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Eran las 19,30 de un viernes, seguía en la oficina. No quedaba apenas nadie y yo seguía acabando informes. Hacía mucho calor y no podía concentrarme bien. La verdad es que el calor y el agobio hicieron que me pusiera cachonda. Me acordé del portal de contactos SKOKKA, un portal que me había recomendado una amiga para encontrar relaciones de forma cómoda, discreta e inmediata. Nada más contactar con ellos, vi a un hombre que trabaja en el piso de arriba conectado. Ya lo había visto alguna vez, y al verlo ahí no dude en probar si estaba aún en la oficina como yo, con la grata sorpresa de que si lo estaba. Le propuse encontrarnos en la máquina de agua del piso de abajo.
Al baja me cruce con la señora de la limpieza que venía a decirme que se iba, le dije que cerraba yo. Cuando estaba en la maquina recogiendo mi agua, se acercó el hombre. Se acercó y tras mirarme de arriba abajo me dijo “pensaba que no quedaba nadie aquí ya, que consuelo”, yo me reí nerviosa, porque nunca me había fijado tan en detalle en lo guapo que era ese hombre.
Empezamos a hablar de tonterías, con miraditas. Tras distraernos un rato decidí alargar el morbo de ese momento sexualmente tenso iniciando el juego del despiste con un “va, vamos a terminar de trabajar que si no nos quedamos aquí hasta el domingo”, a lo que el respondió afirmativamente, y nos dirigimos en silencio al ascensor. Una vez en el ascensor, en silencio, las miradas eran insostenibles, y efectivamente paso lo que estaba deseando. Él paró el ascensor y puso su mano en mi cuello, empezó a acariciarme y me beso fervientemente, a lo que yo respondí sujetándole la cabeza con fuerza hacia mi boca.
Nos miramos y seguimos besándonos con fuerza, mientras el me empotraba contra la pared del ascensor levantando mi pierna y apretándome con fuerza los muslos. Yo me estaba dejando llevar por la tórrida situación, cuando el sujetándome los brazos metió su cabeza en mi pecho, me desabrocho la blusa y mientras me lamia los pezones iba bajando sus manos por mis muslos y subiéndome la falda. Bajo lentamente y sin dejar de acariciarme los muslos bajo mis braguitas con la boca y empezó a acariciarme con su lengua. Yo estaba en éxtasis, ardiendo por dentro y por fuera, mientras sujetaba con fuerza su cabeza, intentaba controlar mis gemidos pero era imposible, el morbo contenido era brutal.
Ya totalmente húmeda, decidí tomar las riendas de la situación. Lo levanté don firmeza y lo empotre contra la pared de enfrente, le baje los pantalones y tras pasar mis manos y mi lengua por un torso increíble, empecé a humedecer su entrepierna, el gemía y contra mas lo hacía más subía el morbo de la escena. Sin mediar palabra entre uno y otro, como si nos conociésemos en la cama desde hace tiempo, antes de que terminara la mamada me levanto y de me puso cara al espejo. Estábamos totalmente desnudos y vino por detrás, primero introdujo su polla lentamente y tras gemir a la vez, la metió toda. El ritmo de la penetración iba subiendo mientras contemplábamos la escena en el espejo. El me cogía el pecho con fuerza y besaba mi cuello y yo no pude contener más mis gemidos y empecé a gritar, me giré y subí a la barra del espejo y rodee su cintura con mis muslos, el me seguía penetrando mientras me comía los pezones. En ese momento me corrí y se lo hice saber, pero no quería que eso terminara ahí, así que lo senté y me empalé en el hasta que sus gemidos no podían más, cuando vi que él estaba en éxtasis, me levante y me incline hacia abajo, para introducir en mi boca su polla, luego la agite entre mis pechos y cuando se corrió esparció su leche por mis pechos.
Fue un polvo increíble. Seguíamos sin intercambiar palabras, solo respirábamos agitados y acalorados y nuestras miradas ahora añadían a la tensión sexual esta complicidad de saber perfectamente lo que queríamos uno y otro. Nos vestimos y se activó de nuevo el ascensor, llegue a mi piso, solo nos miramos y nos dimos un beso lascivo, me di la vuelta y seguí andando. Ambos sabíamos dónde estaba la máquina de agua fría…para la próxima vez.
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