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Categoría: Maduras

La abuelita carmencita

Lo que empezó como un juego, terminó convirtiéndose en una muy morbosa relación con una vecina del barrio, con la que tengo fogosos encuentros cada vez que yo quiero.  Y realmente son fogosos, todo está permitido, todo le gusta. No necesito seducirla, o un juego previo o calentarla antes “de”, solo la llamo, llego a su casa, comienzo a tocarla y enseguida enciende, descargando conmigo todos sus deseos carnales  de años de abstinencia.  



 



                        Su nombre , Carmen , “LA CARMENCITA”, como era conocida en el barrio, una dulce abuelita de 68 años , muy alegre y conversadora con todos , que vivía tan solo a cuantas casas de la mía. Una señora bastante mayor, pero muy jovial. De pelo corto, rubio teñido,  de contextura muy gruesa, gorda, pero que en la cama no se nota con la vitalidad que se mueve cuando coge. Su pecho es enorme, dos tetas increíblemente grandes,  aunque blandas, que cuelgan sin que ningún brasier puedan darle un agarre decente, casi llegándole al  ombligo. Dos enormes tetas que son mi delirio, que me fije en ellas desde el primer día que la vi. Esas dos grandes masas de carnes, donde sumerjo mi cara cada vez que quiero y si hay algo que le gusta a Carmencita , es que le chupe las tetas , es algo que le fascina y yo por mi lado, es lo que más me gusta hacer, por lo que paso chupándoselas a cada rato , por eso creo que nos llevamos tan bien a la hora de follar.  De su culo, no hay mucho que decir. Acorde a su cuerpo, sus nalgas son gigantescas, blancas, carnosas, para los que les encantan culonas, aquí si qué hay de donde agarrarse. Me encanta follarla por detrás y ver como ese culo blanco y blando se mueve con cada una de mis embestidas.



 



Obviamente a su edad y su peso, sus piernas presentan algunas varices, manchas en su cuerpo y pecho, sus buenas arrugas. Su deliciosa y jugosa concha, es un manjar,  de color marrón, muy grande, con pelos blancos, algo que me excita de sobre manera, tiene placa, que jugando a veces se la saca para darme una mamada que ya se la quisiera cualquiera. En fin, esta es mi amante, viuda desde hace muchos años, que reencontró conmigo esa etapa de su vida que se había extinguido y que hoy, no desaprovecha ningún momento de sentirse nuevamente deseada.



 



Como les comenté, todo comenzó como un juego.  En un principio solo nos saludábamos con un hola cuando uno u otro pasaban por la calle. Luego de unos años, se colocó un almacén frente a nuestras casas y de ahí ya comenzamos a toparnos más seguido, entablar alguna conversación sin importancia y alguna otra broma con el tipo del almacén que era muy alegre y bromista.  Principalmente fue una de estas bromas donde Carmencita comenzó a jugar conmigo. El tipo del almacén  nos dijo, obviamente en broma, que como ella estaba sola y yo separado, podíamos juntarnos entre ambos y disfrutar de la vida. Ella muy sonriente como siempre, comenzó a decir que éramos novios, me tomaba del brazo etc, siguiendo yo por mi parte el juego.  Juego que de alguna forma se estaba manifestando el intereses de ambos hacia la otra persona, ya que al verla día a día , con ese voluminoso cuerpo y esas tetas que me tenían loco, cada vez que podía jugaba con ella , la tomaba de la cintura, ella entraba y se colgaba de mi brazo  y a veces la acompañaba a su casa cuando compraba alimento para sus perros.  Como al mes de este juego, comencé a notar que yo a la abuela realmente le gustaba. A veces la veía regando cuando cruzaba al almacén, y al poco rato aparecía ella, siempre buscando mi atención y claro que la tenía.



 



Hasta que un día , estábamos ambos en el almacén , la Carmencita le pregunto al tipo del almacén si tenía algún dato de un plomero para que le fuera a revisar una llave que estaba goteando hace rato. Entre bromas y bromas que le hizo el tipo .. “Asi que quiere que le revisen la plomería Carmencita?”  , me ofrecí a darle un vistazo cosa que me lo agradeció. Le dije que iba a buscar unas herramientas a mi casa y que pasaba por la de ella, mientras el tipo del almacén le decía que tuviera cuidado que yo tenía muy buena herramienta, causando la risa de todos.



