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Julia es una vecina amiga de mama desde hace muchos años.
Y Pedro su hijo, de unos veintidós años, me da clases de mates. No es que valla flojo en el tema, él es un fanático de la materia, de hecho ha estudiado algo así como Matemáticas Exactas y como a mi me fascinan pues nuestras madres se confabularon y un par de veces a la semana durante una hora me enseña cosillas o me soluciona dudas.
El problema es que cuando voy allí me pongo como un burro, me acuerdo de hace unos años cuando estando en su casa a no se que hacer, supongo… no, no lo se, no me acuerdo… Es igual.
Julia se puso a dar de mamar a la pequeña que entonces debía tener meses y yo entonces once o doce años como mucho, aquel pecho… me dejó fascinado, se le veía lleno y con el pezón durísimo. Pero la niña se amorró a él con ansias y… hasta que quedó satisfecha.
Yo por mi parte quedé embelesado, ver mamar a la niña desde luego es una pasada, pero ver aquella ubre anuló mis sentidos y me hizo pensar que si el tiempo no se había detenido, desde luego si que iba mucho más despacio.
Pensar en aquél pecho me fue volviendo loco poco a poco hasta que terminó siendo una obsesión.
Y ahora encima veía más a menudo a su dueña.
Julia rondará los cuarenta y cinco o cincuenta años, tiene dos hijos mayores; Pedro, Mari algo mayor y esa pequeñaja que ahora cinco o seis.
Está rellenita, pero es una madraza que siempre está pendiente de lo que puedes necesitar, un refresco, si has merendado ya, interesada en el cole, valla ya sabéis como, siempre pendientes de todo y casi adivinando que te falta en cada momento.
Y viuda desde que la niña tenía dos o tres años. “Detalle importante.”
Uno de los días que fui a “clase” con su hijo este no había llegado todavía, me puso la tele mientras le esperaba y desapareció.
Al rato apareció en el comedor, envuelta en una toalla y mi corazón dio un vuelco, que sino llega a estar encerrado entre las costillas se cae al suelo.
¡La leche,! la toallita era pequeña y tapaba justo desde los pezones hasta unos dedos por debajo de las nalgas.
Dejaba a la vista sus hombros y sus pechos casi hasta la mitad, sus piernas aunque regordetas se apreciaban firmes y en ellas todavía brillaban algunas gotitas de agua.
¡Buah.! Todavía no había visto algo así en directo nunca y se me puso un cacharro que debía parecer el cañón de un tanque. ¡Joderrrr. Que panorámica.!
Solo eso me faltaba, ahora no habría manera de evitar cascármela pensando en ella.
La mujer se sorprendió al verme y le pasó como a mi. Ambos necesitábamos un lugar donde esconder la cabeza. —¿Qué haces aquí todavía.?
—Esperando a Pedro.
—Pensaba que ya habría venido.
—Lo siento señora Julia…
—¡No cariño.! La culpa ha sido mía, pensaba que estaríais en su habitación a lo vuestro.
Me miró unos segundos más, me pareció que sin saber que decir, hasta que resolvió.
—Voy a vestirme y vuelvo enseguida ha hacerte compañía.
¿Y que hacía yo ahora.? Me dije. “—Y si mientras se viste aprovecho para hacerme una a su salud en el baño.” Me pareció arriesgado y elegí esperar donde estaba, con suerte llegaría Pedro y asunto solucionado.
Pero él no apareció y si su madre, que por cierto parecía otra, siempre tan recatada y ahora me sale después del numerito de la toalla con una bata de estar por casa y por lo que se podía apreciar, debajo solo la ropa interior si es que se había puesto algo.
Con las manos aguantaba cogida la parte alta de las solapas como intentando que no se abriera.
“—Joder. — Pensé, —si no quieres que se vea nada, ponte algo debajo.”
—¿Cariño, te preparo algo para merendar.?
—No señora Julia ya lo hice antes de subir.
—¿Qué dan en la tele.?
—Nada interesante ya he mirado todos los canales y nada.
Soltó sus manos descuidadamente para coger el mando y otra vez…
¡Dios mío que piel más blanca.!
Al ver donde tenía posada mi mirada y que no debía haber escuchado sus últimas palabras se volvió a tapar.
—Jolín Juanito ya empiezas a fijarte en esas cosas… — Y acompañó sus palabras con una sonrisa que a mi me pareció más pícara que otra cosa.
No daba abasto a ordenar mis pensamientos, intenté hablar y pareció un balbuceo. Para que engañarnos, no lo pareció, fue un balbuceo en toda regla.
Ella rompió a reír. Con una mano tapó su boca como intentando que no fuera tan hiriente, pero la otra, para mi mala suerte, continuó aferrada a las solapas.
