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Categoría: Maduras

La abuela (1)

La abuela ( Primera parte )



Mi vida quizás fue muy diferente a las de Uds. Nunca conocí a mi madre, bueno si, pero me abandono cuando yo tenía apenas 2 años.



Criado por mis abuelos, de bajos recursos, donde siempre faltaba dinero en la casa. Mi abuelo feriante y mi abuela haciendo aseo o planchando ropa ajena. Vivíamos en una modesta casa, de madera a las orillas de una línea férrea, donde cada vez que pasaba el tren parecía un temblor.



A mis once años, mi abuelo falleció quedando solo con mi abuela. Ella siempre estuvo atenta a mis necesidades, aunque no en extremo, nunca fue una mujer cariñosa. Me dejaba caerme, ensuciarme, no era una abuela sobre protectora. No me andaba haciendo cariños a cada rato y cuando tenía que pegarme lo hacia muy severamente. Sin embargo el amor hacia mi, jamás estuvo en duda. Quedando viuda a los 60 años, nunca formalizo otra relación obviamente.



Pasó el tiempo, con mis hormonas completamente revolucionadas vivía para masturbarme. Cualquier motivo era suficiente para machacarme el pito y mi abuela no fue la excepción.



Al vivir en una casa de condiciones precarias, teníamos un solo baño y en vez de puerta, solo una vieja tela daba algo de intimidad. Era habitual que mientras uno estuviese en el baño el otro entrara hacer sus necesidades. Millones de veces había estado yo en el baño con mi abuela duchándose a mi lado, muchas veces corriendo la cortina de plástico y secándose mientras yo estaba sentado en la taza de baño.



Sin embargo, a esa edad, sin querer la escena de ver a mi abuela desnuda a mi lado, comenzó a generarme un cierto morbo, al ver su viejo cuerpo desnudo, secándose a mi lado. Obviamente nunca miré descaradamente como para que mi abuela se fuera a dar cuenta, pero una vez que entre a orinar, mi abuela se secaba en la ducha sus grandes tetas, mostrándome toda su abundante pelambrera. Trate de disimular la excitación que me causaba, pero mi verga se despertó en todo su esplendor, dándome mucho trabajo para poder achuntarle a la taza de baño, cosa que mi abuela noto y desde ese día, comenzó a ponerse un poco más recatada, impidiendo que yo la viese en esas situaciones.



Algo fue creciendo dentro de mí y necesitaba ver a mi abuela desnuda, lo que me llevó una tarde que estaba solo a ver la forma de hacer algún orificio en la vieja pared de madera para poder ver desde mi cuarto, el cuarto de mi abuela.



No me costo gran trabajo encontrar una grieta natural que se había formado con el paso de los tiempos y la desgastada madera, solo tuve que agrandarla un centímetro para conseguir mi perverso objetivo, una visión casi completa del cuarto de ella.



Se convirtió en algo de todos los días. Esperaba que mi abuela saliera del baño cubierta solo con una toalla y que se encerrara en su cuarto a terminar de secarse y vestirse, momento divino en que yo aprovechaba para subirme a mi cama, pegada a esa pared y contemplar el desnudo cuerpo de mi abuela.



Obviamente a sus ya 64 años, su cuerpo para muchos sería algo que de ninguna forma podría excitarlos. Vientre abultado, tetas grandes , redondas y caídas, un enorme trasero caído , dos generosos rollos que descansaban sobre sus caderas, arrugas , piernas gordas con celulitis, en fin una abuela gorda, con cuerpo de abuela.



Pero para mí, un pajero adolescente era un sueño echo realidad. Ver sus grandes tetas colgando cuando secaba la punta de sus pies, su enorme trasero cuando me daba la espalda y lo mejor de todo, un sexo en extremo peludo, a mas no poder, una mata de pelos impresionante que era lo máximo , el top de mi masturbación cuando con la toalla lo secaba una y otra vez, haciéndome imaginar que era mi mano la que la tocaba y que ella me dijera " ¡ Así Daniel .... Tócame la concha … toda la concha de tu abuela … es toda tuya mi rey … ¡"



Pero solo eran fantasías de un caliente adolescente .. Nada más.