 



Esa tarde Carmencita andaba con un vestido azul de una sola pieza holgado, nada especial tipoico vestido para andar por la casa cualquier día. Sus tetas se veían deliciosas a través de un generoso escote y su culo parecía que iba a reventar la tela. Con mis herramientas en la mano, me dirijo a su casa. Nunca había entrado a ella, solo la había acompañado hasta la puerta. Un sin fín de fotos de sus nietos y su difunto marido, todo muy ordenado y ella con su vestido azul que me traía loco.  Caminó por el pasillo, dándome la espalda, moviendo sus grandes nalgas mientras mis ojos no se despegaban de semejantes carnes.  El problema era simple, solo había que cambiar la goma , por lo que corte el agua y en 15 minutos ya estaba solucionado. Me dijo que era muy hábil con mis herramientas y coqueteando con ella, le dije “si supiera”



 



-       Eres muy hábil con las herramientas



-       Ufff si supiera



-       Ja ja … me imagino que si



-       Al menos quejas al respecto no he tenido



-       Seguro que no



-       A si no mas Carmencita , se le ofrece algo mas



-       Ufff si supiera!



-       Ja ja ja , que picara es Ud.



-       Ja ja ja …. Si supiera lo que se me ofrece



-       Es cosa que me pida, nada mas ,   y le hago lo que quiera



-       Mejor que no, se me puede asustar si le pido



-       No me asusto muy fácil



-       ¿no?



-       No  ….



Mientras guardaba mis herramientas, la Carmencita desde  la puerta del baño, no dejaba de mirarme y coquetear conmigo, un sin fín de indirectas de ambas partes, hacían más que evidente nuestra mutua atracción.  Mis manos estaban sucias, le pedí que me abriera el grifo del agua. A mi lado, mirándonos ante el espejo, me echo jabón líquido en las manos.



-       Tienes las manos grandes



-       Esta todo proporcional Carmencita



-       Ja ja … ya me imagino que si



-       ¿con que me seco?



-       No hay toalla en este baño, sécate con mi vestido



-       Carmencita, no me presione , que yo prendo rápido



-       Mmm y  ¿ en qué topamos?



   Le tome el vestido por la parte de abajo, por el lado, se lo levante un poco y me seque las manos con el , sin soltárselo , mientras ella me miraba y me sonreía coquetamente. – Séqueselas bien – me dijo. Me paré detrás de ella y le tome el vestido nuevamente, levantándoselo un poco más, mirándonos ambos en el espejo, sonriéndonos.  – Parece  que aun las tienes mojadas-  me dijo desafiante. Ya era más que evidente su coqueteo ,  no aguante mas y me apoyé sobre su enorme culo y con mis manos le agarre las tetas , diciéndole .. – si , aun las tengo mojadas, acá me las quiero secar  -     



La abuelita sonriendo, dejo que me deleitara tocándole las tetas  que hace rato me traían caliente.  Se la levantaba y se las apretaba a mi antojo, restregándole la verga sobre sus anchas nalgas, mientras ella también se movía de lado a lado hasta que se dio vuelta y me beso.



 



Jamás imagine lo que se me venía encima. Pensé, si claro, que a la abuela , luego de tantos juegos, se había excitado conmigo, que le gustaría sentir nuevamente una verga dura dentro de ella, pero algo suave, que me dejaría chuparle las tetas , que se abriría de piernas y listo, pero estaba completamente equivocado.



 



Abrasándola siempre por detrás , nos fuimos a su cuarto. Apenas entramos, continuamos besándonos y la Carmencita me desabrochó los pantalones, ansiosa en busca de verga. Le ayude y quede con mis pantalones en mis rodillas, mi verga apuntando al techo sintiendo las caricias de las arrugadas manos de la abuelita. Luego se sentó al borde de la cama y metiéndola a su boca,  me dio una chupada espectacular. Jamás pensé que fuese hacer eso, pero golosamente, me la saboreó entera.                            



