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Categoría: Lésbicos

Julieta II

El clitoris de Julieta parecia un gran rubi en medio de dos conjincitos aterciopelados. Nunca imagine que mi fragil duendecilla fuera poseedora del botoncito mas endiabladamente grande que jamas haya visto en mi vida. De inmediato senti mis propios labios vaginales hincharse de sangre como respuesta a semejante espectaculo. Y Julieta... seguia sin enterarse de la situacion y tan solo me miraba dulcemente sin decir palabra. Tuve que virar la cabeza y sacar la chequera de mi bolso para poder sobreponerme. "5,000 cubriria lo de la defensa, linda?" "Eso y un fin de semana en Acapulco!" Rio Julieta mientras cruzaba las piernas y me sacaba del trance en que me tenia al hacerlo. "Mire Senora, mi pobre carcacha no vale ni dos mil pesos... por que mejor no lo dejamos como esta y se toma un cafecito conmigo, eh?" "Por favor, llamame Cristina." "Bueno, Cristina, como lo tomas?" Me contestaba al incorporarse. No pude contestar. Quede muda e inmovil en mi asiento nuevamente. La toalla habia caido en el suelo mientras Julieta caminaba hacia mi. Los dos segundos que tardo en poner su pubis a unos centimetros de mi cara me parecieron horas. El tiempo se detuvo y con el corazon casi en la boca alce mi cabeza y la mire a los ojos. "Crees que no me he dado cuenta?", dijo, mientras su angelical sonrisa se convertia en una mueca perversa y sus ojos azul palido, siempre inundados de una ternura infinita, se tornaban descarados, irreconocibles. En ese momento senti que el pecho se me hundia y mis sienes me punzaban de verguenza. Cerre los ojos. "Mirame, Cristina". Aprete mis parpados con fuerza. "No seas estupida y abre los ojos", me gritaba, mientras me cogia por la barbilla violentamente. Finalmente abri los ojos y la mire. Estaba en cuclillas frente a mi. La punta de su nariz pegada a la mia. "Tu tambien me gustas". Se levanto y me miro desde su insufrible pedestal nuevamente. "Mira bien este cuerpo, Cristina, te gusta?" Me decia, mientras se pasaba los pulgares por los pezones. "Parate". Obedeci. "Que horrendo disfraz de vieja rica traes puesto", me dijo, mientras me pasaba un dedo indice por en medio del pecho. "Quitatelo". Senti que la sangre se me iba a los pies. Queria salir corriendo de ahi, me sentia avergonzada, burlada, descubierta. Pero el deseo contenido de tantos meses de espera y un morbo embriagador me hicieron desabotonar mi blusa y bajar el cierre de mi falda. Me quede en ropa interior frente a mi captora. Julieta se habia tumbado en el sofa mientras me desvestia. Sus cabellos ya secos caian en rizos carmesi sobre sus pechos, que por primera vez pude admirar detenidamente. Eran redondos y pequenos como ya los habia imaginado, pero nuevamente me sorprendi, ahora con el tamano de sus pezones. Eran de un rosado intenso, casi rojo. Las aureolas acaparaban casi la totalidad de sus senos, y la tetillas, duras como una nuez, protuberaban hacia arriba. Tendida con las piernas abiertas, pude ver como su labios habian aumentado en tamano. Sus carnes brillaban con el flujo que ya comenzaba a emanar en grandes cantidades para mojar su vagina. Que vagina! Apenas si podia distinguir una pequena abertura cubierta por sus hinchados labios. Como leyendo mi mente, Julieta retiro la cortina de carne y dejo al descubierto su deliciosa vagina. Con el dedo de en medio acaricio los labios y con un suave gemido recibio su dedo, el cual se hundia completamente dentro de ella. Sus nalgas se contrajeron al sentir su dedito en su interior y tambien pude observar como su delicado ano se encogia y dilataba con el vaiven de sus nalgas. El espejo de la sala me volvio a recordar quien era y donde estaba. Mis carisima ropa interior Christian Dior sobraba de una manera ridicula. En un dos por tres me deshice de ella y de mi cabello nonamente recogido. Mi pelo negro cayo libremente sobre mi espalda. Mis senos de ya mas de cuatro decadas todavia no terminaban su irremediable viaje hacia el sur, y aunque no tan firmes como los de mi nina, seguian redondos, morenos y grandes. Y mis pezones, mucho mas pequenos y oscuros que los de Julieta respondian de una manera salvaje poniendose erectos y durisimos. Tanto que me dolian. Mi vientre sentia el calor de la mirada de Julieta, al igual que mi monte de venus, el cual, pude darme cuenta fascinaba a Julieta. No le quitaba la vista de encima. Seria la enorme diferencia de su delicado y rubio sexo a mi oscuro y violentamente rizado vello pubico. Continuara....
Datos del Relato
  • Autor: Corina
  • Código: 13203
  • Fecha: 31-01-2005
  • Categoría: Lésbicos
  • Media: 4.77
  • Votos: 44
  • Envios: 5
  • Lecturas: 3495
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