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Categoría: Confesiones

JUGUETES PARA ADULTOS

Nos acercamos a la zona del Rastro de Madrid para comprar en las tiendas de deporte cuerda fina y resistente, cuando nos dimos de frente con un sex shop. Nos miramos Lucio y yo y con una sonrisa pícara entré tirando de su mano.

Empezamos a ver los distintos artículos sexuales y no encontramos nada que nos llamara demasiado la atención, casi todo eran penes de distintos tamaños y texturas, con vibración o sin ella. La verdad ninguno era comparable con su polla, aunque los había de dimensiones que daba miedo pensar en metértelos.

Se acercó una dependienta muy simpática y nos preguntó si buscábamos algo en particular. Le dije que solo estábamos curioseando a ver si algo nos llamaba la atención. Ella nos preguntó si solíamos utilizar complementos en nuestras relaciones y le dije que la verdad era que no.

Nos dijo que tenían en oferta unos vibradores con mando a distancia, incluso controlables desde el teléfono móvil mediante una aplicación gratuita que suministraba el fabricante. El artilugio consistía en una especie de bola alargada con un rabito que también vibraba, lo que le daba multitud de posibilidades una vez introducida donde más nos gustase.

Sin darnos tiempo a pensárnoslo nos dijo que nos lo iba a enseñar. Desapareció un momento y volvió con el aparato en la mano y un mando a distancia. Me dijo que lo cogiera en la mano y la cerrara. Lo puso en marcha y nada más empezar a vibrar, empecé a imaginarme como sería tenerlo dentro mientras Lucio jugaba con la lengua sobre mi cuerpo, excitándome.

La chica me cogió la mano y dobló el rabito alrededor de la mano para que comprobara que vibraba por igual todo el juguete. Me dijo que cerrara los ojos y pensara en el uso que le podíamos, tanto para mí como para mi compañero, porque hoy los juguetes los usan tanto las mujeres como los hombres. Lucio por su parte también estaba pensando en las posibilidades que ofrecía.

Al final la chica supo vendérnoslo y nos decidimos a comprarlo porque el precio no era excesivo. Nos sacó un ejemplar precintado y nos acompañó a la caja. Cuando la cajera escaneo el código de barras nos dijo que estaba en oferta y la segunda unidad salía a mitad de precio. Yo iba a decir que no nos interesaba cuando Lucio dijo que nos pusiera dos. Me quedé un poco sorprendida pero no dije nada, intentando averiguar en que estaría pensando para querer que nos lleváramos dos.

Me guarde los dos vibradores en el bolso y nos fuimos a tomar unas cañas con unos caracoles, típicos de un bar de la zona. Al final acabamos comiendo a base de tapas y raciones. Serían las tres cuando decidimos marcharnos a su casa y nos dirigimos al parking para coger el coche.

Ya en el coche, mientras conducía empezó a acariciarme la pierna. Yo me moví en el asiento todo lo posible hacia él para facilitarle el trabajo y separé un poco las piernas invitándole a que progresara. La ventaja de un coche con cambio automático es que al no tener que cambiar de marcha, la mano derecha no es imprescindible para conducir.

Poco a poco la mano fue subiendo por el muslo hasta que llegó al pubis. Jugó un poco por encima de las bragas, lo suficiente para para hacer que me mojara y la retiró. Me quejé y le dije que no fuera cabrón, si había empezado a excitarme ahora tenía que acabar la faena. Su respuesta fue que espera, lo que acepté de mala gana.

Al llegar a casa me dijo que lavara los vibradores, los dos me dijo corroborando el plural. Ya desnudo entro en el baño y se sentó en el bidé a lavarse. Acabé de aclarar los juguetes justo en el momento que él acabó de lavarse y me dijo que me lavara yo mientras él los secaba.

Estaba sentada de espaldas a él cuando noté que me metía la mano por dentro de la camisa y me cogía un pecho. Giré la cabeza para mirarle y me besó. De pronto empecé a notar un cosquilleo en el pezón y enseguida supe de que se trataba. Me desabrochó la camisa y me puso los vibradores encendidos sobre ambos pezones. Le pedí los mandos a distancia y aumenté la potencia de los dos. Me pinzó los pezones entre sus dedos y los vibradores e inmediatamente su efecto me llegó al sexo.

Nos fuimos a la cama y nada más tumbarnos metió la cara entre mis muslos. Yo separé las piernas todo lo que pude y le facilité el acceso al clítoris. Se ocupó inmediatamente mientras me acariciaba la entrada del culo presionando suavemente con un vibrador para darme un estímulo extra y consiguió que me corriera.

Empapada y lubricada, apoyó uno de los vibradores en la entrada de la vagina y lo empujó hacia dentro poco a poco, una vez la parte más gruesa entro el resto se deslizó dentro solito. Cogió el rabito que quedaba fuera y empezó a presionarme la punta contra el clítoris. Era como si mil manos me acariciaran simultáneamente el interior de la vagina y el clítoris y no pude aguantar sin correrme de nuevo.

Sin dejarme sacármelo, me dijo que le chupara la entrada del culo para lubricarle y le metiera el otro vibrador. No me costó nada porque es una práctica que realizamos frecuentemente y a él le encanta que le meta los dedos, incluso la lengua si me siento inspirada. Me sacó el mío de la vagina y me lo metió en el culo.

Se tumbó encima de mi con la polla en la cara y me la metí en la boca. Él se ocupó inmediatamente de mi clítoris y nos devoramos mutuamente mientras los vibradores hacían su trabajo. Nunca había sentido tanta estimulación en el cuerpo y aunque ya me había corrido dos veces, en el momento que Lucio se corrió en mi boca, yo hice lo mismo en la suya.

Descansamos un poco y nos fuimos a la ducha juntos. Lavamos en la propia ducha los vibradores y Lucio empezó a acariciarme de nuevo. Otra vez estaba mojada y no por el agua de la ducha precisamente, cuando me introdujo un vibrador por delante y el rabito por detrás. Cogió un poco de jabón en los dedos y se lo pasó por el culo para lubricarse y meterse el otro.

Se agachó lo suficiente para poder ponerme la polla entre las piernas y ascendió de golpe, metiéndomela entera y empezó a follarme. Puse las piernas alrededor de la cintura y juro que jamás había tenido orgasmos semejantes. La vibración del juguete junto con la polla de Lucio presionándome dentro de la vagina y el rabito vibrando en el culo, hicieron que me corriera otras dos veces y le pidiera a Lucio que me la sacara porque no aguantaba más.

No me hizo ni caso y siguió follándome como un poseso hasta que se corrió e hizo que me corriera de nuevo. Salimos de la ducha como pudimos, no teníamos fuerzas ninguno de los dos. Ya fuera nos sacamos lo vibradores y los dejamos en el bidé, ya los lavaríamos más tarde. Nos tumbamos en la cama y nos quedamos dormidos directamente.

A partir de entonces hemos ido varias veces al sex shop a comprar más juguetes y nos hemos aficionado tanto que tenemos una pequeña colección. La dependiente de la tienda del Rastro está encantada y es nuestra asesora personal, ya casi la consideramos como una amiga porque sabe casi mejor que nosotros lo que nos puede interesar.
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