la verga con sus ricas y morenas tetas, me apretaba bien rico mientras su lengua limpiaba el fluido pre seminal que botaba de mí.
Abrió su boca y la metió muy rico, parecía una víbora tragando un ratón gordo, su lengua se movía bien, sus chupadas eran magnificas, Erika me tenía suspirando de placer.
T: ¡Oh!! ¡Que rico, uhm!!
E: ¡Me gusta tu verga!! ¡Uhm!!
Presione su cabeza para que no dejara de mamármela, miraba con divinidad como mi verga follaba su rica boca, ella me acariciaba los huevos muy ricos y mientras su marido continuaba durmiendo.
Se acostó en el catre y yo subí lentamente alzándole las ricas piernas que con las medias que traía me excitaba más, lentamente empecé a penetrarla mientras le comía sus tetas.
Ella lanzaba pequeños gemidos mientras yo me movía con subida, apoyándome en las orillas del catre me empujaba fuerte y suave en ella, mi verga entraba hasta el fondo, Erika cerraba los ojos y ahogaba sus gritos de placer.
E: ¡Que rico, uhm!!!
T: No sabes cuánto te deseaba.
La puse de pie y me acosté en el catre, ella lentamente se dejó caer en mí, eso casi me hace gritar como nunca, pero resistí mi grito para que no nos descubrieran.
Sus cabalgadas eran de lo mejor, ella disfrutaba estar arriba, sus movimientos circulares y de arriba para abajo me tenían súper duro y ella lo disfrutaba bien.
T: ¡Uhm!! ¡Que rico corazón!!
E: ¡Ah!! que rico, uhm, ah!!
T: ¡Te mueves fenomenal!!
E: ¿Te gusta chiquito?
T: ¡Me encanta, uhm!
Que adrenalina, mientras su familia descansaba, nosotros en el cuarto de lavado le poníamos bien rico.
Estaba yo sentado en el catre y ella encima mío de frente, sus piernas estaban en el catre y yo mamaba sus ricas tetas mientras se la metía bien rico.
Esa pose era medio incomoda, pero me apretaba fenomenal, su sudado cuerpo era un símbolo de que la trabaja bien, ella me mordía el cuello, yo hacía lo mismo, el catre empezaba hacer ruido, solo eso nos detenía un poco de la locura total, así entre metida y metida la puse a cuatro patas.
T: ¡Que ricas nalgas, uhm!!
E: ¡Mira como las muevo!!
T: ¡uf!! ¡Que rico meneas tu cola!
E: ¡Es tuya, penétrala ya! ¡Dámela por ahí!
Su petición me puso todo loco, le abrí las nalgas y su culo aún no estaba dilatado del todo, tomé un poco de saliva y se la puse alrededor y comencé a metérsela lentamente.
T: ¡Dios que rico!!
E: ¡Agh!! ¡Si papacito, métemela toda, uhm!!
Se la metía y sacaba hasta la mitad, su culo se hacía grande y apretaba fenomenal, como gata arañaba el catre y ahogaba sus gritos en un dolor y placer incontenible para ella.
Comencé a embestirla más rápido y duro, tomándola de la cintura, las manos, las nalgas y el cabello, el catre hacia ruido, peor yo estaba acelerado, que rico me apretaba su culo de casada.
E: ¡Ah!! ¡No tan rápido, uhm!
T: ¡Oh!! ¡Que culo!! ¡Uhm!!!
E: ¡Tyson, mi marido puede oír!
T: ¡Pues que escuche y baje a ver cómo te la meto!!!
Estaba como perro en brama, la embestía duro, ahora ya solo del cabello la tomaba y me empujaba con fuerza, sus nalgas revotaban bien rico en mí, el ruido de su culo y su coño me prendían, el catre rechinaba, estábamos en el mero éxtasis de todo.
E: ¡Oh!! ¡Que rico, uhm!!!
T: ¡Si, uhm, ah!! ¡Que rico coges nena!
E: ¡Mas, uhm que rico, métela, no pares, ah!!
T: ¡Si!! Que perra eres, mira que tu marido arriba y tu cogiendo conmigo, ¡uhm!!
E: ¡Es que me encanta la verga!! ¡Y la tuya es fenomenal!!
T: Pues entonces tómala toda, ¡uhm!!
E: ¡Oh!! ¡Me voy a venir, agh!!!
Erika se movía fantástico el catre rechinaba a todo lo que da, comenzó a correrse teniendo un fantástico orgasmo, sus fluidos mojaban el catre y me salpicaban fenomenal, yo estaba por terminar y me los pido dentro.
E: ¡Lléname el culo papi!!
T: ¡Si, ahí viene!!
E: ¡Por dios!! Agh!!
T: ¡No mames!!! ¡Uhm!!!
Comencé a sacar tremendos chorros de semen que ella recibía en su culo, me apretaba fenomenal, mi orgasmo fue como nunca otros, ese rico culo de casada me tenía en el paraíso.
Quede pegado a ella, parecíamos unos perros, ella termino boca abajo y yo encima de ella besando su rica espalda, cuando dieron las 5 de la mañana nos vestimos y sin hacer ruido me despedí de ella, tuve la suerte que el catre no despertó a su marido, salí de su casa dándole un tremendo beso, acariciándole los muslos y sus ricas nalgas.
Esa fue la única vez que me la pude coger, pero jamás olvidare su rico cuerpo y como me la pidió por su culo.
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