 



Me desvestí por completo y le saque de inmediato el vestido. Quedo en una lencería blanca, para nada excitante, pero al ver sus tetas enormes que apenas cabían en esa prenda eran  realmente impresionantes. En segundos lleve las manos atrás desabroche esa prenda y `producto inevitable de la gravedad, cayeron hasta su ombligo , dos gigantescas masas de carne.  En picada me fui a estas, chupándoselas con todas mis ganas. Podía sentir el peso de estas al tomarlas y levantárselas hasta mi boca. Eran increíblemente grandes, descomunales. La levanté de la cama y mientras me besaba, le baje su última prenda, un calzón de dimensiones colosales, dejando a mi madura amante completamente desnuda. Le metí la mano entre sus carnes, rozando manoseando descaradamente su sexo. Caímos a la cama desnudos, tocándola por todos lados, buscando siempre sus tetas , confesándole lo mucho que había soñado con ese momento.  Me confesó que hace mucho rato ella también tenía ganas de “ hacer el amor conmigo” , que se moría de deseos de estar conmigo , que le encantaba que le chuparan las tetas y por un largo rato me deleite con esas ubres en mi cara, mientras ella no me soltaba la pija.



No pasó mucho rato, cuando  ya Carmencita con sus gordas  piernas abiertas, y yo entre ellas,  recibía por  primera vez  las estocadas de carne de su joven vecino que sumergía su verga en una concha carnosa de enormes dimensiones como todo en ella.  Gozaba como una adolecente, sintiendo dentro de su cuerpo un generoso trozo de carne que la hacía delirar de placer, mientras yo afirmado de su culo, le metía toda mi verga.



 



Luego de estar follándomela así un rato, me salí de ella , siempre  besándole las  tetas, comencé a bajar en busca de su concha. Pensé que me detendría, que me diría algo, pero no, mas abrió sus piernas, dejando completamente su sexo expuesto. Lo admire unos segundos,  sus pelos blancos, unos muy gruesos labios abiertos, que no ocultaban para nada su interior marrón oscuro, muy mojado. Se lo comencé a chupar y Carmencita comenzó a gemir como si le estuviera dando un ataque, solo repitiendo “ que placer .. que placer “ .. una y otra vez. Literalmente le folle la concha con mi boca, algo que me encanta hacer siempre, sentía toda mi cara mojada con sus fluidos vaginales , raspándole con mi barba entre las piernas , haciéndola gemir de placer.



 



Luego la di vuelta, colocándola en cuatro patas sobre la cama, admirando en todo su esplendor un trasero de dimensiones descomunales, donde mi cara fue a parar continuando con mi trabajo oral, ahora también dándole unas caricias a su ano, escuchando entre fuertes gemidos lo mucho que le gustaba.



 



En cuatro patas con su cola levantada, yo solo dejaba mi lengua dura extendida y ella misma echaba el culo de atrás y hacia adelante, metiéndose mi lengua en su ano. Años de abstinencia sexual se desbordaban esa tarde, donde mi veterana amante quería probar de todo. No hubo ningún rincón de ese abundante culo que no repasara con mi lengua, se lo mordí, se lo bese y acaricie a mis anchas, estaba ahí para mi, completamente mío para hacerle todo lo que quisiera.



 



Me puse de pie, y se la metí con todas mis ganas, viendo como sus grandes nalgas amortiguaban las furiosas embestidas que le daba. Aferrado a sus anchas caderas, veía mi verga perderse en las profundidades de sus carnes, esas carnes blancas que serían mías las veces que quisiera. Su sexo muy mojado,    completamente abierto no presentaba ningún impedimento para recibir mi verga, y luego, morbosamente  le metí tres dedos los que entraron con la misma facilidad.  Ahora cuatro dedos metidos en la concha de Carmencita, la que no se quejaba para nada, solo disfrutaba y se dejaba hacer todas las cosas que su vecino le hacía.