Pasó el tiempo, crecí un poco más, con más cambios en mi cuerpo y ya con mi debut como hombre con algunas amigas del barrio, pero siempre en lugares públicos, algún parque o en un pequeño cerro que había en el barrio. Sin practicar ningún deporte, solo jugar a la pelota de vez en cuando, mi cuerpo se formo bien, había crecido, mi espalda se había ensanchado, no tenia ni un gramo de grasa y tenia bastante suerte con el sexo contrario.



Un mal barrio involucra directamente malas amistades. El alcohol y la droga era algo frecuente en mis salidas y aunque mi abuela, ya no con tanto control sobre mi, me retó y me pego hasta que se canso por años, continué por el mal camino.



Con 17 años , a veces llegaba tan ebrio a la casa que mi abuela tenía que levantarse y tomarme en andas para llevarme a acostar. A veces yo ni siquiera me daba cuenta, solo despertaba en mi cama, suponiendo que mi abuela se había echo cargo de acostarme, ya que estaba sin pantalones y con un viejo lavatorio del baño para recibir mis vómitos. Al principio era una reprimenda segura al otro día, pero con el paso del tiempo, mi abuela se cansó de remar contra la corriente y ya a las finales casi no me decía nada.



Una noche sin embargo, algo paso extraño, algo que ni en sueño me lo hubiese imaginado. Llegue tarde en la noche, después de haber bebido el trago mas barato que habíamos podido comprar en la botillería después de haber prácticamente asaltado a un viejo que no tuvo más opción de entregar algo de dinero para mitigar nuestra necesidad de alcohol.



Llegue a mi casa y todo me daba vueltas. Trate de entrar sin meter ruidos, pero no calcule una pequeña mesa que había en mi camino y en la oscuridad me vine a tierra, quebrando algo que cayó por ahí. Mi abuela se levanto y me recriminó por el estado deplorable en que venía. Pero para mi solo eran palabras al viento. Sentí como trataba de levantarme y con mucho esfuerzo logró hacerlo. Apoyado completamente sobre ella, recuerdo que me entró a mi cuarto y me dejo caer en la cama. Todo daba vueltas y cerrando los ojos me dormí casi al instante, sintiendo como mi abuela me sacaba mis zapatos y luego forcejeaba con mi pantalón. Escuche a lo lejos que mi abuela me llamaba por mi nombre, pero no tenia fuerzas de nada y continuaba en estado cata tónico en la cama. No sé cuanto rato habrá pasado pero algo extraño estaba sucediendo. La luz apagada y en la oscuridad, en breves minutos de cordura, sentí como mi verga estaba siendo tocada por alguien incluso me pareció sentir hasta una boca en mis genitales. Pero en el estado que estaba, ni siquiera pude estar despierto más de un minuto, menos reaccionar y me dormí profundamente.



Al otro día, mi abuela no me despertó, me dejó dormir hasta cerca de las tres de la tarde, cuando muerto de hambre, me levante de mi habitación, con un tremendo dolor de cabeza, como todos los días. Una reprimenda suave de su parte, diciéndome que cualquier día me atropellarían en la calle o me caería a un canal si no cambiaba mis amistades y mi estilo de vida.



Solo cuando terminaba de almorzar, viendo a mi abuela mover su tremendo culo en dirección a la cocina recuerdo levemente lo vivido esa noche. Quizás había sido un sueño, aunque demasiado real, aun estando en el estado que estaba. ¿Mi abuela habría abusado de mi mientras dormía .Era la única que podría haberlo echo , si fuese real mi sueño. La miré una y otra vez, pero su actitud era igual que todos los días, no .. no era posible que haya sido ella .. pero era tan real …



