Habían pasado un par de días desde aquel primer orgasmo con mi hermanita, y yo tenia ciertos remordimientos ya se acercaba el inicio de clases y la veía muy contenta haciendo sus compras y todos los preparativos para entrar al preescolar.
En una ocasión mi madre tenia que llevar a mi hermano a comprar sus útiles escolares, yo le dije que no tenía deseos de ir porque se tardaban mucho, ella me contesto que estaba bien pero que me dejaba a mi hermana para no batallar con los dos pequeños.
Inmediatamente tuve una aceleración de excitación al recordar lo de días pasados y la nueva oportunidad que se presentaba.
Mi hermana acepto a regañadientes quedarse con la promesa de que le traerían un regalo.
Estábamos en la sala viendo las caricaturas, mi hermana llevaba solo un vestidito floreado que dejaba ver sus piernitas regordetas, me acerque a ella en el sillón.
Cristina – le dije- te acuerdas de lo que hicimos el otro día?
Inmediatamente dejo de prestar atención al televisor y sonriendo me contesto que si
Te gusto? –le pregunte, ella movió su cabeza afirmativamente
No le contaste a nadie?
-No!- me contesto
Quieres volver a jugar?- le dije mientras ponía mi mano en su muslo
Ella no dijo nada y me abrazo, yo le comencé a acariciar las piernas y la espalda con frenesí, ella reía y note que un rubor le venia a la cara.
Aquel pequeño cuerpo me volvía loco, la disposición que tenia hacia dejarse hacer me sorprendía y me excitaba mas.
Le levante el vestido hasta la cintura, llevaba unas braguitas rosas con olanes y un moñito al frente, comencé a acariciarle las nalguitas, ella se abrasaba a mi con fuerza y notaba que también trataba de acariciarme ella a mi.
Me desabroche el pantalón y de un movimiento saque mi verga que se mostraba enhiesta como un monumento a nuestro incesto.
Ella se le quedo viendo con una mirada que iba de la sorpresa a la curiosidad y a la lujuria. Estiro su mano y la toco.
Yo la bese en el cuello y le susurre al oído “Acaríciala”
-Como?- me pregunto
Tome su mano y le mostré el movimiento que debía realizar para darme placer, ella trato con su manita de obedecerme.
Mi verga se veía enorme en su mano.
Yo me estaba volviendo loco de placer, comencé a tocarle el coño por sobre las bragas, sentí su pulso acelerarse.
Te gusta?- le susurre al oído
Ella volteo y me dio un beso en la boca. No fue un beso con saliva ni nada de eso, fue un besito de piquito y con los ojitos cerrados dado con sinceridad. Yo estaba en el cielo.
Con un movimiento gentil le baje las pantaletitas hasta las rodillas dejando su linda puchita rosada al aire.
Me retire de ella y con un movimiento la recosté, ella reía y se dejaba.
Coloque sus piernitas en mis hombros, comencé a besarle el vientre y levantándole el vestido vi sus pezones, no eran mas grandes que un par de semillitas de naranja.
Su respiración aumento de intensidad y reía.
Seguí besando sus pezones un rato mientras con mi mano acariciaba sus piernas, me separe y observe su puchita en toda su belleza.
Esos labios rosados sin florear,ese montecito de Venus abultado, ese clítoris que apenas se asomaba excitado, se lo acaricie con mi pulgar. Ella se removió en mi dedo buscando el placer. Le abrí los labios vaginales su vagina era hermosa.
No lo pensé ni un segundo, comencé a comerle la vaginita con suavidad.
Primero pase mi lengua por toda su vulva lamiéndola después con la punta de mi lengua me concentre en su clítoris.
Ella ya no reía, solo respiraba fuertemente y se movía en un rítmico vaivén.
Mientras le mamaba la pucha con una mano me comencé a masturbar y con la otra le acariciaba el anito.
No pude mas, de un tirón me levante y así acostada como estaba le eche mi chorro de semen que por la excitación parecía no tener fin.
Le cayó en su monte de Venus, en sus labios, en sus piernas, en el vientre, en el pecho y en el vestido manchándolo. Un chorro incluso le cayó en la cara.
Cuando termine me tumbe a su lado respirando fuerte y sintiendo un inmenso placer. Cual no seria mi sorpresa al sentirla incorporarse y venir directamente a mamarme la verga goteante.
La lechita!- grito con felicidad cuando la voltee a ver sorprendido
Si Cristina, la lechita- dije y solté una carcajada disfrutando esa pequeña mamada.
Nos arreglamos, la metí a bañar y le puse un vestido limpio, limpie la sala que olía a semen. Cuando nos sentamos de nuevo a ver la tele nos dimos un abracito y un besito de piquito muy tierno.
Minutos después, llego mama con mi hermano y todo siguió siendo normal.
De hecho mi hermana ya ni se acordaba del regalo que había pedido.

Bueno, espero que les haya gustado mi relato anterior y este también.
Y pronto les contare otra historia, tal y como las recuerdo. Que cada vez subían de intensidad. Adiós.