—Si ya veo que empieza a afectarte.
—Un poco. — Y creo que bajé la mirada al decirlo.
—No hay problema cariño, ya he pasado la pubertad de mi hijo y parece que es un asunto con él que no se pueden gastar muchas bromas. ¡Disculpa.! No pretendía ofenderte, pero me ha hecho gracia.
—Sería yo él que debería pedir disculpas por mostrarme en esta situación. — ¡Demonios ¡ y encima al decirlo me miré el paquete.
A ella le cambió el semblante y yo estuve a punto de salir corriendo de allí.
—Bueno creo que para no enfadarme me lo debería tomar como un alago.
Pero mi niño soy la amiga de mama y con muchos años más que tú.
Yo guardaba silencio y deseaba que diera por terminada la charla para largarme de allí pitando.
—¿Hace mucho que estás así.?
—Desde que se las vi dando de mamar a Martita. — Por su cara supe enseguida que no había interpretado bien su pregunta. “—¡Mierda, mierda y más mierda.!”
—No pretendía preguntar eso. Me refería a si hace mucho que tienes esas necesidades.
Como respuesta solo me atreví a encogerme de hombros. Y sin osar mirarle a la cara intuí que sonreía otra vez.
—Pero eres muy guapo y seguro que ya tienes chicas pendientes de ti.
—No le diré que no, pero me da mucho palo, pienso que no sabré hacerlo bien.
—¡Dios mío.! ¿No has hablado de esto con tus padres.?
—No. También me da palo.
—¡Juanito.! Es de mala educación no mirar a la cara a quién te habla.
—¡Es que…!
—Tampoco entiendo que tengas tanto miedo, ahora con internet tenéis muchas pelis y relatos a mano, muchísima información. Seguro que estás empapado del tema.
Ya mirándole a la cara. —Hombre teoría no falta, pero…
—¡A ver.! Tu eres guapete, listo y muy simpático. Has de tener en cuenta que el no ya lo tienes, pues al toro y a buscar el si.
—Y si no lo hago bien y si quedo fatal.
—Tonterías nadie nace aprendido. Ya sabes lo que hay que hacer para satisfacer a una chica, pues adelante.
—¡Ya.!
Ella parecía esperar algo más, pero viendo que me cerraba. Se quedó en silencio. Trasteó el mando y la tele. Desistió y poniéndose en pie.
—Voy a por una cola. ¿Quieres otra.?
—Vale. — Mierda otra vez, debería haber dicho que no, que ya volvería otro día. Me levanté y salí tras ella para decírselo.
—Señora Julia. Disculpe no querría molestarla más, mejor me voy y vuelo otro día cuando Pedro me diga.
—No tonto no, no me incomodas, espérame en la sala que me has dejado con curiosidad.
Regresé y ocupé el mismo lugar de antes, pensaba en que demonios sería lo que le había dejado intrigada, seguro que el motivo de mi erección, querría saber si era ella la razón. Mejor no pensar, lo más probable era que me equivocara, con el coco más revuelto que si estuviera haciendo de esparrin, no tenía duda que si lo usaba sería para peor. Tuve suerte y no tardó en aparecer portando los dos vasos.
Me pareció que sus caderas se movían también de forma inusual. La bata no muy apropiada para estar con el hijo de una amiga, sus movimientos gatunos, expresando sensualidad a raudales, la conversación a que me había llevado. “—¿Muchas coincidencias verdad Juanito.?”
“—No caerá la breva. ¡Madre mía que quiere tema la tía.! ¡Biennnn.!¡Joder, joder, joder.! ¿Y ahora que hago….
—¡Juanito.! ¿Me estás escuchando.?
—¿Eh.? Si si… — ella sonreía. —no, estaba despistado. — y le devolví el gesto. —Disculpe. ¿Qué me decía.?
—Es igual.
Quedamos de nuevo en silencio, enseguida ella rompió a reír y sus palabras sonaron en cabeza como un disparo. “—Tierra trágame.”
—Explícame eso de dar de mamar a Martita. — Esos fueron los vocablos que aturdieron por un instante.
“—Juanito — me dijo el diablillo que todos llevamos dentro, —mucha casualidad tantos sucesos. Ella te lo ha dicho, coge al toro por los cuernos.”
—¡Esta bien.! Me sinceraré si es lo que quiere. — Su expresión mostró que iba a poner toda la atención en mi explicación y sus ojos me decían que esperaba fuera algo muy especial. — Verá señora Julia, aquel pecho el suyo, cuando lo sacó para dar de mamar a la pequeña, me dejó, no se como decirlo, me dejó atontado, cierto que era el primero que veía en vivo… pero lo vi tan hermoso, me pareció que tenía que estar tan lleno, tan turgente… ¡Y aquel pezón tan erguido.! No sé como expresarlo, me quedé… prendado de su pecho, eso es prendado, lo encontré fascinante.