Esa noche, como todas, salí a tomar con mis amigos, luego de unos porros y algo de alcohol, entrada la noche me dirigí hasta mi casa. El alcohol había echo efecto en mi, pero no al punto de la noche anterior. Camino a mi casa, recordé lo vivido la noche anterior, excitándome pensando que existía la posibilidad que mi sueño podría haber sido realidad y que mi abuela me había echo una mamada mientras dormía. Ahora estaba conciente y pensé en probar si mi sueño había sido realidad o ficción. Entre a la casa, pero esta vez metiendo ruido. Me quedé apoyado contra una pared, esperando a mi abuela. Al ver que no salía, busque un cuadro en la pared y lo voté. La luz del cuarto de mi abuela se encendió y salió ella envolviéndose en su bata. Yo cerré los ojos y me hice el ebrio. Me retó como siempre y levantando mi brazo lo pasó bajo su hombro, llevándome hasta mi cuarto. Caí a la cama y quede haciéndome el inconsciente. Ella me trataba de despertar, pero yo simulaba estar completamente ido. Sentí cuando me sacó los zapatos, y luego su mano soltando mi cinturón.



Permaneciendo con lo ojos completamente cerrados, simulando una ebriedad completa, no cooperé para nada cuando ella me saca mi pantalón. Mi abuela deja el pantalón en una silla y me llama por mi nombre una y otra vez. Al no sentir mi respuesta de mi parte, siento que me mueve un poco, tocándome con su mano mi pecho, pero yo, en estado de completa inconciencia no respondo. Una y otra vez repitió la operación hasta darse cuenta que yo estaba completamente muerto.



Sentí que apagó la luz y al rato sentí su llamado nuevamente, el que no tuvo respuesta. Su mano fue bajando por mi estomago hasta posarse sobre mi calzoncillo, solo que esta vez, se encontró con mi verga en todo su esplendor. Sentí un leve gemido de su parte al hacer contacto con mi herramienta y luego de unas suaves caricias por sobre la tela, la bajó un poco liberándomela. Seguramente era la primera vez que la encontraba tan dura.



Sin poder creer lo que estaba pasando, sentí la boca de mi abuela metiéndose mi herramienta a la boca suavemente, sintiendo su lengua tocármela, haciéndome delirar. Yo no podía moverme pensando que eso asustaría a mi abuela y permanecía con mis brazos a los lados, deseando que esa sensación no parara nunca.



Muy despacio moví la cabeza para tratar de mirar, no había sido un sueño, en la penumbra de mi cuarto alcanzaba a divisar a mi abuela arrodillada al lado de mi cama engulléndose mi verga. Era difícil mantener mi respiración tranquila y más aun tratar de no moverme. Las chupadas de mi abuela era cada vez mas fuertes .. oh como deseaba sentir sus manos agarrándome las bolas, pero no, solo era el contacto de su boca la que me entregaba tanto placer.



Mi descarga era inminente y seguramente mi abuela lo sabia, ya que a cada rato se esmeraba en chupar para lograr hacerme acabar. Ese no era el problema, si no al contrario, yo luchaba en silencio sin moverme por no hacerlo, pero era demasiado lo que estaba sintiendo y sin poderme contener mas, me libere y expulse no se cuanta leche directo a la boca de mi abuela, que en ningún momento libero mi pene de su boca, recibiendo la abundante descarga de su nieto.



Por lo que me pude dar cuenta, por sus gemidos posteriores, sin sacarse mi tranca de la boca, mi abuela se había tragado mi semen y dándome unas ultimas chupadas, se levantó. Con mucha delicadeza volvió a guardar mi verga en su lugar y en completo sigilo salio de mi cuarto cerrando suavemente la puerta.



No lo podía creer. Mi abuela, la misma que todos los domingos sagradamente iba a la iglesia, se aprovechaba de su alcohólico nieto y se bebía su leche. Era algo inconcebible, ¿cuantas veces lo habría echo?.. Cuantas veces se habría alimentado con la leche de su nieto?.. mil preguntas pasaban por mi mente, pero solo una era respondida inmediatamente, me follaría a mi abuela a como diera lugar.


Datos del Relato
  • Categoría: Maduras
  • Media: 6.5
  • Votos: 2
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