Viernes, 4 de marzo
Julieta es una chica de la que estoy perdidamente enamorada. Todos los dias la veo salir del apartamento de enfrente, corriendo, con los cabellos a medio recoger, las mejillas coloradas por la prisa y con aquellos exquisitos pechos pequenos y redondos, coronados por unos pezones duros como canicas por el frio de la manana. Con un furtivo "que tal" me saluda mientras se mete al coche y arranca como demonio despavorido rumbo al trabajo. La sigo con la mirada y al perderla de vista dejo de regar mi jardin casi marchito, pobre excusa que solo sirve para estar ahi, afuera cada manana esperando su salida. Este es un ritual de lunes a viernes. Un aliciente a mi aburrida vida de ama de casa cuarentona. Soy la tipica senorona frustrada, con demasiado tiempo y dinero en mis manos. El marido y los hijos tienen su vida propia. Y yo... masturbarme sonando en los tiezos pezones de Julieta es lo unico que me mantiene cuerda. Hoy tengo que hacerlo. Voy a seguirla.
Viernes, 5 de marzo
La miro por el espejo retrovisor de mi BMW, regalo de mi adorado esposo, o mas bien premio por aguantar sus constantes infidelidades. Arranca. Arranco. Para en la luz. Me tiemblan las rodillas. Tanto, que no me responden y mi coche va a dar contra el suyo. "Estas ciega o que, vieja imbecil!" Me grita al salir como fiera de su coche. Me reconoce. Sonrio como idiota mientras me disculpo. Julieta se acerca y me pregunta si me encuetro bien. "No fue nada, hombre, tan solo una defensa levemente abollada, no se preocupe Sra. Palacios". Senora. Me siento como una antiguedad del siglo pasado. Lo unico que atino a decirle es un estupido "no linda, hoy mismo paso a tu casa para pagarte por la defensa". Otra de mis excusas, pienso, al imaginarla desnuda abriendo la puerta de su apartamento.
Esa misma tarde toco a su puerta. Mi Julieta abre. Sus cabellos rojos y humedos le caen en unos hombros desnudos y blancos, casi transparentes. Una diminuta toalla cubre su cuerpo de sirena adolescente. "Sra. Palacios, me ha pillado en la ducha" dice al darse la media vuelta, dirigiendose a la sala de estar. Sus movimientos de pantera en celo dejan una extrana e inquietante estela de champu para bebe mezclado con aquel olor tan intimo e inconfundible de humedad de mujer. Me siento en el cielo. De pronto siento unas ganas salvajes de arrancar esa toalla, tirarla en la alfombra y hundir mi cara entre sus muslos. Pero mi reflejo en el espejo de su salita me detiene. Las perlas negras en mi cuello y mi blusa de seda gris me jalan a la realidad. "Sra. Palacios, tome asiento por favor". Julieta se sienta con desenfado frente a mi y sonrie, su carita de angel me mira con inocencia, sin darse cuenta que se ha sentado con las piernas abiertas. No resisto y dirijo la mirada a su entrepierna. Y ahi, como invitandome, su monte de venus cubierto por un delicado vello rubio yace entre dos muslos de porcelana. Claramente puedo ver sus labios vaginales, protuberantes y rosados, rodeando un clitoris que siempre imagine pequeno, pero que al verlo parece mas grande, mas...continuara.
Cuando continua...me dejastes calientisima, me encantaria saber si la historia es de tu imaginacion, o te paso de verdad.