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Todo comenzó hace un tiempo atrás, estaba cansado de estudiar, llovía y no tenía ganas de salir, prendí la computadora y me dedique a mi hobby predilecto, el sexo cibernético en la internet. Navegando por el web llegue a una lista de chicas que buscan contactos con chicos y me puse a contestar alguno de los avisos que más me llamaron la atención, siendo consiente que la mayoría de estos avisos son mentiras inexistentes. Entre todos hubo un aviso que me produjo la sensación que era real, no se tal vez el hecho que nombre que estaba acompañado de un apellido, o tal vez un simple palpito, o el simple hecho que el nombre Karen me gusto.
Recuerdo que le escribí una carta bastante obscena, describiéndole como se la daría por el culo el primer día que nos veríamos y de regalo le envié uno de mis cuentos, uno no muy fuerte, más bien dulce como para contrarrestar mi carta que era bastante grosera. Mi instinto no fallo Karen contesto a mi carta y allí comenzó nuestra cyberamistad. Intercambiamos e-mails casi diariamente y de a poco fuimos descubriéndonos mutuamente. Karen, mi cyber-amiga-erótica es una portorriqueña de 18 años, trigueña de cabello marrón y ojos color miel. Una típica joyita del cálido caribe. Junto con mis cartas continúe mandándole a Karen mis cuentos, los cuales disfrutaba calentándose y masturbándose después de haberlos leído.
Con el pasar de las semanas comenzamos a hablar por teléfono, a veces charlábamos de las cosas que nos pasaban en esos días y a veces nos contábamos cosas eróticas y pornográficas, nos masturbábamos juntos y la pasábamos esplendido. Karen estaba cada día más morbosa y me pedía que le diga cosas bien obscenas pues estaba más y más caliente conmigo y la verdad que yo solo deseaba tenerla entre mis brazos. Un día en uno de mis ataques de locura (les conté que Karen me llama loquito?) le propuse que nos encontremos en Paris, mi ciudad predilecta de Europa, pasaríamos unos días juntos y finalmente podríamos hacer realidad nuestras fantasías, vernos cara a cara, aunque por foto ya nos conocíamos, sentir nuestra respiración, oler nuestros perfumes, palpar nuestros cuerpos y besar nuestros labios húmedos. La idea era descabelladamente loca y estaba seguro que Karen no aceptaría la invitación, que pondría decenas de excusas del porque no puede encontrarse conmigo en Paris y dejar Puerto Rico por un par de días, los estudios, el gimnasio y volar a mi encuentro. Pero resulto que mi cyber amiga, resulto no menos loca y atrevida que yo y acepto el encuentro!
Cuando el cartel de arribos del aeropuerto de Orly anuncio la llegada del vuelo de Air France procedente de San Juan de Puerto Rico mi corazón palpitaba excitado ante el encuentro con Karen mi “cyber-amiguita-erótica”. Estaba lleno de dudas y temores. Que pasaría si no le gusto? O si ella no es como lo esperaba? O sin nos llevábamos mal y yo la taje hasta aquí? Estábamos nosotros en nuestro sano juicio? O cometíamos una locura? Cuantos interrogantes pasaron por mi mente en esos eternos minutos de espera, hasta que se abrió la puerta y Karen apareció, radiante con una gran sonrisa, era mucho más linda personalmente de lo que había imaginado.
Karen también me reconoció, nos estrechamos en un abrazo, como se abrazan viejos amigos que se encuentra después de no haberse encontrado durante mucho tiempo. Tomamos un taxi y viajamos al hotel donde previamente había reservado nuestras habitaciones. En el viaje casi no hablamos, nos tomamos de las manos y no miramos sonrientes uno al otro estudiándonos mutuamente. Sentía una corriente que pasaba por mi cuerpo al tomarle las manos, la química de nuestros cuerpos funcionaba y estaba seguro que también Karen me recibía con la misma sensación. No sabía cómo se desarrollarían las cosas así que tome habitaciones separadas para cada uno, conectadas por una puerta interior. Tomamos nuestras habitaciones y quedamos que nos encontrábamos en 15 minutos.
Desde el ventanal de la habitación había una hermosa vista de la torre Eiffel y de las calles de Paris que al atardecer se tornan de color caramelo y endulzan el corazón de las parejas enamoradas. Cada minuto me pareció eterno y al cabo del cuarto de hora no pude esperar más y golpee la puerta de la habitación de Karen Cuando abrió la puerta se me corto la respiración. Karen se había cambiado de ropa, ahora estaba con una mini espectacular y una remera ajustada que resaltaba aún más su hermosa figura. La abrace con dulzura y bese sus tiernos labios, que se abrieron fogosos para recibir mi lengua que exploro su boca y se enroscó con su lengua húmeda. Su cálido cuerpo abrazado contra el mío me provoco una inmediata erección que no pasó desapercibida para Karen. Mis manos exploraban su cuerpo caribeño, terso y juvenil, sin lugar a duda me gustaba lo que estaba tocando.