Julia había quedado pasmada ante mi descripción y movía sus manos abriéndolas sin saber que decir.
—Creí que le gustaría que fuera sincero y eso he hecho. Y le diré más desde entonces no hay día que no haya pensado en él.
Sus ojos ahora parecía que saltarían hacia mi.
—Esperaba muchas respuestas, pero no una tan elocuente.
—¡Lo siento.!
—No no, la culpa es mía, quería saber y me has complacido. Mi madre me decía, (Si no estás segura de querer conocer la respuesta, no preguntes.)
Los dos quedamos una vez más en silencio.
Esta vez era ella la que mantenía su barbilla hundida.
Mi diablillo empezó a hablarme pero yo no entendía lo que me decía, eran muchas voces para poder prestarles atención a todas, mi diablo, mi ángel, mi madre (no iba a faltar), mi padre (sonriendo), Pedro (no quería verle la cara), hasta la portera me parece que acudió a la fiesta.
Levantó su mirada hacia mi y la aprecié llena de vida y traviesa.
—¡A la mierda todo.! — Estiró sus manos y cogiendo las mías. —Ven aquí a mi lado.
Me miró a los ojos, seguramente unos segundos, pero me parecieron horas.
“—Coño coño coño, esto va en serio, ¿Qué hago ahora.?
Ella lo resolvió en un instante.
—Empezaremos por el principio, como los buenos relatos.
Acercó su boca a la mía y empezó a besar mis labios.
“—Coño coño coooño.”
Me dejaba hacer, y demonios que dulces me sabían, y ese aroma que llegaba de toda ella… Me sentía, que se yo donde, pero muy bien.
“—¡Joder pero tendré que hacer algo.!”
Con mis brazos la apreté más a mi, y empecé a besarla yo también. La besaba y la besaba, y ella a mi. Solo rogaba que no se terminara nunca
No se cuanto tardó, pero se separó unos centímetros, me dijo que más suave y que no la apretara tanto que no se iba a escapar. Retomó el beso y nuestras respiraciones cada vez se agitaban más, nuestras manos empezaban a tantear el cuerpo que tenía al lado.
Yo no me atrevía a ir más allá de su espalda y allí me quedé, ella acarició también mi pecho y allí usó sus uñas, que me parecían garras de fuego que me encendían como jamás en mi vida, joder ni en mis primeros videos había llegado a ese estado.
Jugó también con mis muslos.
Volvió a separarse y sin decir palabra sacó los brazos de las mangas de la bata dejándola caer.
“—Coño coño coño, negros y con encajes. ¡Madre mía.!”
—¡Estas preciosa.! — se me escapó. —lo sie…
—Gracias — me interrumpió. —son tu premio. ¿No los has deseado tanto.?
¡Tomalos.! No estarán llenos como entonces pero espero que te gusten. — Los cogió cada uno con su mano correspondiente, levantándolos un poquito y acercando sus pezones a mis labios. —¡Cogelos son tuyos ahora.!
Ya hay poco más que explicar… que no os imaginéis.
Julia no estaba ya en sus mejores momentos, pero estaba imponente para mi, rebosaba sensualidad y hacía el amor como si estuviera condenada y ese fuera su último deseo.
¡Demonios que tarde me hizo pasar.!
Después de hacer que disfrutara de sus pechos en todo su esplendor, con labios, con mis manos, con mis dedos y hasta con mis mejillas cobijándome en ellos como un crio desvalido.
Después me alivió cogiendo mi herramienta entre sus labios y haciéndome llegar a lo más alto que se puede desear.
¡Madre mía.! Empezó muy despacio, sus labios re corrieron todo mi mástil, depositando centenares de besos y pequeñas caricias con su lengua.
Llegó a mi capullo y después de introducirlo en su boca, lo sacó, y volvió a carga repitiendo la operación unas cuantas veces, su interior estaba húmedo y calentito y su lengua no paraba de jugar ni con éste llena de mi.
A mi se me escapaban gruñidos de placer y al mirar hacia abajo veía sus ojos sonreír como la que disfruta un montón con la faena encomendada.
Dios que locura, me resultaba imposible retardar el final, lo intentaba pero se me hacía insufrible.
Y ella gozaba seguro de sentirme en ese aprieto y no me daba cuartel.
La sacó se incorporó para depositar un beso en mis labios.
—¡Prepárate mi niño.!