 



Me acosté a su lado y le pase mi verga nuevamente para que se deleitara con esta. Riéndose, pasándosela por la cara y chupándola con deseos, me decía lo mucho que le gustaba hacerlo y que cada vez que yo quisiera ahí estaría su cuerpo y su boca para saciar mis deseos carnales.



 



Mientras lo hacía, yo jugaba con sus tetas, embobado con ellas, mientras ella con su boca llena de verga me preguntaba si le gustaban. Le dije que me fascinaban que no quisiera dejar de chupárselas, que me  encantó estar así con ella, que realmente me había sorprendido lo apasionada que era muy diferente a lo que yo pensaba.



 



Me confesó que era una mujer en extremo caliente, pero que lamentablemente por su físico y por su edad no tenía una vida sexual activa.  Una nueva sorpresa me lleve, donde me confesó que a veces había mantenido sexo virtual, pero con gente de otros países, nada físico.  Que había terminado desnuda en cámara, masturbándose con algún tipo quien sabe de dónde y que eso era lo único que la ayudaba a bajar su calentura.  Aproveche de preguntarle que es lo que más le había gustado de nuestro encuentro, y  sorpresivamente me dijo cuando le metí mi lengua en el culo, que eso le había encantado.



 



Satisfaciendo sus cochinos deseos y mis morbosos pensamientos, le pedí que se montara sobre mí,  y que me lo colocara el culo en la cara, para volver hacerlo. Todo su enorme y voluminoso cuerpo se acomodó perfectamente sobre el mío, dándome la espalda, montada sobre mí cabeza, me colocó sus enormes nalgas en la cara y yo sacaba los afuera posible mi lengua, ella separándose los cachetes del culo, bajaba sobre mi rostro haciendo que mi lengua entrara lo más adentro posible. Era tan grandes sus nalgas,  que mi cabeza se perdía en ellas, casi asfixiándome. Aguantaba lo mas que podía la respiración y le daba lengua a mi veterana amante , hasta que no podía mas y  tenía que salir a respirar rápidamente para volver a sumergir mi cara entre su carnoso  culo. Ella gemía sin parar, mientras sus enormes tetas   rozaban con mi vientre. Era increíble lo caliente que me había resultado Carmencita y  obvio que si le gustaba que le metiera la lengua en el culo, quizás le gustaría que me la follara por ahí.



 



Caliente como estaba le pregunté directamente si me dejaría meterle la verga en el ano y me dijo que por supuesto que si, con la única condición que mi leche tenía que terminar en su boca. No podía dar crédito a los que escuchaba. ¡Como esa señora de 68 podía ser tan caliente!, era increíble.



 



Terminamos haciendo un feroz 69 con ella siempre encima mío,  engulléndose mi verga,  mientras yo , ya con su autorización le  metía un dedo en el culo y le chupaba la concha extasiado tragándome sus líquidos, gimiendo ambos . Trate de aguantarme con todas mis fuerzas,  pera metérsela por el culo,  pero las chupadas de Carmencita eran increíbles, mas la visión de su enorme culo en mi cara, mi dedo entrando y saliendo de su ano, fue ya demasiado para mí y avisándole entre gritos que me corría comencé a botar mi leche caliente la que fue a parar a la boca de Carmen, que en ningún momento dejó de chupármela al mismo tiempo que ella acababa en mi boca.



 



Fue realmente increíble, sexo morboso  puro, caliente. Muerto de cansado y satisfecho a más no poder, daba mis últimos gemidos,  todo traspirado, con el peso muerto de la abuela aun sobre mí, haciendo que me costara respirar,  mientras ella  ,  también con su respiración muy agitada,  sin soltar mi verga de su mano, descansaba sobre mi cuerpo.



 



Eran  recién las 6 de la tarde , yo tenía algo que hacer , le pregunté si a la noche podría pasar a visitarla de nuevo y me dijo que sí, que había quedado algo pendiente que teníamos que concretar.



 



Agradeceré sus valoraciones –



Muchas gracias


Datos del Relato
  • Categoría: Maduras
  • Media: 7
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