En medio de fogosos besos nos fuimos desvistiendo uno al otro y al quedar desnudos aprobamos mutuamente lo que nuestros ojos veían. Nos recostamos en la cama y bese sus hermosas tetas, que se habían endurecido como piedras, mientras sus pezones sobresalían como chupetes puntudos, Karen suspiraba aprobando el tratamiento que mis labios y mi lengua le daban a sus senos turgentes. Sin perder más tiempo introduje mi verga inflamada en la concha húmeda y caliente de Karen, que sin cesar de gemir se movía rítmicamente, acompañando mi entrada y salida de dentro suyo. Suavemente y con mucho amor follamos dulcemente por más de una hora acabando tanto yo como Karen en hermosos orgasmos. No podía creer que finalmente nuestros cuerpos se encontraron, lo habíamos hecho realmente y no solo en nuestras mentes mientras hablábamos por teléfono o por e-mail. Durante meces habíamos hablamos, nos habíamos escrito y habíamos imaginado este momento y ahora que había ocurrido estábamos felices, abrazados en la cama de un lujoso hotel de Paris.
Nos vestimos y fuimos a cenar a un bonito restaurante al borde del Sena. Comimos pollito deshuesado relleno de hígado de ganso al caramelo acompañado de una sabrosa salsa y papas asadas. Bebimos una botella de vino merlot del Loire. La cena estuvo exquisita y la compañía de Karen en la mesa fue el broche de oro para una noche que no olvidare jamás, el día que conocí personalmente a mi cyber-amiga. Después de la cena caminamos tomados de la mano por el borde del rio como una pareja de enamorados contándonos cosas de nuestras vidas, nuestros planes y esperanzas y las experiencias vividas. Hablamos durante horas como lo hacen los amigos de verdad, charlando como si nos conociéramos desde hace años.
Volvimos al hotel, ya era muy tarde y los dos estábamos cansados, por el viaje y las emociones de nuestro encuentro. Decidimos que hoy dormiríamos cada uno en su cama para recuperar fuerzas para los próximos días. Por la mañana después del desayuno salimos a pasear por Paris, la ciudad más hermosa y romántica de la tierra, fuimos turistas perfectos y visitamos muchos lugares típicos de la ciudad, sacándonos fotos en todos los rincones. Pero en nuestros cuerpos vibraba el deseo de volver al hotel a continuar lo que habíamos empezado ayer
El moreno cuerpo desnudo de Karen que yacía boca abajo, brillaba como una gema preciosa a la luz del sol que entraba por la ventana entreabierta de la habitación. Masajeé la planta de los pies, subiendo por las pantorrillas hasta los muslos, relajando cada uno de los atléticos pero cansados músculos de Karen. Cuando finalice el tratamiento de las piernas, comencé a masajear sus hombros, bajando por su espalda y su cintura hasta que llegue a su culito. Frente a mis ojos tenía ese dulce y tierno culito que durante meces había soñado con penetrar, lo acaricie y lo bese de arriba a abajo y de derecha a izquierda, sin dejar un poro de ese culo trigueño sin besar. Karen se reía, pues decía que le hacía cosquillas con la lengua!!! Me unte las manos con aceite y masajeé sus nalgas hasta que lentamente llegue a su culo. Untándolo constantemente con más aceite fui dilatando su ano estrecho hasta que mis dedos se introdujeron sin dificultad profundos en el culo de Karen que gemía agitada con una mezcla de placer y sensación de dolor extraño. Con mi otra mano masajeaba su clítoris endurecido, lo que le produjo un orgasmo acompañado de pequeños temblores y suspiros. El culo de Karen estaba listo para recibirme, agregue otro poquito de aceite y lentamente fui introduciendo mi verga dura como piedra en su interior, la sensación de ir abriéndome paso en el interior de Karen me excito hasta la locura. Cuando mi verga estuvo toda dentro del culito estrecho y apretado de mi amiga comencé a entrar y salir rítmicamente en medio de grititos y suspiros entrecortados, al entrar hasta el fondo mis bolas golpeaba la hirviente y húmeda concha de Karen. Al cabo de unos minutos no pude contenerme más y termine con interminables chorros de leche caliente, que llenaron el culo de Karen hasta el límite de su capacidad rebalsando mi leche por sus piernas. Karen se metió mi verga en la boca y chupándomela limpio la leche que aun chorreaba, mientras me miraba con una sonrisa cómplice. Nos besamos larga y apasionadamente mientras follabamos rítmicamente. De su concha fluían jugos aromáticos que impregnaban con su perfume exótico toda la habitación. Acabamos juntos en medio de un orgasmo alocado, la espalda de Karen se arqueo en el aire en medio de gemidos guturales y suspiros profundos mientras yo vaciaba mi leche sobre sus tetas y panza.