“—¿Qué me prepare.? ¡Joder, que viene ahora.!”
Volvió a sus quehaceres con mi miembro. Lo agarró con las dos manos, lamió todo mi capullo, levantó la pícara mirada y me acojoné.
Entonces con la lengua muy húmeda empezó a dedicarse a lamer mi frenillo, suave y lento pero sin descanso. En pocos segundos, las sensaciones empezaron a multiplicarse exponencialmente y en tan solo tres u cuatro más mis gemidos empezaron a convertirse en gritos apagados, por el miedo a alertar a los vecinos. Me agarré a sus cabellos y sin poder evitarlo le clavé la verga hasta la campanilla corriéndome como un poseso.
Ella se retiraba feliz y sonriente, yo me derrumbaba exhausto en sofá, volvió a besármerla, lamer y succionar los restos de mi corrida abrazándose a mi espalda. Yo me sentía el hombre más feliz del mundo y él más agotado.
No tardé mucho, así que lo disfruté poco, muy intensamente pero menos de lo deseado, aunque no importó por que mi cacharro ni se enteró y mantuvo su erección cubriendo en parte mi falta de control sobre él.
Se puso a llover y empezaron a caer truenos como bombas.
Julia se estremeció. Me miró con unos ojos pícaros y alegres que me hicieron presagiar algo gordo.
Se levantó, “—¡Demonios que cuerpazo.! Mi primer cuerpazo. ¡Ahhhh.! ¡Bieeeen.! — Gritaba para mis adentros mientras ella se dirigía hacia la ventana contoneando sus caderas con un ritmo extremadamente sensual.”
Tras cerrarla a su vuelta, cogió el teléfono de la mesita y llevó su dedo índice a los labios indicándome que me mantuviera en silencio.
Yo me extrañé. Pero no me dio tiempo ni a pensar.
—¿Carmen.? —
“—La madre que la parió, ha llamado a mi madre. ¡Hija de piii.!
—Hola cariño. Juanito está aquí con migo, estábamos viendo la tele.
“—¿Que coño está haciendo.?
—Verás, Pedro y Martita se quedaban hoy a dormir en casa de su hermana.
……
—Pues resulta… No te rías, que los truenos me dan pánico.
“—Esto no pinta bien.”
—¡No te rías mujer.! Te quería pedir un favor, estando sola con esta tormenta lo pasaré fatal, te importaría que Juanito se quede a dormir en casa, en la habitación de Pedro, está junto a la mía y supongo que así lo pasaré menos mal.
“—Coño coño coño. Donde está ahora mi angelito que lo mando a la mierda como abra la boca.”
—No le he dicho nada antes de preguntarte a ti. A lo mejor lo meto en un compromiso.
“—¡Que cabrona.! Hay que reconocer que se lo monta bien.”
—Está en el baño cuando salga se lo digo.
“—No se corta un pelo.”
—Por si dice que si, ¿que le gusta para cenar.?
“—Anda que no está en todo.”
—¡Vale.! Mira ya está aquí te lo paso.
—Juanito que Julia…
—Ya la he oído mama, usáis el teléfono por cortesía, porque con los gritos que dais no os hace falta.
—¡Hazle ese favor pobre.! Te lo compensare.
“—Esta si que es buena.” —Cuento con ello mama. De acuerdo sin problema y encantado de hacer compañía a … la señora Julia. — casi meto la pata y me como lo de señora.
—Gracias mi niño, te debo una.
—Si mama yo también te quiero. ¿Te la paso.?
Le di el teléfono a su dueña y me fui al lavabo, esta vez de verdad, las ganas de orinar se habían hecho patentes.
Cuando regresé se echó en mis brazos.
—Toda la noche para nosotros solos.
—¡Tramposa.!
—¿Porrrr.? — Contestó coqueta y gatuna.
—Ya sabías que Pedro no vendría hoy.
—Esas erecciones tuyas cuando venías a ver a mi chico tampoco habían pasado desapercibidas para mi. También me quitaban el sueño. Ven que tenemos que seguir practicando y aún falta un rato para cenar.
Mi angelito me dijo. —Le has mentido a mama.
Mi demonio lo mandó a la mierda y mi padre y la portera. Mi madre y Pedro si llegan a estar me mandan a mi.
“—¡Si en el cielo no hay sexo quiero ir al infierno.! Te guste o no ángel de las narices. Si tuvieras polla y te hubieras comido esos pechos… bueno también es verdad, entonces tendrías cuernos y serías un diablillo. Es lo que hay.”
Bueno se está haciendo tarde y mañana es día de escuela.
Otro día os cuento todo lo que intentó enseñarme en una sola noche.
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