Nos quedamos abrazados un largo rato, hasta que nuestra respiración tomo su ritmo normal nuevamente. Karen me susurro al oído alegremente que aunque le dolía el culo tremendamente, fue para ella un polvo que no olvidara nunca, y que no había disfrutado antes de esa forma con nadie. Bese sus labios y le agradecí que estuviera conmigo en Paris. Nos dormimos abrazados, cuando nos despertamos era ya muy tarde para volver a salir, así que pedimos algo de comer en la habitación. Comimos sin salir de la cama y con el último bocado continuamos lo que habíamos comenzado por la tarde. Karen se subió sobre mí y se incrusto mi verga inflamada, hasta el fondo de su concha jugosa, con mis manos le apreté las tetas, que se habían parado puntudas. Cabalgaba sobre mí a un ritmo desenfrenado, sus orgasmos se sucedían uno tras otro pero no se bajó de mi verga exhausta hasta no haber vaciado mi lechita dos veces en su interior. Al final cayo rendida a mi lado, era un hermoso espectáculo ver a Karen desnuda con su piel caribeña y su concha rosada chorreada de jugos y leche, respirando agitada tratando de recuperar el habla después de semejante polvo. Bese cada centímetro de su dulce cuerpo en medio de sus excitantes e incesantes gemidos y suspiros. Estábamos pegajosos por la mezcla exótica de leche, jugos vaginales y transpiración y saliva que cubría nuestros cuerpos, llenamos la bañera con agua bien caliente y agregamos mucho jabón de espuma, nos metimos dentro recostándonos en medio de pompas de jabón perfumadas, relajando nuestros “castigados” cuerpos por las dos hermosas sesiones pasadas hoy. Nos quedamos dormimos en la cama de Karen, abrazados en medio de besitos y caricias.
Por la mañana y después de un buen desayuno salimos a pasear por la ciudad. Era el último día juntos de este hermoso fin de semana, y queríamos aprovecharlo al máximo, nos compramos regalitos uno al otro en los paquetes negocios de Paris... Volvimos al hotel a la tarde, descansamos un rato y nos vestimos con nuestras mejores galas ya que había reservado una mesa en el Mouline Rouge de Paris, el Cabaret más famoso del mundo, donde presenciamos un show espectacular mientras cenamos a la luz de las velas y nos bebimos una botella de champagne. Nos gustó el show, hermosos vestuarios, bailarinas espectacularmente bellas y el ambiente parisino tan especial del lugar, que inspiro a Toulouse – Loutrec en sus cuadros y a Offenbach en su música del can-can. Al salir caminamos por las calles de Pigalle, barrio que rebosa de sexo y amor en cada una de sus piedras y edificios, donde las más famosas putas francesas deleitan a sus clientes.
De vuelta al hotel no perdimos mucho tiempo antes de encontrarnos nuevamente en la cama haciendo el amor de todas las formas posibles. Karen sabe que a mí que me encanta dársela por el culo, ella no es súper adicta a culear pero acepto gustosa por complacerme, pero esta vez lo hicimos diferente. Me senté en su silloncito y me embadurne la verga con crema lubricante, Karen se sentó sobre mí, introduciéndose lentamente mi verga en su culo. Se fue sentando cada vez más hasta que sus nalgas estuvieron sobre mis piernas y mi verga estaba clavada en su culo hasta el fondo. Karen se quedó quietita con mi verga dentro, mientras de su garganta salían gemiditos dulces y continuos. En tanto mis manos masajeaban sus senos endurecidos y su concha inflamada. Nos empezamos a mover en círculos, primero sentados y lentamente nos fuimos parando, siempre con mi verga clavada en el culo de Karen, que temblaba histérica ante el orgasmo que tuvo en ese momento. De parados le bombee mi verga dentro del culo, apretando su cuerpito contra el mío con todas mis fuerzas, sentía mi verga abriendo su ano en cada movimiento, los dos disfrutamos esta espectacular culeada como nunca. Acabe dentro del culo un chorro de leche que salió con tanta fuerza que debe haber llegado hasta los intestinos. Karen dijo que mi leche era dulce y rica y que quería más, así que mamo y mamo hasta que consiguió sacarme otro chorro de leche para su boca, que trago saboreando y sin desperdiciar ni una gota El gran polvo final, que no olvidaremos por mucho tiempo, dio por finalizado este loco fin de semana. Karen se acostó y levanto sus piernas apoyándolas sobre mis hombros, yo tenía una hermosa vista panorámica de todos los agujeros, que se abrían y cerraban solos. Puse mi verga en su concha que hervía de caliente. La metí profunda, hasta el fondo y de un golpe, Karen suspiro hondo al recibir mi verga entando con toda sus fuerzas dentro de ella. Moviéndome al ritmo de una salsa que sonaba en la radio la folle largos minutos hasta acabar dentro de ella con el ultimo resto de leche que quedaba en mis bolas. Estábamos exhaustos pero seguimos abrazados y besándonos largas horas. No nos queríamos separar.
Habían llegado a su fin tres días intensos que disfrutamos y que no olvidaremos. La química de nuestros cuerpos y nuestras almas habían entrado en una reacción en cadena que no sabíamos adónde nos llevaría. Quien sabe cuándo nos veríamos nuevamente… Cuanto tiempo podría aguantar separado de mi portorriqueña? Como seria las cosas desde ahora. Muchos interrogantes sin respuesta. Hasta la vista mi “amiga-cyber-erótica”, hasta pronto mi dulce joya del caribe.
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